De los 10 feminicidios que ocurren al día en México, seis se cometen con armas de fuego. El informe “Violencia de género con armas de fuego” hace visible el impacto que ha tenido la violencia armada en la vida de las mujeres, así como, en la comunidad LGBTTTIQ+ en México
Texto: Dalia Souza / ZonaDocs
Fotos: Zona Docs
JALISCO.- “Un arma en casa, un arma en el barrio es una herramienta para mantener sometidas, aisladas y alejadas a las mujeres de una comunidad” afirmó Claudia González comunicóloga y defensora de los derechos humanos de las mujeres, niñas y niños en situación de movilidad humana.
Como integrante de la organización Voces de Mujeres en Acción participó con su testimonio en la construcción del informe Violencia de Género con armas de fuego en México.
Desde su experiencia en campo ha identificado que las armas de fuego dentro de cualquier espacio, particularmente en los ambientes familiares y comunitarios, han generado el aumento de la mortalidad y la letalidad de los conflictos que acontecen en estos entornos, principalmente, afectando a las mujeres: “existen 10 feminicidios al día y la mitad va a ser por arma de fuego, porque están ahí, están a la mano” sentenció.
El trabajo con familias de sobrevivientes de estas violencias y víctimas de feminicidio también le ha permitido reconocer cuál es el camino que recorre un arma antes de llegar a estos espacios familiares y comunitarios. Contrario a lo que antes se creía era producto de un mercado ilegal, ahora, explica Claudia, está vinculado a un “mercado de la corrupción” que, según señala, tiene que ver con armas que originalmente se encontraban en el sector de seguridad y que de alguna manera han sido sustraídas y puestas a disposición de estos sectores de la población a bajo costo.
“No sólo es un mercado ilegal referente al crimen organizado, sino que es un desvío de armas legales que se venden y se ofertan en un contexto de impunidad” manifiesta.
Sin embargo, expresa Claudia González, no puede obviarse el impacto que sufren las mujeres cuyas parejas se encuentran inmersos en las redes del crimen organizado y tienen acceso a armas de fuego, pues además de la violencia que tentativamente pueden sufrir, ellas tienen mucho menor acceso a la vida pública, a la toma de decisiones, a los distintos servicios públicos y al ejercicio de sus derechos.
Por lo tanto, expresa que “la violencia armada es un multiplicador de la violencia de género” que guarda una amplia relación con la masculinidad hegemónica, cuyo sistema determina la relación de poder y superioridad del más fuerte contra el más débil; de aquí que afecte de manera diferenciada a las mujeres, reflexiona la defensora.
“Entre más homicidios, más feminicidios, entre más violencia, entre más crimen organizado, hay más violencia doméstica porque se está legitimando este sistema donde impera una masculinidad hegemónica, totalmente machista, violenta, de abuso de poder. Por lo tanto, entre más militarización hay más violencia de género” afirma.
De esta manera, asegura que las armas son herramientas que multiplican las posibilidades de violencia que laceran la vida de mujeres, niñas y niños. Incluso, advirtió que, por cada mujer que ha sido asesinada por un arma de fuego “hay muchísimas más que están siendo amenazadas”, ya que, estas también son instrumentos para la intimidación.
En ese sentido, Montserrat Martínez consultora en temas de violencia armada e integrante del Grupo de trabajo sobre transparencia del flujo y control de armas del Cuarto Plan de acción para la Alianza por el Gobierno Abierto (AGA) en México, precisó que este informe tiene otros grandes aportes, además de ofrecer datos básicos sobre las agresiones, homicidios y feminicidios perpetrados con armas de fuego en contra de mujeres y comunidad LGBTTTIQ+ en el país.
Gracias al trabajo de recuperación de testimonios, la publicación facilita la identificación de otras formas de violencia de género que se ejercen con el uso de armas en contra de las mujeres, por ejemplo, la violencia sexual y/u otras formas de violencia doméstica. En estos casos, señala la consultora, existen otras víctimas que quedan invisibilizadas como las infancias, adolescencias y personas adultas mayores que también conviven en estos espacios familiares.
“Vemos que no sólo es una problemática de “cuando se activan las armas de fuego y se disparan” sino que también estas conductas que terminan ejerciendo violencia hacia las personas, pero en donde no hubo una activación de la misma” expone.
De esta manera, recuerda la importancia de tejer redes de colaboración con los gobiernos federal y estatales para recabar datos que “permitan observar estas dinámicas sobre la recurrencia y la presencia de las armas de fuego en otros espacios que no están asociados con conductas de delincuencia común”, tal es el caso de los asaltos, secuestros, extorsiones, “donde frecuentemente sabemos que hay uso de armas de fuego o de situaciones de crimen organizado” precisa.
Al respecto, afirma que una de las principales limitantes en esta materia es la ausencia de denuncias por la desconfianza que existe hacia los aparatos de justicia “cómo vamos a detectar estos espacios si no hay una denuncia formal de que esto está ocurriendo con armas de fuego” cuestiona Martínez.
En esta misma línea, destaca la consultora, resulta fundamental reconocer estas dinámicas sobre la “tenencia de armas de fuego en los hogares”; de tal forma que pudiesen trazarse caminos hacia el control de las mismas. Montserrat Martínez explica que, en los hogares mexicanos, como ha sucedido en los estadounidenses prevalece una lógica que asegura que “a más armas de fuego, más protección”.
Por otro lado, la violencia doméstica y la presencia de armas de fuego deja en evidencia aquellos casos de feminicidio donde recurrentemente las entidades de justicia obvian u olvidan a las otras personas que resultan también afectadas por estos crímenes, como los hijos e hijas infantes, quienes terminan en la orfandad, pero también las madres de las víctimas que quedan a cargo de las unidades familiares. En estos casos, las medidas de reparación, dijo la consultora, no prevén las consecuencias que tren consigo estas muertes:
“Vemos que la carga de cuidados previo a la ocurrencia de los incidentes es hacia las madres y posteriormente quien toma cargo de estas circunstancias son las abuelas y las familias sin que se tome en cuenta una reparación integral”.
Afirmar lo anterior implica reconocer todos aquellos componentes de violencia de género que se concatenan tras la activación de un arma de fuego, previos y posteriores.
El informe Violencia de Género con armas de fuego en México fue financiado por la IM Suecia, organización sueca de cooperación en Centroamérica, a través de su proyecto Humanium Metal una iniciativa que busca “transformar armas de destrucción en productos para la paz”. También hace parte de la campaña “Paz sin Armas” de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH) junto con otras organizaciones.
Montserrat Deu Pons, activista feminista y antirracista de IM Swedish Development Partner, reconoció que desde la IM han observado cómo la violencia con armas de fuego ha socavado el acceso a los derechos humanos de muchas comunidades alrededor del mundo, sin embargo, las dimensiones de la violencia de género en la violencia armada aún no han sido documentadas y, por ende, sus efectos han sido ignorados.
En ello coincide Wanda Berenice Muñoz, consultora y miembra de la Red de Seguridad Humana en América Latina y el Caribe (SEHLAC), quien asegura que, si bien en la región, específicamente en países como Argentina, Costa Rica y Uruguay se han generado estudios sobre estos temas, todas coinciden en una cosa “la precariedad en la información sobre la violencia de género con armas de fuego es una de las causas de la ausencia de políticas públicas efectivas en la materia”.
Así, afirma Montserrat Deu Pons el informe pretende hacer visible ante la comunidad internacional el impacto que tiene la violencia armada en la vida de las mujeres, pero también, en la vida de la comunidad LGBTTTIQ+ en México. Además, busca “visibilizar los crudos testimonios existentes para aumentar la conciencia colectiva de la ruda barrera que la violencia armada representa para la agenda 2030 y lo que es más importante, para el bienestar de todas y todos nosotros” sentencia la activista.
En ese sentido, explica el documento del informe, uno de los objetivos de la agenda internacional de Mujeres, Paz y Seguridad (WPS Agenda, por sus siglas en inglés) -dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030-, llama a una reducción global de la violencia armada.
Adriana Ortega, Coordinadora del Área de Datos de Intersecta Organización para la Igualdad, A.C. asegura que el informe presenta un abordaje complejo y completo sobre los datos que existen en el país sobre agresiones, homicidios y feminicidios perpetrados con armas de fuego, ya que, además de ser abordados desde un enfoque de género, interseccional y de derechos humanos, los combina con un componente cualitativo a través de la recuperación de 11 testimonios de mujeres.
Entre las fuentes documentales consultadas se encuentran los registros de mortalidad del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) sobre homicidios dolosos, sus distintas formas de comisión, así como las características de las víctimas y la entidad donde sucedieron. También fueron consultadas las cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública; los resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública y la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH).
Esta última permitió identificar el uso de armas de fuego dentro de las unidades familiares. La encuesta destaca que 2015, aproximadamente 125 mil mujeres fueron amenazadas por sus parejas con un arma blanca o con un arma de fuego y 25 mil de ellas reportaron haber sido lastimadas específicamente con un arma de fuego.
En medio del sexto país con más armas del mundo, reconoce el informe, “el ámbito privado no es el único espacio donde las armas de fuego son empleadas para ejercer violencia de género”. De acuerdo con los datos oficiales, “hoy en día la mayor parte de los asesinatos de mujeres se cometen a mano armada en la vía pública”.
Adriana Ortega explica que los datos históricos del INEGI permiten identificar que en los últimos 20 años ha existido una “reconfiguración de la violencia homicida”, particularmente, “sobre la manera en la que se perpetran los asesinatos de mujeres”. Así, a principios de la década del 2000, solo tres de cada 10 mujeres morían por un arma de fuego, en 2010 representaban el 54.3% de las víctimas y para 2019, casi seis de cada 10 mujeres fueron asesinadas de esta manera.
El sexenio del expresidente Felipe Calderón Hinojosa representó una escalada de violencia en medio de un escenario que parecía ir en descenso, esto luego de la implementación de algunas políticas de seguridad pública y militarización en el país, expone Adriana Ortega; “la norma ahora es que la mayor parte de los asesinatos en México suceden en la vía pública con un arma de fuego” denuncia.
A decir del informe, de 2007 a 2019, la incidencia de este tipo de asesinatos ha registrado un incremento del 318% para los hombres y, en el caso de las mujeres, de 357%.
Sobre las entidades donde sucedieron estos crímenes, la publicación destaca un patrón dominante en 16 entidades donde los asesinatos de mujeres perpetrados con armas de fuego representan la mitad —o más— del total de estos eventos. En primer lugar Colima y Guanajuato, con ocho de cada diez mujeres asesinadas con armas de fuego; Zacatecas, Tabasco, Quintana Roo y Michoacán con siete de cada diez mujeres; y Baja California, Ciudad de México, Chihuahua, Guerrero, Morelos, Oaxaca y Sinaloa, donde del 60 al 65% de los homicidios tienen estas características.
Respecto de las edades de las mujeres, el asesinato por arma de fuego fue el más común en aquellas de 12 a 54 años; sin embargo, las mujeres en el rango de edad de 20 a 54 años fueron las más afectadas, según el informe, seis de cada 10 murieron a causa de un disparo por arma de fuego.
Por lo tanto, precisa Adriana Ortega de Intersecta, los patrones antes identificados en la comisión de homicidios de mujeres en el ámbito privado y público pasaron de perpetrarse a través de métodos como la asfixia o la fuerza física, al uso de armas.
“Ahora, 6 de cada 10 de estos asesinatos se perpetra con arma de fuego. Este crecimiento se ha marcado en la vía pública, también vemos en los que suceden dentro de los hogares y muy probablemente dentro de un contexto de violencia feminicida”.
El informe expone que la violencia armada también “ha permeado de manera desproporcionada en la comunidad LGBTTTIQ+”. A través de las bases de datos de la organización Letra ESE, se logró identificar que, “la gran mayoría de las víctimas de estos incidentes son mujeres trans”. Se calcula 6 de cada 10 han sido asesinadas a mano armada, y en casi la mitad de los casos sus cuerpos han sido encontrados expuestos en la vía pública.
Además, se identifica que 4 de cada 10 personas trans asesinadas eran trabajadoras sexuales “esto habla de las situaciones de vulnerabilidad que se viven dentro de la comunidad y que existen impactos diferenciados dentro de ella misma” expuso Adriana.
Kenya Cuevas, presidenta de la asociación Casa de Muñecas Tiresias A.C. y Paola Buenrostro compartió con su testimonio la labor que ha emprendido como mujer trans defensora de los derechos humanos de su comunidad; además del andar que ha recorrido luego del transfeminicidio de Paola Buenrostro, el primero en su tipo que fue reconocido por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y que planteó un llamado a las y los legisladores para la tipificación de este delito.
“El caso de Paola fue un asesinato con arma de fuego en el lugar de trabajo donde Paola ejercía el trabajo sexual. Ahora en México el trabajo sexual a pesar de que no está prohibido tampoco está legalizado y es una forma de criminalizar a las personas” recordó Kenya.
Además de exponer que el asesino de Paola quedó impune, denuncia que México ocupa el segundo lugar en crímenes de odio y que el 87% de estos son dirigidos a mujeres trans que ejercen el trabajo sexual.
“Los asesinatos que se dan hacia las mujeres trans en México el 90% es con arma de fuego, es un transitar de armas de fuego en el país que también afecta a esta parte de las mujeres que también hemos sido invisibilizadas por la violencia estructural que nos ha tocado vivir” concluye.
La publicación del informe Violencia de Género con armas de fuego en México ayuda a abonar al vacío informacional que prevalece en el país sobre este tema, pero también es un instrumento que ayudará a exigir la rendición de cuentas; tanto para hacer responsables a quienes producen, comercia, desvía y trafican de manera ilícita armas y municiones, como para cuestionar y sancionar todas aquellas complicidades institucionales al interior del Estado que favorecen estas redes de corrupción, puntualiza Wanda Muñoz de la Red de Seguridad Humana en América Latina y el Caribe (SEHLAC).
También, pondrá en evidencia a todas aquellas autoridades que han dejado en el abandono a las víctimas de la violencia armada que se traduce en “feminicidios con armas de fuego en México día con día”.
Este trabajo fue realizado por ZONA DOCS, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar el original.
Periodista y apasionada de la radio. Productora de los programas Rumbo Al Norte, especializado en migración, y Hasta Encontrarlos, enfocado en desapariciones; ambos transmitidos por Radio Universidad de Guadalajara, en sus estaciones regionales de Ocotlán y Lagos de Moreno, respectivamente.
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