4 septiembre, 2021
Su hijo participó en el asalto a una camioneta de valores. Sus cómplices lo mataron. Ahora María Antonieta busca que el asesinato de su hijo no quede impune; y también que dos inocentes a quienes incriminaron por el asalto no permanezcan en la cárcel por un delito que no cometieron.
Texto: Lydiette Carrión
Foto: Especial
CIUDAD DE MÉXICO.- La mañana del 30 de diciembre de 2020, María Antonieta tuvo un presentimiento sobre Axel, su hijo de 20 años.
A las 11:07 de la mañana, María Antonieta recibió una llamada. Era un hombre quien dijo haber secuestrado a Axel; le exigió 300 mil pesos para soltarlo. María Antonieta llamó al teléfono de su hijo pero éste no contestó; entonces llamó a la casa de él. Contestó su nuera y le dijo que Axel había salido a la tienda. “Me quieren extorsionar”, pensó María Antonieta. Pero a las 12:10 del día la llamaron de nuevo.
Entonces volvió a llamar a su nuera, quien le dijo que Axel “se había salido” y fue cuando María Antonieta pensó: esto sí va en serio. Levantó una denuncia por secuestro en el ministerio público de la alcaldía Gustavo A. Madero. Los secuestradores jamás la volvieron a llamar.
Desde entonces los padres de Axel, así como tíos y otros familiares se dedicaron a buscarlo.
El día 6 de enero, cual regalo macabro de reyes, una tía de Axel dio con él en su semefo en Ixtapaluca. La escueta información del levantamiento del cuerpo advirtió que fue hallado en Chalco, sin embargo. (El mismo 6 de enero, por cierto, mientras la familia de Axel recibía la noticia, en Ecatepec eran detenidos los hermanos Hugo y Roberto Jiménez Quiroz, quienes un día antes habían comprado un carro mercedes benz que resultó había participado en el asalto.)
María Antonieta revisó la información. Al momento del hallazgo, su hijo estaba envuelto en una cobija, con unos cartones encima, como queriendo ocultarlo. El cadáver vestía una característica chamarra roja que usaba frecuentemente el hijo. Siguió leyendo: La muerte fue por arma de fuego, disparada a muy corta distancia, un arma de alta potencia, una suerte de escopeta recortada… como las que usan los custodios de las camionetas de valores blindadas.
La nuera entonces, deshecha en llanto, habló con María Antonieta: Aquel 30 de diciembre, Axel había ido a un asalto; lo llevaba un primo suyo. “No le dije a usted porque él me pidió que no dijera; pero ahora está muerto”. La decisión de haber participado no queda clara cómo ocurrió. Lo que todos coinciden es que no iba convencido.
Algunos explican esto por una regla no escrita de los grupos criminales en los barrios criminales. Cuando «la rata» o un asaltante, que puede ser amigo de la infancia, primo, persona de confianza, invita a un chavo a robar y éste rechaza la oferta, no pasa nada. Sin embargo, hay ocasiones en las que el joven acepta. El problema es que no podrá declinar el siguiente robo. Quizá eso pasó: quizá Axel había participado en algo menos peligroso o violento. Y en esta ocasión no se pudo negar.
Al día siguiente fue el velorio. El primo que se lo llevó llegó con su padrastro. Y éste iba armado. ¿Por qué iba armado a un sepelio?, se le preguntó.
–Pues es que uno nunca sabe–, respondió el señor.
Pero, explica María Antonieta que el primo en cuestión jamás se acercó al ataúd; cuando otro de los jóvenes en el velorio le preguntó por qué, María Antonieta alcanzó a escuchar que el primo respondió:
–Siento feo porque yo fui el que lo maté. Yo me lo llevé a huevo a un asalto a Toluca. Nos salió chido, me lo llevé a huevo, seguía muy nervioso.
El asalto a la camioneta blindada fue gran noticia aquel día. Principalmente porque las autoridades mexiquenses filtraron a la prensa dos videos del momento: uno de las cámaras de seguridad donde se cómo tres hombres con todo lujo de violencia amagan a uno de los custodios; dos asaltantes llevan chamarras de color oscuro; y un tercero usa una color rojo. ¿A quién se le ocurre participar en un asalto con chamarra roja? y el otro video es el registro del chaleco blindado del custodio, que además graba las voces de los asaltantes.
Además de la violencia del asalto –uno de los custodios resultó herido–, el caso se hizo famoso porque el botín fue de 1.4 millones de pesos.
María Antonieta asegura reconocer las voces de su sobrino y otro familiar. Y también reconoce en el asaltante de la chamarra roja a su hijo Axel.
El 9 de enero de este año, María Antonieta amplió su denuncia por el secuestro y ahora homicidio de su hijo, ahí en el ministerio público de Gustavo A. Madero. Declaró lo que supo del asalto, y que de los cinco participantes, por lo menos 3 eran familiares de ella; también narró cómo hallaron a su hijo asesinado.
Pero pasaron los días, los meses. Y no hubo más; su caso no avanzaba, no detenían a su sobrino ni a otro familiar, ni a los otros integrantes de la banda. Tres de los asaltantes, sin embargo, cayeron a la cárcel: el primo, probable asesino material, fue detenido por secuestro; otro detenido efectivamente por el asalto de la camioneta de valores, detenido desde los primeros días de enero ahí en Chalco; otro más, detenido por otros delitos.
Apenas dos semanas atrás, a finales de agosto, mientras miraba la televisión, se enteró del caso de los hermanos Hugo y Roberto Jiménez: detenidos y acusados de haber participado en el asalto en Toluca.
La defensa de los detenidos explicaba cómo es que compraron el coche, el cual verificaron que no tuviera reporte de robo, pero no pensaron que el vehículo mismo estuviera involucrado en un crimen; cómo es que hasta seis testigos se presentaron a declarar que Hugo y Roberto habían estado toda la mañana del 30 de diciembre –cuando se suponía asaltaban en Toluca– desayunando y haciendo cosas en la colonia Roma de la Ciudad de México. Cómo a pesar de que la radiolocalización de sus teléfonos celulares confirmaban que jamás fueron a Toluca aquel día, permanecían en la cárcel.
Además de seguir impunes los asesinos de su hijo, detenían a unos inocentes.
María Antonieta decidió que testificará en el juicio de los hermanos, que iniciará en unos días.
Cuatro días atrás María Antonieta fue de nueva al ministerio público de Gustavo A Madero. De manera verbal, le dijeron que por fin (tras más de seis meses) tenían la carpeta del Estado de México sobre el levantamiento del cuerpo de su hijo.
También supo de forma informal Además otro elemento: la policía de investigación de cdmx, uno de probables asaltantes –actualmente detenido por otro delito– usó su celular en el mismo lugar donde su hijo fue asesinado.
Sólo queda libre uno de los participantes en el asalto. Nadie sabe dónde está.
María Antonieta necesita medidas cautelares. Pero hasta ahora las autoridades no se las han dado.
*La reconstrucción de este trabajo fue realizada con ayuda de familiares y amigos de los hermanos Hugo y Roberto Jiménnez.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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