‘Que la Septién sea una escuela segura’

6 abril, 2019

Estudiantes de la Escuela de Periodismo Carlos Septién denunciaron frente a las instalaciones del colegio prácticas de acoso que ocurren dentro del plantel y demandaron a las autoridades académicas ponerles fin

Texto e imágenes: María Fernanda Ruiz

“No despiertas una mañana diciendo ‘hoy quiero arruinarle la vida a alguien, lo acusaré de abuso sexual’”, explica Priscila Alvarado, estudiante de sexto semestre de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García (EPCSG). La joven denunció que cuando entró a la carrera, el director académico, Enrique Mandujano, la besó sin consentimiento dentro de su oficina. Por dos años guardó silencio.

La estudiante relató, a través de una carta que leyó este viernes en público, que los hechos ocurrieron en noviembre de 2017, al final de cursos, cuando ella festejaría su cumpleaños:

“Iría a bailar con mis compañeras y compañeros del salón. Me mandó mensaje: ‘Sube, te tengo un regalo. Si no es ahorita ya no te lo podré dar. Es por tu cumpleaños’. El regalo eran unos libros, entre ellos Rayuela.

«Eran las 9 de la noche. Yo sólo quería ir a bailar. Quería estar con el chico que me gustaba. Quería salir con mis amigas y amigos. No quería subir. Ni verlo. Ni recibir un regalo de su parte. ¿Por qué le gusté yo?

Subí. Todo estaba solo. Él tenía la puerta abierta. Me estaba esperando. Cuando entré me extendió los libros, los tomé. ‘Gracias, están padrísimos’. No recuerdo si me dijo algo. No recuerdo cómo se acercó a mí. Me jaló de la cintura y empezó a besarme«.

Este viernes, Priscila y ocho alumnos más convocaron a una conferencia de prensa frente a las instalaciones del colegio para denunciar casos de abuso y acoso sexual dentro de la universidad y exponer un pliego petitorio. Todo dentro del contexto de la explosión de denuncias que trajo consigo la más reciente ola del #MeToo mexicano.

Priscila relata en su carta que después de lo ocurrido en la oficina del director académico, tuvo miedo de denunciar porque sintió culpa de haber contestado los mensajes que él le mandó vía Facebook, a los que respondió por temor de ver afectada su carrera:

“El primer mensaje intencionado que respondí fue un simple ‘eres muy guapa e inteligente. Me gustas’. Me quedé pasmada unos segundos. No sabía qué hacer. El Director Académico. Enrique Mandujano, la vaca sagrada de la Septién. El gran periodista. Uno de los mejores profesores de la escuela. Y claro, un hombre con el poder suficiente para reprobarme o impedir mi titulación, me estaba coqueteando. Yo le gustaba… maldita sea ¿por qué yo?, ¿por qué no otra?… ¿y si no le respondo?… Mejor respondo”.

Priscila afirma que ha transitado por tres etapas que llama “infiernos”: el primero, el acoso; el segundo, la denuncia pública, y el tercero -lo que viene-: el escrutinio público.

“Sé que es amigo de muchas personas, que lo aprecian y lo admiran, y ahora para esas personas yo me he vuelto un verdugo. Pero no quiero hacerle daño, espero que lo entienda, que acepte que se equivocó, que lo hizo mal pero que puede hacerlo diferente. No quiero que sufra, quiero que entienda que hace daño y que me hizo daño. Hoy también le estoy hablando a él, le estoy diciendo: Me lastimaste. Ahora, por favor ya no lo hagas, cambia, piénsalo y no lastimes a otras mujeres”, dice en entrevista.

La de este viernes no fue la primera vez que Priscila denunció a Enrique Mandujano. La joven aprovechó la ola mediática del #MeTooPeriodistasMexicanos para exponer su caso a través de Twitter, el 24 de marzo.

Y un año antes, relata, ya lo había denunciado ante Víctor Hugo Villalva, el director general de la EPCSG, durante un taller de género. Pero no hubo alguna repercusión.


Estudiantes colocaron un tendedero de denuncias a la entrada de la universidad. Foto: María Fernanda Ruiz.

De acuerdo con la información sistematizada por Periodistas Unidas Mexicanas (PUM), la Escuela de Periodismo Carlos Septién acumula cinco denuncias recientes por acoso o abuso sexual.

El plantel, sin embargo, anunció como medidas al respecto la impartición de talleres de género y capacitación al personal. No había ejecutado ninguna investigación ni sanciones.

El pasado jueves, la Escuela Carlos Septién informó en un comunicado la separación del cargo de la dirección académica a Enrique Mandujano, pero a los estudiantes les queda la duda si seguirá como maestro y miembro de la Asociación Cultural Carlos Septién.

Ahora, los estudiantes se están organizando para parar combatir el acoso sexual y para que se investiguen todas las denuncias existentes.

“Después del primer comunicado que publicó la EPCSG sobre el caso de Priscila nos enojó que dijeran que se harían talleres en lugar de una investigación. El comunicado se dio en la escuela y lo dieron por separado, generación por generación, para que no estuviéramos todos juntos” dice Abraham, uno de los estudiantes que elaboró el pliego.

En 10 puntos, los estudiantes piden que se hagan públicas las investigaciones de denuncias por acoso sexual existentes; que se den a conocer los nombres de los miembros de la Asociación Cultural Carlos Septién; que el protocolo de atención a acoso sexual se someta a consulta de la comunidad escolar; que implementen atención psicológica con perspectiva de género; que se suspenda o despidan a profesores que violenten a alumnos y que se cree la figura de un tutor electo por los estudiantes para que les acompañe en situaciones de vulnerabilidad.

Estudiantes y egresados que han denunciado previamente acoso ante las autoridades escolares consideran que el colegio reaccionó mal. El primer caso fue el de André, un estudiante que en su último semestre comenzó a acosar a compañeras de diferentes generaciones por mensajes en redes sociales. Fueron muchas las afectadas, pero sólo una presentó una denuncia legal: Eurídice.

Eurídice cuenta que el director Víctor Hugo Villalva prometió que el acosador sería suspendido y no podría asistir a su ceremonia de graduación, pero al final, nadie le prohibió asistir y se graduó sin problema, a pesar de que ya había una denuncia en un ministerio público.

Eurídice y Priscila coinciden en no sentirse seguras con Villalva de director, porque ignoró sus denuncias.

Después del caso de André, se conoció que un estudiante acosó por medio de llamadas a compañeras y molestó con comentarios discriminatorios a otro compañero. Esto hizo que estudiantes del último semestre se manifestaran en contra de la tibieza de las autoridades para tratar estos casos. Se organizaron y un grupo de octavo semestre protestó frente a la escuela. La noticia fue publicada en el diario Excélsior, por lo que los directivos de la universidad prestaron atención.

Sebastián LaMont, egresado de esta institución, propuso soluciones en ese entonces ante los casos de acoso y bullying. Logró que en conjunto con la Septién se mandara una misiva de denuncias a la Secretaría de Educación Pública sobre acoso en la universidad y con varios compañeros hicieron un primer pliego petitorio y un borrador de nuevo reglamento.  Sin embargo, esto friccionó la relación con el directivo general y al entonces estudiante le quedó la sensación de que sólo esperaban a que saliera su generación para olvidar el tema, porque muchas de sus propuestas fueron rechazadas:

“Nunca quisieron pegar los pósters de ‘violentómetros’ que nosotros les proporcionamos y salieron de nuestros bolsillos”, cuenta LaMont en una carta que envió para ser compartida en la conferencia de prensa de este viernes. Ahora los estudiantes buscan que su pliego petitorio sí sea escuchado y su organización se vuelva un referente para futuras generaciones.

Los estudiantes destacan la importancia de una figura intermediaria entre ellos y los directivos para atender estos casos. Actualmente existe la Comisión de Honor y Ética, pero no se sienten representados.

“Que Villalva haya ignorado las denuncias previas de Priscila, cuando el caso no fue tan mediático, es lo que nos hace querer que exista una figura que nos respalde. Un psicólogo especializado en temas de género y un tutor a quien puedas acercarte para tratar estos temas y resolverlos”, explica Eliza, estudiante de sexto semestre.

Por el momento los estudiantes buscan que más compañeros firmen el pliego petitorio que crearon para que la escuela los tome en cuenta.

El peso del #MeToo

Para Eliza, Priscila y Abraham, el #MeToo fue una oportunidad para visibilizar prácticas que habían sido ignoradas o se conocía de voces, como que Mandujano tiene una forma de señalar a las mujeres que considera guapas durante los exámenes que aplica cuando se acerca a sus alumnas y les toca la cabeza, bautizada por los estudiantes como la “Mandumarca”.

A Priscila el Metoo le dio fuerza.

“El día que denuncié recibí ataques, pero también un montón de mensajes de mujeres diciendo que me creían y que no estaba sola. Cada ‘yo te creo’ que me dijeron me llevó a estar aquí, denunciando frente a la escuela. Somos un montón de chavas diciéndole a otras ‘aquí estamos’. No soy yo, somos todas”, señala.

Eliza destaca la importancia que tiene #MeToo ante la inoperancia del sistema de justicia, pero advierte que debe tomarse con prudencia, porque una denuncia malintencionada puede dañar a las personas.

“Hubo el caso de una denuncia anónima a un ex profesor de la Septién, la bajaron porque venía de una cuenta desconocida, sin seguidores, y la retiraron de las cuentas. Hay que tener cuidado. Pero sí que son espacios necesarios ante la falta de acceso a la justicia”, dice.

Pie de Página buscó a los directivos de la Escuela Carlos Septién García para conocer su postura sin conseguirlo.

El director Victor Hugo Villalva dijo que por el momento no podía dar ninguna entrevista.

Y el profesor Enrique Mandujano adelantó que hará público su posicionamiento hasta este domingo.

Foránea siempre, lo suyo es lo audiovisual y el periodismo es la vía por donde conoce y cuestiona al mundo.

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