Urge tomar medidas de gran escala y de gran calado para reducir la dependencia ante las abejas mieleras y ganar en resiliencia ante el cambio climático y sus embistes
Twitter: @eugeniofv
La evidencia que tenemos es muy clara: sin abejas no hay agricultura y sin agricultura no hay alimentos. También sabemos que en México y el resto de América del Norte, así como en Europa, las abejas están seriamente amenazadas tanto por el cambio climático como por los pesticidas y la agroindustria en general. La solución, sin embargo, va mucho más allá de proteger a estos insectos mieleros: hay que aprovechar, manejar y cuidar a otras especies de polinizadores y también hay que cuidar el entorno donde viven los polinizadores silvestres.
Un estudio recién publicado, liderado por Julia Osterman con la participación de científicos de todo el mundo, indica que el planeta ya va en ese sentido y que parece haber descartado ideas tan francamente tontas como el uso de robots polinizadores, aunque haya quien insista en ello. Por ejemplo, Osterman y sus colegas encontraron que hay sesenta y seis especies de polinizadores que ya se están manejando —es decir, que son criados por el ser humano y orientados hacia los cultivos— o que podrían empezar a manejarse, y también detectaron una recuperación en las poblaciones de abejas en Europa y muy notablemente en Asia.
El manejo de insectos polinizadores no es nuevo para la humanidad. Los ejemplos más antiguos de manejo de abejas datan del año 2450 antes de nuestra era, y los mayas manejaban abejas meliponas desde por lo menos el año 300 antes de nuestra era. Con el auge de la agricultura intensiva y el aumento de la agroindustria, sin embargo, se popularizó el uso de las abejas mieleras europeas en todo el planeta. El problema ahora es que esta especie de la que dependemos está amenazada, aunque parece que lo peor ya pasó.
Se trata de una crisis con muchas causas. Entre otras cosas, el cambio en los patrones del clima ha alterado a las poblaciones de sus parásitos, con lo que quedan más expuestas a enfermedades.
También está el hecho de que el calentamiento global, que ha hecho más extremas las estaciones, ha disminuido las poblaciones de flores de las que se alimentan a lo largo del año, dejándolas sin comida. Además, el uso de toda una larga serie de pesticidas para la agroindustria agrava esta situación y las hace aún más vulnerables a estos problemas.
Ante esta situación, y a pesar de las buenas noticias que han traído Osterman y sus colegas, urge tomar medidas de gran escala y de gran calado para reducir la dependencia ante las abejas mieleras y ganar en resiliencia ante el cambio climático y sus embistes. Por una parte, es urgente que México y otros países emprendan, mantengan y endurezcan la cruzada contra los agroquímicos como el glifosato, que acaban con todo, y contra los pesticidas neonicotinoides, que han mostrado ser especialmente crueles con los insectos polinizadores.
También será fundamental reforzar y mejorar el proceso de diversificación de polinizadores, pero poniendo mucho cuidado en no llevar especies exóticas o invasivas de un lugar a otro. El polinizador de una región puede ser la plaga de la vecina, y eso debe evitarse a toda costa. Más bien, hay que localizar a los polinizadores locales y fomentar su uso por encima de soluciones mecánicas o agroquímicas.
Por último, será muy importante conservar y restaurar la biodiversidad de los lugares que circundan las áreas de cultivo y en esas mismas áreas. Una parte muy importante de la salud de los cultivos y de las propias colonias de insectos manejados depende de los insectos que viven en áreas silvestres o semisilvestres, además de que ahí viven otras especies que brindan otros servicios ambientales.
Sea con la sombra de los cafetales, sea con cultivos de cobertura, sea con áreas protegidas —gubernamentales, comunitarias o privadas— o con jardines, urge mantener la biodiversidad en el planeta, y no en áreas remotas e intactas, sino sobre todo en los lugares en los que más hemos intervenido.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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