Nos toca elegir a las personas capaces de guiarnos fuera de un año de miedo, muerte, imprevisibilidad, duelo y pérdidas de ahorros. Pero los partidos políticos nos orillan a elegir entre cantantes, deportistas, influencers y carroñeros. Candidatos que destacan por polarizar, no por proponer, y por hacerlo ante un panorama desolador. Merecemos más
Twitter: @luoach
Ha comenzado la temporada electoral para las elecciones intermedias de 2021. Empezaron a publicarse listas de precandidatos y con ello ha quedado claro algo más. Ni por parte de Morena ni por la oposición existe un posicionamiento de personas con la trayectoria, capacidades o perfil necesarios para desarrollar política pública que represente a la población y sea capaz de resolver los problemas del presente.
Pareciera una broma de mal gusto, especialmente después de un año de pandemia, lleno de incertidumbre, pérdidas humanas y económicas; con el reto de vacunar a la población entera de manera efectiva y eficiente y con años por venir donde tocará reconstruir o reimaginar al país después de esta crisis sanitaria. Pero los partidos políticos se han concentrado en posicionar uno de dos tipos de personas para las candidaturas de las elecciones: individuos populares (que no destacados o capaces) y gente que ha sabido navegar y explotar el sistema de partidos a su beneficio (a costa de aquellos a quienes pretende representar). Los partidos políticos buscan ganar votaciones como un fin en sí mismo, sin aclarar o proponer proyectos de gobierno.
Los partidos políticos están proponiendo figuras públicas para representarnos. Personas que, por sus trayectorias profesionales –ajenas a la política–, alcanzaron un nivel de popularidad y afabilidad difícilmente igualable. Entre ellos se encuentran famosos y miembros de la farándula que aspiran a cargos públicos como: Lupita Jones, mejor conocida por ser ganadora del certamen de Miss Universo en 1991, quien contempla la candidatura a gobernadora de Baja California por una coalición entre el PAN, PRI y PRD; la cantante “Paquita la del barrio”, cuyo nombre completo es Francisca Viveros Barradas, precandidata para una diputación de Veracruz por Movimiento Ciudadano; Rommel Pacheco, clavadista olímpico mexicano, se registró como precandidato por el PAN para diputado federal de Yucatán; Jorge Campos, otro deportista popular por haber sido portero en la selección nacional mexicana, busca contender por la presidencia municipal de Acapulco o una diputación federal en Guerrero. Estos son solo algunos de los famosos que buscan ocupar algún cargo de representación popular en diferentes niveles de gobierno y, como escribe Carlos Elizondo Mayer-Serra, “estos personajes no suelen funcionar como esperan los ciudadanos que votan por ellos. Gobernar parece fácil desde afuera, pero es sumamente complicado […]”.
Además de las personas que eran populares y conocidas por trayectorias en el mundo del entretenimiento o el deporte, está el perfil de personas conocidas principalmente por su presencia en redes sociales. Independientemente de sus grados académicos, estas personas son relevantes por sus números de seguidores en Twitter o fans en Facebook. En general se trata de personalidades que polarizan la opinión pública y argumentan con base en falacias para convencer personas de manera emocional e irracional. Entre ellos están personas como Renata Turrent, candidata a diputada por la alcaldía Benito Juárez y conductora de un programa de televisión pública con 59 mil seguidores en Twitter; Alfonso Flores Durón y Enciso, precandidato a diputado federal para la alcaldía Benito Juárez y colaborador del blog pro gobierno El Soberano con 12 mil seguidores en Twitter; Camila Martínez, candidata a concejala la Alcaldía Benito Juárez con 28 mil seguidores en Twitter; y el Youtuber Paul Velázquez Benítez, el hombre que acudía a las mañaneras del presidente López Obrador junto con los periodistas y siempre traía un parche en el ojo; también recordado como el tipo que deseó que balacearan a una periodista.
En un tercer grupo de candidatos se encuentran quienes navegan el sistema de partidos desde sus lugares menos transparentes y más turbios. Este grupo está encabezado por José Félix Salgado Macedonio, un hombre de 64 años que se perfila como candidato para la gubernatura de Guerrero. No es la primera vez que Salgado Macedonio contiende por este puesto, ni la segunda. Ya lo había intentado en 1993 y 1999. También fue presidente municipal de Acapulco entre 2005 y 2008. Además de ser un viejo actor en el terreno político, a Salgado Macedonio se le han presentado tres acusaciones por violación; sin embargo, la dirigencia de Morena prefiere respaldar y solapar a una persona con graves acusaciones penales y éticas, antes de sacarlo de la jugada.
Por último, quizá el peor grupo de todos: la combinación de aquellos que son populares en redes sociales, pero además han sabido navegar en el sistema. Aquí están hombres como Samuel García, senador de Nuevo León por Movimiento Ciudadano, que busca la gubernatura de ese estado; y Antonio Attolini, ex asesor legislativo que actualmente busca ser candidato a diputado federal de Torreón con Morena.
En el caso de García, se trata de una persona que evidentemente se ha sabido colocar en la estructura del partido Movimiento Ciudadano como actual senador. Además ha crecido enormemente en popularidad gracias su uso de redes sociales, y en especial, como escribe Alex González Ormerod en Rest of World, gracias a la verdadera estratega detrás del a comunicación política de García: Mariana Rodríguez Cantú, su esposa, una “empresaria, influencer con 1.2 millones de seguidores en Instagram […] y componente crucial de su campaña política.”
En lo que respecta a Attolini, ha sido asesor legislativo y actualmente trabaja en la Coordinación Técnica de Vinculación Internacional del IMSS, pero su trayectoria es más destacada por lo que no ha sido: fue candidato fallido a una diputación plurinominal con el PRD en 2015 y aspirante –fallido también—a la secretaría general de Morena en 2020; buscó una posición en la embajada de México en Estados Unidos en 2019, intento que tampoco se materializó pero quedó plasmado en una columna de Salvador Camarena para El Financiero donde se evidenciaba su falta de capacidades para el puesto.
Vienen las elecciones intermedias del 2021, donde le toca a los mexicanos elegir a sus representantes en la segunda mitad del sexenio, sí; pero de manera mucho más importante, nos toca elegir a las personas capaces de guiarnos fuera de un año de miedo, muerte, imprevisibilidad, duelo y pérdidas de ahorros. Nos toca elegir a quienes nos van a representar en las discusiones que delineen el camino a seguir en los años donde toque reconstruir, repensar, proponer y ofrecer salidas creativas a dos años de encierro. Nos toca escoger a quienes puedan diseñar, elegir, evaluar, comparar e implementar planes de política pública que brinden certidumbre y fortalezcan las instituciones que puedan responder ante las crisis que ya arrastrábamos, las que se acumularon y las que vendrán. Y los partidos políticos, peleándose por ganar títulos sin importarles en el sustento de sus propuestas, nos orillan a elegir entre cantantes, deportistas, influencers y carroñeros. Los candidatos del 2021 destacan por polarizar, no por proponer, y por hacerlo ante un panorama desolador. Merecemos más que eso.
Ha participado activamente en investigaciones para The New Yorker y Univision. Cubrió el juicio contra Joaquín El Chapo Guzmán como corresponsal para Ríodoce. En 2014 fue seleccionada como una de las diez escritoras jóvenes con más potencial para la primera edición de Balas y baladas, de la Agencia Bengala. Es politóloga egresada del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y maestra en Periodismo de investigación por la Universidad de Columbia.
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