19 octubre, 2021
México se ha convertido en un país de tránsito y retorno para niños, niñas y adolescentes migrantes que vienen, en su mayoría, de Honduras, Guatemala, El Salvador e, incluso, México. En los primeros 4 meses de este año 3,500 infantes llegaron al país, sin compañía adulta. Alrededor de 8 de cada 10 de estos infantes serán deportados por México a sus países de los que intentaron huir
Texto: Aletse Torres Flores / Zona Docs
Fotos: Organización Internacional para las Migraciones y Zona Docs
Desde 2019, los niños, niñas y adolescentes migrantes no acompañados procedentes de Centroamérica viajan cada vez con más frecuencia a Estados Unidos a través de México. Lo hacen para huir de la violencia y para reunirse con sus familias.
Entre el periodo de enero a abril del 2021, se registró la llegada de 3 mil 500 menores de edad al país, según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia.
Y en 2020, se registró que 50 mil niños y niñas migrantes no acompañados han cruzado a Estados Unidos en busca de seguridad; muchos de ellos y ellas separándose de sus familias, que han quedado atrapadas en el norte de México tras negarles la posibilidad de solicitar asilo en la frontera de Estados Unidos.
La respuesta del gobierno federal y de las autoridades de migración mexicanas ha sido cerrar la frontera sur y devolverlos a sus países. En 2019 y 2020 deportaron, respectivamente, al 90% y el 70% de los niños y las niñas de Centroamérica puestos bajo custodia en estaciones migratorias.
Ante la falta de apoyo y escucha hacia la niñez migrante, surge el proyecto Inclusión Digna, un modelo de cuidados alternativos para la niñez y adolescencia migrante, solicitantes de asilo y refugiados, dirigido por AVSI México en alianza con el albergue FM4 Paso Libre, Dignidad y Justicia en el Camino A.C. ubicado en Guadalajara, Jalisco.
Este proyecto pretende reforzar la atención y protección de las necesidades de la niñez y adolescencia migrante en los estados de Jalisco y Oaxaca. Para ello fue necesario realizar un diagnóstico cuyos resultados fueron presentados el jueves 14 de octubre.
Entre los hallazgos se identificaron las problemáticas, necesidades y propuestas para la atención y promoción de los derechos de este sector de la población:
“Este es nuestro punto de partida, antes de comenzar tenemos que conocer desde su propia voz, sus necesidades y problemáticas de la niñez y adolescencia migrante” explicó Sergio Flores, coordinador general del proyecto.
El documento reúne la experiencia y opinión de 119 niños, niñas y adolescentes con diferentes perfiles, entrevistados durante la pandemia, en los albergues FM4 Paso Libre de Guadalajara, Jalisco; El Refugio Casa del Migrante en Tlaquepaque, Jalisco; Fundación Casa Alianza de la Ciudad de México; y Hermanos en el Camino en Ixtepec, Oaxaca.
Para reconocer las distintas vulnerabilidades que enfrenta este sector, el diagnóstico identificó los perfiles de niñas y niños migrantes no acompañados.
En el caso de los albergues del Área Metropolitana de Guadalajara se observa que la niñez no acompañada representa el 7.33%, porcentaje menor al registrado en el albergue de Ixtepec, Oaxaca, donde hay una presencia del 34%. A decir de las y los investigadores, esto podría deberse a las características de los flujos migratorios que prevalecen en el sur del país.
Se identifican dos perfiles más habituales en la niñez y adolescencia en movilidad.
El primero es el adolescente no acompañado de 15 a 18 años, originario principalmente de Honduras, de zonas urbanas y cuya causa de migración es huir de las amenazas y peligros que suponen las pandillas en su lugar de origen, así como, la falta de protección estatal. Viaja solo y de manera repentina, sin planificar el viaje, aunque su familia le ayuda a salir para que salve su vida sin afectar la seguridad de los demás integrantes de la unidad familiar.
Se observa este perfil tanto en Oaxaca como en Jalisco, pero existen diferencias y particularidades en cada caso. Por ejemplo, en Oaxaca estos adolescentes están por iniciar su experiencia migratoria en México, con mayor incertidumbre en cuanto a su futuro. En cambio, en Jalisco se observa a adolescentes más asentados, normalmente ya con una situación migratoria en proceso de regularización, incluso, en pleno proceso de inclusión sociolaboral.
El segundo perfil son los infantes de 1 a 6 años acompañados por un padre o ambos, éste se caracteriza por acompañar a su madre y/o padre en una migración forzada de la familia nuclear.
Los y las menores de edad presentan traumas emocionales, señalan las y los investigadores, debido a que se encuentran en una etapa de desarrollo muy dependiente, sin darse cuenta de la gravedad de las situaciones que atraviesan. Cuando la o el menor va acompañado únicamente de la madre, la huida suele relacionarse con eventos de violencia de género.
En estos perfiles también existen diferencias sustanciales entre lo que se experimenta en Jalisco y Oaxaca. En Oaxaca, la familia está iniciando su experiencia migratoria en México, sin tener una situación regular y tienen muchas dudas de cómo lograr estar documentados. En cambio en Jalisco, la familia está asentada, de manera frágil pero los papas tienen un trabajo y una vivienda, ya están regularizados y los menores de edad suelen estar escolarizados, aunque sufriendo discriminación por su origen.
Además, de estos dos perfiles habituales, se identificó la presencia de otros que, si bien, no son tan comunes, presentan ciertas vulnerabilidades y necesidades que requieren una especial atención:
Al momento de emprender su viaje, los y las menores de edad se ven expuestos a una serie de obstáculos. Uno de los hallazgos del estudio fue detectar algunas de las problemáticas más frecuentes a las que se enfrentan antes y durante su trayecto.
Se observa que el 37 % (44 de 119), en especial los y las adolescentes, ha sufrido amenazas y violencia causadas por las pandillas en su lugar de origen, situaciones que se vuelven la razón principal de su salida. En el caso de las niñas y las adolescentes, el acoso sexual masivo o amenazas de muerte las obligaron a tener que dejar su país por considerar que su vida o la de sus familiares corría peligro.
Asimismo, los adolescentes no acompañados expresan que la amenaza fue directa hacia su persona; mientras que, en el caso de infantes menores de 10 años, la amenaza fue hacia su familia, motivo que obligó a huir a todo el núcleo familiar. Sin embargo, esta no fue la única causa detectada, puesto que, los testimonios señalan que la falta de trabajo, o en caso de tenerlo, la precarización y condiciones de explotación, les impulsaron a salir de su país.
Después de conocer los motivos de la salida, se detectaron los retos que presentan la población migrante adolescente e infante durante su trayecto. Se identificó que la población sufre de discriminaciones estructurales, a las que se suman diversas formas de violencia derivadas de la situación irregular en la que se encuentran.
De igual manera, las y los participantes reconocieron haber sufrido alguna detención por autoridades migratorias mexicanas, en éstas fueron víctimas de amenazas verbales, groserías, xenofobia, falta de información e incertidumbre sobre sus procesos.
Bajo este contexto violento, intolerante y discriminatorio, el estudio diagnosticó las siguientes necesidades:
La llegada de la pandemia de COVID-19, no solo afectó los flujos migratorios, también agravó la situación de quienes estaban en su proceso migratorio.
En el caso de la niñez y adolescencia que ya estaban en México al llegar la pandemia, exponen que las mayores complicaciones fueron encontrar y conservar el trabajo que tenían, así como, continuar estudiando. Las y los adolescentes no acompañados ubicados en Casas-Hogar destacan que tuvieron todavía menos posibilidades de salir, sintiéndose más encerrados.
También, expusieron que la pandemia influyó adicionalmente en el cierre o retraso de los servicios administrativos para sus trámites migratorios y de refugio, ocasionando retrasos para la resolución de sus casos. Todo esto generó mayor incertidumbre en ellos y ellas sobre cómo solucionar su situación legal, incluso, sobre sus derechos.
En el ámbito educativo las dificultades se hicieron presentes, puesto que, en la mayoría de los casos, sobre todo en adolescentes, no lograron seguir estudiando por carecer de los medios técnicos y por depender del INEA.
El diagnóstico recupera también múltiples testimonios de quienes sí pudieron seguir estudiando, pero cambiaron a una modalidad virtual. En estos relatos hablan sobre lo mucho que les cuesta tener los medios técnicos para seguir las clases y el hartazgo de la modalidad remota. Este cansancio por el estudio virtual se repite en las niñas, niños y adolescentes que vivían todavía en sus países antes de que tuvieran que migrar, con o sin sus padres y madres.
Sergio Flores, coordinador general de Inclusión Digna, señaló que la ejecución del estudio y los resultados obtenidos, les permitirán generar una serie de recomendaciones, que pueden ser la clave para reforzar el modelo de atención, acompañamiento y cuidado de la niñez y adolescencia en movilidad en México.
Los equipos en los tres albergues participantes coincidieron en que se necesitan más espacios específicos para el cuidado y recreación de la población, en especial si son de corta edad; por ejemplo: espacios amplios donde los niños y las niñas puedan convivir y jugar con seguridad.
Además, expresaron la importancia de incluir actividades que supongan el intercambio de saberes entre las personas migrantes, adultas y menores de edad, desde su experiencia anterior. Esto podría ayudar a reforzar su autoestima y a compartir aprendizajes
Y en el caso de los y las adolescentes, es importante desarrollar procesos de acompañamiento y promoción de la inserción sociolaboral, con todo lo que ello supone: emprender acciones para idear bolsas de trabajo, contactos con empleadores, recomendaciones, etc.
El coordinador general puntualiza que los albergues tienen que reforzar la información y acompañamiento en materia de regularización migratoria, así como el acompañamiento legal que garantice la vigilancia de sus derechos humanos una vez que tengan su documentación de legal estancia en el país.
Finalmente, los y las integrantes del proyecto manifestaron que su meta es generar un aporte significativo y estratégico al trabajo que vienen realizando desde hace muchos años tanto Instituciones públicas como organizaciones internacionales y de la sociedad civil mexicana en la protección de la niñez y adolescencia en movilidad en el país.
*Este trabajo fue realizado por ZONA DOCS, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar el original.
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