26 febrero, 2022
La sentencia que los jueces alemanes promulgaron este 13 de enero es histórica. Es la primera vez que un representante del régimen del presidente Bashar al-Assad ha sido sentenciado por crímenes de lesa humanidad. Mientras con ayuda del gobierno ruso la guerra en Siria sigue, un tribunal alemán acaba de sentenciar a uno de los perpetradores. Eso solo fue el inicio, dice el abogado sirio Anwar al-Bunni, pieza clave en estos procesos
Texto: Wolf-Dieter Vogel*
Fotos: @medico/Cortesía de Anwar al-bunni/ Adopt a Revolution
ALEMANIA.- Las consignas de las mujeres sirias no dejaron dudas. ¿ Dónde están?“, se podía leer en una de las pancartas que levantaron mientras se juntaron afuera del edificio del Tribunal Regional Superior en la ciudad alemana Koblenz. La pregunta se refirió a las 130 mil mujeres y hombres que desaparecieron en las cárceles de su país. Una señora expresó la gran esperanza que el grupo de manifestantes tenía en esta corte: “Criminales de guerra de Siria, no se van a poder esconder de la justicia!”. Mientras, adentro en la sala de justicia, los jueces pronunciaron su veredicto y confirmaron lo que estaban esperando las mujeres. Condenaron a perpetuidad al oficial del servicio secreto sirio Anwar Raslan. Según el tribunal es responsable de más de 4 mil casos de tortura y por lo menos 27 asesinatos en el reclusorio Al-Kathib en el centro de Damasco, la capital de Siria.
La sentencia que los jueces alemanes promulgaron este 13 de enero es histórica. Es la primera vez que un representante del régimen del presidente Bashar al-Assad ha sido sentenciado por crímenes de lesa humanidad. Durante 108 días de proceso, víctimas del torturador hablaron de sus sufrimientos, de las violaciones y la tortura con palos, látigos y choques eléctricos. Otros testigos contaron cómo diariamente camiones llenos de cadáveres salían de la cárcel. Asimismo, fotos que tomó un fotógrafo militar desertor que ahora firma con el apodo “Caesar”, comprobaron la culpabilidad de Raslan.
Hace un año el tribunal además sentenció a Eyad al-Gharib, un colaborador de Raslan. Al-Gharib fue condenado como ayudante a cuatro años de cárcel por la detención de manifestantes durante la primavera árabe en Siria en 2011 y 2012, cuando miles y miles de manifestantes desafiaron el sistema dictatorío de Assad, demandando libertad, justicia, democracia y un fin de la tortura y la impunidad.
Quizás estas sentencias nunca hubieran sido emitidas sin Anwar al-Bunni. El abogado sirio llegó a Alemania en 2014 como refugiado.
“Tenía que huir y llevar a mi familia al exterior, porque los perseguidores del régimen querían detenerme por defender los derechos humanos de los activistas del movimiento social”, explica Al-Bunni al autor de este texto.
En un centro de refugiados de Berlín por casualidad vio a Raslan: este hombre que le había detenido en 2006 en Siria. En ese entonces, sin embargo, el régimen acusó a al-Bunni de haber distribuido informaciones falsas que podrían poner en peligro el Estado; aunque lo que realmente había hecho había sido distribuir informaciones sobre la tortura y el maltrato contra presos.
Al-Bunni pasó cinco años en la cárcel, y mientras purgaba su condena Raslan hizo su sangrienta carrera como director de la entidad de tortura “Branch 251” del servicio secreto en el reclusorio al-Kathib. Luego el torturador se alejó de Assad y también salió de Siria.
Aunque estaba a casi 3 mil 700 kilómetros de su país, el abogado al-Bunni no terminó con sus actividades. Al contrario. Con su Centro de Estudios e Investigaciones Jurídicos en Berlín y junto con la organización de derechos humanos ECCHR (European Center For Constitutional and Human Rights) empezó a buscar víctimas y otros testigos en Europa para juntar pruebas contra los que cometieron crímenes de lesa humanidad en Siria. Hasta el día de hoy continúan observando si llegan los victimarios.
“Mi interés no es especialmente Raslan, quiero justicia para todos que sufrieron del régimen de Assad”, explica. Está convencido de que habría que llevar a las cortes a todos los responsables. Para lograr esta meta, está cooperando con organizaciones en varios países europeos.
Su impresionante optimismo surge de una opción de la justicia internacional contra la impunidad: el principio de la jurisdicción universal.
Crímenes de lesa humanidad, genocidios y crímenes de guerra que no pueden ser juzgados en el país donde fueron cometidos tendrían que ser llevados a la Corte Penal Internacional, CPI, en la Haya en los Países Bajos. Es obvio, que en Siria en este momento la justicia no va a condenar estos crímenes. Pero la CPI tampoco es una opción, porque Rusia, el aliado más importante para el terror de Assad, veta un juicio contra el gobierno sirio. Además Siria no forma parte del sistema de la CPI, lo que también evita un juicio en La Haya.
Sin embargo, a las víctimas les queda la posibilidad del principio de la jurisdicción universal, la cual Alemania firmó en 2002. Con este instrumento un tribunal nacional en este país puede conocer los crímenes, independientemente de quién los cometió, en qué país o contra quién.
“La Procuraduría General de Justicia puede investigar, aunque los crímenes fueron perpetrados en el exterior y sin participación alemana”.
Patrick Kroker, del ECCHR,
Lo mismo puede pasar en otros países europeos, Patrick Kroker, abogado del ECCHR, a Pie de Página. “Hay investigaciones en Francia, Alemania, Suecia, los Países Bajos, Austria y Suiza; es decir, el terreno está preparado“, dice Kroker. Según el abogado el juicio en Koblenz tiene mucha importancia para todos los procesos que van a seguir.
También para el sirio Anwar al-Bunni la sentencia de enero solamente es el inicio. Una semana después del fallo de Koblenz se inició otro juicio en Fráncfort del Meno. “Claro que estamos metidos en eso también”, expresa el defensor de derechos humanos. El Tribunal Regional Superior de esta ciudad alemana juzga sobre el caso del médico Alaa NN.
La procuraduría alemana acusa al sirio de haber violado, torturado y matado a civiles en el hospital militar Mezzeh Nr. 601 en Damasco y en una cárcel. Después de salir de Siria el médico trabajaba en un hospital en Alemania, hasta que fue detenido en 2020. Para comprobar su culpabilidad también se utilizan las fotos de “Caesar”. Este fotógrafo, que formalmente trabajaba para los militares, a partir de 2011 mandaba sus imágenes ilegalmente al exterior para mostrar la crueldad del régimen de Assad. Se habla de más de 28 mil fotos. Sus compañeros las entregaron a las procuradurías en Europa. “Son evidencias muy importante para detenciones, tortura y homicidios”, explica el abogado Kroker del ECCHR.
Mientras al-Bunni lucha en Alemania para la justicia, en su patria la guerra sigue. Con ayuda de los gobiernos de Moscú y Teherán las tropas del presidente ya están controlando gran parte del país. Aunque las actividades militares cobran menos muertos, los ataques letales contra todos los que Assad ve como sus enemigos siguen. El movimiento que surgió en la primavera árabe, lo que marcó el inicio de este conflicto, hoy no tiene mucha fuerza en el país. Muchos de las y los activistas tenían que huir de Siria, están encarcelados o no pueden arriesgar confrontarse con el régimen.
Grupos islamistas, hasta el terrorista Estado Islámico, también apoyado por gobiernos extranjeros, ocuparon el espacio de la resistencia contra Assad y cometen graves violaciones de los derechos humanos. Aparte de los millones de refugiados que huyeron a Líbano, Turquía o Europa, otros millones están desplazados al interior del mismo país. Mientras, en el noreste, los kurdos tienen que defenderse, con un poco de ayuda de los Estados Unidos, contra el Estado Islámico. Además tienen que resistir contra los ataques del ejército turco, que, violando el derecho internacional, entra al terreno sirio para exterminar a su enemigo kurdo, el Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK) y su aliado en Siria, el PYD.
“Nadie de quienes ahora luchan en Siria, lo hace para Siria”, resume al-Bunni. El defensor de derechos humanos ha dado seguimiento a toda la historia contemporáneo desde cerca y lejos: Las balas de las fuerzas de seguridad contra las manifestaciones en las calles de Damasco, los ataques con gas tóxico contra la población civil, el terror de los grupos islamistas, las agresiones de las fuerzas aéreas rusas y los golpes de las Fuerzas de Defensa Nacional, montado por el gobierno iraní. Más de medio millón de seres humanos murieron en esta guerra, unos 12 millones tuvieron que huir.
Sin embargo al-Bunni está convencido que en algún momento va a haber paz. Por eso su mirada va hacia el futuro. “Cada solución necesita justicia”, explica. En eso ve la importancia de su empeño. “Es la primera vez que los criminales de guerra están siendo juzgados antes del fin de la crisis, y eso garantiza que no van a formar parte de la solución”. ¿Y Assad? ¿Desea que el presidente algún día tenga que rendir cuentas frente a un tribunal? “Eso no es solo un deseo, estoy seguro de que él va a ser juzgado, pero eso ahora no es mi mayor preocupación”.
*Wolf-Dieter Vogel es periodista de convicción. Le encanta viajar y aprender de los distintos mundos que encuentra, aunque eso le hace más complicada la vida.
Es periodista de convicción. Le encanta viajar y aprender de los distintos mundos que encuentra, aunque eso le hace más complicada la vida.
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