El Instituto Rosario Castellanos va a la deriva, denuncian maestros

23 noviembre, 2021

Uno de los proyectos más importantes en educación del gobierno de Claudia Sheinbaum carece de rumbo, denuncian maestros del Instituto Rosario Castellanos. Sin planes de estudio completos, fallas en los pagos y sin una plataforma de educación a distancia, los docentes dicen sentirse abandonados por la dirección

Texto: Arturo Contreras Camero

Fotos: Cuartoscuro.com

CIUDAD DE MÉXICO.- El Instituto Rosario Castellanos, una universidad pública con un esquema híbrido que pretendía llevar la educación a jóvenes que trabajan, tiene un adeudo en el pago de algunos de sus maestros, que lo dieron a conocer a inicio de este noviembre; sin embargo, el principal problema, señalan los docentes, es el olvido de la dirección del Instituto.

“El modelo es muy bueno, la propuesta es buena, pero no le han dado la seriedad ni las propuestas adecuadas”, dice un docente de la institución que pide anonimato por temor a represalias. “En cuanto a los maestros, hay muy buenos maestros, muy comprometidos. Los alumnos no se quejan de los maestros, sino de la administración, muchos estamos trabajando con nuestros medios, no tenemos la plataforma, al decir que esta es una escuela híbrida lo menos que debería tener es su plataforma. Cada semestre nos dicen que ahora sí, y pues no». 

Hasta mediados de año la matrícula de la escuela estaba integrada por casi 28 mil alumnos, a los que se les ofreció un modelo de educación híbrida, que combina la flexibilidad de las actividades a distancia y clases presenciales menos frecuentes. Sin embargo, la escuela no cuenta con una plataforma propia para que todos los alumnos y sus maestros tengan un espacio virtual de encuentro; cada maestro se las arregla como puede bajo una variedad de plataformas como Google Classroom u otras similares que deben costear con sus propios fondos. 

En el instituto sí existe una plataforma, pero solo es usada por los alumnos de las carreras en modalidad a distancia y no está abierta para los alumnos en modalidades híbridas. La razón, coinciden las maestras, es que la plataforma no soporta un tráfico tan pesado, y con un número superior al de los alumnos a distancia, colapsa y deja de funcionar.

Lo que ha mantenido al Instituto, señalan los docentes, es precisamente el compromiso de sus maestros con un modelo prometedor para hacer llegar la educación a muchas personas. 

“Creemos en la idea de que todos deben tener la oportunidad de estudiar; por eso nos gusta el modelo educativo híbrido dual, porque da una oportunidad a los alumnos que trabajan, a madres solteras o a quienes por cualquier razón no pueden llevar un sistema escolarizado. Esto no es nuevo, el Modelo Ejecutivo en las universidades privadas tiene bastantes años, pero aquí la idea es que llegue al alcance de muchas más personas”, cuenta quien da clases ahí. 

“Con ello se paran el cuello, los directivos y hasta la misma Sheinbaum (la jefa de Gobierno de la Ciudad de México). En este semestre dicen que son la única institución a nivel nacional que jamás detuvo su educación durante esta pandemia. ¡Pues no! Si todo el tiempo, desde que iniciamos, lo llevamos en Classroom”, cuenta otra maestra, bajo la misma condición de anonimato. 

En julio pasado, Claudia Sheinbaum acudió a la unidad académica Justo Sierra del Instituto Rosario Castellanos, donde presumió la inversión que su administración hacía en la creación de escuelas de educación superior, algo que, dijo, no ocurría desde el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Una universidad sin maestros, sin salarios y sin planes de estudio

A inicios de noviembre un grupo de maestros lanzó una denuncia en redes sociales y medios de información en la que denunciaban un importante adeudo salarial, por lo que dos semanas después, ante la presión, la dirección del instituto empezó a pagarles a algunos; pero aún existen casos en los que los adeudos persisten. 

“Unos del semestre pasado ya no fueron contratados, lo que les dijeron es que como les deben el semestre anterior, pues ya no los van a poder contratar”, cuenta una de las maestras. En casos como estos, los maestros acabaron sin empleo y con un adeudo salarial. 

La falta de pago, les argumentaron las autoridades del instituto, se debe a una falta de presupuesto, pero a los maestros esa explicación no los satisface. 

“Si tienes una plantilla de 500 docentes, pues sabes cuánto dinero tienes que solicitar al presupuesto, que te aprueban desde un año antes, y ahora resulta que no hay presupuesto para pagarnos. Entonces la pregunta del millón es dónde quedó ese dinero. El presupuesto se solicita en octubre. se aprueba antes de diciembre y te lo mandan para empezar a usarlo en febrero, y que ahora digan que era porque no tenía presupuesto, no es creíble”. 

En 2019, cuando se creó el Instituto Rosario Castellanos obtuvo un presupuesto de 46 millones de pesos ($46,028,400), mientras que su presupuesto para el siguiente aumentó a 215 millones y para 2021 los recursos disminuyeron a 156 millones (156,852,205). 

Ninguno de los maestros que dan clases en el Instituto está reconocido como profesor, sino bajo un esquema de contratación mensual bajo el título de prestador de servicios profesionales y educativos. Por lo mismo, no tienen un correo institucional, una credencial de profesor o algo que diga que son maestros. El reconocimiento va más allá de poder tener acceso gratuito a museos o descuentos en libros y en licencias de programas de computación; tiene que ver con cómo se les reconoce dentro de la escuela. 

Sin contratos, ni hablar de prestaciones básicas como seguridad social, que tampoco forma parte de la oferta laboral en el Instituto Rosario Castellanos. Mucho menos hablar de opciones de organización o articulación laboral. A aquellos que reclaman derechos laborales o llaman a la formación de un sindicato, los corren o les quitan horas de enseñanza, y por tanto, disminuye el salario que perciben. 

En marzo de 2019, cuando la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum creó el Instituto Rosario Castellanos a partir de un decreto, se anunció que contaría con la asesoría de la UNAM y del Politécnico, las dos universidades públicas más grandes del país. Incluso, en una entrevista para El Universal, su Alma Xóchitl Herrera Márquez aseguró que se encontraban en negociaciones para que esas casas de estudio avalaran el título del Instituto Rosario Castellanos. Nunca pasó. 

“Los alumnos de la primera generación entraron con la idea de que iban a tener una carrera compartida o con algún vínculo con esas instituciones, pero no teníamos idea de qué o cómo se iba a hacer. Algunos pensábamos que en cuestión de instalaciones, que se pudiera ir a hacer uso de laboratorios, bibliotecas o salones especiales. Incluso habían otros que pensaban que iban a tener un título con una mención del Poli o de la UNAM, pero no. Lo único que nos dieron fueron una copia de sus planes de estudio”, cuenta una de las maestras.

A pesar de que el plan de estudios de esas universidades pueda ser adecuado para sus carreras, el contexto en el Instituto Rosario Castellanos es muy diferente, iniciando por las horas de clases impartidas. Bajo el modelo híbrido, las horas de clase son menos, por lo que después del primer semestre se dieron cuenta que usar los mismos planes no serviría de nada. Fue entonces, cuando las autoridades empezaron a hacer planes de estudio propios, sin embargo, aún hay carreras que no cuentan con planes completos, según dicen las maestras del Instituto. 

Claudia Sheinbaum visitó en julio las instalaciones del Instituto Rosario Castellanos ubicado en el centro histórico. FOTO: DANIEL AUGUSTO /CUARTOSCURO.COM

Una dirección cerrada

Los maestros del Instituto reclaman un cambio fundamental en su relación después de un relevo en la Dirección de Asuntos Académicos. Esta dirección ha tenido tres cambios, o tres administraciones, como les dicen los maestros. Durante la segunda administración, encabezada por la doctora Nahiely Flores Fajardo, no había retrasos en los pagos y era fácil dirimir desacuerdos laborales con un contacto directo con la dirección. Pero todo cambió a su salida. 

Actualmente la dirección es ocupada por la doctora Ana Julia Cruz Hernández. A su llegada se crearon las figuras de los jefes de carrera, que más que servir de intermediario entre la dirección y los maestros de cada carrera, parece una figura para recibir quejas, demandas y frustraciones, pero que no ofrece una opción de diálogo real. 

“Cuando algunos profesores han intentado hacer sindicatos o huelgas, los han corrido, por eso el miedo de no querer decir nada, o de pedir el anonimato. No me quejo, porque entonces me quedo sin chamba”, cuenta una de las maestras entrevistadas.

Junto a estas figuras, la nueva dirección impuso un sistema de monitoreo de clases en línea. “Hay una monitoras, gentes contratadas que se meten a supervisar las clases. No sabemos qué supervisan, si a los alumnos, lo que decimos los maestros, o qué, pero incluso hay quienes sobajan a los alumnos. Los tenemos todo el tiempo, unos entran, se quedan diez minutos y se van y otros se quedan todas las dos horas de clase”, cuentan las maestras. 

Además, la dirección pide que los maestros graben las sesiones de los videochats de las clases y las suban a una nube o a algún tipo de almacenamiento en internet. También un reporte educativo con detalles como asistencia, temas enseñados y horas destinadas. El problema es que solo parecen requisitos para emitir el pago, y nunca como una manera de mejorar las clases o de aportar a la docencia. 

El fin de semana pasado alumnos y maestros hicieron llegar un documento a la dirección del Instituto; sobre la firma de la Asamblea Estudiantil se lee el lema “Dignos, libres y humanos, somos Rosario Castellanos”. En la misiva los alumnos y los maestros demandan que se pague el adeudo a los maestros y que se les den herramientas de trabajo adecuadas, como una plataforma común para llevar a cabo las clases.

Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.