Una de las principales metas del gobierno de Claudia Sheinbaum es que al final de su sexenio todos los capitalinos tengan agua todos los días. La renovación de la red de tuberías es un primer paso. Otro, la implementación de nuevos sistemas de captación de agua, del que hay avances, pero aún es insuficiente
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero
CIUDAD DE MÉXICO.- A doña Mago le llega el agua cada 15 días, a veces cada mes. “El agua que nos mandan está toda colorada ¡Sale toda café y a veces huele!”, asegura. Margarita Ramírez vive en la colonia Ixtlahuacán, en la alcaldía Iztapalapa, a pocos kilómetros de la salida a Puebla. Su casa está enclavada en una de las laderas del volcán de Guadalupe. Por la inclinación y la altura, es muy difícil bombear el agua hasta la vivienda, y las pipas que a veces surten no siempre pueden subir la empinada cuesta.
Doña Mago es beneficiaria de cosecha de lluvias, uno de los programas punta de la administración de Claudia Sheinbaum para que zonas marginales, como ésta, subsanen su poco acceso al agua.
La estrategia busca dejar de explotar el agua proveniente de otras cuencas, como las que importa el sistema Lerma y el Cutzamala, que proveen cerca del 40 por ciento del agua que se consume en la ciudad. Sin embargo, aún es insuficiente.
Desde hace unos meses doña Mago tiene en su casa un sistema de captación de agua de lluvia, que le permite surtir un tinaco de 2 mil 500 litros con agua filtrada, útil para limpieza, riego e incluso para bañarse, sin embargo, aún con el sistema, el agua escasea.
“Hace ocho días no me llegó el agua. No ha llovido y no he podido captar nada. Tengo que ahorrar mucho el agua. Por ejemplo, el agua que saco de la lavadora la usamos para limpiar el patio, o para los excusados”, cuenta.
Poco después de que le instalaron el sistema, cayó la lluvia, pero fueron escasas, y su tinaco apenas recibió agua. Después llegaron lluvias tan fuertes que rebasaron la capacidad del tinaco, y hasta el agua se les estaba saliendo.
“Al principio tenía miedo, no sabía ni cómo usarla”, cuenta. “¿La ocupo, la saco, la echo a la cisterna, qué le hago?”. Se preguntaba. Primero lavó su patio con el agua, después, la usó para echarla a los excusados, hasta que finalmente decidió usarla hasta para bañarse. “Esta agua me gusta más, porque está clarita, limpia. La otra está toda puerca”.
El programa Cosecha de lluvia pretende alcanzar, este año, a 10 mil personas y hasta el momento ha llegado a casi 6 mil 500 casas. La meta al final de la administración es instalar, por lo menos, 100 mil unidades. Sin embargo, una de cada cinco personas en la ciudad no tienen acceso al agua todos los días. Algo así como un millón 700 mil personas.
Aunque todas estas personas quisieran instalar sistemas de captación de lluvia, no todas las casas de la ciudad son aptas para implementarlos. Y paradójicamente el escepticismo de las personas ante este tipo de opciones también juega en contra.
Para combatir este tipo de problemas, Nabani Vera, director de comunicación de Isla Urbana, la empresa que desarrolló y está instalando los sistemas de captación de lluvia en coordinación con la Secretaría de Medio Ambiente, reconoce que han tenido que desarrollar un sistema de «evangelización» hídrica.
“Perecemos testigos de Jehová. Vamos tocando timbres diciendo: ‘señora, me permite un momento para hablar de la captación de lluvia’. La gente no está muy enterada, creo que ahí se podría hacer más, desde los medios de comunicación hasta la sociedad civil. Hacer un esfuerzo para que, si te ofrecen un sistema de captación, tú lo estés esperando”.
De acuerdo con Nabani, la alianza con el gobierno ha funcionado muy bien. El problema es la falta de beneficiarios. Parte de este trabajo, asegura, es explicarle a la gente de dónde viene el agua que consume. Entender por qué no tienen agua.
“La gente simplemente está resignada a que no tiene agua. Porque soy pobre y porque vivo en una zona pobre. Pero ellos no saben bien a bien nada. ¿Por qué a pesar de que vivo en Xochimilco, donde hay un montón de agua, no me llega? No lo logran saber”.
Algo así pasa con la colonia donde vive doña Mago. Cuando llueve, estas calles se vuelven ríos, aún así, no tienen agua. Su casa está en la cima de una calle con una pendiente muy pronunciada, tanto que a las pipas les cuesta subir.
“Es curioso, porque me decían que no llegaban, pero ya si les dabas algo de dinero, entonces sí llegaban. La delegación nos dijo que ellos no tenían que cobrar, pero si no les das algo, nada más no llegan. Luego, cuando suben, ven la casa (que también está empinada) y dicen que no pueden llenarme la cisterna, que les tengo que cooperar para la gasolina de la motobomba para que suba”.
Por eso, en su calle, ya hay otras dos casas con sistemas de captación, y unas calles más abajo, hay otras. Incluso, asegura, unas vecinas se han interesado en los sistemas a partir de lo que ella les ha contado.
Según Nabani Vera, este tipo de ejemplos mandan un mensaje de apertura, exploración e interés por la sostenibilidad.
“Todo esto, desde nuestra óptica, no se había hecho, ir a platicarles a gobiernos locales de captación de lluvia era una cosa de ‘estos chavos están muy hippies, sus ideas sí son como muy románticas, pero yo necesito entregar resultados'», cuenta satisfecho porque después de 10 años sus proyectos de recolección de agua están dando resultados.
La captación de agua de lluvia es el tipo de acciones necesarias para garantizar el acceso al agua en la capital en un largo periodo, opina Elena Burns, de la coordinadora Agua para todos, una liga de organizaciones, pueblos y sistemas de gestión de agua que abogan por el acceso equitativo del líquido en el país.
“La visión de recuperar los canales, los lagos y los ríos de la ciudad, van en sentido correcto. Necesitamos toda el agua de la cuenca para el consumo de la cuenca (del Valle de México)”.
Una buena parte del agua de la ciudad que no llega a través de los sistemas Cutzamala y Lerma se extrae de pozos de agua fósil, como se le llama al agua que se extrae de mantos muy profundos. “Eso es muy caro, y las poblaciones que consumen esta agua ingieren cantidades muy dañinas de plomo y otros metales pesados”, explica Elena Burns.
La idea de seguir usando el agua de trasvase de cuencas, proveniente del Cutzamala y Lerma, advierte Elena, es algo muy del siglo XX. Para transportar el agua, se necesita bombear por muchos kilómetros, un proceso caro que se encarecerá de acuerdo con el valor de los combustibles fósiles.
Otra de las acciones que celebra Elena Burns es que se pretenda recuperar el lago Tláhuac-Xico, ubicado al sureste de la ciudad, en la frontera con el Estado de México, muy cerca de Valle de Chalco.
“Si se logra habilitar el lago como un sistema de captación, podría dar servicio a millones de personas. Este tipo de rescates son los que se deberían estar haciendo en la ciudad”, asegura Elena. Ella, junto con otro grupo de expertos, desarrollaron un estudio de factibilidad hace casi 20 años en el que señalaban que usar este lago era una de las mejores opciones.
De acuerdo con el primer informe de gobierno de Claudia Sheinbaum, en diciembre de este año se tiene previsto concluir con los estudios de simulación para el aprovechamiento de los recursos hídricos de esta laguna.
En esas juntas, promovieron la rehabilitación y reposición de pozos de agua y de plantas potabilizadoras. Este año, el gobierno de la ciudad duplicó el presupuesto y la cantidad de brigadas para detectar y arreglar las fugas de la red de tuberías. Según los discursos de Sheinbaum, la reparación y renovación de las tuberías es una de sus principales metas.
Hasta inicios de este año, el sistema de aguas perdía el 40 por ciento del líquido que transportaba por esta red debido a las fugas. A un año de trabajos en la materia, el gobierno no ha informado si las fugas han disminuido.
Estos avances son difíciles de medir o incluso de percibir por los ciudadanos, explica Nabani Vera, de Isla Urbana.
“Es un tema que se había olvidado durante muchas administraciones. Históricamente se le había destinado una poca inversión al sector porque no se ven los impactos directos. En el tema de reparación de fugas, por ejemplo, no es que terminando la obra tú ya vayas a poder decir –ya me llega el agua todos los días– la cosa es que se ha olvidado tanto, que estamos a punto de llegar al borde del caos”.
A pesar de que este tipo de acciones son una buena señal, el Sistema de Aguas de la ciudad no emite mucha información al respecto, por lo que los avances en ese sentido son difíciles de medir.
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