Covid-19 causa estragos en una región donde la desigualdad, la corrupción y las turbulencias políticas son caldo de cultivo para la propagación del virus, la desinformación y el caos. Tres meses después de que la OMS declaró a América Latina el “nuevo epicentro” de la pandemia, ésta no cede. Por el contrario, en algunos países apenas comienza
Texto: José Ignacio De Alba
Fotos: Cortesía Minsal Chile, Franco Trova y Anderson Ortiz
El 22 de mayo, la Organización Mundial de la Salud declaró que América Latina era el “nuevo epicentro” de la pandemia de covid-19. Un estatus ya había pasado de China a Europa y luego a Nueva York, en Estados Unidos. México se acercaba a las 7 mil muertes, Brasil rebasaba las 20 mil, y el resto del mundo se horrorizaba con las imágenes de personas muriendo en las calles de Guayaquil, en Ecuador.
Ni el más avezado analista imaginaba entonces que, tres meses después, la región seguiría siendo el epicentro de la pandemia, que México estaría llegando a 60 mil muertes por covid (nueve veces más que en mayo); que Brasil casi duplicaría esa marca; que Chile declararía una “catástrofe”; que Bolivia cargaría cadáveres en carretillas por la saturación de sus cementerios, y que Perú estaría a punto de convertirse en el país con la mayor tasa de mortalidad por covid de todo el mundo.
Este 21 de agosto, el mundo suma más de 800 mil personas fallecidas por la pandemia más mortífera de los últimos 100 años. Más de la tercera parte de esas muertes las ha puesto Latinoamérica.
Y a diferencia de Asia o Europa, el fin de la historia aún se ve lejos. Brasil y México, los dos gigantes de la región, apenas comienzan a descender lentamente en sus curvas epidémicas, mientras que otros, como Colombia y Argentina van escalando rápidamente.
Esta es una mirada a 4 países del sur. Encuentre usted las diferencias.
Hace dos meses el gobierno de Argentina aseguró que la epidemia estaba controlada, pero los contagios no dejan de aumentar. Apenas este jueves 20, el país registró un nuevo récord de contagios, con 8 mil 225 casos nuevos. Con ellos, Argentina suma más de 320 mil casos, casi lo mismo que Reino Unido.
El periodista argentino Rodrigo Miró, explica algo que bien podría ser un diagnóstico para toda la región:
“Hay mucha desigualdad económica, mucha población que vive hacinada, mucha gente que tiene que salir a trabajar para buscar el sustento. Entonces estamos hablando de que las medidas de sanitarias no son posibles”.
Miró se ha dedicado a recolectar testimonios en diferentes países. En entrevista telefónica, lamenta que en América la epidemia ha sido demasiado larga, a diferencia de China y de la mayoría de los países de Europa. “En nuestros países ha durado mucho más de lo que ha durado en otras regiones. Acá llevamos 5 meses en aumento”.
En Argentina se registró la primera muerte por covid en esta región, el 26 de febrero, Luego, las fuertes medidas restrictivas para la movilidad parecieron controlarla.
Miró cuenta que la pandemia llegó a los pocos meses de que Alberto Fernández llegara a la presidencia, y al principio, la popularidad del peronista ayudó a conglomerar a la sociedad para hacerle frente. Incluso, los principales periódicos del país publicaron en marzo la misma portada: “Al virus lo vencemos entre todos”.
“Al principio la sensación era como si estuviéramos en una guerra y todos estuviéramos en el mismo bando. O lo mismo cuando hay un mundial de futbol”, dice Miró.
Sin embargo, con el paso de los meses, los sectores empresariales y los grupos ligados a la derecha promovieron marchas vehiculares, donde los automovilistas tocaban el claxon mientras recorrían la ciudad. El propósito era cuestionar la política de salud y también urgir al gobierno para reactivar la economía. Hasta el momento en Argentina ha habido más de 325 mil despidos formales.
A diferencia de Europa, América Latina tuvo tiempo para prepararse para la llegada de la pandemia. Algunos países buscaron aumentar la capacidad hospitalaria y capacitar médicos, para no colapsar los sistemas de salud. Así lograron sobrellevar la titánica tarea. Pero no todos lo lograron.
El periodista boliviano Pablo Ortiz cuenta que la capacidad hospitalaria de ese país de 11 millones de habitantes quedó rebasada en mayo.
“Hubo mucha gente en Cochabamba que murió en su casa, porque nadie iba a buscarlos y los familiares sacaban los cuerpos a la calle. También colapsó el sistema funerario de Cochabamba, porque no había suficiente capacidad para enterrar o cremar la gente que se iba muriendo”.
Bolivia es el segundo país con menos camas y equipamiento médico del continente. Ortíz explica que, a la hora de hacer frente a la epidemia, había un problema estructural en el sistema de salud. Hasta el momento, el país andino tiene más de 106 mil casos confirmados de covid-19, con una curva ascendente de contagios.
Pero Ortiz explica: “Estamos en una situación de poco control con lo que está pasando con la pandemia e incluso con poca capacidad para registrar la cantidad de casos que hay en el país”.
El periodista cuenta que incluso que hay miles de pruebas de PCR sin procesar. “Tenemos casi 100 mil positivos y 16 mil pruebas que no se han procesado por falta de insumos”.
Además, se han develado dos casos de aparente corrupción. Uno relacionado con la compra de ventiladores para casos graves que no sirvieron y otro con la compra de 600 mil pruebas PCR con sobreprecio.
Bolivia fue uno de los primeros países en tener un aislamiento estricto, incluso con la declaración de toque de queda, por lo que la gente sale a la calle de 5 de la mañana a 5 de la tarde.
“La cuarentena se hizo de una manera muy rígida, eso se fue diluyendo por los problemas del gobierno para enfrentar las carencias. Hay mucha gente en la calle con pocas medidas de seguridad, con mucha gente tratando de ganarse unos pesos. También hay mucha automedicación”, explica Ortiz.
En Bolivia, además, hay constantes manifestaciones debido a las prórrogas del gobierno provisional para realizar elecciones.
De los 10 países con más casos confirmados en el mundo, 5 son latinoamericanos. Brasil encabeza la lista, con más de 3 millones 500 mil contagios y 112 mil muertes. El número tan alto se debe, en gran medida, a que Brasil es el país más habitado del cono sur.
Pero esta semana Perú, con una población de 32 millones de personas ocupó el sexto puesto en la tabla mundial, con 567 mil casos. Perú supera a México que tiene una población cuatro veces más grande. De hecho, es el segundo país con más muertes por cada millón de habitantes: 818, sólo superado por Bélgica.
El defensor de derechos humanos, Javier Mújica, relata un país situado en el epicentro de una tormenta perfecta: “Una crisis sanitaria de un alcance enorme, que enfrenta una explosión de contagios y decesos motivada por la confluencia de la resistencia de las personas a acatar las medidas de confinamiento, urgidas por procurarse ingresos de sobrevivencia en un país en el que la mayor parte de la economía opera en el sector informal”.
El abogado laborista explica que 70 por ciento de los habitantes de Perú trabaja en el sector informal. La crisis económica generada por la pandemia ha provocado “quiebras masivas” en sectores de comercio y servicios, que son los rubros más importantes del país.
A eso se agrega que el sistema salud pública tiene una de las tasas de inversión más bajas en la región (2,3 por ciento del PIB y menos de 300 dólares por persona por año) y que el país tenía un déficit de 16 mil médicos antes de la pandemia.
Otro país que este mes va subiendo aceleradamente su número de contagios es Colombia, el octavo país con más enfermos de covid en el mundo. El crecimiento de contagios ha sido exponencial: A principios de junio tenía 40 mil casos; esta semana rebasó el medio millón.
Anderson Ortiz trabaja con comunidades en Medellín y explica que su país está pagando las consecuencias de abandonar el sector de salud, que se encuentra en manos del sector privado, “donde las ganancias del sector van a ámbitos no sociales”.
A finales de marzo el presidente Iván Duque decretó una cuarentena obligatoria en todo el país, pero después de 35 días el país abrió parcialmente. Ahora, en un punto de muchos contagios muchos negocios están abriendo. Y no se ha logrado una estrategia que equilibre las pérdidas económicas con las pérdidas humanas, dice Ortiz.
“La cuarentena ha sido casi un juego”, concluye.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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