En este siglo, en Irapuato no había habido manifestaciones hasta que la violencia explotó y las familias salieron a las calles a buscar a sus desaparecidos. Un año ha pasado desde que los familiares de las víctimas de desaparición se encontraron y se organizaron en el colectivo A tu encuentro
Texto y fotos: Daniela Rea
El 9 de noviembre del 2019, vecinos del centro de Irapuato atestiguaron una marcha peculiar. Un pequeño grupo de mujeres con fotografías de personas desaparecidas caminó exigiendo la búsqueda de los ausentes. Comenzó un grupo de 5 personas al que se le fueron sumando más y más.
“Un día en Facebook me entero que iba a haber una marcha del DIF a la Fiscalía para quienes tuvieran un desaparecido, yo voy, me presento sin conocer a nadie y me sentía cohibida porque pensé que todos se conocían. Nos fuimos caminando a la Fiscalía de Irapuato y ahí conozco a Pepe y ahí veo que piden información en la Fiscalía, no nos querían dejar pasar, dar información, y quedamos de no irnos de ahí hasta que nos atendieran”, relata Bibiana Mendoza, que busca a su hermano Manuel Mendoza, desaparecido en enero del 2018.
Irapuato es una ciudad que no marcha. La última marcha de la que se tiene registro sucedió en la década de los 90 cuando el equipo de futbol de Irapuato perdió el pase a primera división contra el Zacatepec y los aficionados salieron a descargar la frustración por la avenida Guerrero. Por eso llamó tanto la atención la marcha de las familias de desaparecidos y algunos medios la transmitieron por Facebook y otras familias la vieron y así fue como poco a poco se fueron enterando y sumando al reclamo de la búsqueda de los desaparecidos, como la señora Verónica Salas que busca a su hijo Javier Reséndiz y se bajó de la moto en la que iba para sumarse.
Ese día Bibiana y Verónica fueron parte de lo que se convertiría en el colectivo A tu encuentro, que busca a personas desaparecidas en Irapuato. “Empezaron como cinco personas y ese día ya éramos como 40. Hoy las familias dicen: ‘si yo no estuviera en el colectivo seguiría en casa de mi hijo llorando’…”, dice José Gutiérrez, un criminólogo que acompaña a las familias en su exigencia de búsqueda y justicia.
“De ahí yo comencé a unirme al colectivo, éramos poquitas al inicio en esa marcha, luego como 20, 25, mujeres y desde ahí me quedé en el colectivo porque hemos creado lazos de amistad, independientemente de que encontremos o no a nuestros familiares. Eso gané, un grupo de personas que sufren lo mismo que yo”, dice Bibiana.
Esta conversación con Bibiana sucede también con la señora Lupita Alejandre que busca a su hijo José de Jesús Mireles Alejandre, desaparecido en noviembre del 2017; y con la señora Verónica Durán que busca a su hijo Iván Arturo, desaparecido en noviembre del 2019; y con Karla Martínez, quien busca a su hermano Juan Valentín.
El encuentro ocurre en un espacio que era un lote baldío en la colonia San Martín de Porres, que fue recuperado por los vecinos para hacerles una cancha de futbol a los niños de la zona y que después invitaron a las familias de desaparecidos a hacer un jardín de la memoria. El plan es que entre todos, vecinos y familiares, con intereses un poco distintos cuiden un lugar común.
Este domingo 8 de noviembre las familias de A tu encuentro marcharon en las calles de Irapuato.
En julio de este año 24 jóvenes fueron asesinados en un anexo en Irapuato. Ese hecho prendió las alertas a nivel nacional de una violencia que tenía ya algunos años mermando la vida en la ciudad. Luego, a finales de septiembre de este mismo año se encontraron 8 fosas clandestinas en la presa El Conejo, en la zona rural de la localidad.
Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas desde el año 2000 a noviembre del 2020 en Irapuato hay 322 personas desaparecidas y no localizadas, de las cuales 239 son hombres y 49 mujeres. En total en el estado de Guanajuato la Comisión Nacional de Búsqueda registra 2 mil 487 desaparecidos.
“Desconocemos cuándo inició la explosión de la violencia, de las desapariciones, no podemos saberlo con exactitud porque apenas en junio tenemos tipificación de lo que es una persona desaparecida. Antes se le consideraba no localizada o retención de menor. Sentimos que este problema explotó hace mucho tiempo, pero estuvo mucho tiempo manipulado, crece el problema cuando crece el huachicol”.
José Gutiérrez, criminólogo que acompaña a las familias de A tu encuentro.
El colectivo suma a 60 familias, casi todas de Irapuato, pero otras de Pénjamo, Salamanca, Abasolo, Cuerámaro, Valle de Santiago.
José Gutiérrez recuerda que el 3 de diciembre del año pasado salió una nota periodística donde se decía que se había encontrado una fosa clandestina en el Venado de Yostiro, sin tener más información de la Fiscalía de Guanajuato. Cuando las familias se organizaron en el colectivo comenzaron a recibir información de otras fosas encontradas.
“Ya juntas nos dio fuerza pedir más información a las autoridades, si somos colectivo vamos todas y nos cuidamos entre todas y exigimos entre todas”, dice la señora Lupita. Y es que el colectivo A tu encuentro ha denunciado reiteradamente que las autoridades de Guanajuato no buscan a los desaparecidos.
“Por ejemplo, el caso de Javier Reséndiz, quien desaparece, las autoridades encuentran su moto, pero no al hijo; o el caso de los hermanos Salvador y Daniel Alejandro González Rodríguez, encuentran la camioneta incinerada y nunca se hacen búsquedas; o en el caso de Alejnadro Gazca, le entregan el cráneo de su hijo y no se realizan búsqueda para encontrar el resto del cuerpo”, dice José Gutiérrez.
En julio de este año colectivos de familiares de desaparecidos protestaron en la glorieta Santa Fe por la designación de Héctor Díaz como titular de la Comisión Estatal de Búsqueda. El gobierno de Diego Sinhue Rodríguez Vallejo respondió reprimiendo a las familias con elementos de la policía estatal, quienes detuvieron a 5 personas: 3 de ellas integrantes de A tu encuentro, Karla Martínez, Verónica Durán y Olimpia Montoya; otra era del Colectivo Guanajuato Despertó y un visitador adjunto de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Se iniciaron carpetas de investigación contra las personas detenidas por lesiones contra la policía estatal, las cuales siguen vigentes, según denunció A tu encuentro.
Además de las consecuencias judiciales por la investigación en contra, Verónica Durán y Karla Martínez fueron despedidas de su trabajo, la primera como personal de limpieza de la empresa Promali; y la segunda como guardia de seguridad de outsourcing en el Hospital Materno Infantil.
“A partir de la carpeta en la empresa me advirtieron que o buscaba a mi hijo o me dedicaba a mi trabajo, y el 18 de octubre me despidieron. En medio de la pandemia es difícil encontrar trabajo, de por sí, y más ahora con la carta de antecedentes penales”, dice la señora Verónica.
En septiembre pasado las familias recorrieron la presa de El Conejo, en la zona rural de Irapuato, con las comisiones estatal y nacional de búsquedas, y encontraron 8 fosas clandestinas con restos humanos, algunas prendas de vestir y casquillos. Ese hecho es considerado por las familias de A tu encuentro como un logro de la organización.
Bibiana relata que organizarse con otras familias ha obligado a las autoridades a reconocer la problemática de los desaparecidos. “Antes de organizarnos mi caso estaba en ceros y era muy desesperante tener que hacer todo sola. La Fiscalía no ayuda, pura revictimización: que si mi hermano estaba en malos pasos, que la que tenía que investigar eran mi mamá y yo… Yo me imaginaba, cuando desapareció, que a más tardar en un mes iba a estar mi hermano conmigo, pero ha sido un camino largo”.
Karla, quien busca a su hermano Juan Valentín, relata que la búsqueda ha sido un proceso difícil, doloroso y lleno de esperanza y lleno de incertidumbre.
“Crecimos juntos, solitos porque mi papá siempre estaba trabajando, él me cuidaba, me enseñó a andar en bici, me daba de comer, ahora me toca a mi buscarlo”.
“Este es un dolor muy grande, estamos haciendo lo que sea por encontrar a nuestra sangre”, dice la señora Lupita que busca a José de Jesús.
Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona