El sacerdote Aristeo Baca, acusado de violación y abuso sexual de una niña, se amparó para no responder el interrogatorio del Ministerio Público ni de la asesora jurídica de la víctima, y solo contestó preguntas a Maclovio Murillo, secretario del Ayuntamiento de Juárez con licencia, a quien un día antes sumó a su equipo de defensores
Texto: Blanca Elizabeth Carmona/ La Verdad
Fotos: Rocío Gallegos
CIUDAD JUÁREZ.- El sacerdote Aristeo Baca se declaró inocente de la acusación formulada en su contra por violación y abuso sexual de una niña de su feligresía. Rompió el silencio en el octavo día del juicio oral abierto en su contra, al declarar por primera vez desde su detención, el 9 de febrero del 2019. Durante su comparecencia solo aceptó responder a las preguntas de su defensa y se negó a contestar el interrogatorio del Ministerio Público y de la asesora jurídica de la víctima, al acogerse al derecho que le concede la ley para no autoincriminarse o no declarar contra sí mismo.
Ante el Tribunal de Enjuiciamiento, el sacerdote consideró que el móvil de la denuncia en su contra es por el manejo del dinero de las limosnas y diezmos que llevaban los padres de la víctima en su parroquia, Santa María de la Montaña. Su sospecha se basa en que los ingresos de esa comunidad religiosa aumentaron cuando ellos dejaron de desempeñarse como tesoreros, se desprende de lo que narró ante los jueces.
Después de ser protestado para presentar su testimonio con la verdad, el párroco dio respuesta a las preguntas de uno de sus siete abogados, el secretario del Ayuntamiento de Ciudad Juárez con licencia, Maclovio Murillo Chávez, a quien un día antes nombró su defensor.
“Usted ha escuchado aquí las imputaciones que se le hacen, ¿qué nos podría decir acerca de los hechos que le acusa la Fiscalía?”, cuestionó Murillo al iniciar el interrogatorio frente a los tres jueces que integran el Tribunal de Enjuiciamiento, así como la agente del Ministerio Público y la asesora jurídica de la víctima.
El padre Aristeo respondió: “son totalmente falsos, yo no he hecho lo que dicen”.
En otro momento de su declaración, el párroco contó que con los padres de la víctima tenía una relación de amistad: “amistad muy hermosa que logramos construir y como su pastor velaba por el crecimiento de su fe”.
El acusado explicó que el matrimonio estaba a cargo del grupo de liturgia, especialmente de preparar todo lo necesario para la misa de las 8 de la mañana de los domingos, y también eran los tesoreros de esa comunidad católica.
Como tesoreros, dijo Aristeo, los papás de la víctima recogían el dinero que los fieles aportaba en la parroquia Santa María de la Montaña, recibían el diezmo proveniente de otras cuatro capillas y de las actividades económicas, cuando se realizaban; contaban el dinero, lo metían en bolsas y lo guardaban en una caja fuerte de la que tenían la combinación para después preparar los depósitos bancarios.
El presbítero señaló al Tribunal de Enjuiciamiento que los padres de la víctima se desempeñaron como tesoreros de la parroquia hasta marzo del 2018 cuando, aseguró, él les quitó esa responsabilidad, sin precisar por qué tomó esa decisión.
A partir de esa fecha se incrementó el monto que se recolectaba anualmente, aseguró al dar respuestas a las preguntas que su abogado leía de unas hojas de papel, esto último de acuerdo con personas presentes en la audiencia.
“¿Hubo algún cambio en la colecta cuando los padres de la menor dejaron la tesorería?”, preguntó el abogado. Aristeo contestó: “sí, fue muy notable. Del 2015 al 2017 el promedio anual que se colectaba era 128 mil pesos. En el año que fue el cambio a otras personas se disparó a 509 mil pesos”.
El defensor cerró su interrogatorio cuestionando “¿existe algún móvil para que usted haya sido acusado de los hechos que se le atribuyen?”. El cura respondió: “obviamente es el dinero”.
Antes, el abogado cuestionó al clérigo en qué fecha los papás de la víctima se enteraron que los ingresos de la parroquia habían aumentado; Aristeo respondió que el 2 de diciembre del 2018, cuando estaban preparando la peregrinación guadalupana él se lo dijo al papá de la niña.
Esa fecha coincidió con el dato aportado por la mamá de la víctima, quien señaló al Tribunal de Enjuiciamiento que el 2 de diciembre del 2018, al terminar una misa celebrada por la tarde, ella se enteró de las atrocidades que su hija había sufrido a manos de Aristeo. Esto lo expresó la mujer al rendir su declaración en el juicio oral, el pasado 25 de enero.
Al proseguir con su versión ante los juzgadores Aristeo Trinidad expuso que después de avisar a los padres de la víctima que los ingresos aumentaron cuando ellos dejaron de ser tesoreros, “se empezó a enfriar la relación de amistad” que él tenía con el matrimonio y éstos empezaron a dejar de ir a la comunidad parroquial hasta que finalmente se ausentaron de forma total.
El párroco indicó que la última vez que él habló con el padre de la menor fue en enero del 2019, cuando acudió al lugar donde trabajaba el jefe de familia.
“Fui para pues motivarlo, para que regresara a la comunidad, a la parroquia. Por una razón elemental, les echábamos menos”, afirmó Aristeo, para luego asegurar que recibió puras evasivas por parte del papá de la víctima.
Esta fecha también coincide con un dato aportado por el padre de la niña. Al declarar, en el juicio, que el 19 de enero del 2019 Aristeo fue a buscarlo a su trabajo para pedirle perdón por las agresiones sexuales que sufrió su hija y que él optó por aceptar la disculpa porque en ese momento no sabía con precisión qué había sucedido.
Incluso durante la declaración del papá de la víctima, la agente del Ministerio Público exhibió a los jueces, y después incorporó como prueba en el juicio un video captado por las cámaras de seguridad de la empresa donde laboraba el hombre a fin de exhibir que Aristeo había estado en ese lugar entrevistándose con el papá de la víctima.
En otra parte de su declaración el sacerdote acusado de pederastia aseguró ante los jueces que él nunca se quedaba a solas con la niña víctima, pues cuando “el papá se iba por ahí a tocar las campanas había jóvenes o personas mayores con nosotros en el comedor tomando café y algún pan y las puertas estaban totalmente libres para que accesar a la gente que quisiera (sic)”.
La puerta que conectaba la sacristía con la casa parroquial siempre estaba abierta y las personas que trabajaban preparando la misa, así como cualquiera otra, podían entrar, aseguró.
En la acusación presentada por la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delitos por Razones de Género (FEM) en contra del clérigo se establece que él cometió una violación a finales de diciembre del 2015 en el interior de la casa parroquial del templo Santa María de la Montaña ubicada en la calle General Lorenzo Avalos, de la colonia Santa María, cuando la víctima tenía apenas 8 años.
El abuso sexual presuntamente fue perpetrado por el sacerdote en septiembre de 2016, también en la casa parroquial, al momento que la niña contaba con 9 años, y una segunda violación presuntamente sucedió el 28 de enero del 2018, en el mismo lugar. Para ese año, la víctima tenía 10 años, de acuerdo con datos oficiales.
En el juicio oral el Ministerio Público y la asesora jurídica de la víctima ya presentaron a todos sus testigos y desde el 3 de febrero la defensa comenzó a desahogar sus pruebas.
Durante el séptimo día del juicio oral en su contra, el sacerdote Aristeo Baca nombró ante el tribunal a Maclovio Murillo Chávez, secretario del Ayuntamiento de Juárez con licencia, como otro integrante de su equipo de abogados en el juicio que se le sigue por violación y abuso sexual de una niña.
Previo a comenzar con la presentación de sus testigos en el juicio oral en su contra, duplicó el número de sus defensores con nuevos nombramientos, entre los que incorporó a Murillo Chávez.
Al inicio del juicio oral, Aristeo estaba representado por cuatro abogados: Sergio Mauricio González González, Perla López, Emilio de la Rosa y Jorge Alberto Soto Adame, éste último lleva la voz de la defensa.
Unas horas antes de presentarse a la diligencia judicial, Murillo solicitó un permiso por un periodo de siete días para separarse de su cargo como secretario del Ayuntamiento de Juárez, de acuerdo con el oficio SA/015/2021, dirigido a Alfredo Seáñez Nájera, encargado del despacho de la Presidencia Municipal por ausencia del alcalde Armando Cabada Alvídrez –quien goza de un permiso de ausencia.
Antes de ausentarse de su cargo, durante el fin de semana, en redes sociales se difundió una carta en la que presuntamente Maclovio Murillo daba a conocer su opinión sobre el caso penal seguido en contra del sacerdote, donde se afirman que Aristeo es inocente y públicamente ha sido tratado como culpable, lo que “enerva el proceso hasta logar su efecto corruptor que bien podría originar su nulidad”.
Después de los nuevos nombramientos, el vicario General de la Diócesis de Ciudad Juárez, José René Blanco Vega, rindió declaración, esto luego de que desatendió el llamado para ofrecer su testimonio en la audiencia del 2 de febrero.
Al ser interrogado por la asesora jurídica de la víctima, Diana Edith Torres, el vicario dijo que en 1966, Aristeo era dueño de una tienda que estaba en contra esquina de la Catedral y se desempeñaba como presidente de la Acción Católica de la Diócesis. Además, explicó que éste aseguró económicamente a su mamá y luego entró al seminario, donde ambos coincidieron.
El testigo también señaló que Aristeo fue ordenado sacerdote el 10 de junio de 1977, por el entonces obispo de Ciudad Juárez, Manuel Talamás Camandari; estudió Teología en Salamanca, España y ha desempeñado diversos cargos en la Diócesis de Juárez: fue cura en la parroquia “Dios Padre” de 1977 a 1982; rector del santuario de San Lorenzo; vicario de Pastoral, de 1982 hasta 1992; y el 8 de octubre de 1993 fue designado como titular parroquia Santa María de la Montaña hasta el 2019, cuando fue detenido por presuntamente haber cometido dos violaciones y un abuso sexual en contra de una niña que era parte de esa comunidad católica.</p>
El vicario también dijo que durante su sacerdocio y hasta el presente año, Aristeo fundó y dirigió el desarrollo comunitario “Santa María” que abarca un orfanatorio, un hospital, un asilo de ancianos y un colegio donde se brinda educación básica.</p>
“Durante todo el tiempo que el padre ejerció su ministerio nunca se recibió queja alguna por el desempeño de sus funciones o por algún comportamiento inadecuado hacía ninguna persona, llámese niño, joven o adulto”, expresó con voz pausada Monseñor Blanco.
El jerarca católico preciso que debido a la denuncia penal que motiva este juicio oral, a Aristeo se le suspendió el derecho del ejercicio del ministerio pastoral, es decir no debe oficiar misa ni dar los sacramentos.
Blanco Vega fue el único testigo ofrecido por la Asesoría Jurídica de la víctima durante el séptimo día del juicio, con el que al parecer tenía como propósito acreditar que al momento en que presuntamente sucedieron los ataques sexuales contra la víctima, Aristeo era sacerdote.
Las pruebas de la defensa del religioso acusado de pederastia iniciaron con la declaración de una mujer quien visitó a Aristeo en unas 10 ocasiones en la vivienda donde estaba sujeto a la medida cautelar de prisión domiciliaria, pues a él no se le envió al Cereso.
Al responder a las preguntas del abogado defensor que lleva la voz, Jorge Alberto Soto Adame, esa testigo señaló que desde hace 25 años conoce al presbítero ya que él celebró su boda y después ella se sumó a la obra social de Baca como una colaboradora.
El testimonio de la declarante fue enfocado, por parte de la defensa, respecto a la conducta que ella vio en Aristeo ante la feligresía y particularmente hacía los niños. La testigo dijo haber observado mucho respeto del párroco hacía los fieles y a la inversa.
Con relación a los ataques sexuales presuntamente cometidos por Aristeo Trinidad, la testigo expresó “no sé absolutamente nada”.
En su turno, la agente del Ministerio Público le preguntó a la testigo si tenía conocimiento de que el presbítero llevaba de paseo a los niños de la casa-hogar, pues en su testimonio ante el Tribunal la víctima dijo que, al menos en dos ocasiones, Aristeo fue por ella a su hogar y pidió a sus papás permiso para llevarla a comer helado junto con los infantes del orfanato y después la agredió sexualmente. La declarante respondió que “no le constaba”.
La testigo también dijo a la fiscal que no recordaba cuántas veces había visitado al sacerdote en el domicilio donde estaba bajo prisión e indicó que sus visitas eran de 15 a 20 minutos y para ver los asuntos de su obra social.
Al oír esas respuestas, la representante social cuestionó a la testigo porque había un registro de una visita que se prolongó por más de 4 horas, esa información le fue presentada al Tribunal de Enjuiciamiento el viernes pasado en la declaración de la supervisora regional del Departamento de Ejecución de Penas y Prevención Social Zona Norte, Carol Josefina C.R. Este miércoles la testigo dijo que no recordaba.
A varias preguntas realizadas tanto de la agente del Ministerio Público como de la asesora jurídica de la víctima, la testigo respondió que no recordaba y en múltiples ocasiones el defensor del sacerdote, Jorge Alberto Soto Adame, gritó “objeción”. En varias ocasiones, el Tribunal consideró que las preguntas estaban bien planteadas pero la testigo reiteró que no recordaba.
Casi al final del interrogatorio, los jueces consideraron que las preguntas de la fiscal y de la asesora jurídica eran repetitivas, conclusivas o afirmativas y no permitieron que fueran respondidas.
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