Morena se consolida a pesar del desgaste de Andrés Manuel López Obrador en el ejercicio del poder. Y la oposición se sigue desdibujando, carente de discurso, propuesta y liderazgos que hagan frente al presidente de las mañaneras
@ErnestoNunezA
Lo bueno: el sistema electoral mexicano volvió a funcionar como un reloj de precisión. Desde muy temprano, 90 mil 187 ciudadanos salieron de sus casas para fungir como funcionarios de casillas, y otros 5 mil 968 fueron tomados de las filas para sustituir a los presidentes, secretarios o escrutadores previamente capacitados que, por diversas razones, no se presentaron a abrir los centros de votación.
De 23 mil 406 casillas programadas en los seis estados donde hubo comicios, sólo una no se instaló, en un distrito de Tijuana, Baja California.
Una vez más, el ritual de la democracia se cumplió paso a paso: las urnas se abrieron, los ciudadanos votaron, los votos se contaron; se llenaron las actas, se hicieron los conteos rápidos, fluyeron los Programas de Resultados Electorales Preliminares y los paquetes electorales fueron trasladados a los consejos distritales y locales. En los próximos días habrán de realizarse los cómputos distritales y estatales, para declarar ganadores y resolver impugnaciones.
En momentos en los que se anuncia una nueva reforma electoral, no es asunto menor que el Instituto Nacional Electoral y los Organismos Públicos Locales Electorales hayan vuelto a organizar elecciones con un alto grado de profesionalismo, eficacia y certeza.
Lo malo: los niveles de participación cayeron en todas las entidades donde hubo comicios, a excepción de Durango.
El caso más dramático fue Quintana Roo, donde esta madrugada, con el 99.2 por ciento de las actas computadas, el PREP indicaba que la participación habría llegado apenas al 22. por ciento del electorado.
Le sigue Baja California, estado donde de por sí el abstencionismo suele estar por arriba del 60 por ciento. Esta vez, la participación habría llegado al 29.6 por ciento en la elección de gobernador, según el PREP.
En Tamaulipas, donde sólo se renovó el Congreso local, la participación se situaba en el 32.6 por ciento, con más del 96 por ciento de las actas registradas.
En las elecciones extraordinarias de gobernador de Puebla habría participado el 33 por ciento de la lista nominal, según el reporte del PREP con 99 por ciento de las actas.
Aguascalientes registraba hoy en la madrugada 39 por ciento de participación, con el 97.6 porciento en el programa de resultados preliminares.
Y Durango fue el único estado donde los niveles de votación se acercaron a rangos registrados en elecciones anteriores, al llegar a 44.8 por ciento con el 93.8 por ciento de las actas computadas.
Si bien es normal que en elecciones no concurrentes con las presidenciales o las de gobernador baje el nivel de participación ciudadana, vale la pena preguntarse dónde quedó la efervescencia ciudadana en entidades que apenas en 2016 vivieron la alternancia a nivel local, como Quintana Roo, Tamaulipas y Aguascalientes. Y por qué entre el 65 y el 70 por ciento de los poblanos y los bajacalifornianos dejaron que apenas una tercera parte de la ciudadanía decidiera quién encabezará el Poder Ejecutivo en sus estados.
Lo esperado: Se confirmó la victoria de Morena en Baja California y Puebla, con lo que el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador gobernará siete entidades (Ciudad de México, Chiapas, Morelos, Tabasco y Veracruz, además de las dos que ganó ayer), en las que habitan más de 36 millones de mexicanos.
Morena ganaría, además, el Congreso de Quintana Roo y Baja California.
Con sólo cinco años de existencia, el partido en el gobierno avanza hacia lo que parece ser un objetivo de la Cuarta Transformación: el control electoral de territorios y la construcción de una base de votantes sólida de cara a las elecciones intermedias de 2021.
Lo inesperado: aunque el PAN es el gran derrotado de la jornada electoral, al perder las gubernaturas de Baja California (plaza emblemática) y Puebla (donde Rafael Moreno Valle había construido un enclave panista de 2010 a 2018), y el Congreso de Quintana Roo (que en 2016 ganó junto con la gubernatura); logró mantener dos de sus bastiones (Aguascalientes y Tamaulipas), gracias a la operación política de sus gobernadores Martín Orozco y Francisco García Cabeza de Vaca.
Y en Durango, entidad que también gobierna un panista (José Rosas Aispuro), el PAN mantendrá 20 de 39 municipios, incluida la capital, pero perdería Gómez Palacio a manos de Morena.
Marko Cortés, dirigente panista en turno, presumía ayer que “el PAN crece” y, aunque eso no es cierto, pues dejará de gobernar a más de 7 millones de mexicanos al perder Baja California y Puebla, sí es cierto que la defensa de cuatro estados le permitirá sortear el Consejo Nacional de su partido sin tener que poner su renuncia sobe la mesa.
Un escenario que no comparte la dirigencia nacional del PRI, partido que ayer fue borrado de la contienda, y que no peleaba más que municipios pequeños y uno que otro distrito local.
Lo dicho: Morena se consolida a pesar del desgaste de Andrés Manuel López Obrador en el ejercicio del poder. Y la oposición se sigue desdibujando, carente de discurso, propuesta y liderazgos que hagan frente al presidente de las mañaneras.
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Periodista desde 1993. Estudió Comunicación en la UNAM y Periodismo en el Máster de El País. Trabajó en Reforma 25 años como reportero y editor de Enfoque y Revista R. Es maestro en la UNAM y la Ibero. Iba a fundar una banda de rock progresivo, pero el periodismo y la política se interpusieron en el camino. Analista político. Subdirector de información en el medio Animal Político.
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