¿Por qué insistir en que las escuelas deben estar abiertas si la ola de contagios y muertes no han parado en muchas partes del mundo?
Cynthia Rodríguez
¿Por qué en algunos países, los estudiantes, madres y padres de familia y maestros protestan contra la Didáctica a Distancia o clases en línea, y en otros lugares parece que seguimos esperando a que alguien más tome la decisión, no de abrir las escuelas, sino al menos de quejarse para que lo hagan o buscar alternativas?
¿Por qué algunos creen que es más seguro tener las escuelas cerradas que abiertas? ¿Por qué insistimos en pensar que con las escuelas cerradas, nuestros hijos estarán al seguro si muchas de las actividades no esenciales han abierto desde hace muchos meses e incluso, en algunos países nunca cerraron?
¿Es que en algunos lugares existe una conciencia social más fuerte que en otros respecto al Covid-19 y sus consecuencias?
Las respuestas, donde casi siempre se asomará el miedo, pudieran parecer obvias pero no lo son.
El jueves pasado tuve la oportunidad de participar en la última tertuliana organizada por Pie de Página y escuchar tantas realidades me confirmó que los problemas cambian, ya no digamos de continente a continente, o de país a país, sino de región a región, de municipio a municipio, o de colonia a colonia y efectivamente hay situaciones que no se deben tratar ni pensar igual, pues como ahí se dijo, no es lo mismo una escuela en Iztapalapa que en Cuauhtémoc, que en la Sierra de Oaxaca que en Sonora o en lugares donde el problema del agua lleva años sin resolverse y hablar de medidas de higiene, resulta simplemente ocioso.
Pero insisto en una pregunta: ¿Por qué hay lugares donde la comunidad se organiza, protesta y exige para que los hijos y alumnos puedan regresar a clases y en otros permanecen impasibles?
¿Podemos las madres, los padres, los alumnos, los maestros seguir esperando a que las vacunas realicen el milagro de alcanzar verdaderamente la inmunidad de rebaño o al menos calmar a esta pandemia?
Yo creo que no y lo digo desde una perspectiva de madre y de periodista que ha vivido momentos críticos en un país donde el virus ha sido terrible, donde el miedo y la desesperación también nos carcomieron, pero donde, considero, hay una conciencia social mucho más fuerte de la que veo en otras partes del mundo.
En los casi 15 años que viví en Italia, algo que siempre he admirado de muchos italianos es su capacidad de reacción ante los problemas sociales, y cuando llegó la pandemia no fue la excepción.
Al principio, obviamente todos vivimos el desconcierto de tenernos que enfrentar a lo desconocido, a las muertes inexplicables , a la exageración.
Pero conforme iba avanzando el tiempo, las actividades se reactivaban pero las familias y con ellas, los estudiantes seguían relegándose, estalló la chispa. Desde entonces las manifestaciones no han parado y las escuelas volvieron al centro del debate.
A estas alturas de la pandemia, sí creo que es muy necesario seguir insistiendo que las clases a distancia no deben ser vistas aún como la solución, sino que, a un año de distancia, se han convertido en un problema más a enfrentar.
La soledad, la angustia, la depresión que millones de niños y jóvenes están experimentando en este periodo es algo que no podremos evitar en los próximos años. Los repartos de neuropsiquiatría infantil, en Italia por ejemplo, se han convertido en las “otras” terapias intensivas, donde están tratando de curar las heridas invisibles de los niños como consecuencia del Covid-19 con los confinamientos que se alargan, las escuelas que han vuelto a cerrar y las familias bajo un estrés que va creciendo cada día.
De un año para acá, el espacio seguro que podía representar cada escuela continúa clausurado y eso obviamente tiene consecuencias: más pobreza, violencia y marginación social que no todos podrán superar.
Hemos tenido más de 365 días para darnos cuenta de que las cosas sí estaban mal, de criticar y de lamentarnos, pero seguir a la espera del “milagro” para que los estudiantes puedan regresar a clases, me parece algo más que raya sólo en los buenos deseos.
Es el momento de comenzar, al menos, a preguntar qué está pasando con los recursos que se destinaban a las escuelas antes de la pandemia. Con el dinero que las autoridades se están ahorrando en desayunos y comidas escolares, si han habido mejores en cada entorno educativo, si en la parte médica se han podido hacer estudios científicos para saber cómo está afectando realmente el Covid en los niños.
Hace dos días justo en Italia, donde repito, las escuelas volvieron a cerrar, se dio a conocer el último estudio entre varias universidades sobre la relación entre las escuelas abiertas y la propagación de contagios por coronavirus y los resultados (publicados en la revista The Lancet Regional Health – Europe) son que “el aumento de la epidemia entre octubre y noviembre de 2020 no se puede atribuir a la apertura de escuelas” y “cómo, además, su cierre total o parcial en dos regiones italianas no afectó la disminución del ahora famoso índice Rt”.
Luca Scorrano, coordinador del estudio y responsable del departamento de Biología de la Universidad de Pádova explicó: “La relación entre la propagación del Covid-19 y la escuela en presencia es un tema complejo, que debe abordarse con rigor científico y sin prejuicios, a través de estudios epidemiológicos en profundidad. Por tanto, comparamos la incidencia de Covid-19 entre estudiantes y personal escolar (docentes y no docentes) con la de la población general, del mismo rango de edad en el caso del personal escolar. Evaluamos si, concomitantemente con la apertura de la escuela, la incidencia de Covid-19 aumentó antes entre las personas en edad escolar que en la población general, si los estudiantes o el personal escolar positivo a Covid-19 causaron brotes de Covid-19 en las escuelas, si el los brotes en contextos escolares fueron causados principalmente por estudiantes, y finalmente si a nivel de las diferentes regiones italianas el aumento en el índice Rt siguió las fechas de apertura de la escuela (diferente de región a región) en un intervalo de tiempo constante. Un intervalo de tiempo constante entre la apertura de las escuelas y el aumento del índice Rt sería de hecho un importante indicador de correlación entre las escuelas en la presencia y circulación viral en la población general «.
Y subrayo sus últimas palabras: Ante la falta de pruebas sólidas de que la escolarización contribuya significativamente a la propagación de la pandemia, nos parece que el beneficio no está claro y que el riesgo aquí es sobre todo el de las graves repercusiones que el cierre de las escuelas genera en el país: salud de niños y adolescentes».
Noticia de las últimas horas, es que al menos en Italia han tomado en cuenta estos estudios y que todas las escuelas primarias y secundarias abrirán a partir del 6 de abril, incluso en las zonas rojas.
Eso y que Pfizer-Biontech iniciará sus estudios de la vacuna para los niños de 6 meses a 11 años ya es una manera de decir que, al menos, en algunas partes del mundo, se elegirá la escuela.
Periodista mexicana radicada en Italia, donde ha sido corresponsal para varios medios. Autora del libro Contacto en Italia. El pacto entre Los Zetas y la '
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