Alrededor de 200 integrantes de Frenaaa trasladaron sus tiendas de campaña a la plancha del Zócalo con la intención de que Andrés Manuel López Obrador renuncie a la presidencia
Texto: Reyna Haydee Ramírez
Fotos: María Fernanda Ruíz.
El Frente Nacional Anti AMLO (Frenaa) ganó un amparo y con él, a las 14:00 horas de este miércoles, arribaron al Zócalo de Ciudad de México, donde aseguran que permanecerán hasta que renuncie el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Gilberto Lozano, el líder visible del movimiento, respondió en entrevistas que el plantón será por grupos, la gente podrá ir a dormir a sus casas, porque, dijo, sería “estúpido” quedarse las 24 horas en una casa de campaña, que sólo estarán ahí para quienes quieran usarlas.
“No sean estúpidos, nadie aguanta 24 horas dentro de una tienda de campaña, tienes que salir a mear, tienes que salir al baño, tienes que tener tus necesidades. Eso de que ‘¡Ay, está sola la casa de campaña!’ A ver mete a tu mamá, cabrón, ¿24 horas?”, respondió Lozano a la prensa.
Su plan es que de día y de noche circulen 10 mil personas en apoyo del plantón, indicó, aunque este día no llegaron más de 200. Estima que de aquí al próximo miércoles ya tendrán lleno el Zócalo con refuerzos que llegarán de todo el país en apoyo de la gente que ya está aquí y que llegó de Nuevo León, Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Veracruz, Chihuahua, Tamaulipas, Guerrero y el Estado de México.
En su caso, dijo, desde que iniciaron el plantón sólo el primer día se quedó en el campamento, otros dos días se hospedó en hoteles. Dijo que por su seguridad ya no dirá donde pernoctará mientras dure el plantón. Pues, aseguró, ha recibido 188 amenazas.
Hombres y mujeres, muchos adultos mayores, le hacen una valla a Gilberto Lozano mientras da entrevistas, y en un círculo más cercano, un grupo de hombres lo rodea para su protección. Fue con estos últimos con quienes inició la marcha, ellos, con sus brazos entrelazados unos a otros, caminaban al frente, abriéndole paso. Avanzaban a paso veloz, casi pisando los pies de unos 50 periodistas, entre camarógrafos, fotógrafos y andaban el camino a prisa y de espaldas.
Alrededor de las 13:30 horas, en avenida Juárez, frente al Palacio de Bellas Artes, se concentró la gente. Así inició la marcha. Desde Bellas Artes hasta el Zócalo por la calle 5 de Mayo. Mientras marchaban parecían muchos.
Conforme avanzaban, sus rostros se contraían, con expresiones de molestia y lo manifestaban a gritos, insultos y consignas contra el presidente.
“Fuera López!, ¡Lárgateeee!, gritaban, entre otros más feroces.
La misma efervescencia los hacía tener conatos de enojo entre ellos mismos.
A ratos se serenaban, cantaban el Himno Nacional y gritaban vivas a México. A la par, algunos espectadores respondían con vivas al presidente.
“Viva López Obrador, cabrones!”, les gritó un adulto mayor que observaba la marcha. Ya casi para llegar al Zócalo.
El Zócalo está resguardado por cientos de policías de la Ciudad de México, rodeado de vallas de acero perfectamente alineadas, como un laberinto frente a Palacio Nacional, permitiendo el paso a calles aledañas.
Una valla, reforzada, cruza a la mitad de la plancha. Ahí empezaron a llegar los manifestantes ondeando banderas de México, al grito de “¡Sí se pudo!”.
Conforme entraban al Zócalo, la principal plaza pública del país parecía inmensa. Algunos empezaron a mirarse con sorpresa. Al verse tan pocos, empezaron a pedir a los manifestantes “abrirse” para ocupar más espacio, guardar sana distancia.
Uno de los manifestantes, rezagado, murmuró para sí, sorprendido: “Somos muy poquitos”.
-¿Cuántos calcula?- le pregunté al alcanzarlo a oír.
¿Unos 200?, expresó mientras miraba y trataba de contarlos.
-¿Con todo y reporteros?
-Sí…- lamentó.
La charla se interrumpió con una docena de personas que empiezan a burlarse de los manifestantes al verlos llegar.
«¿De verdad? ¿Esto es Frenaaa? Debería darles pena. Dan pena”, les dice uno y saca a los rezagados del estupor, de su sorpresa.
“Los de Frenaaa lograron llenar el Zócalo, vean nadamás”, se burlaba otro.
“¿Para esto querían el Zócalo? ¡Rídículos!”.
Luego un hombre de 31 años encaró a uno de los manifestantes que no paraba de gritarles “provocadores”: “Usted tiene más de 40 años, usted sabe lo que es represión. Esto no es represión”.
El integrante ya no respondió, dejó de gritar.
Pero la mayoría de los que marcharon al Zócalo decidieron no confrontar, retirarse, y disfrutar de haber llegado a la Plaza de la Constitución.
“Esto es histórico”, repetían. Mientras algunos de sus compañeros se tomaban la “selfie” del recuerdo. Para una gran parte de los manifestantes es la primera vez que participan en un movimiento de este tipo.
Algunos expusieron sus miedos sin dar explicaciones: que el comunismo llegue a México, que se convierta en Venezuela o en Cuba.
Otros no dieron ninguna razón, simplemente quieren que López Obrador renuncie.
El cerco de malla de acero en el Zócalo ha estado ahí desde mayo, igual que los policías, por la pandemia de covid19, y en un afán de las autoridades de impedir que ciudadanos y turistas acudan a pasear. Durante agosto se retiraron algunas, pero se volvieron a poner por las Fiestas Patrias.
A principios de septiembre, el cerco se reforzó y volvió a poner alrededor del Zócalo, para evitar que los ciudadanos llegaran a la ceremonia del Grito de Independencia. No sólo el Centro Histórico se convirtió en un laberinto de vallas que permiten acceso por las diversas avenidas, aledañas al Palacio Nacional, Moneda, Correo Mayor, Corregidora. Sino que se cerró desde el Eje Central. Y sólo se permite paso peatonal.
Ahora con la manifestación de Frenaaa se reforzaron las vallas y cientos de policías, quizá miles, rodean el lugar.
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