Alfonso Romo dejó la jefatura de la Oficina de la Presidencia como un acuerdo anticipado, según reveló el presidente. El empresario, sin embargo, había protagonizado varias polémicas dentro del gobierno y las diferencias se hicieron evidentes en fechas recientes
Texto: Redacción Pie de Página
Foto: Galo Cañas / Cuartoscuro
El empresario Alfonso Romo de la Garza dejó su cargo como jefe de la Oficina de la Presidencia. Lo dio a conocer el presidente en su cuenta de Twitter este miércoles. Andrés Manuel López Obrador reiteró que era una decisión acordada con antelación: Romo estaría sólo los dos primeros años del sexenio en el cargo.
López Obrador acompañó su mensaje con una fotografía de ambos, sonrientes en la mesa, con unos jarros de lo que parece ser café. Describió a su excolaborador como un alguien independiente y honesto, comprometido con las causas justas y, “además”, su amigo.
Alfonso Romo, enlace del gobierno federal y los empresarios, encabezó en estos dos años un sector del gabinete presidencial que difería en la visión de otros funcionarios. Fue señalado en distintas ocasiones de tener conflictos de interés.
Su injerencia dentro del gabinete presidencial quedó en evidencia desde la primera renuncia dentro del gabinete presidencial, cuanfdo Carlos Urzúa dejó la Secretaría de Hacienda, en julio 9 de julio de 2019.
Los motivos de Urzúa, explicó él mismo en una carta, fueron discrepancias en las decisiones de política pública “sin el suficiente sustento”. Pero destacó que, además, hubo imposición de funcionarios que no conocen la Hacienda Pública: «motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés».
Unos días después, en una entrevista con la revista Proceso, Urzúa le puso el nombre de Alfonso Romo a aquel conflicto de interés. El entonces jefe de la Oficina de la Presidencia se involucró en el nombramiento del titular de Nacional Financiera mientras su familia mantenía sus negocios.
Antes de iniciar el actual gobierno, desde agosto de 2018, hubo una advertencia sobre los posibles conflictos de interés del empresario. Se trata de la visita que hizo López Obrador como presidente electo a los laboratorios de producción de plantas tropicales de Agromod, la empresa de Alfonso Romo, en Tapachula Chiapas.
Aquella visita fue señalada como parte del trabajo de campo previo al arranque del programa Sembrando Vida, con el cultivo de árboles maderables y frutales.
Al día siguiente, Alfonso Romo descartó que fuese a tener contratos con el gobierno y señaló que sólo fueron a su empresa a ver tecnología.
Este 2020, en marzo, una investigación conjunta de varios medios mexicanos señaló a Alfonso Romo como «el cacique del agua en el paraíso maya».
La publicación señala que Romo dejó su empresa Enerall en manos de su familia antes de integrarse al equipo presidencial, a finales de 2018.
De acuerdo con el reportaje, la compañía obtuvo concesiones para explotar la mayor cantidad de agua subterránea para uso agrícola en la Península de Yucatán. Se sirve del acuífero con la reserva más importante del territorio mexicano y en su crecimiento afectó la vegetación y la fauna. También fue investigada por destruir sin autorización un cenote.
Al día siguiente, Romo negó que fuese a renunciar como funcionario público. Argumentó que la empresa lejos de dañar el medioambiente ha contribuido a su cuidado. Explicó que ya no era accionista, se dijo orgulloso de lo que hizo y que la publicación le daba risa.
Como empresario de biotecnología a su llegada a la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo se acompañó de funcionarios relacionados con ese ramo. En los primeros meses, en la dependencia fungió como asesor José Manuel Madero Garza, quien ocupó de 2009 a 2015 varios cargos en Monsanto, el gigante mundial de la biotecnología y los transgénicos.
En el anuncio de la salida de Alfonso Romo del gabinete, López Obrador dijo que el empresario seguiría siendo el enlace del gobierno federal con los empresarios.
Romo se distinguió por facilitar la entrada a Palacio Nacional a compañías trasnacionales.
El 18 de diciembre de 2018, apenas con unos días del actual gobierno, Romo acompañó a los representantes de Nestlé a una entrevista con López Obrador para anunciar la próxima apertura de su nueva planta de café en Veracruz.
Unos años antes, en 2011, el mismo Romo había firmado con Nestlé un contrato, aún vigente, para entregarles a través de su empresa Agromod millones de plántulas de café modificado para sembrarlas en México.
Los caficultores veracruzanos se quejaban precisamente de que ellos llevaban meses pidiendo audiencia en Palacio Nacional y la trasnacional entró apenas unos días después de iniciado el sexenio.
En septiembre pasado, a unos días de que entrara en vigor la fecha límite para el uso del etiquetado de advertencia en bebidas y alimentos industrializados, Romo acompañó a los ejecutivos de Coca Cola a entrevistarse con el presidente.
Durante semanas previas, en las conferencias de Salud para informar sobre la evolución de la pandemia, se había informado acerca de las 40 mil muertes anuales en México por el consumo de bebidas azucaradas.
La visita coincidió con la campaña lanzada por al refresquera para contrarrestar la información por los impactos del consumo de sus productos en las comorbilidades que acentúan los daños de la pandemia en la población.
En Palacio, según informó el presidente, hablaron del apoyo a pequeños comerciantes, impuestos, la campaña de orientación nutricional, etiquetado e inversiones.
El glifosato fue uno de las disputas dentro del gabinete presidencial durante la participación de Romo, quien es uno de sus promotores. El herbicida está asociado a cultivos de semillas genéticamente modificadas para los agronegocios y señalado como un probable cancerígeno.
EL 12 de agosto pasado, en su conferencia daria, el presidente reiteró su decisión de no usar glifosato en programas federales como Sembrando Vida. Reduciría su uso de forma gradual para que al final del sexenio quede fuera por completo.
El pasado 19 de noviembre, durante un conversatorio, el empresario calificó como frustrante la decisión presidencial de no usar el herbicida y lo atribuyó a razones ideológicas.
Fue una de las últimas declaraciones públicas de Alfonso Romo como funcionario. Hizo también una crítica al mensaje que a su parecer el gobierno mexicano enviaba a los empresarios:
«No podemos manejar un país que está decreciendo al 9 por ciento, cercano al 9 porciento. Y lo estamos manejando como si estuviéramos creciendo al 9. ¿Cuál es la palanca que nos está faltando para consolidar la recuperación económica? La respuesta como ustedes lo mencionaban es la inversión privada. Porque la inversión privada necesita planificar a mediano y largo plazo, necesita certidumbre».
La postura de Alfonso Romo a favor de al agroindustria y la biotecnología es compartida por el secretario de Agricultura Víctor Villalobos. Su nombramiento en el cargo llegó acompañado de protestas de activistas y organizaciones como Greenpeace, que recordaron su operación para que fuera aprobada la llamada Ley Monsanto.
En agosto pasado, el exsecretario de Medio Ambiente Víctor Toledo habló de luchas de poder al interior del gabinete. Señaló que la Secretaría de Agricultura dirigida por Villalobos «busca los agronegocios, está en contra de la agroecología y trata de imponer la visión que impera por grandes corporaciones”.
Víctor Toledo acusó que la Sader buscó impedir la detención del glifosato y el algodón transgénico. Y acusó que Alfonso Romo, como jefe de la Oficina de la Presidencia, era el principal bloqueador de los intentos dar pasos hacia la agroecología.
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