La negativa a cambiar las definiciones en el programa Sembrando Vida para facilitar la inclusión de los cafetaleros, cuyas parcelas suelen ser demasiado pequeñas como para alcanzar la escala exigida, da la espalda a la cafeticultura sustentable. El gobierno de AMLO tiene una oportunidad para mostrar si está con los más pobres o con los agroindustriales
Twitter: @eugeniofv
Detrás de una taza de café hay mucho más que una planta, un productor y una máquina de tostado. Quien toma café orgánico y justo está apoyando con su compra la conservación de los bosques mesófilos de montaña y ayudando a mantener el abasto de agua del país, porque el café de sombra es una defensa contra la deforestación. Está fortaleciendo el tejido social y organizativo que permite impulsar otras iniciativas locales y nacionales, porque el café justo lo ofrecen grupos organizados y con visión de largo plazo. Está ayudando a mantener la seguridad alimentaria de todo el país, porque las aves que combaten las plagas tienen un refugio en los cafetales de sombra. Ojalá que el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos, y el de Bienestar, Javier May, lo entendieran por fin y dejaran de darle la espalda a los cafetaleros organizados.
En muchos sentidos, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha dado la espalda a la cafeticultura sustentable. El primer gesto en ese sentido fue cuando el presidente festejó la instalación de una enorme planta de Nestlé —la peor enemiga del café de calidad y respetuoso con el entorno— en Veracruz. Otro más ha sido la reducción o eliminación de los subsidios de distintas dependencias —desde la Comisión Nacional Forestal hasta la Secretaría de Bienestar— que ayudaban a los productores a recibir un beneficio a cambio de los invaluables servicios ambientales que prestan al país. El último ha sido la negativa de Bienestar y de la Presidencia de la República a cambiar sus propias definiciones en el programa Sembrando Vida para facilitar la inclusión de los cafetaleros, cuyas parcelas suelen ser demasiado pequeñas como para alcanzar la escala exigida por dicho esfuerzo.
En estos últimos días se ha afirmado que en realidad los cafetaleros ya no necesitan apoyos porque los precios del café en la Bolsa de Nueva York han registrado una muy pronunciada subida en las últimas semanas. Esto, sin embargo, es falso por todas partes.
En primer lugar, porque los precios, que alcanzaron un pico hace unos días, empezaron a caer tan abruptamente como subieron. Además, la subida de precios llegó después de la primera cosecha de 2021 y antes de la segunda del año, de forma que no se notó en los precios que recibieron los productores. Esto mantiene viva la duda es si estos precios serán tan volátiles como se han mostrado o si se mantendrán en un nivel razonable, que necesariamente debe ser mayor al de los últimos años, que estuvo por debajo de los costos de producción.
En esta situación, a los productores se les ha insistido en reunión tras reunión que es muy difícil cambiar las definiciones incluidas en programas que ya están en marcha, como Sembrando vida. Se les ha recordado también la “austeridad republicana”, que ha implicado una durísima reducción de los presupuestos, aunque ésta se ha realizado de forma tan caprichosa que sí hay dinero para regalarnos a los chilangos con más acceso a áreas verdes una nueva sección de Chapultepec, pero no para invertir en hacer más sustentable el campo ni más justo el país.
Esto implica poner a los productores en riesgo y con ellos a ponernos en riesgo a todos. La prolongadísima crisis de los precios del café que se vivió hasta hace apenas unas semanas ya provocó un aumento de la deforestación en las zonas cafetaleras, con lo que eso implica de pérdida de servicios ambientales, desde hidrológicos hasta de carbono y biodiversidad. Ya provocó una mayor vulnerabilidad de poblaciones que tienen pocos asideros para salir de la pobreza extrema. Ya lastimó el tejido social y organizativo que permite mantener en pie comunidades enteras y organizaciones que ayudan a innovar y a operar soluciones importantes, como las cooperativas financieras o de vivienda. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador tiene una oportunidad más para mostrar si está con los más pobres o con los agroindustriales, y eso se muestra con pesos y centavos, con acciones concretas, no nada más con referencias históricas.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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