La actividad de los trabajadores informales entre Ciudad Juárez y El Paso se reanuda; los ciudadanos mexicanos no pudieron cruzar la frontera para realizar las labores durante los últimos 20 meses, ahora acuerdan con sus empleadores paseños para volver a sus labores
Texto y fotos: Iván Gómez Cruz / La Verdad
CIUDAD JUÁREZ.- Aunque Lara no ha podido cruzar la frontera para realizar la limpieza de casas con las que hasta hace 20 meses sostenían a su familia, la mujer, de 45 años, dice que nunca perdió contacto con sus empleadores en El Paso, Texas, y ahora con la reapertura de la frontera ya acordó que “con el favor de Dios” volverá sus labores.
Desde el 2018 ella trabajó como empleada doméstica para tres familias en El Paso para ayudar en el sostén de su familia, hasta que el gobierno estadounidense cerró la frontera debido a la crisis sanitaria desatada por el covid-19.
Algunas veces cruzaba a pie y otras conseguía que algún conocido la llevara en auto, dice.La mujer, quien habla con la condición de no revelar su identidad debido a que su empleo no está autorizado con el uso de la visa de turista otorgada por Estados Unidos, asegura que se sentía cómoda con la dinámica de su trabajo transfronterizo, y no se imaginaba que una pandemia la obligaría a cambiar su rutina.
“Me desubiqué un poquito cuando anunciaron el cierre, porque uno está acostumbrado a un ingreso y de repente te dicen que ya no puedes cruzar; así que sí me preocupé un poco. Lo que he hecho este tiempo ha sido vender comida, entregarla a domicilio, vender diferentes cosas por internet; la verdad me apoyo mucho en redes sociales”, dice Lara, quien vive al norponiente de Juárez y es madre de 4 hijos, todos mayores de edad y dos de ellos estudiantes universitarios.
A pesar de que se las ingenió para no dejar de proveer para su familia, expresa que lo que gana es menos de lo que le pagaban las familias para las que trabajaba en El Paso.
“Es importante la reapertura para la economía de las dos ciudades; muchos hogares juarenses dependen de su trabajo en el otro lado”.
Lara, empleada doméstica juarense en El Paso
Este 8 de noviembre Estados Unidos levantó las restricciones para viajes no indispensables.
Aun cuando no se cuenta con datos exactos sobre la cantidad de trabajadores transfronterizo informal entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas, en un reporte realizado por el Departamento de Puentes Internacionales de El Paso, en colaboración con el Colegio de la Frontera Norte, se estima que el 20 por ciento del total de personas que cruzan por esta frontera lo hacen por motivos de trabajo, la mayoría podría estar en la condición que Lara.
Como es el caso de Kika, de 70 años, quien por años se ha ocupado del trabajo informal con su visa de turista, con la que se supone solo puede cruzar la frontera para ver a familiares y amigos, para ir de compras y disfrutar de reuniones sociales, o para ir a citas.
Hasta el momento en que Estados Unidos cerró su frontera con México a los viajes no esenciales, la mujer, quien también pidió el resguardo de su identidad, trabajó para un matrimonio que vive por la zona de Sunland Park, Nuevo México; su labor era hacer el aseo de la casa.
Ahora se preparó para volver a cruzar. Cuenta con su esquema de vacunación completo, y platica que le gustaría volver a trabajar con sus antiguos “patrones”, aunque haya perdido el contacto con ellos, ya que al parecer cambiaron de número telefónico.“Son buenas personas, pagan bien”, comenta Kika, quien asegura que en cuanto pueda se irá “bien temprano, porque va a haber un gentío (en los puentes).
Cuenta que contactó por primera vez a sus empleadores a través de su comadre y su compadre, quienes viven en El Paso.
Todos los sábados ella salía muy temprano de su casa en colonia La Cuesta, tomaba el camión y llegaba hasta el puente internacional Santa Fe para cruzar con su visa de turista.
Una vez de lado estadounidense, tomaba otro camión que la dejaba muy cerca de la casa en la que realizaría la limpieza. Regresaba a su hogar el mismo sábado; se trataba de un solo día laboral que le bastaba para pagar los recibos de su casa y hacerse cargo de su hija y sus dos nietas.
La hija de Kika actualmente tiene 43 años y solía planchar ropa ajena para ganarse la vida hasta que un accidente le imposibilitó el caminar, desde entonces Kika es el principal soporte de su hogar.
Ni el cierre de la frontera o su avanzada edad le impidieron continuar con su labor de proveedora, pues desde que dejó de cruzar a El Paso comenzó a limpiar tres casas en Ciudad Juárez, aunque reconoce que el pago es menor y apenas le alcanza.
“Aquí me pagan muy poquito, pero mi nieta mayor ya está en prepa y debo pagar la inscripción y los materiales que le encarguen. Aquí en Juárez no rinde el dinero, lo que me pagan es muy poquito, trescientos pesos en cada casa”, expresa Kika con resignación.
Para el economista Alejandro Brugués, del Colegio de la Frontera Norte, la reapertura de la frontera presenta componentes tanto benéficos como perjudiciales para la economía de Ciudad Juárez: Benéfico, explica, para los trabajadores informales, pues con el sueldo que obtienen en El Paso pagan sus impuestos aquí, sus servicios básicos o la renta, la gasolina, su comida y los gastos de salud.
Es perjudicial, agrega, para la economía de las empresas de Ciudad Juárez, pues la gente comienza a ir a comprar en Estados Unidos, ya sea por cuestiones de precio o de una mejor calidad en productos como ropa, calzado y electrodomésticos .
Una historia diferente de otros trabajadores informales que se prepararon para volver a cruzar la frontera es la de un hombre al que apodan El Chuky, como pide que se le identifique.
Él tiene 52 años, vive entre la avenida de Las Torres y Libramiento, es padre de un joven de 17 años y de una niña de 12; su oficio es el de carrocero, una actividad que realizó del otro lado de la frontera hasta marzo del año pasado, pero que dice no considera volver.
El hombre sabe cómo pintar un auto y remendar los detalles estéticos hasta dejarlo como de agencia, pero incluso para alguien con sus habilidades es difícil hacer que los ingresos rindan, por lo que desde 2018 comenzó a cruzar a El Paso con su visa de turista para trabajar en un taller de carrocería.
Para él, el cierre de la frontera durante la crisis sanitaria no fue un hecho tan lamentable, pues comenta que su experiencia laboral con los paseños no fue precisamente grata.
“Al principio estuvo chingón, yo trabajaba con los border cab, la unidad venía blanca y yo solo le pintaba la mitad verde. Ganaba 150 dólares por cada carro, así que entre sábado y domingo traía 300 dólares, pero luego mi jefe quiso pagarme por hora y pues yo así no funciono”, relata el Chuky.
Durante los dos años que trabajó en El Paso, el Chuky también laboró en otro taller, solo que en este se quedaba toda la semana. “Me iba el lunes después de las 10, porque si te vas más temprano el mismo día de cada semana los agentes empiezan a cuestionarte. Tienes que aprender qué decir, porque te presionan”.
En un inicio cruzaba en su troca, hasta que un agente fronterizo le llamó la atención por todos los días que el vehículo permanecía en El Paso. El Chuky se escudó con el argumento de que le fallaba la transmisión y por eso la dejaba; desde entonces la bicicleta fue su aliada.
Aunque pudo tener mejores ingresos, El Chuky señala en que no tuvo una buena experiencia. Ahora está seguro de que volverá a El Paso, pero solamente para comprar ropa, pues el perfeccionamiento de su oficio y el desencanto del sueño americano lo han hecho valorar su vida en Ciudad Juárez.
“Ahora estoy ganando 380 dólares a la semana, cobro 15, 13, 12 mil pesos dependiendo del auto y del trabajo que haya que hacerle. Me di cuenta de que aquí también se puede hacer dinero; la gente me conoció, supo lo que hago y les gusta, así que yo cobro lo que considero justo”, dice el hombre que toda su vida laboral ha estado relacionada con la pintura.
No todos los trabajadores informales fronterizos, sin embargo, pudieron sortear su economía familiar con el cierre de la frontera, por lo que ahora buscan reanudar su actividad con sus empleadores paseños. Unos nunca perdieron su contacto con sus empleadores y otros ya lo reanudaron.
Ese es el caso de Lara, quien asegura que su ingreso como trabajadora doméstica en casas paseñas representaba el 50 por ciento de los ingresos de su familia en Juárez, el resto lo complementaba su marido, quien trabajaba como operador y murió recientemente.
Ella se ha mantenido en contacto con sus antiguos empleadores y ya han acordado que reanudará sus labores “con el favor de Dios”, en cuanto pueda cruzar de nuevo; sin embargo, ahora Lara será la única proveedora de su hogar, pues su marido falleció hace un par de meses.
Este contenido fue producida como parte de Puente News Collaborative, una asociación binacional de organizaciones de noticias en Ciudad Juárez y El Paso, de la que forma parte La Verdad.
Este texto fue publicado en La Verdad de Juárez, integrante de la Alianza de Medios. Puedes leer la publicación original aquí.
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