6 diciembre, 2020
Los pueblos indígenas están pagando un costo muy alto por el modelo de desarrollo que se ha impuesto en el mundo. Pero el problema es para todos, dice en en trevista Leydy Pech, apicultora maya que ha sido reconocida con el premio ambiental más importante que existe
Texto: Daniela Pastrana
Fotos: Robin Canul
Leydy Pech cuida a las abejitas, como ella le dice a las abejas meliponas. una especie endémica de Yucatán que no tiene aguijón y que los pueblos mayas cultivan desde hace cientos de años. También organiza mujeres y es buena para dialogar. A sus 55 años y con su metro y medio de estatura, es una de las seis personas reconocidas con el Premio Goldman 2020.
El Goldman es el máximo reconocimiento que hay para ambientalistas en el mundo, que muchos equiparan con el Premio Nobel. Leydy Pech fue elegida porque logró detener la siembra de soya genéticamente modificada por Monsanto en el sureste de México. Eso fue hace 3 años, en diciembre de 2017, cuando la Corte Suprema de México dictaminó que el gobierno violó los derechos constitucionales de los mayas y revocó el permiso que tenía la poderosa transnacional para sembrar soya modificada en siete estados.
— ¿Qué significa el premio? — le pregunto ahora, en una breve entrevista telefónica
— Creo que representa un reconocimiento al trabajo de las comunidades mayas de los Chenes (una región de campeche) y de la unidad del territorio maya.
La referencia me recuerda una larga conversación sobre la identidad maya en el equipo de Pie de Página
— ¿Quiénes son los mayas, Leydy?
— Se cree que los mayas fueron en el pasado, nuestros abuelos, pero somos los que estamos hoy en nuestro territorio, que estamos en la lucha, con nuestra identidad cultural viva. Por eso no somos indiferentes a lo que ocurre en la región.
—¿Qué define el territorio?
— Es la casa común, donde esta lo que necesitamos para vivir.
Hablamos de su territorio, amenazado por los proyectos de desarrollo de los gobiernos, pero también por otras comunidades. Los mayas de Los Chenes lo saben bien, porque durante años han tenido que lidiar con unos vecinos llegados del norte con un sistema de cultivo agroindustrial que acabó con miles de kilómetros de selva.
— ¿Cómo enfrentamos este dilema que presenta la urbanización en todo el mundo? ¿Cómo cuidar el medioambiente frente a las necesidades de consumo, cada vez mayores, que tienen las ciudades?
— Creo que es ahí donde está el tema de las distintas formas de mirar y con concebir el desarrollo. Nosotros, los pueblos originarios, tenemos una manera distinta de mirar. Habemos muchas personas para las que el poder respirar aire limpio, producir nuestros alimentos, tomar agua limpia, eso es el desarrollo. Sé que lo que tengo en mi territorio. Sé que las abejitas tienen un lugar importante. Entonces, es una forma distinta de mirar y ahí están los conflictos y las confrontaciones con quienes no miran que vivir bien es no tener que tomar esa agua contaminada, porque esta forma nuestra es la que se está oponiendo a este modelo de desarrollo impuesto por los gobiernos, porque no se respeta nuestro derecho a la autonomía. Pero tenemos derecho a saber y a seguir viviendo con nuestra identidad.
— Pero independientemente de los gobiernos que sean, hay necesidades cada vez mayores en las ciudades, dónde no se producen los alimentos ni se genera la energía que necesitamos los que vivimos en ellas…
— Es importante esta parte porque hemos mirado que parece que son luchas solo de los pueblos indígenas y no debe ser así. No tener conciencia nos ha llevado a esto, a que se diga: ‘son los mayas y son los indígenas’, pero no es así. No estamos luchando por el territorio de nosotros, estamos luchando por la vida, porque la gente compra sus alimentos y no se pegunta cómo se producen y cuál es costo ambiental. Ha llegado al punto de consumir, pero no se preocupa por saber cómo llegó a su casa lo que consume. Y mientras la gente no ponga su mirada al ejercicio de saber qué es lo que consume, va a seguir esta depredación de los territorios. Porque mucho de lo que hacen estas empresas que acaban con los territorios es por el consumo a gran escala. Dicen: ‘la solución es la producción a gran escala’ y mucho de lo que se hacía en las milpas se ha dejado por eso. Entonces, parece que es un asunto de los pueblos indígenas. Pero no es un asunto solo de los pueblos, es de todos. Porque mientras más demanda de alimentos hay, también hay más deforestación, más plaguicidas, más abejas muertas, más enfermedades.
Hay que voltear la mirada y ver lo que está sucediendo, dice Leydy Pech. El premio es una posibilidad de revisar cuáles son las cosas que hemos dejado de hacer, qué ha sucedido, qué hay que hacer para cuidar lo que tenemos.
— Eso implica ser corresponsables…
— Así es, hay mucha parte de esa responsabilidad. Tenemos que saber cuál es el mecanismo, cuáles son las herramientas para podernos sentar con otros actores. ¿Cómo dialogar, como sentarnos a mirar las cosas? Porque no es responsabilidad de los pueblos hacer los cambios. Se deben asumir responsabilidades de las autoridades de los tres niveles de gobierno
— ¿Y es posible? ¿Con la experiencia que tienen ustedes en Los Chenes, piensa que puede dialogarse con los otros actores?
— Si, es posible, pero se requiere perder el tema de colores de partidos y hacer el trabajo. Nos toca trabajar para resolver los problemas. Pero se requiere de esta voluntad política, y no mirar los problemas aislados, fragmentados, sino complejos como son. Porque no sólo es un pesticida, quitar un pesticida no sirve porque el resto de las cosas no cambia. Entonces, la pregunta es ¿cómo ir entendiendo que habemos en el país distintas formas de vivir y de mirar?
—¿Los liderazgos de mujeres cambiaran algo?
— Las mujeres han tenido históricamente un papel importante, lo que pasa es que no se les valoraba, pero hoy estamos rompiendo esas brechas de poder incidir, romper esos espacios. No tenemos acceso a las tierras, pero somos más sensibles. Y lo que está pasado es que ellos, los hombres de nuestras comunidades, también reconocen ahora los liderazgos que están surgiendo. Si son luchas compartidas nos ayudan a todos, nos solo a ellos. Hoy en día jugamos las mujeres jugamos un papel muy importante en la parte íntima y la económica y también vemos que nos estamos solas. Hay que reconocer y valorar la alianza de nosotras en la defensa del territorio
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EL COLOR DE LA POBREZA: Vaje al futuro con los mayas peninsulares
Este video forma parte del reportaje «La dama de miel que enfrentó a Monsanto», elaborado por Thelma Gómez para Mongabay. Consulta el reportaje completo en este link
Quería ser exploradora y conocer el mundo, pero conoció el periodismo y prefirió tratar de entender a las sociedades humanas. Dirigió seis años la Red de Periodistas de a Pie, y fundó Pie de Página, un medio digital que busca cambiar la narrativa del terror instalada en la prensa mexicana. Siempre tiene más dudas que respuestas.
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