El escritor poscolonial en Europa corre el peligro de convertirse en un escritor a modo para Europa. Los editores y lectores, que tienen una hostilidad no declarada contra lo no europeo, lo celebrarán. Así sugirió en 2004 el premio Nobel Abdulrazak Gurnah lo que es escribir en el desarraigo
Texto: Lydiette Carrión
Foto: Tolga Akmen / AFP
CIUDAD DE MÉXICO.- Este jueves, el escritor tanzano Abdulrazak Gurnah fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, por “por su penetración intransigente y compasiva de los efectos del colonialismo y el destino del refugiado”.
Gurnah forjó una carrera de 35 años aclamada por la crítica enraizada en el colonialismo y la inmigración después de llegar a Gran Bretaña como refugiado a los 18 años.
Nació en la isla de Zanzíbar, un archipiélago frente a la costa de Tanzania, en 1948 y comenzó a escribir después de emigrar. Es el quinto escritor africano que gana el premio Nobel, después de Wole Soyinka (1986), Naguib Mahfuz (1988), Nadine Gordimer (1991) y J. M. Coetzee (2003).
Cuatro son hombres y cuatro escriben en inglés. En África se hablan cerca de 2 mil lenguas, escribe el crítico literario Jorge Carrión, en The Washington Post. En Pie de Página extraemos algunos de sus pensamientos sobre la poscolonialidad, la escritura, y el desarraigo.
En su artículo «Ese pequeño espacio: Situar a Abdulrazak Gurnah en el mercado de la Literatura Global», Erik Falk advierte que la llamada literatura poscolonial está situada en un «mercado literario global» caracterizado por la corporativización y fragmentación. El mundo editorial ha visto en las últimas décadas una expansión global. Y esto somete a los autores a una presión que les quita agencia. ¿Cómo lo manejó Gurnah? Algunas claves están en un ensayo suyo titulado «Escribir y el lugar».
En Writing and Place, el autor explica por qué empezó a escribir y cómo estuvo relacionado con los procesos colonizadores y de violencia en su país.
“Mi primera lengua es el kiswahili y, a diferencia de muchas otras en África, esta era una lengua escrita antes de la colonización por parte de Europa. Sin embargo, esto no quiere decir que la alfabetización fuera predominante. Los primeros ejemplos de escritura discursiva se remontan a finales del siglo XVII, y para cuando yo era un adolescente, esta escritura todavía tenía significado y uso como escritura, así como parte de la vigencia oral del idioma. Pero los únicos escritos en kiswahili que yo conocía eran breves poemas publicados en periódicos; o programas de cuentos populares en la radio; o en algún que otro libro de cuentos. Muchos de estos productos tenían una dimensión moralizante o de farsa, destinada al consumo populista. Las personas que escribían en ese entonces se dedicaban a otras cosas: eran maestros o funcionarios, quizás. [Por lo tanto, escribir no era algo que que yo contemplara que pudiera hacer, o debería hacer. Desde entonces ha habido nuevos desarrollos en escritura kiswahili, pero estoy hablando de mis percepciones entonces. Solo podía pensar en la escritura como este ocasional y vagamente estéril actividad, y nunca se me ocurrió intentarlo, excepto en la forma frívola que describí”.
En 1964, cuando Abdulac tenía 18 años, tuvo que emigrar y llegó como exiliado a Inglaterra.
Empecé a pensar diferente sobre escribir ya en Inglaterra, unos años después. Tenía que ver con tener más edad, con pensar y preocuparme por cosas que no parecían complicadas antes. Pero en gran parte tuvo que ver con el sentimiento abrumador de extrañeza y diferencia que sentía ahí, en Inglaterra.
Esta era una escritura de desfogue, basada en la angustia. Pero en algún punto se preguntó qué era esto que hacía.
Entonces me di cuenta de que estaba escribiendo desde la memoria, y me percaté de cuán vívida y abrumadora esa memoria era; y cuán lejos se encontraba de la existencia extrañamente ingrávida de mi primer año en Inglaterra. Esa extrañeza intensificó el sentido de una vida que dejada atrás, de gente casualmente y irreflexivamente abandonada, de un lugar y una forma de estar perdida para siempre, o así me parecía en ese momento”.
“El colonialismo se legitimó mediante una referencia de raza e inferioridad, que encontró forma en un número de narrativas de cultura, conocimiento y progreso. También hizo todo lo posible para persuadir a los colonizados de que se sometieran a esta narrativa.
El peligro para un escritor poscolonial trabajar en Europa mediante una vida de extraño. Ese escritor, por tanto, es probable que se convierta en un inmigrante amargado; burlándose de aquellos a los que dejó atrás, celebrado por editores y lectores que no han abandonado una hostilidad no declarada. Todos ellos están muy felices de encomiar y elogiar cualquier severidad contra el mundo no europeo. Bajo este argumento, escribir entre extraños significa tener que escribir con dureza para lograr credibilidad, adoptar un autodesprecio como registro de la verdad, o de lo contrario se corre el riesgo de ser descartado y tachado de optimista sentimental”.
Este extracto proviene de una entrevista realizada por los académicos Anupama Mohani y Sreya M. Dattaii en 2019, y publicada en Postcolonial Org. Al ser cuestionado sobre la clasificación de su literatura responde:
“Supongo que por «novelas oceánicas», usted se refiere a aquellas conectadas por las culturas litorales a las que me refiero repetidamente en mis escritos. No estoy seguro de si esto es plausible como categoría o forma, lo más probable es que sea una descripción con fines organizativos. Lo que quiero decir es que si el fundamento de la narrativa quiere ver conexiones, entonces el término funcionará, por lo que su peso está realmente en el enfoque narrativo más que en la cultura o el lugar. En cuanto a “Literatura mundial”, no puedo superar la sensación de que se trata de un intento académico en literatura comparada para ir más allá de su tradición eurocéntrica”.
“Sin embargo, estoy consciente de que en el sur global hay interés en esta clasificación: una Literatura Mundial, y aunque simpatizo con el impulso de afirmar esta escritura, no estoy seguro de entender por qué es necesario volver al término ‘literatura mundial’”.
Escribir, explorar sobre las “decisiones que toma la gente. Quedarse o irse. He escrito repetidamente sobre eso, también sobre la experiencia de llegar a vivir a Europa. Así que mi escritura tiene un enfoque; sobre: pertenencia, ruptura, dislocación. Quizás eso ya sea más de un enfoque, y dentro de esos tres, ya hay muchos otros problemas que tienen que ver con la pérdida y el dolor y la recuperación: escribo sobre el ingenio con el que las personas se enfrentan a estas experiencias.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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