El problema con Sembrando Vida no es la idea en abstracto: es que su ejercicio es muy complicado y en México se ha hecho muy mal. Ése es también el problema con la propuesta del presidente sobre expandir el programa a Centroamérica con recursos de Estados Unidos
Twitter: @eugeniofv
El presidente Andrés Manuel López Obrador participó en la reciente Cumbre del Clima e hizo una propuesta “extraña y difícil”, como con tanto tino la describió Alberto Nájar. Según el mandatario mexicano se debería expandir el programa Sembrando Vida a Centroamérica con recursos de Estados Unidos y a cambio de eso después se ofrecerían visas a los participantes siguiendo ciertos condicionantes. La respuesta de muchos actores y detractores del presidente no se hizo esperar, pero dejó mucho qué desear. Como ocurre demasiado a menudo cuando el presidente habla de cambio climático y de temas ambientales, todas las partes en el debate inmediato se quedaron cortos de lo necesario para que el país vaya a mejor.
Una de las reacciones más estridentes fue reprochar a López Obrador que hablara de migración en una cumbre sobre cambio climático, como si eso fuera consecuencia de leer poco o de ignorarlo todo. Eso es un error. El cambio climático tiene todo que ver con la migración. Sin ir muy lejos, según el reporte más reciente sobre el Estado del Clima Global de la Organización Meteorológica Internacional del sistema de Naciones Unidas durante la última década “los eventos relacionados con el clima detonaron en torno a 23.1 millones de desplazamientos en promedio cada año”.
Quienes reprocharon al presidente que hablara sobre migración añadieron también que los anfitriones estadounidenses habían advertido que el tema migratorio no se trataría en la reunión, que no estaban “enfocados en la interacción de temas” y que “ésta no es una conversación sobre migración, sino una conversación sobre cambio climático”. Eso, sin embargo, es lo que ellos —que son los grandes responsables del desastre— quieren que se haga: aprovechar el tema climático para relanzar sus economías y canalizar nuevas inversiones, y eso no necesariamente es lo que más conviene a México ni al mundo en desarrollo. Lo que a nuestros países conviene más es que Estados Unidos y el resto del mundo desarrollado mitiguen sus emisiones y que también lidien con las consecuencias del desastre que provocaron, y eso implica hablar de migración, entre otros temas.
Otro elemento es que muchos comentaristas en México piensan que los grandes contaminantes del mundo se toman en serio el tema —más en serio que México, por lo menos—, pero eso no es cierto. México ha reducido sus emisiones por dólar de producto interno bruto más rápido que Japón, por ejemplo, hasta un 36 por ciento de lo que registraba en 1990 —Japón registra una reducción de apenas 33 por ciento en ese periodo—. Francia se ubica en 34% y Estados Unidos en 30%, por ejemplo. No es que México haya hecho las cosas especialmente bien: es que la mayoría las han hecho más o menos igual de mal.
El problema con este tipo de reacciones no es solamente que son errores, sino que distraen del fondo del asunto y de los verdaderos problemas que tiene una propuesta que puede salir muy mal. El programa Sembrando Vida está lejos de ser ejemplar. Se ha ejercido con opacidad, con muchos problemas con el gasto y con un marcado autoritarismo. Aunque no parece ser del todo cierto que provoca un aumento en la deforestación en el sureste mexicano, sí es cierto que ha fracasado y que no ha servido ni para restaurar la biodiversidad ni para frenar su erosión. En ese sentido, es una mala idea expandirlo a otros países como se lo ha puesto en marcha en México.
Está, además, la duda de cómo se lo ejercería y quién lo haría —como Nájar ya explicó también muy bien—. ¿El dinero se iría a las organizaciones no gubernamentales con presencia en los territorios? ¿A las entidades ambientales de los gobiernos centroamericanos? ¿Directamente a productores y comunidades? ¿De qué tamaño, con qué capacidad de monitorear lo que se está haciendo? El problema con Sembrando Vida no es la idea en abstracto: es que su ejercicio es muy complicado y en México se ha hecho muy mal. Ése es también el problema con la propuesta del presidente.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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