Hace 12 años militares bajo el mando del general Felipe de Jesús Espitia, del Operativo Conjunto Chihuahua, detuvieron y torturaron a dos jóvenes, uno de ellos fue ejecutado. El sobreviviente mantiene un plantón desde el 29 de marzo frente a la Sedena para exigir reparación del daño
Texto: Daniela Rea
Fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- Óscar Kábata tenía 17 años cuando militares lo detuvieron en Ciudad Juárez y durante 96 horas lo sometieron a tortura física, sexual y psicológica.
El crimen en su contra fue cometido por soldados bajo el mando del general Felipe de Jesús Espitia, al frente del Operativo Conjunto Chihuahua, que lanzó el entonces presidente Felipe Calderón.
Han pasado 12 años desde entonces y ahora Óscar realiza un plantón afuera de las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional exigiendo reparación integral del daño.
“Yo tengo 12 años sin una vida normal: no tengo amigos, no tengo vida social, no tengo carrera, porque tengo depresiones mayores, ataques de pánico, no puedo establecer una relación porque he tenido intentos de suicidio, porque no pude lograr mis metas. Por eso quiero que se haga justicia, se castigue al general Espitia, a los soldados y se me compense económicamente con lo que yo quería ser: piloto aviador como mi tío, en la fuerza aérea. No se me hace justo -¿todo ese daño quién te lo repara?-, aparte de que vivimos tantas cosas, todavía nos hagan pasar por este mendigar justicia”, dice Kábata.
Óscar fue privado de la libertad con Víctor Manuel Vaca Prieto, a quien los soldados mataron frente a él; durante la tortura le dio un paro cardiorespiratorio y cuando estaba muriendo le dieron un tiro. “Escuché el tiro, frente a mí, entre risas y burlas”, recuerda. Los militares ocultaron el cuerpo de Víctor. Hasta el 2016, siete años después del crimen, pudo ser identificado y entregado a sus familias.
“Durante estos 12 años he estado en una búsqueda, junto con el papá de Víctor Manuel. Yo fui amenazado que me iban a matar, huí de la ciudad, pero al paso de años dije no tengo porque huir de nada, no hice nada malo”, dice Óscar Kábata, “regresé y cuando me regresé me uní al papá de Víctor en esta búsqueda de justicia”.
A finales del año pasado la Comisión Nacional de Derechos Humanos publicó la recomendación 38 VG / 2020 en la que reconoce los crímenes que sufrieron Óscar y Víctor. La recomendación tardó 11 años en emitirse.
“En estos años batallamos mucho para que nos dieran la recomendación a pesar de que hay gente de la cárcel, todo comprobado; la CNDH siempre se enfrasco en ayudar a la Sedena”.
Óscar y su mamá, acompañados de Erick Dischard (cuyo papá y tío fueron ejecutados por el Ejército), protestan desde hace 49 días afuera de la Sedena. Exigen reparación del daño y castigo a los culpables.
“Lo único que pido es que cumplan con lo que ellos mismos dijeron, que se me otorgue una reparación integral y que se castigue al general Espitia. Yo quiero justicia y la justicia para mí es que los responsables estén en la cárcel y que tenga una reparación justa”, reclama Óscar, que hoy tiene 29 años.
Actualmente, Óscar pelea que Sedena y Comisión Ejcutival de Atención a Víctimas (CEAV) hagan la reparación del daño considerando que desde hace 12 años no ha podido tener una vida normal, consecuencia de la tortura física, sexual y psicológica que sufrió.
El 26 de febrero del 2009, a las 23:45 aproximadamente, Óscar estaba en el estacionamiento de un negocio de comida, con otro hombre, identificado como Víctima 2 en la recomendación de la CNDH, cuando vio que llegaron soldados en unas 7 o 9 camionetas pick-up. Los militares, narró Óscar a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, con armas y algunos con pasamontañas, se acercaron uno gritó “todos al piso”.
A Óscar los militares se acercaron y le preguntaron por su vehículo, él lo señaló y les entregó las llaves. De inmediato lo subieron a la caja de una camioneta y desde ahí alcanzó a mirar que otros soldados bajaron a su compañero de la camioneta y le apuntaron con armas.
A su compañero también lo subieron a la camioneta militar y a ambos los esposaron y les pusieron unos pasamontañas; arrancaron la marcha.
Óscar escuchó que uno de los militares dijo que “El mecánico” los recogería. Esto es importante porque en distintos momentos de los días que estuvo detenido por los militares, “El mecánico” era nombrado de manera constante como alguien que daba órdenes.
La camioneta en las que llevaban a Óscar y su compañero se detuvo y los cambiaron a una camioneta van color blanca. Luego llegaron a un lugar a donde los bajaron. Ahí lo golpearon con patadas en la espalda, las nalgas y los testículos; también golpearon a su compañero.
A partir de ese momento a Óscar y a su compañero los sometieron a tortura: metieron su cabeza en una cubeta de agua mientras le preguntaban “¿en dónde está la secuestrada? No te hagas pendejo, la regidora”.
Óscar y su compañero fueron torturados cuando estaban separados y juntos. Con golpes, con intentos de asfixia (le colocaron una bolsa de plástico en la cara).
Óscar narró a la CNDH que los soldados les preguntaron por otra persona más (Víctima 3), a lo que el compañero de Óscar respondió que él sabía, que él los podía llevar, y uno de los soldados dijo: “Aquí, Mecánico, vamos rumbo al punto, espérenos”. Una hora después volvieron con Víctima 3.
Ya había pasado un día desde la detención, ya era 27 de febrero, estaban los detenidos en un cuarto con soldados, que tenían una tele prendida, ahí Óscar pudo escuchar en las noticias que la mamá de Víctima 3 exigía su liberación. De inmediato los soldados apagaron la televisión y se lo llevaron.
A Óscar lo llevaron con su compañero, Víctima 2, y de nuevo los golpearon y les cuestionaron por la secuestrada, la regidora.
“Después escuché a V2 agitado, como si le costara trabajo respirar, cerca de 5 minutos y después ya no habló y uno de los militares dijo ‘este buey ya se murió’”, recuerda Óscar. “Los soldados salieron del cuarto y estaban discutiendo, ‘que se les había pasado la mano’. Luego escuché una detonación de arma de fuego y después de unos 10 minutos me quité el pasamontañas y vi que V2 tenía el balazo en la frente y un poco de sangre que le escurría del lado derecho de su cara”.
Óscar escuchó que sacaron el cuerpo y después le llegó un olor a cloro.
De nuevo, otro hombre llegó y preguntó por el secuestro de “la regidora”, cuando Óscar respondió que no sabía, el hombre le dijo “lo que yo hago es matar, yo he estado por muchos estados, a eso nos dedicamos nosotros, a limpiar la marranada, que son secuestradores, extorsionadores, narcos” y que su nombre significaba “soldado de Dios” y después se retiró.
Llegó la madrugada del 28 de febrero, Óscar escuchó el timbre de un celular y que respondieron “aquí adelante, mecánico”.
A Óscar lo sacaron de ese lugar para llevarlo a la caja de un camión, le cerraron la cortina, lo dejaron esposado con las manos hacia atrás. Después de unas 4 horas abrieron la cortina del camión y entró un soldado. “Me bajó mi ropa interior y comenzó a violarme”, recordó Óscar.
La madrugada del 1 de marzo un soldado lo sacó del camión, le volvieron a cuestionar por “el secuestro de la regidora” y lo golpearon entre tres soldados, lo desnudaron y lo golpearon con una tabla con huecos por alrededor de una hora.
Luego, un hombre que dijo llamarse “Soldado de dios” le ofreció comida y le dijo que lo iban a matar “porque no les servía”. Le dijeron que si ponía una casa con armas, drogas o dinero lo liberaban. Óscar dijo que les llevaría a una casa donde vendían marihuana, llegaron a la casa y luego le pidieron que lo llevaran a otro lugar.
Ya era el 2 de marzo. Óscar escuchó que al soldado que conocían como “el mecánico” le dijeron que lo mandara a bañar y a vestirse.
Lo subieron a una camioneta y lo trasladaron a un terreno baldío afuera de la ciudad, donde estaba su automóvil. Le pusieron un CD y le dijeron que tenía que esperar a que pasaran tres canciones y entonces se iba.
El 3 de marzo a la medianoche, llegó a su casa. Como no había nadie, se dirigió a casa de una amiga de su mamá.
La CNDH publicó la recomendación 38VG/2020, por violaciones graves a los derechos humanos, en la que señala que la Sedena es responsable por la detención arbitraria, la privación de la libertad, la tortura física, psicológica y sexual que sufrió Óscar, Víctima 2 y Víctima 3; además del asesinato de Víctima 2. Estos hechos son atribuibles a 6 soldados.
No sólo eso, sino que para la CNDH la Sedena es omisa y obstruye las investigaciones.
“La falta de información veraz por parte de la SEDENA representa una obstrucción a las facultades de investigación de la Comisión Nacional y un incumplimiento de las autoridades a su obligación de entregar información fidedigna”.
“Esta Comisión Nacional puede establecer válidamente que V1, V2 y V3 fueron detenidos arbitrariamente por elementos militares en dos momentos distintos. V1 y V2 el 26 de febrero de 2009 a las 23:45 horas al estar en el Negocio de comida. V1 fue puesto en libertad en la noche del 2 de marzo de 2009, aproximadamente a las 24:00 de ese día, según se desprende de sus manifestaciones realizadas ante los Órganos Ministeriales y ante la Comisión Nacional, por lo que se estima que estuvo retenido alrededor de 96 horas”.
La CNDH ordenó a la Sedena reparar el daño de las víctimas de manera integral, con atención psicológica, con una compensación económica que sea apropiada y proporcional a la gravedad del daño en la vida de las víctimas.
“Ésta se otorgará por todos los perjuicios, sufrimientos y pérdidas económicamente evaluables que sean consecuencia del delito o de la violación de derechos humanos”.
El Operativo Conjunto Chihuahua, lanzado por Felipe Calderón en el 2008, tuvo como consecuencias graves violaciones a los derechos humanos como tortura, ejecuciones extrajudiciales, abuso de autoridad, desaparición de personas.
Organizaciones de la sociedad civil llevaron los crímenes cometidos bajo el mando de este operativo ante la Corte Penal Internacional, alegando crímenes de lesa humanidad. Las organizaciones lograron reunir el testimonio de daño cometido contra 117 víctimas de tortura.
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