La universidad y la vocación de ser maestras les unió; 20 años después formaron un frente común para enseñar sin paradigmas impuestos de una sociedad patriarcal, sexista y violenta: una pedagogía con enfoque feminista que reconoce los errores del pasado y busca transformar la realidad desde los salones de clase y, si es necesario, tomando las calles y alzando la voz. Ellas son la Red de Maestras Feministas GDL
Texto: Keren Santillán y Josué Ibarra / Zona Docs
Foto: Zona Docs
JALISCO.- La Red de Maestras Feministas GDL comenzó con un grupo de WhatsApp entre amigas y ex compañeras de la licenciatura de pedagogía a las que les unía el deseo y la convicción de cuestionar y romper con los paradigmas impuestos al enseñar en las aulas de educación básica.
No coincidían con las formas de la docencia autoritaria, sexista, racista y patriarcal, contrario a ello, estaban seguras de que en sus salones de clase y en la práctica educativa querían generar espacios abiertos para la diversidad, donde pudieran enseñar de manera libre, sin prejuicios, desde un enfoque de género e, incluso, feminista. Sabían que esto reivindicaba su trabajo y, por supuesto, la vida y existencia de sus estudiantes.
En el grupo las integrantes se planteaban algunas de sus inquietudes más apremiantes sobre las formas de enseñar del sistema educativo y su estructura: ¿por qué hay sólo autores hombres en los materiales didácticos?; ¿por qué la mujer significa rosa y el hombre azul en los libros?; ¿por qué las lecturas enseñan a las infancias sobre lo que “debe” ser femenino y masculino? ¿por qué existen jerarquías en la comunidad escolar?; ¿por qué entre profesores se ejerce violencia de género?
Con todas estas preguntas decidieron salir a marchar el 8 de marzo de 2020, en el marco del Día Internacional de la Mujer, lo hicieron junto con sus alumnas en el contingente “Secundarias”. Llevaban consigo pañuelos violetas y verdes, colores del símbolo del feminismo, también varias cartulinas con mensajes donde plasmaron sus reclamos: “secundarias libres de violencia” y “las niñas también se cuidan entre ellas”.
“Yo recuerdo que llegué, iba con una pancarta que decía: La escuela no me cuida, me cuidan mis maestras. Escuché a una maestra que conocía, al momento de voltear las miré a todas, todas éramos maestras”, recuerda Lourdes Limón, maestra de secundaria e integrante fundadora de la Red.
Luego de ese día, el grupo que inició en WhatsApp terminó convirtiéndose en una página y cuenta de Facebook y Twitter con el fin de llegar a más profesoras del estado y, con el tiempo, del país.
La Red de Maestras Feministas GDL reconoce como pilares fundamentales de su pedagogía al enseñar: la educación no sexista, los espacios libres de violencia, educación sexual libre de prejuicios y la reivindicación histórica de las mujeres en la ciencia, arte y cultura.
Entre sus acciones está realizar conversatorios y encuentros virtuales, no sólo con otras organizaciones y/o redes de docentes, sino también con infantas y adolescentas, como les gusta enunciar a sus estudiantes. Especialmente, han conformado “Nosotras Las Leemos”, un círculo de lectura con sus alumnas para hacerles sentir cerca y escuchadas frente a sus necesidades, reclamos y propuestas.
También, frente a la violencia por razón de género que se experimenta en las aulas y escuelas, han dado seguimiento a las denuncias que en lo local surgieron en el marco de la presentación del informe: Es un secreto, la explotación sexual infantil en las escuelas de la Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia A.C. (ODI). Documento que revela los patrones de “violencia inimaginable” que se ejercieron en contra de infantes dentro de preescolares y primarias públicas y privadas de al menos siete estados del país, entre ellos Jalisco.
Los cuatro casos reportados en Jalisco dentro del informe, fueron recuperados con base en información pública y, sugiere la ODI, podrían estar relacionados con “explotación sexual infantil organizada y/o en línea”.
De acuerdo con el documento, la revisión hemerográfica de los eventos data de 2011, sin embargo, estos siguen repitiéndose hasta el año 2018, fecha en la que se tiene el último registro. Además, sólo en dos de los cuatro casos fue emitida una recomendación por la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Jalisco (CEDHJ), los dos restantes sólo mantienen un expediente de queja iniciado.
Al respecto, la Red de Maestras Feministas GDL se ha posicionado en más de una ocasión, a través de cartas públicas dirigidas a la Secretaría de Educación Jalisco (SEJ) para requerir respuestas frente a sus obligaciones, pero éstas aún no han llegado.
Hoy en día, la Red está conformada por 280 maestras de distintos estados de la república, además de Jalisco -entidad donde nació la iniciativa-. Se han sumado maestras de Yucatán, Quintana Roo, Veracruz y Oaxaca, esto ha sido posible gracias a la campaña permanente en la que invitan a más profesoras a articularse a través de redes feministas locales en México.
“Fue muy impactante ver que había muchas maestras con estas inquietudes y que estábamos solas, dispersas”, menciona Lourdes.
Así, cuestionando las estructuras y los modelos educativos que les fueron impuestos, dice Lu, como le nombran con cariño sus compañeras, lo que buscaban era informarse y conocer nuevas maneras de enseñar a sus estudiantes, además de acompañarse en este trayecto: “me sentía muy sola en los procesos de acompañamiento y ahora ya tengo compas con las que puedo hablar, dialogar, enojarme o reírme”.
Mientras algunas profesoras han conseguido realizar cambios paulatinos dentro de sus aulas y escuelas, otras tienen que resistir a la renuencia y el pesimismo que impregna a un sistema educativo patriarcal que atraviesa a todos los niveles educativos, incluso, el superior, dentro de las universidades.
Amor, igualdad, respeto, tolerancia y aprendizaje son las cinco palabras con las que Rosario define el trabajo que día a día realiza en las aulas desde su quehacer como docente feminista.
Rosario Ramírez es Doctora en Ciencias Antropológicas y profesora investigadora en el Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara (UdeG), desde que conoció a la Red de maestras decidió sumarse con su experiencia y sus propias dudas: “me parece genial, lidiar con este patriarcado y crear un espacio nuevo para poder intercambiar ideas”, dice. Actualmente, su participación dentro de la agrupación ha sido a través del acompañamiento en línea y el grupo de Facebook de la Red.
Para Rosario, conocer y sumarse a esta iniciativa ha sido un proceso “interesante” y “fantástico”, pero sobre todo desafiante y retador: “pensar cómo en nuestros espacios de incidencia podemos poner en práctica todas estas ideas es un súper reto, porque siempre hay mucha resistencia para ir en contra de esa idea estigmatizada del feminismo” explica.
Dentro de los espacios académicos, relata desde su experiencia, ha tenido que enfrentarse a colegas de trabajo que no coinciden y hasta rechazan las nociones de la perspectiva de género y el posicionamiento político del feminismo. A ellos, dice, les incomoda e, incluso, les representa una amenaza “no lo toman como una idea a implementar, sienten un ataque y lo rechazan, hasta lo cuestionan autoritariamente, pues “esas ideas” les parecen negativas y consideran un error llevarlas al debate académico”, advierte.
Por ello, afirma que este caminar que han elegido es “un ejercicio enorme de resistencia”, pero también, de “enorme creatividad”, pues frente al rechazo de las estructuras educativas y sus integrantes han tenido que buscar maneras que les permitan continuar con “la implementación de las nociones y la perspectiva feminista en la docencia”.
¿Dónde están las mujeres en la academia? y ¿qué lugar ocupan en ésta? se cuestiona Rosario como investigadora y durante su ejercicio como docente.
En su tarea como profesora ha identificado que las comunidades jóvenes tienen más apertura para “escuchar y aprender sobre estas ideas feministas”; no obstante, afirma que “existe muchísima más resistencia a la hora de implementar esta perspectiva en los niveles educativos más altos” específicamente en las licenciaturas y los posgrados. “¿Por qué voy a considerarlas a ellas?”, “¿por qué voy a leer autoras mujeres?” suelen ser frases recurrentes de sus estudiantes, principalmente varones.
Incluso, menciona que, no sólo se trata de la aversión que se tiene hacia la postura feminista en las aulas, también permanece una postura de violenta y de falsa superioridad sobre los profesores varones, quienes, cuestionan las aptitudes, habilidades y conocimientos de las profesoras e investigadoras por su condición de ser mujeres y jóvenes.
En opinión de Rosario, esto sucede porque prevalece una negación y “resistencia a cuestionarse” individualmente sobre las violencias que como docentes y personas han ejercido en su historia de vida: “es que todo esto es como ponernos frente a un espejo que a veces no nos devuelve la mejor cara”, advierte. Sin embargo, reflexionar sobre todos esos pensamientos y acciones machistas, clasistas o racistas, es el primer paso “para dejar todas estas prácticas atrás”.
Este “ambiente tan retador” la ha vuelto una mujer que defiende su fuerza y su valor no sólo en las aulas o con colegas hombres, sino en todos los espacios de su vida “cuando tengo que defenderme no dejo que me pasen encima, así en mis aulas como en todos lados” afirma.
“Una de las cosas que me dejó el feminismo cuando estaba haciendo la tesis fue construir muy bien y nombrar muy bien mi lugar de enunciación, mi lugar político, mi lugar como mujer, como persona, como disidente, como todas esas cosas que puedo habitar y decir que desde aquí estoy construyendo y desde aquí estoy mirando al mundo”, agrega Rosario.
Georgina Romero, colaboradora de la Dirección de Educación para la Igualdad de la Coordinación para la Igualdad de Género en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que las pedagogías feministas buscan que la academia y la vida común “estén interrelacionadas” en la búsqueda de una vida mejor: “deben de dar las herramientas, una formación humana, ética y responsable. Ahí es donde las pedagogías feministas se presentan”, manifiesta.
En ese sentido, reconoce que estas nociones incomodan al sistema androcéntrico, ese que plantea una visión masculina del conocimiento y que pone a los hombres al centro como sujetos de referencia.
Por esta razón, para Rosario “siempre ha sido clave visibilizar el trabajo de las mujeres”, incorporar, por ejemplo, a sus planes de estudio textos escritos por mujeres, pues reconoce que sus colegas y amigas antropólogas o sociólogas -sus campos de estudio-, “tienen investigaciones increíbles” que deben ser leídas, compartidas y reconocidas.
El lenguaje inclusivo ha sido también clave en su quehacer como docente en las aulas, incluir y nombrar a todas, todos y todes, resulta un elemento crucial a la hora de enseñar en clase, pues reconoce que respetar la identidad de todas las personas es una práctica básico no sólo del feminismo, sino también para generar espacios seguros, incluyentes y de diálogo respetuoso.
Diversa, libre y antipatriarcal son las tres palabras con las Victoria Ruíz describe su tarea como maestra feminista.
En su quehacer como docente ha impartido clases de español, literatura, expresión oral y escrita en los niveles de secundaria y preparatoria desde hace cinco años. También, se identifica como una mujer “feminista e intraseccional” e integrante de la Red.
Si bien, entrelazar el feminismo con la educación puede llegar a ser todo un reto, Victoria encontró una forma de visibilizar, lo que en su opinión, debe de ser planteado y cuestionado en los salones de clase, a través de “herramientas, libros, autoras, otras voces que hablan desde otras perspectivas o
realidades”, más allá de modificar el punto de vista de los, las y les alumnes, algo que considera “incorrecto y poco ético”.
“Aunque todas las mujeres del mundo se nombraran feministas, aun así seguiríamos siendo el 50% de la población, por ello se necesita que todos, todas y todes sean feministas” parafrasea Victoria un fragmento del libro El Feminismo es para todo el mundo de Bell Hooks.
Con lecturas y materiales didácticos, Victoria crea un espacio de pensamiento y debate en el aula y, reconoce que, gracias a la flexibilidad de la institución en la que trabaja, puede hablar de temas como discrimnación, género, sexualidad o luchas para la defensa del territorio como parte de su plan de trabajo.
Como ejemplo de esto, explica que ha incorporado a su clase de Diversidad Lingüística los aportes de Yasnaya Aguilar, lingüista, escritora, traductora, activista de derechos lingüísticos e investigadora mexicana; lo que le permite enseñar a sus alumnos, alumnas y alumnes miradas más críticas, completas y desde nuevos enfoques:
“Yo no les puedo poner una investigación super elevada a chavitos de secundaria, entonces debo de encontrar textos, historias que me den esa información que necesito que les llegue y además llegue con el enfoque que quiero” afirma Victoria.
Incorporar temas que puedan considerarse feministas en la educación básica, dice Victoria, implica preguntarse a sí mismas como docentes: ¿qué hago con esto que me da la escuela y cómo lo puedo transformar? por supuesto, advierte, sin poner en riesgo su trabajo, pero haciendo el mayor esfuerzo por evolucionar las estructuras de la pedagogía tradicional.
Y, si bien, esta tarea implica horas extras de trabajo, -que no son pagadas por la institución en la que labora- lo hace con convicción, reconociendo el componente de cambio social que tiene enseñar a sus estudiantes desde esta perspectiva.
“Algo que nos aportan las pedagogías y epistemologías feministas es la apertura a la pluralidad” advierte Georgina Romero, colaboradora de la Dirección de Educación para la Igualdad de la UNAM; por ello, las define como formas para “valorar las diferencias, reconocer las vulnerabilidades y volver el conocimiento desde la vida común”.
Georgina, quien ha acompañado a los grupos de la Facultad de Filosofía y Letras en la asignatura de género dentro de esta universidad, reconoce que estas formas revolucionarias de repensar la academia y las formas de enseñanza a través de la docencia encuentran su potencial transformador en la “sensibilización” y en su poder de impactar la vida de las personas y las sociedades en su conjunto: “puede haber nuevos derechos, nuevas políticas, protocolos, asignaturas, en todas y cada una de las facultades; sin embargo, a veces no recaen en la vida. No hay un proceso de formación”, apunta.
Quienes integran la Red de Maestras Feministas GDL lo saben: transformar la realidad desde las aulas sólo es y será posible a través del intercambio de experiencias de enseñanza pasadas y presentes; el diálogo de las vivencias en las aulas y el reconocimiento de sus prácticas docentes reconfiguradas a través de la pedagogía feminista como fuente y potencial de cambio social.
“No se trata solamente de ser mujer, diversidad o ser una masculinidad no hegemónica, sino de reconsiderar las estructuras que se han planteado todo este tiempo”, añade Romero.
Bajo esta consigna es que ellas y sus alumnes combaten -desde y a través de las aulas, pero también fuera de ellas- a la docencia autoritaria, sexista, racista y patriarcal que aún persiste en las estructuras educativas del país. Y su resistencia, desde la Red, la hacen enseñando de manera libre, sin prejuicios y, desde un enfoque feminista y esperanzador, sabedoras de que en juego está la reivindicación de todos y cada uno de los derechos que les han sido despojados a sus alumnes.
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*Este trabajo fue realizado por ZONA DOCS, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie.Aquí puedes consultar el original
Esta historia fue realizada con el apoyo del Fondo de Respuesta Rápida para América Latina y el Caribe organizado por Internews, Chicas Poderosas, Consejo de Redacción y Fundamedios. Los contenidos de los trabajos periodísticos que aquí se publican son responsabilidad exclusiva de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de las organizaciones.
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