Al final del arcoiris

27 junio, 2021

Con la llegada del nuevo siglo, la Iglesia se bate especialmente por dos temas: la fecundación asistida (en 2005) y el reconocimiento de las parejas del mismo sexo (en 2006)

@cynthiaitalia

“Mi hijo era un chico tímido, quizá inseguro, pero no se sentía solo y por supuesto no pensaba que tenía que quitarse la vida”, dice Anna, la madre de Orlando que apenas el sábado 26 de junio se suicidó lanzándose a las vías del tren con apenas 18 años y por lo que la Procuraduría de Turín ha abierto una investigación por homofobia y bulismo.

Orlando es el enésimo caso en Italia y en todo el mundo, pues en pleno 2021,  todos los días en cualquier lugar, las agresiones contra los miembros de la comunidad LGTBQ  (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero y queer) se llevan a cabo todo el tiempo, dentro y fuera del entorno familar, e incluso, así como al parecer le ocurrió a Orlando, las agresiones que lo llevaron al suicidio, comenzaron en su propia escuela con sus propios compañeros.

Por casos como éste que siguen multiplicándose en todo el país, hace unos meses la Cámara de Diputados propuso y aprobó la llamada “Ley Zan”, que prevé un aumento de las penas contra los delitos y la discriminación de homosexuales, transexuales, mujeres y discapacitados.

Con base en el texto del proyecto de ley aprobado por la Cámara en noviembre de 2020, los delitos relacionados con la homofobia se equipararían a los sancionados por el artículo 604 bis del código penal que contrasta el racismo y el odio por motivos religiosos, castigando con la pena privativa de libertad por motivos de discriminación sobre sexo, género, orientación sexual, identidad de género y discapacidad durante cuatro años.

El proyecto de ley también establece un día nacional contra la homofobia, lesbofobia, bifobia y transfobia, para promover una «cultura de respeto e inclusión más generalizada, así como para combatir los prejuicios, la discriminación y la violencia motivada por la orientación sexual y la identidad de género».

Es en este último punto donde la ley Zan se ha detenido durante varios meses debido a la obstrucción del partido la Liga del Norte, que siempre ha sostenido que la constitución italiana ya sanciona estos delitos y que no es necesaria una ley que obligue a hablar sobre esto en las escuelas, aunque sean sus propios miembros que la violan constantemente, pues han hecho de las frases contra la comunidad LGTBQ su bandera para atraer votos.

Frases como “Los gays son un desastre para la reproducción y conservación de la especie» (Alberto Zelger, todavía hoy concejal de la Liga del Norte en Verona) o “Si tuviera un hijo gay, lo quemaría en el horno” (Giovanni de Paoli, miembro de la Liga en Liguria), son sólo algunos de los muchos  ejemplos de las constantes agresiones de este partido hacia la comunidad LGTBQ.

Sin embargo, la discusión sobre la Ley Zan en los últimos meses ha estado en el centro de la opinión pública, y en los últimos días ha encendido aún más el debate público en Italia porque la discusión ya pasó al Senado (donde se espera la aprobación definitiva) pero que se ha atrasado porque incluso el Vaticano mandó una carta de protesta, argumentando que dicha ley afectaría la libertad de culto garantizada por el “Concordato” renovado en 1984 entre el estado italiano y el Vaticano, pero cuya historia data desde 1929 con la firma de los “pactos lateranos”, cuando el país era gobernado por Benito Mussolini.

Según la historia, estos acuerdos siempre los ha buscado y firmado la Iglesia con los estados totalitarios para asegurarse un margen de libertad (de ahí que se hayan firmado con la Italia fascista de Mussolini o con la Alemania nazista de Hitler).

Aunque llama la atención que hoy el Vaticano, con Papa Francisco al frente, haya enviado al senado una carta de protesta argumentando la violación de este acuerdo que desde los años 70 y 80 no utilizaba.

En la época, lo hizo en ocasión de la discusión de la ley para legalizar el divorcio (1 de diciembre de 1970) y posteriormente para la legalización del aborto (22 de mayo de 1978), cuando finalmente el parlamento aprobó el hecho que las mujeres pudieran acudir a una estructura sanitaria para interrumpir el embarazo en los primeros 90 días de gestación si es que así lo deseaban por los múltiples motivos por los que se puede decidir un aborto.

Desde entonces la Iglesia no se había pronunciado formalmente.

Tampoco tenía mucha necesidad visto que durante larguísimos años en Italia gobernó el partido de la Democracia Cristiana que iba muy acorde con la Iglesia, pero como nada es eterno, y la DC comienza a caer, con el ascenso de la izquierda al poder, la Iglesia empuja una renovación de los acuerdos y ya con Bettino Craxi (del Partido Socialista Italiano) firman el nuevo “concordato” en 1984.

Fueron tres cosas fundamentales y que marcaron una época: se quita la religión obligatoria en las escuelas y desde entonces se establece sólo una hora de religión a la semana que se vuelve optativa. También en ese año viene instituido el “8×1000” que es una manera para seguir financiando a la Iglesia, a través de los impuestos de los contribuyentes, pero de manera también opcional.

Son cosas que en cualquier otro estado laico no sería normal, pero en Italia fue una “sana evolución” después de 40 años de Democracia Cristiana y muchos otros más donde la Iglesia siempre ha mostrado todo su poder sin ningún pudor.

Con la llegada del nuevo siglo, la Iglesia se bate por dos temas especialmente: la fecundación asistida (en 2005)  y el reconocimiento de las parejas del mismo sexo (en 2006) que, aunque nunca escribe cartas al Estado italiano como tal, si organiza todas sus fuerzas para detener los referéndum donde se le preguntó el parecer a la población, logrando un atraso a la aprobación de dichas leyes, cuando en el resto de Europa ya era ley desde hace tiempo.

El reconocimiento de las copias de hecho en Italia llega con diez años de retraso y es hasta el 2016 cuando en el país se comienza a reconocerlas.

Ahora, el temor del Vaticano es que, con la Ley Zan, se castigue penalmente también a los sacerdotes  o miembros de la Iglesia que expresen su inconformidad con los homosexuales y de ahí que mandara la carta recordando el Concordato de 1984 que expresa la libertad de manifestación, pensamiento y de culto, que según la Ley Zan, lo interrumpiría, además de que no están de acuerdo que en las escuelas católicas se celebre también el 17 de mayo como fecha para celebrar la Jornada Mundial contra la homofobia y transfobia, instituida desde 2007 por la Unión Europea para condenar la discriminación contra esta comunidad, recordando así la fecha en que la OMS eliminó a la homsexualidad de la lista de enfermedades mentales (en el año 1990).

Sin embargo, sólo en Italia, se calcula que al día hay 50 casos de discriminación y violencia en un Estado que debería garantizar seguridad a todos. De ahí que el Presidente del Consejo de Ministros, Mario Draghi, ante la protesta del Vaticano, haya tenido que asistir al Senado para recordar que Italia es un Estado laico y que es el Parlamento quien hace las leyes.

Diversos estudios en el mundo han alertado sobre las tasas de suicidio dentro de la comunidad LGBTQ, que, comparados con el resto de la población, son mucho más altas.

Se ha demostrado que el trastorno depresivo y el consumo de drogas entre las personas LGBTQ causan un aumento significativo de los intentos de suicidio, especialmente después de la aprobación de nuevas leyes que discriminan a las personas homosexuales (como recientemente ocurrió en Hungria con la aprobación de la ley que equipara a los homosexuales con los pedófilos), razón por lo que la Unión Europea alzara la voz en contra.

 Siempre habrá grupos, gobiernos, instituciones, partidos que, en casos como éste, tratarán de obstaculizar lo que tendría que normalizarse para asegurar el bienestar de todos, pero mientras esto ocurre, sólo educando en la tolerancia, en el respeto y en el amor hacia todos podremos pensar que al final del arcoiris efectivamente encontraremos el tesoro de la empatía y la solidaridad, y sobretodo, que una preferencia sexual nunca más sea considerada delito o enfermedad.

Cynthia Rodríguez

Periodista mexicana radicada en Italia, donde ha sido corresponsal para varios medios. Autora del libro Contacto en Italia. El pacto entre Los Zetas y la 'Ndrangheta, sobre los lazos entre uno de los grupos criminales más antiguos del mundo y uno de los cárteles emergentes más temidos de toda la historia en México. Tiene una maestría en Migración por la Universidad de la Sapienza y otra sobre Combate a la criminalidad organizada y la Corrupción por la Universidad de Pisa.