¿Qué violencia machista sufrimos? ¿Qué miedos quedan y cómo nos protegemos de ellos? ¿Qué nos hace sentir seguras? ¿Puede el agresor reparar el daño? Y la comunidad, ¿cómo puede cobijarnos? A dos semanas de la explosión del #MeToo en redes sociales, buscamos a mujeres que denunciaron las agresiones para explorar, desde su propia experiencia, cuáles son las posibilidades de protección y sanación que necesitan y que imaginan. Esta semana estaremos publicando sus testimonios
Texto: Daniela Rea y Lydiette Carrión
Fotografía: María Fernanda Ruiz
¿Qué violencia sufriste?
La violencia que sufrí fue acoso sexual. Enrique Mandujano me dio un beso de manera obligada. Era un viernes, iba en primer semestre en la Escuela de Periodismo Carlos Septién, tenía 21 años. Él es director académico.
Yo publiqué en Facebook un caso con un ex novio que descubrí que tenía novia y demás. En la escuela de periodismo no existe como un límite para que agregues o te agreguen profesores en esa red social y Enrique Mandujano me mandó un mensaje diciéndome que qué lástima lo que me había pasado y que él era asesor de tesis de mi ex novio y su novia. Y empezó a platicar conmigo. Me mandaba mensajes preguntando si estaba de fiesta o en la escuela, que era muy guapa, que le recordaba a la Maga de (la novela) Rayuela, que qué pensaba de él. Iba a ser mi cumpleaños el 11 de noviembre y eran los últimos días de escuela, ese día iba a ir a bailar con mis compañeras de la escuela y Mandujano me dijo que subiera a la oficia por unos libros que me tenía de regalo. Y subí, casi no había nadie en la escuela, estaba su secretaria por ahí y tenía la puerta abierta. Me tomó de la cintura cuando yo me acerqué por los libros y me dio un beso con lengua, fue como muy grotesco. Yo no le dije nada, me quedé pasmada, obviamente no me llevé los libros. La única que supo qué me había pasado fue mi amiga Eurídice porque me vio muy mal en el lugar al que fuimos a bailar. Me preguntó y me puse a llorar. Un año y cacho después se hizo un supuesto taller de género que impartió (Víctor Hugo) Villalva (director de la escuela) y ahí aproveché para denunciar públicamente. No se me hizo caso y, ahora que denuncio con el #MeToo, Villalba me manda a llamar a la oficina y dice que no recuerda mi denuncia, que se disculpa, que todos cometen errores.
¿Algo te genera miedo?
Pues sí. No había ido a la escuela jueves, viernes y lunes. El martes 26 de marzo subí temblando las escaleras. Cuando llegué a mi salón y me senté en la banca me puse a llorar y temblar. Lloré durante cuatro horas. No pude prestar atención a ninguna clase. Él estaba cerca, en su oficina, y yo no quise salir ni al baño. Su oficina está en el mismo piso que mi salón. Ese día no desayuné, no como nada. (Priscila se presentó en la escuela Carlos Septién y denunció la violencia sufrida) Me da miedo el escarnio público, me da miedo enfrentarme a él, me da miedo verlo, me da miedo lo que las autoridades pueden hacer en mi vida laboral, me da miedo que la gente empiece a tacharme de que soy una mentirosa, que quiero llamar la atención, que quiero protagonismo.
¿Con qué te sentirías segura?
La forma de sentirme segura es que cumplan mi exigencia. Yo pedí el despido de Enrique Mandujano (la escuela emitió un comunicado diciendo separarían del cago de dirección académica a la persona señalada, pero no dice más sobre los otros dos cargos que el acusado tiene dentro de la Septién: miembro de la Asociación Cultural Carlos Septién y docente),ya estoy procediendo legalmente con las chicas de Periodistas Unidas Mexicanas (PUM) y con asesoría de Inmujeres y derechos humanos. Me siento segura con el movimiento de mujeres, con el acompañamiento, con el apoyo y solidaridad de todas. La escuela tiene un supuesto protocolo que me ofrecieron, que consistía en darme 15 días hábiles para comprobar mi denuncia y escuchar la versión de Enrique Mandujano. Yo no acepté y ahora les dije que yo iba a trabajar por afuera todo esto. Su protocolo no contempla el área emocional y sicológica y esto me afecta escolarmente porque yo he estado faltando a clases. No tengo el mismo ánimo y no hay un apoyo escolar tampoco.
¿Cómo identificas el daño?
El daño que identifico en mí es emocional. Me siento asquerosa, culpable, me siento como muy culpable de haberle contestado mensajes (apenas el jueves un psicólogo especialista en tratamiento a víctimas de violencia, me dijo que sufro de estrés postraumático). Sé que tengo que tomar en cuenta que tenía 21 años y él tiene alrededor de 50 años, había una posición de poder. A mí me dio un montón de miedo no contestarle cuando empezó a enviarme mensajes porque justo yo no tenía información de que se podía denunciar o que no pasaba nada si no le contestaba y le empecé a contestar porque me daba miedo que se enojara o algo, porque Enrique Mandujano prácticamente decide si te titulas o no. Tiene el control de tus calificaciones.
Siento que hay esa falta de estima, me volví muy temerosa, inestable, de pronto hay impactos muy fuertes que no puedo manejar. Eso es también consecuencia de que sufrí esta violencia. Luego me involucro con un chavo y tengo una relación violenta por año (que terminó apenas en noviembre del año pasado) y luego sufro acoso sexual en una revista en la que trabajé hace poco (con la que decidí proceder con demanda laboral y no sexual, porque creí que así sería más efectivo). Son varias cosas y emocionalmente no puedo recuperarme.
Pero al mismo tiempo empecé a luchar en el feminismo. Y decidí enfocar mi carrera periodística a temas de justicia, derechos humanos, violencia de género, movimientos sociales y todo lo que tenga que ver con búsqueda de justicia.
¿Cómo te sentirías reparada del daño?
Lo único que es sanador para mí es el acompañamiento de mujeres. Tuve que renunciar a mi trabajo porque no tenía la capacidad para continuar y justo este año tengo la decisión de sanarme con amigas, en terapia sicológica y con el proceso legal. No hay una reparación del daño. No hay forma en que te puedan reparar el daño. No importa si lo despiden, no importa legalmente lo que logres, no hay nada que te devuelva lo que pasó. Y yo creo que es en todos los casos de abuso y acoso sexual.
No busco tampoco dañar a su familia ni nada, yo no busqué que me pasara, que me lo hiciera y tampoco me hubiera gustado tener que dañar su vida para obtener justicia, pero lamentablemente así es. Me veo obligada por él y las circunstancias a acceder a una justicia que probablemente le cueste el trabajo o le cueste otras cosas, no es que yo lo quiera así, no de entrada. Me hubiera gustado no estar en esta situación, pero él me puso en ella. Y el agresor no creo que pueda resarcir el daño nunca, ni con un perdón ni nada. Yo quiero que no esté en ese puesto y haya repercusiones legales para que deje de violentar a otras chavas.
Ojalá nunca me hubiera pasado. Ojalá pudiera regresar el tiempo.
¿Qué te haría sentir acompañada por parte de la comunidad?
Me siento arropada con la comunidad de mujeres que están en esta parte del #MeToo y de la defensa de mujeres, con mi familia, por mi mamá principalmente y mi hermana, y algunas amigas. Con el gremio periodístico sinceramente no, sólo con muy pocas mujeres. Sentía que el gremio no me apoyaría, pero el viernes en la conferencia de prensa muchos y muchas colegas se acercaron para abrazarme y decirme que me creían porque muchos habían egresado de ahí y conocían a Mandujano.
Este domingo, Enrique Mandujano Sandoval, cobijado por la agencia que coordina su comunicación -Consultores en Difusión y Comunicación Social, Codics-, rechazó las acusaciones de acoso y abuso sexual en su contra, y dijo que se presentará en próximos días ante tribunales con pruebas a su favor.
En conferencia de prensa, Mandujano Sandoval admitió que sí abrazó y besó a Priscila Alvarado, pero dijo hacerlo en la mejilla, y leyó un comunicado con presuntos mensajes enviados por la estudiante, a manera de pruebas.
“Un poco subidos pero también los provocó ella. Respondía dentro de lo que ella misma iba provocando. Entonces yo también… llevábamos esta relación, yo creí que éramos dos adultos”, dijo ante la pregunta de un reportero sobre el tono del intercambio de los mensajes.
Después del comunicado de Enrique Mandujano, la estudiante Priscila Alvarado también leyó un mensaje.
«Entendí que lo que hiciste tenía un nombre: acoso sexual. Entendí que el miedo y la impotencia también tenían nombre: poder. Tenías poder y lo sabías, mucho más del que yo podía tener en ese momento. Me duplicas la edad, eres director académico”, dijo.
Al finalizar su lectura, la joven fue cuestionada de forma incisiva por algunos reporteros, principalmente una mujer que dijo laborar para el medio México Nueva Era, que comparte edificio y canal de difusión de productos digitales con la agencia encargada de la estrategia de comunicación de Enrique Mandujano.
¿Qué pruebas traes tú el día de hoy? Como mujeres sabemos cuándo y hasta dónde ponemos límites. No veo que hayas puesto límites… ¿Por qué montarte en una campaña mediática como la #MeToo? ¿Padeces bipolaridad, esquizofrenia o paranoia? ¿Eres alcohólica o bebedora social? ¿Estás preparada para una demanda en tu contra?, fueron algunas de las preguntas que la mujer lanzó a la estudiante.
La agencia contratada por el académico y el medio de comunicación mencionado también comparten empleados. Norma Patiño y Carlos Velasco, las personas que emitieron el comunicado de prensa de Enrique Mandujano, también forman parte del directorio de México Nueva Era, como titulares de la Dirección General y la Dirección General Adjunta, respectivamente.
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