Un año después del asesinato de Samir Flores no hay indicios de justicia. Y el Proyecto Integral Morelos se mantiene detenido por los amparos de los pueblos. La comunidad de Amilcingo, familiares, amistades y colectivos realizaron una procesión en los puntos significativos del pueblo donde vivía para recordarlo
Texto y fotos: Daliri Oropeza
AMILCINGO, MORELOS.- La ruta está trazada por pasos que dejan huellas de cientos de personas que portan flores blancas, que portan marcos con la foto de Samir Flores Soberanes. Andan, ocupan el espacio de este pueblo nahua que conserva algunos de sus caminos sin cemento.
El polvo que levantaron los pasos quedó entre las suelas como una estela, que se levanta ante la rabia con la que caminan mientras claman justicia; que se regresa a la tierra cada que se detienen en cada lugar donde Samir dejó sembrada su lucha. Una lucha que inició por la siembra y dejar de envenenar la tierra y, defender eso, se tradujo proteger de cualquier amenaza que atentara contra esta tierra que ahora cientos pisan. Cientos recorren.
La procesión se detiene en los espacios de Amilcingo que son semilla sembrada de la vida de Samir. La primera parada fue en su casa, donde cayó la madrugada del 20 de febrero del 2019 después de dos balazos. Un día después de confrontar a Hugo Érick Flores en una sesión informativa sobre la termoeléctrica y cinco días antes de la realización de la consulta sobre el megaproyecto.
En este espacio lleno de árboles con aves que cantan, desde las seis de la mañana, la familia realizó un rosario de cabo de año, donde la rezandera permitió que los misterios los llevaran las mujeres más cercanas a Samir: su compañera Liliana, su madre, su mejor amiga Teresa, su hermana Nayeli y una mujer de la comunidad.
Después realizaron una misa, “siempre hay un gran riesgo cuando caminamos por el camino de la verdad”, la oración terminó con un coro de protesta con la exigencia de justicia para el defensor.
En la comunidad se siente la ausencia de Samir. Pero la ausencia no ha inhibido la exigencia de cancelación del Proyecto Integral Morelos. Las personas que habitan en el pueblo están conscientes de la amenaza que implica el megaproyecto alrededor de un volcán. Enuncian el riesgo de que este gasoducto atraviese por su territorio, ante el cual tienen un amparo. En la comunidad vecina de Huexca, tienen un amparo contra la contaminación del agua de la termo. El acueducto se llevaría el agua de los ejidos por donde atraviesa el río Cuautla, y también cuentan con amparos.
Esta mañana de conmemoración y homenaje al defensor del territorio, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que espera que la Fiscalía de Morelos resuelva la investigación sobre su asesinato y aseguró que su homicidio fue utilizado para atacar al gobierno. Aseguró que la obra está detenida porque los amparos y su gobierno no va a hacer nada que signifique represión. Aunque pidió tomar conciencia de que «si se deja que esa planta se convierta en chatarra se pierden más de 20 mil millones de dólares» del dinero público.
La procesión sale de la casa de Samir. Las palabras de esa conferencia parecen no resonar en esta caminata. Lo que aquí resuena es el dolor del recuerdo del compañero arrebatado, transformado en rabia, en gritos de protesta, en llanto, en pisoteadas sobre la tierra, en el unísono tono de cientos que con el puño arriba corean y corean: “Ni un paso atrás”.
Los pasos que traen consigo la tierra llegan a Radio Amiltzinko. En ese momento comienzan las consignas, “Samir, moriste, y en nosotros floreciste”. Cientos hacen un círculo entorno al edificio donde está la estación. Permea un silencio. Pronto comienzan los sollozos. En esos instantes que hacen eco, se escuchan los lamentos de la multitud, el llanto y los consuelos. La canción, los murmullos.
La voz del locutor atraviesa el momento y a la multitud. Todos escuchan y miran hacia la manta con la fotografía de Samir, como si lo fueran a escuchar.
“Gracias a la gente que nos sintoniza en la 100.7, seguimos dando batalla”.
La canción ranchera Ya Viene Amaneciendo de Antonio Aguilar es la pista de fondo.
“Para nosotros ha sido muy fuerte, yo creo que para ustedes también, día con día lo esperábamos en la mañana, en la calle al mediodía, en donde quiera que lo encontráramos a nuestro compañero Samir, él siempre nos daba la mano. Él siempre preocupado por todos. En la mañana nos decía que nos levantáramos de buen humor, aunque tuviéramos problemas, nos decía que le echáramos ganas”.
La multitud afuera de la radio escucha atenta. Se abrazan unos a otros con sus recuerdos. Resaltan los ojos rojos de llanto. La hija menor de Samir no ha parado de sollozar.
“Nos hacen falta sus palabras. Desgraciadamente el gobierno corrupto nos lo arrebató hace un año. No han dicho nada de su muerte, no esclarecen nada. Exigimos justicia para Samir”.
Termina la intervención del locutor y aún se escucha la pista de fondo, es esa canción de Antonio Aguilar con la que Samir Flores iniciaba su programa Amanecer Ranchero.
“¡Samir vive, la lucha sigue!”, seguido de un “Agua sí, termo no”, resuena tras unos segundos de pausa.
Un grito entre la multitud estalla. Es la voz de Teresa Castellanos, quien se dirige a Samir Flores.
“Aquí vamos a seguir, aquí está Amilcingo, aquí está Tepoztlán, Huexca, Jantetelco, vamos a seguir luchando y exigiendo justicia por lo que te hicieron, compañero, hermano, camarada. ¡Aquí seguiremos compañeros! ¿sí o no?”.
Responde un gran sí al unísono.
“¡Vamos a seguir luchando! ¡Ni un paso atrás!”.
Estudiantes y maestros ya esperaban la visita. La primaria recibió a los pobladores de la comunidad de Amilcingo que hacen su tercera parada aquí, donde Samir Flores dio clases y sembró una educación de calidad que obtuvo su registro ante la SEP y ahora lleva su nombre.
En cuanto llegan, comienza la solemnidad. Todos ordenados comienzan la ceremonia escolar y llaman al estrado a los invitados de honor, familiares y amistades cercanas de Samir.
“Fue luchador incansable, fue esposo, fue padre fue amigo, el señor Samir fue campesino, comunicador, integrante del APPM, miembro del CNI y fundador de radio Amiltzinko”, da lectura la maestra de ceremonias que introduce una actividad planeada por cada grado para rendir homenaje al luchador social.
Comienzan las alumnas de la secundaria que realizan una declamación del poema El Pueblo unido jamás será vencido. “Compañero Samir Flores, tu muerte no ha sido en vano, el fusil que tú dejaste, ya lo tengo aquí en la mano”, declaman al en una sola voz.
Estudiantes de sexto presentaron una monografía narrada entre varios, investigada por mismos estudiantes: “Una de las luchas por las cuales reconocemos a este héroe, es la recuperación de la escuela del centro de la comunidad, la cual llevaba por nombre General Emiliano Zapata”. Los alumnos son conscientes que gracias a lo que Samir hizo pueden estudiar en esta escuela en donde están plantados.
De quinto y cuarto realizaron bailables. De segundo un acróstico con su nombre. De tercero interpretaron el corrido de Samir Flores:
“Los pueblos están de luto,
porque falta un compañero.
Dicen que lo asesinaron
porque le tuvieron miedo.
Samir Flores Soberanes,
Lo sabes con mucho honor,
nunca dejó al mal gobierno,
por eso se lo enfrentó.
Con todo y documentos,
a los pueblos defendió”.
Alan Josue Dorantes Rivera quisiera que Samir siguiera vivo. Fue su alumno, ahora va en quinto. La tarea que les dejaron fue escribirle una carta a alguien que les haya cambiado la vida. Y él decidió escribirle al maestro Samir. Asegura que con él aprendió a hacer la agricultura orgánica y las matemáticas. Asegura que decía cosas que le divertían y a la vez aprendía. Derrapan lágrimas en sus ojos al recordarlo. Afirma que seguirá su ejemplo.
Antes de que terminara la conmemoración, la familia devela un busto con el rostro de Samir en la entrada de la escuela.
“Samir sólo se puede clasificar como un sabio, no podemos decir que estamos felices porque a un año nuestro compañero Samir no se le ha hecho justicia, tenemos mucho dolor y coraje por gente mediocre que participó en el asesinato de nuestro compañero”, asegura una habitante de Amilcingo que participa en la defensa del territorio.
Después de que quitaron la manta morada, su hermana Nayeli toma el micrófono.
“Es difícil despertar y no escucharlo trabajando. No escucharlo en el radio a la hora de la comida. No entendemos el porqué mi hermano no está con nosotros, por qué mis sobrinos se quedaron sin un padre, como comunidad nos quedamos sin un compañero”.
Los pasos de la comunidad llegan al panteón y de nuevo se comienza a levantar el polvo. Ahora parecen más visibles las flores que portan las mujeres en jarrones de barro. Es así como dejan las flores en las tumbas, en jarras de barro de a litro.
La procesión serpentea entre las tumbas. Se deshilacha pero toda avanzaa hacia el mismo punto. Casi al final del panteón está la tumba de Samir. Al llegar se hacen filas de señoras que buscan entregar los ramos a Liliana, la compañera de Samir, quien las recibe y acomoda.
Mientras realizan el arreglo, dos mujeres platican que así decían de Emiliano Zapata, que era un robavacas. No era cierto eso, dice la una a la otra. Por eso ya no les creemos que digan eso de Samir. Muchas veces para dementar su lucha, intentaron decir que era criminal o que estaba loco. Pero logró convencer a todo su pueblo de que la lucha es por la vida, por los recursos propios de su comunidad.
Queda un arreglo frondoso. Parece una nube de flores blancas la que queda sobre la lápida.
Pavel, amigo de Samir, recuerda cómo él pasaba horas sentado platicando con su padre, Francisco Aquilino Ramírez, también luchador social que compartió la lucha con el Tío de Samir, Vihn Flores. Ya casi salen del panteón.
Al fondo se escuchan interpretaciones de corridos con una guitarra.
Pavel recuerda que gracias a la lucha de sus antecesores lograron abrir la última normal rural de México, para mujeres en esta comunidad nahua. En su mente prevalece la imagen de los dos platicando por horas sobre lo que les tocó vivir en los años 70. Recuerda que su padre le compartió a Samir las vivencias de lucha, por las cuales emprendió su propio camino como luchador social.
Una mujer vacía el carbón del copal ya sahumado a un costado de la tumba, en la tierra.
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