La maquila no para. Al contrario, los horarios se amplían: urge satisfacer la demanda de termómetros digitales para la pandemia. En la primera línea de producción están, sobre todo, mujeres. ¿Cómo cuidarlas? ¿Quién las cuida?
Texto: Rocío Gallegos / La Verdad
Fotos: Rey Jauregui /La Verdad
CIUDAD JUÁREZ, CHIHUAHUA.– Desde el área de inspección de la maquiladora en la que labora, Mónica Yesenia Álvarez Rosales no solo supervisa que el producto que ahí fabrican quede bien ensamblado, también se mantiene al pendiente de sus compañeras de trabajo, a las que ha visto llegar con golpes o estallar en crisis emocional durante su jornada por la violencia que viven en casa.
“Muchas llegan a la planta golpeadas, se la pasan llorando o les da un ataque de ansiedad en plena línea de producción”, dice Yesy, como le dicen sus compañeras en la maquiladora Keytronic, a donde ingresó hace cuatro años.
“A muchas le ha ido muy mal”, afirma la mujer de 39 años. Ella es originaria del Puerto de Veracruz, pero reside en esta comunidad de la frontera norte de México, a la que llegó hace años con sus hijos y donde se volvió a casar.
Cuenta Yesy que aprendió a distinguir la violencia en las mujeres a través de actividades en las que participó junto a las vecinas de su colonia, ubicada en el sur poniente de Ciudad Juárez, un territorio en el que dominan los rezagos urbanos, la pobreza y el abandono gubernamental.
En el 2014 se acercó a la Red Mesa de Mujeres donde inició un proceso formativo y de convivencia para mejorar su vida personal e incidir en su comunidad, que está enclavada entre ladrilleras y un parque industrial, el Gema II.
“Nos enseñaron a identificar la violencia en las mujeres, a defendernos, a cuidarnos, y a ayudar a otras” dice Yesy, quien ahora aprovecha su experiencia para apoyar a compañeras de trabajo que son víctimas de violencia intrafamiliar o de género.
Hace cuatro años comenzó a laborar en una maquiladora en la que ensamblan termómetros digitales, donde la mayoría de la planta laboral son mujeres. En ese ambiente, dice, comenzó escuchando a sus compañeras, a ver cómo llegaban con golpes y aunque solo intervenía cuando alguien estallaba en llanto en su línea de producción, ahora la buscan hasta de otras áreas, e incluso la mandan llamar desde enfermería de la fábrica para que oriente a quienes son víctimas de la violencia.
“Les da un ataque de ansiedad en plena línea y gracias a la Red, donde me mandaron a cursos y nos enseñaron a identificar la violencia en las mujeres, se cómo defenderme y ayudarlas, les digo vamos aquí a enfermería o quieres hablar o contar qué te pasa y ya ellas empiezan a decir lo que viven” comenta.
“Luego yo siempre traigo floral. Con eso las ayudo primero a tranquilizarse, a respirar, les doy masajes en los dedos para que se concentren y que puedan salir de la crisis”, comenta Yesy en la entrevista que concede en su casa, donde muestra las esencias de flores que siempre lleva en su bolsa para atender víctimas.
Su acompañamiento, sin embargo, va más allá de una terapia para atender crisis emocionales; también se ha convertido en guía para que sus compañeras sepan qué hacer en caso de situación de violencia y a dónde acudir. A algunas de ellas las ha acompañado a presentar denuncias contra sus agresores y demandas de pensión de alimentos para sus hijos, mientras que a otras incluso las ha canalizado a refugios para que se resguarden.
Yadira Cortés Castillo, coordinadora de la Red Mesa de Mujeres, dice que Yesy se ha convertido en una defensora de las mujeres desde la maquiladora. Es una de las más de 150 que se formó a través del programa Mujeres en Red en colonias del surponiente de Ciudad Juárez, pero ahora ella también canaliza casos de víctimas de la violencia desde un ambiente laboral.
“Es bien truchota (aventada), bien empoderada y bien que canaliza y acompañan el proceso de denuncias y luego ella misma canaliza a cualquier organización que atiende a víctimas” asegura Yadira.
Actualmente el programa se implementa en colonias del oriente y suroriente de la ciudad con altos índices de violencia contra la mujer.
La labor de apoyar a las víctimas de la violencia es titánica en Ciudad Juárez. Tan solo de enero a octubre de este año 175 mujeres han sido asesinadas; y más desde el sector maquilador, donde el 51 por ciento de los 314 mil empleos registrados en la localidad son ocupados por mujeres, de acuerdo con cifras de Index Juárez, organismo que aglutina a compañías manufactureras.
Yesi asegura que la situación para muchas de sus compañeras se ha agudizado durante el confinamiento decretado por el covid-19, porque mientras sus hijos y hasta sus parejas pasan mucho tiempo en casa, ellas se ven obligadas a jornadas de trabajo de hasta 12 horas para ensamblar termómetros digitales, un producto que se volvió esencial en esta pandemia.
“Por eso del coronavirus y porque nos dijeron que se requirieron más termómetros, la maquila nos hizo esos horarios” dice la mujer que va a su trabajo de las 6 de la tarde a las 6 de la mañana, una semana tres días consecutivos y la siguiente cuatro. Hasta hace unos meses iba de las 4 de la tarde a las 12 de la noche, de lunes a viernes.
Por ese cambio muchas casi ni duermen, porque salen del trabajo y llegan a su casa a lidiar con sus hijos; y si su marido también se quedó en confinamiento el panorama es peor. “Todo se altera, sobre todo si ellos se la pasan encerrados y tomando alcohol, las mujeres terminan maltratadas, amenazadas y agredidas”, comenta al compartir experiencias que le comparten en su línea de producción, donde laboran más de 40 mujeres.
“Una me dice: es que a mi esposo lo mandaron a cuarentena porque él es hipertenso, pero ya no lo aguanto, porque aparte de que no se está cuidando, se está tomando lo poco que le están dando y se pone de mal genio. Entonces les pregunto por qué no los ha dejado, y me responde: porque si quiera cuida a los niños”.
Soportan por sus hijos o por la cuestión económica, afirma.
Por aguantar más horas seguidas de trabajo sus ingresos pasaron de mil 200 a mil 650 por semana, pero no fue un aumento en su salario. Reciben más porque les pagan su prima dominical y el proporcional de un bono que la empresa les daba cada mes y ahora se lo entrega cada siete días.
En su caso, comenta que ha sido muy impactante no dormir toda la noche, “y luego ya ve que dicen que si no duermes bien te bajan las defensas y ahí va uno con el miedo por covid al trabajo”.
Aunque asegura que se ha cuidado durante la pandemia ya dio positiva al coronavirus, pero sus síntomas no fueron fuertes y en 14 días superó la enfermedad. Su marido, quien trabaja en la misma planta industrial que ella, enfermó primero y aunque a él si le complicó su estado de salud, no hubo necesidad de hospitalizarlo.
En la maquiladora en la que trabajan han muerto varios trabajadores, entre ellos el gerente de la planta. “Ellos murieron cuando no había tanta seguridad, cuando estábamos pegados, ahora ya nos pusieron micas, ya abrieron más líneas para separarnos, para ponernos distancia, ya hay más precaución”, dice.
Comenta que la situación desató angustias entre sus compañeras porque temen enfermarse. Por un lado está la violencia, por el otro el terror del contagio, menciona.
“Les digo que se nos van a bajar las defensas, que recuerden que el miedo baja las defensas, así que les pido platicar de otra cosa para no darle fuerza a nuestra mente al albergar eso”, dice entre bromas.
Las mujeres, reflexiona, tenemos días bueno, pero también días malos, “yo les digo a mis compañeras que debemos cuidarnos y no tener miedo, porque eso es peor que esa enfermedad…además somos luz, vibramos, estamos vivas, estamos juntas”.
Este trabajo fue realizado por LA VERDAD, con el apoyo de
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