La consulta ciudadana convocada por Andrés Manuel López Obrador duró cuatro días y dio un revés sin precedentes a la obra de infraestructura más grande de Latinoamérica. La reacción de grupos empresariales y de líderes de opinión fue furibunda. En Atenco, donde la oposición al aeropuerto de Texcoco ha costado vidas, la gente espera con cautela. Esta es una crónica de la semana que marcó el estilo del gobierno entrante
Texto: José Ignacio De Alba, Daniela Pastrana y Al-Dabi Olvera
Fotografías y video: Al-Dabi Olvera y Arturo Contreras
SAN SALVADOR ATENCO, ESTADO DE MÉXICO.- En el centro del pueblo, unas 100 personas encobijadas y con chamarras gruesas se agasajan con tlacoyos de frijoles y cafés. Otras platican en la plaza. En torno a un pequeño televisor que pusieron frente al palacio municipal esperan el veredicto de la consulta que determinará la suerte de una lucha de 17 años por la cancelación de un aeropuerto en estas tierras.
No es un aeropuerto cualquiera, sino la obra de infraestructura más grande de este siglo en Latinoamérica. Y no es una resistencia más, sino una que ha dejado una marca indeleble en este pueblo de campesinos: tres muertos, decenas de detenciones ilegales, tortura y el estreno en México del abuso sexual como forma de castigo a la disidencia política. Lo que se juega este 28 de octubre de 2018, es mucho más que el destino de un lago.
Minutos después de las 10 de la noche, Enrique Calderón Alzati, presidente de la Fundación Arturo Rosenblueth — que tuvo la encomienda de organizar la consulta ciudadana— aparece en la pantalla con los primeros resultados con 98, 18 de las casillas computadas: “el número total de participantes, hasta ahorita, es de un millón 67 mil 859; de ese total, 310 mil 463 participantes se inclinaron por la opción de continuar la construcción del aeropuerto en Texcoco y 747 mil opinaron de manera contraria, es decir, que se inicien los estudios para el desarrollo del aeropuerto en Santa Lucía…”
Adán Espinoza no cabe de felicidad. El hombre dice que por fin se respetó su derecho a ser campesino. Cuenta que tiene una milpa de nopales, que le heredó su abuelo y que abandonó desde el 2001 por andar defendiendo su tierra. Pasado el tiempo, dice ahora, “espero que mi familia se de cuenta de que era por ellos esta lucha”.
Espinoza viste chamarra de mezclilla, y una gorra. Tiene el pelo cano y el bigote ralo. En estos años, ha entregado más que su tiempo a defender la tierra que le heredaron. En 2006 era uno de los líderes visibles del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra (FDPT), junto con Ignacio del Valle y Felipe Ángeles; a diferencia de ellos dos, él logro evadir a la policía el 4 de mayo, pero tuvo que andar escondido cuatro años. “Nuestro delito fue defender lo que es nuestro”.
La defensa jurídica y la movilización internacional en apoyo a este pequeño pueblo rural del Estado de México logró que Espinoza y los demás conservaran su milpa. Él lo explica a su modo: “El que aguanta gana, Como los burros, caminando y cargando”.
Andrés Manuel López Obrador está contento. Los resultados de la consulta no podían ser mejores para sacarlo del problema que le heredó Enrique Peña Nieto con el aeropuerto de Texcoco. “Fue lo mejor”; dice en la conferencia de prensa del lunes 29. “Es buen anoticia que se haya optado por Santa Lucía. Muy buena decisión que tomaron los ciudadanos y que nosotros respaldamos”.
El presidente electo se presenta con los reporteros franqueado por el empresario Alfonso Romo, quien será su jefe de gabinete, Javier Jiménez Espriú, su próximo secretario de Comunicaciones y Transportes, el ingeniero civil José María Riobóo, cuya cercanía con López Obrador ha sido cuestionada por distintos analistas. Romo mantiene el ceño fruncido, Espriú asiente constantemente a lo que dice su jefe y Riobóo parece ajeno a todo lo que pasa en el salón.
“Vamos a trabajar para resolver en definitiva el problema de la saturación del aeropuerto, en tes años”, promete López Obrador, y asegura también que en una semana dará a conocer una propuesta de lo que se hará con el terreno que ya está construido. Aunque de entrada asegura que será un espacio “para lo ambiental y para lo deportivo”
“Tenemos que rescatar la historia de cómo se recuperó el lago, durante muchos años, décadas, lo que costó recuperarlo”, dice. “Se van a dejar llegar los patos”, repite varias veces.
En San Salvador Atenco, los integrantes del FPDT siguen por internet la conferencia y aplauden cuando dice que “la decisión es obedecer el mandato de los ciudadanos” en la consulta.
“¡El pueblo, unido, jamás será vencido!”, gritan decenas de atenquenses en un improvisado mitin, al que llegan en bicicletas, el transporte primordial de este pueblo lacustre.
Alicia, campesina de Acuexcomac y rostro de la campaña #YoPrefieroElLago, suelta: “hemos hablado por la tierra que nos da de comer y nos alimenta”.
Pero entre los comuneros hay cautela. Ya una vez celebraron la cancelación del aeropuerto y de los decretos expropiatorios lanzados por Vicente Fox sobre sus tierras. Y luego vino la represión, el encarcelamiento, la tortura y las violaciones a las mujeres. También llegó la compra de conciencias y la reactivación del proyecto, con más impunidad. Por eso ahora dicen: volvimos a ganar, pero sigue la batalla.
Adán Espinoza dice que no confía en que se cancele la construcción del aeropuerto hasta que el lugar sea utilizado para la siembra y la recuperación del lago. “El agua ya no la encontraba uno a metro y medio, ahora tienen que cavar 180 metros. Drenaron todo el lugar”, dice el hombre, dudoso con tanta gente celebrando la cancelación del aeropuerto: “el triunfo tiene muchas mamás, la derrota muy pocas”.
Horas antes de que acabe la consulta, cuatro hombres mayores cuentan los votos en la casilla instalada afuera del World Trade Center, el emblemático centro de negocios de la delegación Benito Juárez, en la Ciudad de México.
Rafael Archona es voluntario en esa casilla y jura que ha participado en luchas históricas desde 1968. El hombre, de 72 años, tiene que usar una lupa para ver las credenciales de la gente que llega a votar. Le preguntamos si no preferiría estar en su casa con su familia, y responde de buen ánimo: “hemos esperado 50 años como para quedarnos en nuestra casa a descansar. Ahora es nuestra oportunidad de participar”.
El equipo de gobierno que entrará en funciones en un mes puso en manos de la Fundación Rosenbueth la organización de la consulta que definiría el futuro del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, la obra de infraestructura más grande de Latinoamérica en este siglo y el proyecto estelar del gobierno de Enrique Peña Nieto, que aún está en funciones, pero que ha optado por ser testigo mudo de la consulta.
La Fundación Rosenbueth ya ha organizado en ocasiones anteriores ejercicios similares: dos consultas zapatistas (una para definir si dejaban las armas y otra sobre le reconocimiento constitucional de los derechos de lo pueblo) y el primer plebiscito ciudadano que se hizo en la ciudad de México en 1993, que fue el parteaguas para que los capitalinos pudieran elegir a sus gobernantes.
Esta vez, aunque es un ejercicio ciudadano en el que no interviene ninguna autoridad, la decisión está más cerca de las filiaciones políticas que de los argumentos técnicos. «Hay que apoyar a nuestro líder, si nos están preguntando es porque ellos necesitan que les ayudemos a gobernar», dice, por ejemplo, María Luisa García, quien votó en la casilla del WTC.
La consulta fue hecha con poco presupuesto y carece de instrumentos técnicos de control; las papeletas no están numeradas, la operación logística está a cargo de gente abiertamente partidaria de López Obrador y la tinta utilizada en el pulgar se borra fácilmente. Una aplicación en el teléfono, donde se registran las credenciales electorales, es la única forma de asegurar que una persona no vote dos veces. Es decir, se tiene que confiar en la “buena fe” y en la “calidad moral” de los participantes.
Y mucho de lo que pasa en la jornada electoral depende del voluntariado: los vecinos llevan sillas, cafés y comida a los ciudadanos autonombrados funcionarios de casilla. Otros los felicitan por hacer un trabajo “tan importante”. También hay quien llega a insultarlos y los acusa de “vendidos” y “farsantes”.
En realidad, cualquiera puede ayudar, e incluso, cualquiera puede contar los votos. El conteo final de boletas se hace en la banqueta, a la vista de todos.
En la casilla del WTC, una zona de mayoría opositora a López Obrador, gana por poco margen la opción de continuar el aeropuerto en Texcoco. Pero eso no desanima a los voluntarios, que al final de la jornada, aplauden y se abrazan contentos.
“Por primera vez nos preguntan si estamos de acuerdo con lo que hace el gobierno” dice festiva Sandra González. “Ya nos iremos acostumbrando a que nos pregunten”.
— ¿Cómo estas Trini? ¿Cómo va todo por allá?
— Pues aquí con los nervios. Yo solo espero que esto ya se acabe esto— confía, por teléfono Trinidad Ramírez, pilar de la resistencia en Atenco.
Son las cinco de la tarde del 28 de octubre. Han pasado 17 años desde el 14 de noviembre de 2001, cuando decenas de campesinos entraron a la capital del país con sus machetes en mano, para denunciar que el entonces presidente Vicente Fox había decidido construir un nuevo aeropuerto internacional en el Estado de México y el plan implicaba la expropiación de 5 mil hectáreas de tres municipios periféricos: Atenco, Texcoco y Chimalhuacán, con pagos de 7.20 pesos por cada metro cuadrado de temporal y 25 pesos en tierras de riego.
Los capitalinos, que vivimos a 40 kilómetros de ahí, suipimos entonces que existía una pueblo llamado San Salvador Atenco.
Meses después, en julio de 2002, el asesinato de José Enrique Espinoza Juárez por una golpiza policiaca, obligó al gobierno a cancelar el proyecto.
Pero los campesinos pagaron muy cara su rebellión. Y en mayo de 2006, con el pretexto de unos permisos para instalar puestos en un mercado, se provocó la mayor represión policial registrada en tres décadas (el 4 de mayo policías federales y estatales cercaron el pueblo, detuvieron ilegalmente y torturaron a cientos de personas, mataron a dos y violaron a 26 mujeres).
Todo el poder del estado, encabezado por el presidente Vicente Fox y el entonces gobernador Enrique Peña Nieto, se ensañó con la familia de Trinidad Ramírez: su esposo, Ignacio Del Valle, fue detenido y condenado a 60 años de prisión por el delito de “secuestro equiparado” (la Corte ordenó su liberación y la de otros líderes cuatro años después); su hijo mayor fue perseguido durante 16 meses; su hijo menor estuvo preso dos años; su hija tuvo que exiliarse cuatro años; ella misma tardó 6 meses en regresar a su casa, solo para enterarse de que había sido embargada por un juez.
¿Qué cambió desde entonces? La gente se desgastó. El movimiento se fracturó. El gobierno federal, ya con Enrique Peña Nieto en la presidencia, dividió a la comunidad, y a través de Conagua, hizo llegar a los ejidatarios ofertas individuales de compra, hasta que consiguió el terreno. Y en septiembre de 2014, anunció la reanudación del proyecto del aeropuerto en Texcoco.
Por eso ahora a los atenquenses les cuesta creer. “La burra no era arisca”, dicen.
La semana post consulta desencadena una guerra mediática que parece anunciar el apocalipsis del país.
La locutora Fernanda Familia sufre un ataque de síndrome golpista y hace un llamado en Twitter a usar la fuerza del dinero para detener al que aún no tiene la fuerza del Estado: “EMPRESARIOS MEXICANOS: Ustedes tienen la fuerza para detener este acto ilegal de AMLO y evitar que México inicie quebrado. Súmense y pongan orden. La democracia no puede ser trastocada y si frena el crecimiento del México, no podrá intentar dismininuir la desigualdad social”.
Las notas económicas no dejan de anunciar que el dólar está “imparable” como resultado del anuncio (aunque nunca supera la paridad de mayo o de junio). La obra que Carlos Slim comparó, por sus dimensiones faraónicas, con el canal de Panamá, seguirá en marcha el mes que le queda a Peña Nieto, anuncia el gobierno federal en el clímax de la histeria nacional.
Pero en la conferencia de prensa del lunes, López Obrador se ve de lo más tranquilo.
Destaca tres cosas de la consulta: que la propuesta de Santa Lucía y Toluca es viable técnicamente; que se salvará el lago y “es un triunfo de los ecologistas”, y que el gobierno federal ahorrará 100 mil millones de pesos con esta decisión.
Luego da a conocer un pedazo de carta del gobernó francés, y aclara que le pidió ayuda a los galos para un tercer dictamen y que los franceses lo contactaron con una empresa.
Dice también lo que ya contamos en Pie de Página: que el aeropuerto de Toluca tiene una capacidad para transportar a 8 millones de personas y sólo transporta a 6 mil.
Los periodistas bombardean con preguntas. Que si va a ser contratista de las nuevas obras Riobóo. “No”, dice. Que es el mejor ingeniero civil que conoce y lo asesora, pero que no va a tener contratos. Que si hará consulta para el Tren Maya. “Si”. Que si también va a ser Nacional. “Se tienen que modificar el artículo 35, para que no haya candados, porque no nos dejaron hacer la consulta de la reforma energética y todavía estamos esperando una explicación de quienes defendieron a capa y espada la reforma, porque no estaríamos con estos problemas”.
Que si no le preocupa el dólar. Él corta la conferencia. “¿Quiénes mandan? ¿No es el pueblo? ¿No son los mexicanos? ¿No es eso la democracia? Imagínense, el Estado mexicano, con lo fuerte que es, ¡supeditado a los mercados financieros!”, dice moviendo los brazos. Y antes de concluir, agrega en tono de maestro: “Miren, esto va a cambiar. Ya son otras condiciones. Es mejor que se vayan acostumbrado. Es un proceso de readaptación. Todos tenemos que cambiar, toooodos”.
Adán Espinoza dice que la lucha la gente de Atenco la tiene en la sangre, asegura que el pueblo fue fundado por el emperador Nezahualcóyotl; que en la conquista esta tierra fue entregada a Pedro de Alvarado pero los pobladores indígenas del lugar dieron lucha para defenderla. Además dice que el pueblo fue cuna de caudillos revolucionarios, como su abuelo Francisco Espinoza guerrillero de a caballo.
¿Cómo le hicieron para aguantar tantos años peleando?
El hombre está agradecido con la gente que ayudó para que el aeropuerto se fuera de Texcoco. Dice que se defendió su derecho a seguir siendo campesino y no a la de ser empleados de limpieza de una terminal aérea.
Un día después de la consulta, los afectados vuelven a salir temprano a la plaza de San Salvador Atenco. Desde la represión del 2006 la asistencia es menos asidua, pero instalan su sonido, encienden cuetes para convocar a la población y poco a pocos se van acercando para escuchar el anuncio de López
Y conforme hablan, van perfilando los tres ejes bajo los cuales se organizarán en el futuro y que dieron a conocer el 20 de octubre públicamente: cancelación legal del NAICM, restauración del Lago y restitución de sus tierras. La cancelación que piden debe abarcar las obras aledañas y la explotación de recursos dentro y fuera del polígono de la obra. Además, la propuesta de los pueblos afectados va más allá: piden la “implementación de un programa hidrológico” y recuperar las “zonas gravemente afectadas por la minería.”
¿Es posible recuperar el lago después del daño?
Ignacio del Valle, discreto, ya no toma la palabra, pero sí comenta: “la naturaleza misma devorará la barda perimetral. Solo deben dejar fluir el agua”.
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