«Se contagió porque salió a la calle a trabajar»: mamá de migrante fallecido en NY

15 julio, 2020

Foto: José Luis de la Cruz.

Las cenizas de 245 mexicanos que murieron por covid en Estados Unidos arrizaron en México. En Guerrero, las familias de 23 migrantes recogieron los restos de sus seres queridos, a quienes no volvieron a ver y que en muchos casos murieron sin dejar de trabajar durante la pandemia

Texto: Amapola Periodismo

Fotos: José Luis de la Cruz y Jacobo Morales / Amapola Periodismo

CHILPANCINGO, GUERRERO.- Aquilina Antonia Parra se aguanta para que no le broten las lágrimas. Cuenta que su hijo se contagió de covid-19 porque salió a las calles de Nueva York a buscar trabajo, ya que en la tintorería donde laboraba lo despidieron bajo el argumento de la crisis por la pandemia.

De la comunidad nahua de Xalatzala, municipio de Tlapa, Aquilina viajó más de cinco horas para llegar a la funeraria de Chilpancingo para recoger la urna en donde están las cenizas de su hijo José Luis.

 Ella al igual que otras familias de 22 migrantes guerrerenses que murieron de Covid-19 en Estados Unidos, en su mayoría en Nueva York, salían de la funeraria llorando y otros con el rostro triste cargando la pequeña urna. 

«Le haremos los rezos, habrá velada, cena y todo lo demás así como se vela a un muerto en Guerrero, porque es nuestra tradición de usos y costumbres», contesta un familiar que acompaña a la mujer.

Aquilina relata que su hijo le contó que les avisaron que se encerraran en sus casas para no contagiarse del coronavirus, pero él no lo hizo porque tenía que trabajar.

Antes que su hijo José Luis, Aquilina estuvo en Nueva York casi 40 años. Primero en el oficio de costurera, en donde ganaba hasta 370 dólares a la semana, y después vendiendo atole y tamales en las calles. Allá en Estados Unidos, afirma, la vida no es fácil para los migrantes.

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Foto 1: Familiares de migrantes salen con las cenizas de sus seres queridos fallecidos de corona virus en Estados Unidos. Fotografía: Jacob Morales.

«Allá a fuerza tienes que trabajar porque debes de pagar la renta en el lugar donde vives y si no lo haces te echan a la calle», refiere la mujer quien desde hace 18 años regresó a Xalatzala, una comunidad que está a 40 minutos de Tlapa y que colinda con el pueblo de Igualita.

Aquí al igual que otros pueblos de la Montaña, hay familias enteras que trabajan en Estados Unidos y que solamente vienen de visita a ver sus familiares durante las fiestas patronales. 

Aquilina dice en Nueva York tiene todavía a una hija y otro hijo a quienes al igual que a José Luis se los llevó a Estados Unidos porque querían trabajar. 

De su hijo José Luis cuenta: «yo le dije ‘te vienes a trabajar y cuando te traiga el coyote (el que transporta a escondidas a migrantes) tú no escuches ni veas o digas algo, tú, callado porque a veces eres bien peleonero’».

Así fue como hace años llegó José Luis a Nueva York luego de cruzar el desierto de Arizona como miles de mexicanos lo hacen porque aquí no hay trabajo, señala un familiar que acompaña a la mamá del migrante fallecido. 

Trabajó en las ciudades de Bronx, Manhattan y Queens, que forman parte de los distritos del estado de Nueva York. 

Indica que el último trabajo que tenía su hijo fue de planchar ropa en una tintorería de unos chinos.

Pero cuando empezó la pandemia por covid-19, lo despidieron.

José Luis no se quiso quedar encerrado y salió a buscar trabajo porque tenía que pagar la renta.

«Allá (en Estados Unidos) te puedes morir de frío en la calle si te echan del lugar donde vives por no pagar la renta y en eso pensó mi hijo», dice Aquilina.

Recuerda que en una de las últimas conversaciones que tuvo con su hijo fue cuando le dijo que quería venir a su pueblo, pero que ella le mandara dinero.

«Mira ahorita no tengo (dinero) tengo varios compromisos que cumplir, pero cuando los cumpla, yo te mando», le contestó.

Menciona que fue su hija la que vía telefónica le contó que su hijo José Luis estaba en el Hospital enfermo de coronavirus.

Su misma hija le reveló que los médicos que atendían a José Luis le habían detectado diabetes y que con esa enfermedad a lo mejor podría «irse» (morirse).

Fue la misma hija que le comunicó a Aquilina que su hijo había fallecido.

Doña Aquilina llegó junto con uno de sus familiares en un taxi que se estacionó frente a la funeraria.

Se metió al estacionamiento y se sentó en una banqueta. Llegó un trabajador de la Secretaría de Migrantes y Asuntos Internacionales del gobierno del estado que llevaba una carpeta con la lista de los familiares de los migrantes fallecidos.

-¿Usted viene por un familiar?, ¿cuál es su nombre?

-Sí. Mi nombre es Aquilina Antonia Parra, vengo por mi hijo -contestó.

Luego entró a un cuarto donde estaban varios ataúdes y un trabajador de la funeraria le entregó a Aquilina una urna en donde iban las cenizas de su hijo José Luis. 

El mismo trámite hicieron otras familias que vinieron por las cenizas de un hermano, padre o mamá que trabajaban en Estados Unidos y murieron por covid-19.

Según el secretario de Migrantes y Asuntos Internacionales del gobierno estatal, Fabián Morales, 173 guerrerenses han fallecido de coronavirus en diferentes ciudades de Estados Unidos.

Hasta el momento sólo familiares de 23 aceptaron que los gobiernos federal y estatal repatriaran sus cenizas a Guerrero.

“Tenía calentura y seguía trabajando»

Una mujer de la comunidad de Cocoyoc, municipio de Alpoyeca, en la región de la Montaña, cuenta que el 24 de marzo su esposo Aureliano le dijo que tenía calentura, pero no creía que era covid-19.

Así andaba con calentura y cuando se le bajaba se iba a trabajar pero después empezó con la tos, luego me dijo que ya no podía respirar, relata la esposa del migrante fallecido.

Cuenta que su marido trabajaba de cocinero en un restaurante en la ciudad de Queens y cada 15 días le mandaba dinero que recogía en Tlapa.

Aureliano regresó a su comunidad recientemente luego de haber permanecido trabajando durante ocho años en Estados Unidos, pero a finales del 2018, le comunicó a su esposa que se regresaría y sólo permanecería tres años.

El pasado 19 de diciembre del 2019, había cumplido un año en Queens trabajando de cocinero en un restaurante.

Aureliano, de 45 años, regresaría a su comunidad a sembrar maíz, frijol y chile en su parcela, en diciembre del 2021.

«Me dijo que ya no se iría a Estados Unidos», recuerda la esposa de Aureliano, quien se retira de la funeraria cargando la urna con las cenizas de su cónyuge.

Este trabajo fue realizado por AMAPOLA PERIODISMO TRANSGRESOR. Lo reproducimo con su autorización como parte de una Alianza de Medios. Aquí puedes consultar la versión original.

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