8 marzo, 2022
Datos incompletos, una cantidad avasalladora de cuerpos por identificar y la fragmentación de las disciplinas forenses en México son algunos retos que enfrentará el grupo coordinador del Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense para devolver la identidad a cientos de miles de cuerpos desconocidos
Texto: Efraín Tzuc / A dónde van los desaparecidos
CIUDAD DE MÉXICO.- Al borde de alcanzar el penoso récord de las cien mil personas desaparecidas, el grupo que coordinará el Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense (MEIF) enfrenta su primer reto: lograr un acuerdo para sentar las bases de colaboración con las fiscalías y, así, obtener la información indispensable para devolver la identidad a decenas de miles de cuerpos sin nombre que han pasado por las morgues mexicanas.
Sharon Bissell, Ximena Antillón, Édgar Cortez, Jairo Vivas y Magner Rincón, cinco de las siete personas expertas que coordinan el MEIF, hablan en exclusiva sobre el panorama que han palpado en sus primeros seis meses al frente del mecanismo y que resumen como un escenario complejo: no solo se trata de una gran cantidad de cuerpos sin nombre –más de 52 mil según un informe del Movimiento Por Nuestros Desaparecidos de México–, también la pérdida de la trazabilidad de los cuerpos –el registro de cada una de las instituciones donde por las que han pasado– y las condiciones extremas en las que estos pueden encontrarse –cuerpos incompletos, esqueletizados o mezclados unos con otros–, según han podido conocer a partir de reuniones con familiares de personas desaparecidas, autoridades y documentos públicos y confidenciales.
“Nosotros tenemos que tener acceso a la información (de las fiscalías), si nosotros no podemos acceder a la información, no hablemos de diagnóstico porque no vamos a poder hacer diagnóstico y mucho menos planes”, advierte el médico forense Jairo Vivas, al hablar sobre las fiscalías y su reticencia a compartir información con otras autoridades.
Además, el contexto mexicano es “casi único en el mundo”, dice el genetista Magner Rincón. Este país está atravesado por una ruta migratoria de Centroamérica a los Estados Unidos, con disputas territoriales de los grupos de la delincuencia organizada y con problemas históricos como la violencia feminicida, devolver la identidad a miles de cuerpos no puede ser una tarea fácil.
El MEIF es un órgano multidisciplinario y con autonomía técnico-científica impulsado por las familias de personas desaparecidas. Fue creado en diciembre de 2019 y su tarea es realizar peritajes a cuerpos y restos sin nombre que pasaron por los Servicios Médicos Forenses (Semefos) del país antes de la fecha en que fue creado. Para echar a andar el MEIF, un comité integrado por familiares de personas desaparecidas, personas expertas, representantes de organismos internacionales y autoridades federales eligieron a un grupo coordinador integrado por siete especialistas presentados el 30 de agosto de 2021.
“Tenemos que ganar confianza y en eso vamos a empezar este año. Esa confianza se gana a través de los resultados”, resume la maestra Sharon Bissell, quien es especialista en cooperación internacional.
Ximena Antillón, psicóloga experta en enfoque psicosocial y acompañamiento a familias; Édgar Cortez, abogado encargado de la parte legal; Sharon Bissell, especialista en cooperación internacional; Yadira Reyna y Alan Robinson, con experiencia en antropología y arqueología forense; Jairo Vivas, dedicado a la medicina forense; y Magner Rincón, experto en genética forense, conforman este grupo que, durante cinco meses, se reunió con colectivos de familias de personas desaparecidas de 13 estados y de Centroamérica, organizaciones civiles, el Comité contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas, y autoridades estatales y federales, para definir una ruta de seis puntos –presentada el pasado 2 de febrero– que guiará su labor durante este 2022.
“¿Cuándo va a arrancar el MEIF?”, es una pregunta que recurrentemente hacen familiares de personas desaparecidas al grupo coordinador.
La respuesta remite al acuerdo de creación del propio Mecanismo que menciona que la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia, un órgano que reúne a los fiscales generales de todo el país, podrá aprobar las bases de colaboración de los convenios que firmaría el MEIF con las fiscalías estatales y la federal.
Estas bases definirán, entre otras cosas, las obligaciones del MEIF y de las fiscalías, así como las reglas generales de la participación que tendrán los y las forenses del mecanismo para realizar los peritajes sobre los cuerpos y restos óseos.
“Hemos estado dialogando sobre qué consideran (las áreas técnicas de la Conferencia) que debe estar en esas bases y lo mismo de nuestra parte”, menciona Édgar Cortez, el experto en temas legales del grupo coordinador y quien durante seis años fue director del centro de derechos humanos “Miguel Agustín Pro Juárez”.
De este diálogo se ha obtenido un borrador que continúa en retroalimentación y que deberá incluir los comentarios de todas las fiscalías del país.
Una vez aprobadas las bases de colaboración vendrá la prueba de fuego: ver cuáles fiscalías acceden a que el MEIF tenga acceso a sus archivos forenses.
“Pronto haremos pronunciamientos sobre con cuáles fiscalías vamos a empezar. Vamos a presentarles cómo sería la forma de trabajar y mirar la aceptación que ellos tienen. El primer paso es que nosotros podamos tener acceso a la información”, dice el médico forense Jairo Vivas, uno de los expertos extranjeros, él de Colombia.
Entre los aspectos que el grupo coordinador considerará para empezar a trabajar con las fiscalías está la voluntad política, o sea, que haya disposición para compartir la información y para establecer planes de trabajo. También valorarán la gravedad del problema en cada estado: cuántas personas desaparecidas y fallecidas hay sin identificar, y buscarán abordar las cinco regiones del país.
“Hemos ido explicando (a las familias) tiene que ser paulatino. No podemos arrancar en todos los estados al mismo tiempo”, dice la psicóloga Antillón, exintegrante del equipo de derechos humanos de Fundar, Centro de Análisis e Investigación, con experiencia en el acompañamiento de los padres y madres de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.
En muchos casos, son los colectivos de familias desaparecidas los que, escarbando la tierra, encuentran tesoros, como llaman a los cadáveres recuperados que entregan a las autoridades para que los identifiquen y regresen con sus familias, pero esto no siempre ocurre.
“Una mamá en Veracruz, en un espacio que tuvimos, nos decía: ‘encontramos 50 cráneos y después pasaron muchos años, no sabíamos qué era lo que estaba pasando con esa identificación’”, recuerda la psicóloga Antillón.
Los cuerpos entran en un laberinto burocrático que, lejos de identificarlos, solo los “estudian” para olvidarlos en cámaras frigoríficas, fosas comunes o anfiteatros universitarios, cuando no, incluso, los pierden.
Se trata de cuerpos que podrían estar mezclados unos con otros, que están esqueletizados o incompletos, o a los que se les perdió la trazabilidad, es decir, el registro de su paso por las instituciones, incluidos los cementerios, como relataron familias centroamericanas al grupo coordinador.
La capacidad de las instituciones forenses también se ha visto reducida por la falta de infraestructura de calidad, recursos económicos y humanos. Adicionalmente, dice el forense Magner Ricón, nuestro país ha inclinado la balanza hacia el lado genético, impidiendo que exista una integración de las disciplinas forenses para tener mejores resultados en las identificaciones.
El médico Jairo Vivas menciona un punto clave respecto a la crisis forense: muchos cuerpos ya han sido estudiados, es decir, hay registros de sus características que podrían cotejarse con las características que reportan las familias de personas desaparecidas sobre sus seres queridos; en algunos casos hasta cuentan con perfil genético. La pregunta inesquivable es: ¿por qué, si se cuenta con toda la información, no han sido identificados?
“Hemos visto ese concepto (por parte de las autoridades) de que como el cuerpo ya fue estudiado completamente, ya tengo hasta el perfil genético, entonces no hace parte del rezago, como que ya no es ese el problema a nivel de si fuera un cuerpo que todavía está sin identificar”, menciona el médico Vivas, al asegurar que podría haber varios motivos por el que los cuerpos estudiados siguen como desconocidos: mala calidad de los registros que se le hicieron, que la persona nunca haya sido reportada como desaparecida o que los datos en el reporte de desapariciones no sean tan específicos.
Además, aclaró que el MEIF –más allá de determinar la causa de muerte de las personas fallecidas sin identidad, un debate que se ha mantenido desde que se planteó la propuesta de su creación– va a pronunciarse sobre el cumplimiento o no de los estándares internacionales que ya existen en la materia y garantizar, si no se ha hecho, que se haga.
Las familias de personas desaparecidas fueron las impulsoras del Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense, recuerda la psicóloga Ximena Antillón. Su participación no solo es necesaria por la información que ellas han recopilado en la búsqueda de sus seres queridos y que podría ayudar a los y la experta forense; garantizarla es una obligación establecida en el propio acuerdo que dio origen al MEIF.
Por eso, dice Antillón, es necesario generar una pedagogía forense.
“Esto tiene una complejidad mucho mayor técnicamente. Entonces las familiares para poder participar, opinar y comprender de qué se trata, necesitan tener un piso común en estos términos técnicos forenses.”, explica la encargada del eje psicosocial y vinculación con las familias del mecanismo.
Por un lado, la especialista menciona que se debe explicar qué significa el proceso de identificación y qué se necesita para llevarlo a cabo, y, por otro cómo se realizarán las intervenciones: habrá unas que pueden ser más breves y otras que pueden durar años. Esto permitirá que las familias de personas desaparecidas puedan prepararse para enfrentar estos procesos tan dolorosos.
Este proceso de pedagogía forense ya ha iniciado, relata el especialista Jairo Vivas: “Durante esta visita que hicimos en Veracruz, el año pasado, y hicimos una jornada de pedagogía presentando el MEIF y ya nos empezamos a centrar en crear un material didáctico, y sobre el material didáctico empezar a hablar con las familias y poderles explicar estos procesos que son tan difíciles”, cuenta el forense.
La pedagogía forense también permite que sean las familias las que compartan sus conocimientos al MEIF. En estas reuniones, por ejemplo, ellas mismas han mencionado que el lenguaje forense es doloroso, y este punto es central para “dar un sentido” centrado en las víctimas a los procesos técnicos que implica una identificación, explica Antillón, y así, lograr que sean acordes a sus necesidades y reduzcan o permitan acompañar los impactos psicosociales en ellas.
La magnitud de la crisis forense mexicana no ha sido estimada por las autoridades federales. Sin embargo, la última cifra presentada por el Movimiento por Nuestros Desaparecidos de México indica que habrían más de 52 mil cuerpos pendientes por identificar.
“Con esa cifra es, incluso, un poco difícil calcular cuántos años se puede tardar (en identificarlos)”, reconoce Jairo Vivas.
Además, añade el especialista, es importante dejar claro que realizar un trabajo multidisciplinario no garantiza que se identifique a las personas.
Por eso, el grupo coordinador insiste en que se vea al MEIF como un ente más que busca colaborar para enfrentar un problema avasallador y que no puede resolver una institución sola. Particularmente al notar que en el país existan diversas iniciativas que están abordando la crisis forense, sea de cooperación internacional otorgando recursos y capacitación técnica o dependencias gubernamentales como la propia Comisión Nacional de Búsqueda de Personas y algunos gobiernos locales que han impulsado la construcción de panteones forenses y centros de identificación.
A la par, también están pendientes algunas herramientas que la Ley General en Materia de Desapariciones que implican a la Fiscalía General de la República (FGR), como el Banco Nacional de Datos Forenses, la Registro Nacional de Personas Fallecidas No Identificadas y No Reclamadas, el Registro Nacional de Fosas Comunes y Fosas Clandestinas, y el Programa Nacional de Exhumaciones e Identificación Forense, cuyo borrador ya ha compartido la FGR con el grupo coordinador.
“Esta parte, vista como desafío, creo que es, cómo colaborar y poner nuestro granito de arena. No digo que solo nos toque a nosotros pero cómo lograr que esto se vaya articulando porque creo que el riesgo es que cada uno se vaya por su lado y, que finalmente, no logren construir, sumar, para una solución”, resume el abogado Cortez.
El MEIF también busca ser concebido como una de las soluciones posibles para paliar la grave crisis de derechos humanos que azota a nuestro país desde hace década y media, dice la maestra Sharon Bissell. En un primer momento, planean implementar estrategias para agilizar las identificaciones, como utilizar la información existente para hacer cruces masivos. Un ejemplo lo da Jairo Vivas:
“Cuando se establece que a través de las huellas dactilares de tipo civil uno puede identificar los cuerpos, eso disminuye rápidamente el número de cuerpos que se quedan en condición de no identificado”, asegura el experto. De hecho, algunos estados de la república, como Morelos, San Luis Potosí, Tamaulipas y Tlaxcala, ya han obtenido resultados positivos con este método.
Bissell adelanta que próximamente publicarán una convocatoria para contratar a personas que puedan puedan realizar estos cruces de datos para restituir la identidad de algunas de miles de personas fallecidas en el anonimato. Este es, precisamente, uno de los seis puntos de la ruta que guiará la labor del MEIF durante este 2022 y que recientemente presentaron.
La encomienda de los expertos y expertas que guiarán al MEIF está llena de expectativas en un país donde las víctimas de la violencia una y otra vez han vivido simulaciones que las alejan de la justicia, la verdad y de conocer el paradero de sus seres queridos. Con un trabajo que en estos seis meses ha sido discreto, el grupo coordinador apuntala no solo a devolver la identidad a las más personas fallecidas sin nombre que han sido olvidadas por las autoridade en el laberinto forense, sino también a dejar los cimientos para que el mecanismo sobreviva a los cambios de gobierno y poner sobre la mesa la necesidad de contar con una política pública de identificación que impida que las personas fallecidas permanezcan años sin nombre y lejos de sus familias.
Al final, resume Ximena Antillón, la labor del MEIF también debe abonar a desnormalizar esta crisis y humanizar las vidas que han sido reducidas a cifras mientras que madres, padres, hermanas e hijos buscan hasta debajo de la tierra.
“Eso permite que no solo la familia puedan hacer un proceso de duelo y llorar esas vidas perdidas, sino que la sociedad pueda reconocer también esas pérdidas y, eventualmente, eso que le llamamos un proceso de duelo colectivo permite que las cosas cambien”, puntualiza.
* Efraín Tzuc es reportero en el proyecto A dónde van los desaparecidos y asistente de investigación en Quinto Elemento Lab.
www.adondevanlosdesaparecidos.org es un sitio de investigación y memoria sobre las lógicas de la desaparición en México. Este material puede ser libremente reproducido, siempre y cuando se respete el crédito de la persona autora y de A dónde van los desaparecidos (@DesaparecerEnMx).
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