Alejandro es un migrante que desapareció en febrero de 2021 y 13 meses después su familia lo localizó muerto, enterrado en la fosa común de Ciudad Juárez, pero aún debe esperar cinco años para exhumarlo y trasladarlo a su tierra, ¿cómo se recupera un cuerpo de la fosa común?
Texto y fotos: Blanca Carmona / La Verdad Juárez
CIUDAD JUÁREZ, CHIHUAHUA.- Antes de desaparecer en Ciudad Juárez, Alejandro le mandó a su hermana Betty Correa Velázquez una fotografía de su rostro donde mostraba parte de su dentadura.
“Como que parece que sabía que me iba a servir (para identificar su cuerpo)”, cuenta Betty al recordar que esa foto que recibió de su hermano el 5 de febrero del 2021.
Los dientes que Alejandro mostraba en esa imagen y los tatuajes que tenía en varias partes de su cuerpo permitieron encontrarlo entre los cuerpos de personas sin identificar del Servicio Médico Forense (Semefo) en la ciudad.
Fue así como después de 13 meses de buscarlo, la familia de Alejandro lo encontró inhumado en una fosa común ubicada en el del panteón San Rafael, donde se depositan los muertos sin nombre, solo identificados genéticamente con anotaciones de números sobre columnas blancas de concreto.
Alejandro Correa Velázquez, de 34 años, había sido enterrado sin que nadie lo identificara, sin la presencia de sus seres queridos, sin que nadie elevara una oración por él o llevara flores a su tumba. Solo fue identificado con un número de sus datos genéticos que luego permitió a su familia dar con él.
El hombre emigró de Querétaro a Ciudad Juárez con la ilusión de llegar a Estados Unidos y buscar un mejor futuro. Cuando logró cruzar la frontera fue retornado por agentes fronterizos y obligado a esperar en México.
Tras la pandemia, él perdió el empleo como mesero que consiguió mientras cruzaba otra vez la frontera y estaba desesperado. No hallaba un trabajo digno que le permitiera sacar adelante a su hijo de 14 años y a su pareja, dice su hermana.
En su desesperación, Alejandro trató de que el mismo ‘pollero’, como son llamados los traficantes de personas, lo internara de nuevo al territorio estadounidense. Sin embargo, en su segundo intento de cruzar la frontera fue asesinado.
Su cadáver se localizó el 3 de marzo del 2021 y entregado al Semefo, pero su familia se enteró hasta marzo de este año, cuando ya había sido enviado a la fosa común.
El 5 de febrero del 2021 fue la última vez que Alejandro le envió un mensaje a Betty, le dijo que los traficantes lo llevaron a una casa en medio de la nada mientras esperaba el momento para volver a cruzar. También le comentó que la amaba, que ella sabía qué hacer en caso de su ausencia y también le mandó esa foto que fue útil en una entrevista forense para la idenficación de su cadáver.
Como Alejandro, 768 personas han sido identificadas entre los cadávares de la morgue con apoyo de genética forense, de enero del 2019 a mayo del 2022, de acuerdo con información entregada por la Fiscalía del Estado de Chihuahua a través de la plataforma de Transparencia.
De ese total, 153 personas fueron inhumadas en lo que comúnmente se conoce como una fosa común y que las autoridades llaman “fosa digna” porque a cada persona se le asigna una sepultura individual y al ser identificadas en ese espacio se les entrega a los familiares.
Los otros 615 cuerpos estaban en las instalaciones del Semefo cuando fueron identificados a través de información genética, se dio a conocer.
Desde hace 18 años, las autoridades comenzaron a utilizar el Panteón San Rafael, al sur de Ciudad Juárez, para depositar los cuerpos de quienes no son reclamados por nadie.
Previo a que una persona sea candidata a ir a una fosa en ese lugar, los forenses se debe realizar un registro fotográfico del cadáver, también la necropsia y elaborar una ficha decadactilar (impresión de las huellas de los dedos de las manos de las personas), un registro odontólogo y un perfil genético, de acuerdo con información proporcionada por la Fiscalía.
Con todo lo anterior se completa un archivo básico de cada persona. Luego se elabora una lista de los cadáveres que son candidatos a inhumación y se envía al Ministerio Público. Esta autoridad debe hacer una búsqueda entre sus bases de datos para ver si hay coincidencias con alguna persona reportada como ausente y al no detectar similitudes que puedan identificar a las personas fallecidas esa autoridad autoriza que sea enterrada.
Para la identificación a través de genética forense, primero se reciben la muestra biológica proveniente de una persona que busque a un familiar; esa muestra se registra luego. Los peritos extraen el ADN para iniciar una serie de estudios que al final permite comparar los datos de quien busca contra las base de datos correspondiente a cadáveres en resguardo y al final emiten el informe pericial en el que determina si hay o no coincidencia.
Actualmente, cada cadáver es inhumado en una fosa individual, el cuerpo se coloca en una bolsa mortuoria y está en un cajón de madera, de acuerdo con la información sobre el proceso para enviar los cuerpos de las personas no identificas a la fosa común.
Dentro de la bolsa, cada fallecido lleva un identificador que señala el número del Servicio de Ingreso y Egreso de Cadáveres (SIEC) que se le asignó al momento de ser llevado a las instalaciones del Semefo, indica la información oficial sobre el proceso de identificación de un cuerpo.
El SIEC es un control interno del Semefo, para en caso de una posterior identificación como sucedió con Alejandro.
La Fiscalía indicó que en estado de Chihuahua, en cada panteón donde se realizan las inhumaciones, se hace una división de filas y fosas, con este diseño se van depositando los cadáveres en un hoyo y el número de SIEC se registra en una base de datos del sistema Inforense y se coloca también en un tubular blanco colocado en cada tumba, lo que permite una posterior localización.
A Alejandro, le tocó una fosa en un ala nueva del cementerio San Rafael, prácticamente en una zona semidesierta, alejada del resto de las tumbas y a la que se llega tomando una brecha dentro del mismo panteón.
Ahí el silencio es profundo y los tubulares blancos de menos de un metro de altura, en los que se anotó el número de SIEC, sobresalen del árido suelo y contrastan con el azul obscuro del cielo.
Las filas de tumbas de personas sin identificar en el área de fosa común parecen interminables, los difuntos más afortunados ya tienen un nombre, apellido y una cruz, como Ale. Aunque son pocos. A las otras personas solo los acompaña las letras y números escritos con pintura negra sobre los tubulares.
“Te amamos Alejandro Correa Velázquez. Hijo-hermano-sobrino” dice en la cruz blanca de madera que pudo colocar Betty a la tumba en abril pasado, cuando dice que se armó de valor y viajó a Ciudad Juárez para terminar la identificación oficial de su hermano luego de que genética forense encontró coincidencia entre las muestras tomadas a un hijo de Alejandro y un cuerpo.
El camino para encontrar a su hermano fue largo, dice la mujer. Fue un año y un mes de búsqueda, de toparse con la indiferencia de las autoridades y con una serie de trámites para todo, desde la recepción de la denuncia de la desaparición hasta la identificación del cuerpo.
“Fue muy duro, porque no hay apoyo de las autoridades. Lo único que yo pude encontrar en Internet, para registrar su desaparición, fue por medio del portal de la Comisión Nacional de Búsqueda porque ni aquí en Querétaro se pudo hacer la denuncia, como desapareció en Ciudad Juárez me decían que yo tenía que ir hasta allá” dice Betty en una entrevista por teléfono.
No te ayudan, es una desesperación porque no hay una manera para que te ayuden a que empiecen a localizar su número telefónico y ver dónde está, dónde estuvo y a ver si lo podíamos encontrar vivo todavía”, agrega.
Después de indagar cómo buscar a la distancia a Alejandro, en abril del 2021 a través de redes sociales su familia se puso en comunicación con personal del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte (CDHPN) y cinco meses después la organización aceptó representarlos.
Los abogados del Centro lograron que la Fiscalía de Chihuahua recibiera la denuncia penal vía electrónica y que se iniciara una carpeta de investigación.
Luego se realizaron las entrevistas forenses por parte del personal del Semefo, en estas Betty dice que describió los tatuajes que Alejandro tenía en el hombro izquierdo, en el pecho, el abdomen y la espalda y proporcionó la fotografía que él le había enviado, en donde se le veía la dentadura. Esa imagen fue comparada con las tomadas a uno de los cuerpos ingresados meses atrás al Semefo.
Tras las coincidencias, las autoridades de Chihuahua solicitaron la colaboración de la Fiscalía de Guadalajara para que tomara muestras biológicas al hijo de Alejandro, que reside en ese estado.
Una semana después se determinó que un cuerpo inhumado en octubre del 2021en el panteón San Rafael correspondía a Alejandro Correa Velázquez, se desprende de información oficial del caso.
Entre la localización del cadáver y su inhumación en la fosa común trascurrieron siete meses.
La familia de Alejandro no se explica por qué el cuerpo fue sepultado tan rápido y posiblemente sin que antes se realizara una búsqueda en los propios archivos de la Fiscalía de Chihuahua, pues al momento que fue enviado a la fosa ya estaba reportado como ausente, justo un mes antes –en septiembre– la Fiscalía recibió la denuncia.
Yo no sé porque lo metieron (a la fosa) así tan rápido. Eso se me hace muy raro, porque digo por qué, si lo encontraron el 23 de marzo del 2021 me lo pusieron ahí en octubre del 2021 o sea no llevaba ni un año y ya había una denuncia tanto en Comisión de Búsqueda y una denuncia ahí con la Fiscalía o sea no puedo creer que no puedan, aunque sea revisar detalles o consolidar datos, o sea se me hace tan absurdo”, comenta Betty.
Al trascender su hallazgo, la familia de Alejandro viajó a Ciudad Juárez con la idea de que podría llevarse el cuerpo a Querétaro, para que permaneciera cerca de ellos. Sin embargo, la Fiscalía de Chihuahua le informó que deben esperar cinco años para poderlo exhumar.
Personal de la Fiscalía informó que si se trata de muertes violentas los cuerpos solo pueden ser exhumados para algún acto de investigación, y también la Ley General de Salud establece que deben pasar cinco años para que sea posible una exhumación.
Al hacerse la identificación de un cuerpo ya inhumado, la Fiscalía únicamente entrega ese espacio a los familiares del difunto para que ellos realicen cualquier acto acorde a sus creencias religiosas, se informó.
Las personas que buscan a un familiar desaparecido deben presentarse ante el Ministerio Público para reportar la ausencia o privación de la libertad a fin de que se inicie una carpeta de investigación y se recaben muestras biológicas, se informó en la respuesta a través de la plataforma de Transparencia.
Las muestras pueden tomarse a padres, hijos y/o hermanos.
Los datos genéticos se ingresan a una base de datos del estado de Chihuahua para su cotejo con los perfiles genéticos de las personas localizadas sin vida y que permanecen en calidad de desconocidos.
Una vez que ha realiza una identificación mediante la genética forense, se procede a notificar a los familiares para que comparezcan a solicitar la entrega del cuerpo y que ellos procedan a la inhumación con el servicio funerario que escojan, se dio a conocer.
En caso de que el cuerpo este enterrado en una fosa común se debe solicitar, por medio del Ministerio Público, la autorización al Juzgado de Control para la autorización de exhumación. Pero solo si se trata de una muerte no violenta.
Una vez que un Tribunal aprueba la exhumación, se solicita a la Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Coespris) –a quienes se les proporciona datos específicos del cadáver y el lugar donde será sepultado– una autorización y cuando esta se obtiene el personal del Semefo se comunica con los familiares para fijar la fecha y hora para la exhumación.
Posteriormente se coordina a la Dirección de Servicios Periciales y a los trabajadores del servicio funerario autorizado por la familia la nueva sepultura.
Solo familiares directos de la persona muerta –como esposo (a), concubinos (a) con hijos, padres, hermanos, hijos– pueden hacer el trámite de recuperación de un cuerpo -en caso de no existir estos parientes, podría presentarse tíos o primos- y deben presentar su acta de nacimiento y una identificación, así como el acta de nacimiento de la persona fallecida.
Este trabajo fue publicado originalmente por LA VERDAD JUÄREZ, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie, Aquí puedes consultar la publicación original
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