12 diciembre, 2020
La pandemia obligó a cerrar la Basílica este 12 de diciembre. El cierre de las calles aledañas empezó a mediodía. Las calles se quedaron vacías. La explanada de la Basílica lució en soledad veladoras y el rostro de Guadalupe-tonantzin
Texto: Kau Sirenio
Fotos: María Fernanda Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO.- La pandemia cerró la Basílica en el cumpleaños de la Virgen. Su explanada fue iluminada con 15 mil veladoras encendidas a partir de las seis de la tarde, pero una lluvia tenue y ventarrón las apagó; mientras, el extenso patio quedó vacío. Solo trabajadores de la Basílica y reporteros caminaron por ahí hasta la una de la mañana.
Años atrás, el acceso al atrio de la Villa de Guadalupe, así como las calles aledañas eran intransitables; pero en esta ocasión, durante la noche previa a la celebración a la Virgen de Guadalupe, los peregrinos no llegaron a cantar las tradicionales mañanitas.
Previo a los días festivos, las autoridades religiosas acordaron cerrar la Basílica, y el gobierno federal y de la Ciudad de México desplegaron un operativo policiaco.
En el segundo filtro sobre calzada de Guadalupe y avenida Talismán una pareja reparte tortas de jamón y refresco. “Llevamos casi una hora y no hemos podido terminar las tortas que trajimos, creo que nos quedan como 60 piezas y eso que le regalamos a los policías y a los que pasan. Aunque varias personas nos dicen de corazón que no lo pueden recibir porque son vecinos de la Basílica”.
El cierre de las calles aledañas al santuario de Guadalupe empezó a mediodía, desde esa hora las calles se quedaron vacías, solo los vecinos de las colonias salieron a caminar con sus mascotas, mientras que grupo de tres o cinco personas intentaron avanzar hasta la Basílica, pero el filtro de policía de la Ciudad de México les impidió el paso en la esquina de Calzada de Guadalupe con Circuito Interior.
“Con esta llovizna y el viento no creo que podamos encender las velas. Todas se apagan y la noche es larga, así que mejor vamos a prender las que podamos y las demás le intentamos más tarde” cuchichean unos hombres con camisa del Santuario, a un lado del tape elaborado por artesanos de Huamantla, Tlaxcala.
Al pie de la imagen de la Virgen de Guadalupe se lee: “Tus hijos hoy te festejamos desde casa”. Y a lado de esta imagen empieza la hilera de veladoras que los feligreses trajeron en la peregrinación del año pasado, los vasos de con cera lleva dedicatoria como si los peregrinos hubieran presagiado la pandemia: “Madre mía somos tus hijos, cuídanos” familia Castillo.
Los datos de los trabajadores no cuadran, mientras unos aseguran que son 15 mil veladoras, otros dicen que son 14 o 16 mil. Además, se pierden en la cantidad de aserrín y pétalos de rosas que usaron para crear la imagen de Guadalupe y el mosaico en la explanada de la catedral de la Virgen de Tepeyac.
“Todo está grabado. No habrá actividades como se hacía en años anteriores, porque la pandemia no permite que haya aglomeración en la Basílica, por eso lo cerramos. A la hora de la mañana, el campanario replicará las campanas y de inmediato se hará acompañar de las mañanitas” confía un trabajador que lucha contras las adversidades para encender cientos de velas que se les apaga por la llovizna.
No es la primera vez que este santuario guadalupano cierra sus puertas, es la quinta vez que lo hace. Dicen que para los mexicanos no hay quinto malo; pero para la familia Nava sí lo fue: no logró entregar las cien tortas que reparte cada año a los feligreses que acuden a la Basílica de Guadalupe.
La primera vez que este santuario cerró sus puertas, fue 1929, en medio de la guerra cristera, en ese entonces el conflicto entre el vaticano y el gobierno mexicano escaló a plano internacional debido a la protesta por el impulso de la educación laica.
Después de 45 años, ya que pasó el conflicto entre el Estado Vaticano y mexicano, de nueva cuenta el Santuario de Tepeyac cerró sus puertas. Las razones fueron la reparación de la antigua Basílica. Dos años después de ese cierre, el centro religioso volvió a cerrar, por el traslado del yate de Juan Diego a la actual Basílica.
Cuando 2020 llegó con la pandemia de la covid-19 los feligreses no pudieron visitar el cerro de Tepeyac, porque el santuario bajó las cortinas el 22 de marzo. Antes de la contingencia, la explanada de la Basílica de Guadalupe se convertía en espacio de encuentro de los pueblos de México, Centroamérica y el Sur.
Desde 1531, las comunidades indígenas de México acuden a este centro ceremonial católico para celebrar a la deidad de Tonantzin, así fue como empezaron las grandes peregrinaciones, que solo se detuvieron durante la guerra de los cristeros y con la pandemia de la covid-19.
Juan Antonio llegó hasta la esquina de la avenida Fray Juan de Zumárraga y Aquiles Serdán con bicicleta. Dice que recorre la ruta del peregrino cada año, pero en esta noche del 11 de diciembre no lo consiguió. Tuvo que sortear decenas de filtros que la Guardia Nacional y la policía de la Ciudad de México montaron en las principales arterias que conduce a la Basílica.
“Me voy con gusto, porque hice lo que pude. No es la primera vez que lo hago, es cada año, pero en esta ocasión no se pudo. Estuve enterado que iban a cerrar, sin embargo, opté hacerlo, y aquí estoy”, se consuela.
El cierre al Santuario de Guadalupe inicia de Circuito interior hasta la puerta principal del centro ceremonial, aunque paramédicos y voluntarios de la Cruz Rojas montaron sus carpas para auxiliar a los feligreses, pero no fue necesario que los usaran, porque los peregrinos no se acercaron.
Mientras tanto la familia Nava Cruz tuvo que regresar con sus tortas y refrescos a Valle de Aragón, porque no consiguieron repartirlos. Así termina esta noche en la Basílica, donde cada año llegan alrededor de 10 millones de peregrinos para entonar en coro la tradicional mañanita, y en esta ocasión permenció cerrada.
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