Toni Morrison, la primera escritora afroamericana en ganar el Premio Nobel, se atrevió a contar historias borradas por el relato blanco y hablar de personajes femeninos poderosos y contundentes. Fue ella quien trajo a la memoria colectiva las biografías de la esclavitud y del racismo en la literatura norteamericana
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De Toni Morrison se pueden contar muchas historias, por ejemplo, que desafió los cánones de su época al promover la participación de mujeres afrodescendientes en espacios literarios y universitarios, luchó por posicionar la palabra disidente e incómoda en un mundo dominado por la escena literaria blanca y fue la primera mujer afroamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura.
Pero quizá uno de sus aportes más relevantes fue dejar huella en las letras, al atreverse a contar historias borradas por el relato blanco y hablar de personajes femeninos poderosos y contundentes.
A diferencia de Frank Yerbi -autor de la novela histórica Mientras la ciudad duerme, donde prevalece una mirada distante, masculina y sexualizada hacia los personajes femeninos-, Morrison cultivó el relato en primera persona de mujeres silenciadas por la novela norteamericana.
Hasta entonces, habían sido esclavas, mucamas, obreras, niñas de los guetos, exotizadas, silenciadas, invisibles, sin voz… Toni Morrison haría emerger este relato polifónico y les daría un lugar en la historia.
Su obra cuenta la historia de las comunidades afrodescendientes, de la discriminación por color de piel, la exclusión y la lucha diaria por sobrevivir.
También habla de la intensa vida nocturna, de los clubes de jazz, del deseo y del fuego de sus personajes femeninos. Su madre se dedicaba al trabajo en casa y era amante del jazz. Su padre: un obrero soldador, la animó a leer desde pequeña. Pertenecía a una familia de la clase trabajadora donde había toda clase de carencias.
Su nombre de pila fue: Chloe Wofford, tiempo después tomaría el apellido de su esposo al consolidarse como una de las grandes de la literatura contemporánea. Nació en 1931 en Lorai, Ohio, una ciudad metalúrgica en la rivera de lago Erie, donde situó varias de sus novelas.
En este universo literario dominado por hombres blancos, Toni tenía casi cuarenta años cuando publicó su primera novela, Ojos azules, en 1970. El juego de palabras del título revela el sentido de su obra: en inglés blue es azul y también triste. Cuenta la historia de Pecola, una niña negra que desea tener los ojos del color de las muñecas de las niñas blancas. Anhela ser como Shirley Temple.
“Los Breedlove eran pobres y negros, y se quedaron allí porque se creían feos. Aunque su pobreza era tradicional y embrutecedora, no era única. Pero su fealdad sí era única. Nadie les había convencido de que no eran inexorable y agresivamente feos… El resto de la familia —la señora Breedlove, Sammy Breedlove y Pecola Breedlove— llevaba su fealdad, por decirlo así, puesta, aunque no les pertenecía». Sin embargo, Pecola admite resignada que «mientras ella tuviese la apariencia que tenía, mientras fuese fea, debería quedarse junto a aquellas personas. En cierto sentido les pertenecía».
Pecola Breedlove es negra y cree que es fea porque no se parece a Shirley Temple.
En la obra El Origen de los otros, Toni Morrison diría: “Ojos azules fue mi primera exploración del daño provocado por el odio racial hacia uno mismo”.
Consciente de su legado, Toni Morrison traza genealogías críticas, sabe situar en un lugar preciso a sus personajes femeninos, esos que durante siglos fueron secundarios o invisibles, politiza la palabra hasta llevarla a lugares inesperados.
De ese relato surge El origen de los otros, una revisión de la opresión y el racismo en la literatura norteamericana.
En un lenguaje claro y directo disecciona la obra de autores clásicos como William Faulker y Ernest Hemingway y muestra la presencia de los estereotipos del ser negro/a en la literatura norteamericana. Analiza nociones como el fetichismo del color, la exotización de los cuerpos femeninos, la “idealización de la esclavitud” -lo que ahora algunas voces expertas llaman el relato de “la inocencia blanca”-. En este ensayo, narrar “al Otro” pasa por la descripción de su vida cotidiana como correctora en editoriales donde las narrativas de la blanquitud se imponían en el mundo periodístico y literario.
Además de escribir novela, obras de teatro, ópera y ensayo, Morrison propone una relación especial con su publico: la Tinta Invisible. Consiste en tejer un lazo casi imperceptible con quien lee sus textos, una complicidad que transcurre entre los personajes, las atmósferas emotivas y el lugar donde están situadas las historias. Un leer entre líneas que construye una relación particular con sus personajes y sus lectores.
Trabajó incansablemente por tener una mirada propia, quitarse de una vez y para siempre la influencia y el poder de la mirada blanca.
Esta mirada que aún prevalece en la ciencia, la política, la economía, el periodismo y por supuesto… en el arte.
En 2016 Morrison dicta una conferencia en Harvard sobre la “literatura de la pertenencia”. Apostó por la palabra disidente, no complaciente, por los relatos incómodos que desafiaban el statu quo.
Beloved, su obra maestra, es un canto y una ofrenda a los más de sesenta millones de personas que fueron esclavizadas en Estados Unidos. Cuenta la historia de una esclava fugitiva que, a punto de volver a ser capturada por sus antiguos amos, da muerte a su hija de dos años antes de permitir que viva como esclava.
Luego de ganar el premio Nobel en 1993, The Paris Review publicó una entrevista donde Morrison cuenta la historia de Beloved. La novela está libremente basada en un artículo periodístico que la escritora leyó sobre Margaret Garner, una mujer esclava que intentó huir sin éxito. Frente a esa situación, Garner prefirió cortarle el cuello a su hija: la otra posibilidad era entregarla y que tuviera el mismo destino de ella.
En entrevista Toni Morrison cuenta: “Para escribir Beloved leí relatos de esclavos sabiendo que habían sido reescritos por patrones blancos, que nunca dirían en verdad lo horrible que era todo”. “Yo quería saber qué aspecto tenía un freno. Finalmente encontré unos bocetos en un libro donde se decía que en Sudamérica conservan esos objetos, un tipo de tortura descendiente de la Inquisición. Entonces me di cuenta de que describirlo no servía de nada, no servía pensar ese objeto como una curiosidad o un hecho histórico: había que mostrar qué se sentía al tener ese freno puesto”.
Morrison explicó que, para su novela había apelado a las “entrelíneas de la historia”.
Toni Morrison también supo tejer el hilo perdido u olvidado entre la literatura norteamericana y la experiencia africana y de América Latina.
Fue ella quien trajo a la memoria colectiva las biografías de la esclavitud y del racismo en la literatura norteamericana.
A diferencia de otras escrituras, la de Morrison cuestiona de dónde vienen los relatos, y enfatiza la importancia de la clase, el género y la pertenencia étnica al escribir: ¿desde dónde escribimos?, ¿qué voz tiene una mujer indígena, una mujer mestiza, una mujer negra? Cuestionó la visión racista que hasta entonces había prevalecido hacia el arte afroamericano.
Morrison también desafía el cliché de las mujeres como seres emotivos, defendió la idea de asentar su mente y escribir desde la claridad: “No me gustan las emociones efímeras. No me gustan las emociones como combustible. Para escribir, tienen que ser ideas frías”.
Toni Morrison mencionaría en varias entrevistas que se haría escritora al descubrir el poder de la palabra, transformar la percepción de una realidad latente, oculta durante siglos. El día que recibe el Premio Nobel hablaría de ello: “El lenguaje nunca puede fotografiar la esclavitud, el genocidio, la guerra. Ni debería lamentarse por la arrogancia de poder hacerlo. Su fuerza, su felicidad, radica en lanzarse hacia lo inefable”.
Lo que podemos decir hoy, en el siglo veintiuno, es que Toni Morrison demostró que es posible contar historias en primera persona, destacar personajes y relatos borrados por la literatura blanca. Es, junto con Nina Simone en la música y Josephine Baker en las artes escénicas, una de las mujeres afroamericanas que más ha influido en la transformación cultural antirracista.
Guionista, reportera, radialista. Cubre temas culturales, sexualidad, salud, género y memoria histórica. En sus ratos libres explora el mundo gastronómico y literario. Cofundadora de Periodistas de a Pie.
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