Las Mujeres Organizadas de la Facultad de Economía mantienen, desde hace tres meses, un paro separatista. Es el único paro feminista dentro de Ciudad Universitaria que sigue en pie a pesar de covid-19. Las paristas no piensan soltarlo, hasta que todas sus exigencias se cumplan.
Texto y fotos: María Ruiz
Ciudad de México.- Algunas estudiantes se imaginan un búnker cuando piensan en la Facultad de Economía. Un enorme edificio rectangular de largos pasillos grises y grandes ventanas. En un año cualquiera, la facultad estaría rodeada de la cotidianidad de finales de semestre pero un virus acecha a los mexicanos y al mundo. Por eso, Ciudad Universitaria permanece cerrada. Uno que otro auto se escucha pasar por los circuitos y se miran algunos ciclistas que descansan en los pastos.
En medio de esta pandemia un grupo de mujeres estudiantes mantiene un paro separatista. son las Mujeres Organizadas de la Facultad de Economía (MOFE), mujeres estudiantes de esta facultad cansadas de las distintas violencias que viven en las aulas.
Desde hace tres meses se fueron a paro. Lo mantuvieron durante toda la Jornada de Sana Distancia y lo mantendrán hasta que se cumplan las exigencias de su pliego petitorio. Actualmente los únicos paros que continúan es el suyo y el de las estudiantes en la Preparatoria 3.
Con letras grandes y de colores pintaron consignas en las ventanas: “No es violencia, es autodefensa”, “Sororidad” y “La dignidad no tiene miedo” , mensajes que se alcanzan a leer desde el otro lado del circuito universitario. En la puerta principal, una ficha de búsqueda recuerda la desaparición de Mariela Vanessa, estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras. Adentro, las mujeres volvieron hogar y lugar de resistencia feminista su espacio universitario. Es martes y entre libros y anotaciones, un grupo de paristas comparten té y galletas. Se identifican como Maíz, Kollontai, Maga, Betty, Silvia y Panfi.
¿Qué las mantiene en paro durante una pandemia? Mencionan cifras, datos presentados en el micrositio de la Facultad de Economía: de agosto del 2016 a febrero del 2020 se presentaron 43 quejas de violencia contra mujeres dentro de su facultad, el treinta y tres por ciento de las violencias fueron ejercidas por personal académico. Con la toma les llegaron más denuncias.
Mencionan también omisiones y faltas administrativas en estos procesos de denuncia por parte de la dirección y de la Oficina Jurídica de la Facultad de Economía; una Comisión de Género que no funciona; falta de transparencia respecto a los procesos de revisión de las denuncias de violencia contra las mujeres; revictimización por parte del apoyo psicológico de la facultad; intento de parar las denuncias desde la oficina jurídica; violencia digital y acoso hacia el movimiento de mujeres organizadas; extorsión sexual a partir de oportunidades de becas y participación en proyectos por parte del personal docente.
En este contexto han vivido las estudiantes en su facultad durante más de dos años. Así que mantienen el paro para no regresar a “esa normalidad”.
El paro de las MOFE empezó casi a la par de la llegada del coronavirus a México. Fue el viernes 28 de febrero cuando tomaron las instalaciones, el mismo día en el que el gobierno confirmó el primer caso de covid-19 en el país.
“La covid retrasó todo. Fue el pretexto para que no hubiera presión por parte de los alumnos para que el director respondiera a nuestras demandas y nosotras pudiéramos entregar la facultad. Implementar las clases en línea le cayó perfecto no solamente a él, sino a todos los que estaban en contra del movimiento” cuenta Panfi.
El 20 de marzo entregaron su pliego petitorio, el último día en el que la universidad tuvo actividades oficialmente. Pasó una semana y lo único que obtuvieron fue silencio por parte de Eduardo Vega, director de la facultad.
“Buscamos todos los correos de rectoría y expusimos que, a una semana, el director no había dado señales. Pasaron dos días sin respuesta y en un (comunicado) que decía que a pesar de la covid estábamos en toda la disposición de aprender, agregó que estaba abierto al diálogo. En otro correo nos respondió que no nos haría caso hasta que pasaran las vacaciones de Semana Santa, es decir, hasta el 20 de abril” recuerda Panfi.
“Hay que señalar que aunque el director dijo que todos los alumnos están tomando sus clases no es así”, menciona Silvia.
“Una parte de profesores se pronunció por respeto a la toma; hay otros que no se sabe dónde están; y hay otros profesores que han dado apoyo a la toma pero piden que no se haga público su apoyo. Eso te habla del clima de represión y hostilidad que hay, ni siquiera por ser mujer… ¡por tener algún tipo de expresión de apoyo!” recalca Kollontai.
A partir de la Jornada de Sana Distancia la violencia y el acoso también se mudaron de espacio.
“Como los profesores ahora tienen los Whatsapps y los correos [de las alumnas] las empiezan a hostigar por esos medios. [Alumnos] crearon páginas de Ask y páginas de Instagram donde critican a las mujeres. Incluso se paran de a pechito diciendo que son los creadores de esas páginas, que les pasen a las mujeres que “quieran quemar”. Y te das cuenta que la violencia sólo se mudó de lugar” señala Betty.
Incluso Betty menciona que hay estudiantes que critican a las maestras que tienen que cuidar a sus hijos durante clase, debido a que su espacio de trabajo ahora es su hogar. La falta de comprensión a esto la observan en mensajes agresivos y quejas durante las clases virtuales.
En cambio identifican que con la jornada de sana distancia bajó el hostigamiento y acoso que vivieron al principio del paro en los alrededores de la facultad.
Las paristas se cuidan de la covid. Tienen una mesa repleta de insumos de sanitización. Gel, cloro, guantes, toallitas, tapabocas y alcohol. La UNAM les entregó paquetes con cloro y gel; otros insumos fueron donados por personas que apoyan al movimiento.
Cuentan que sí han sentido incertidumbre por la pandemia pero una de ellas, que se nombra como Maíz, recuerda que no son parte de la población vulnerable, que es importante pensar en eso para estar tranquilas.
Después de lograr que la dirección de la Facultad firmara una carta de no represalias las mesas de diálogo comenzaron de manera remota, vía zoom, el 18 de mayo del 2020, la última se realizó el 1º de junio.
Su pliego está conformado por 32 demandas, dividido en seis rubros que incluyen prevención y no repetición de la violencia hacia las mujeres, protección a víctimas, sanción y seguimiento de denuncias, reparación integral del daño, demandas respecto a la toma y once cuartillas de especificaciones de las demandas y fundamentos legales en los que las apoyan.
“Nos dijeron que era una tesis porque eran demasiados puntos. Queríamos que todo fuera lo más preciso posible para que no se nos fuera ningún caso. Nos asesoramos con abogadas, revisamos la ley de protección a víctimas, el estatuto general y el protocolo de la UNAM” comenta Maga.
En una facultad donde la mayor parte de la población son hombres, hombres que no les permitieron tener espacios seguros para su organización, hombres que crearon grupos de odio en Whatsapp donde convocaron a agredirlas cuando tomaron las instalaciones, donde hay profesores que continuamente desacreditan su toma por tacharla de “antidemocrática”, las paristas sienten que haber logrado una toma separatista es quizá la única oportunidad que tienen para generar cambios.
En un inicio trabajaron el pliego junto a la abogada Sayuri Herrera antes de que tomara el puesto como Fiscal Especializada en Feminicidios de la Ciudad de México. A partir de ese cambio trabajaron con la abogada Mara Muñoz.
“En las meses han tratado de minimizar el trabajo de las estudiantes, las profesoras y también de las especialistas que nos han acompañando. En la facultad, la comunidad en general tuvo muchas críticas hacia la toma, inclusive de profesoras que se denominan feministas, por no haberlo decidido en una asamblea mixta;
pero justo nos dimos cuenta que decidirlo de esa manera era decidirlo en una circunstancia de desigualdad. En una votación simple jamás habríamos ganado porque el 70 por ciento de los estudiantes son hombres” señala Silvia.
“Considerando este ambiente adverso no podíamos perder la oportunidad de exigir todo. A veces pensamos no optimistamente, que si salimos de aquí sin lograr nuestras demandas quién sabe cuándo pueda haber otra oportunidad. Por eso es nuestra preocupación del trabajo de pliego, la presión sobre nosotras mismas de hacer un trabajo pulcro y detallado “ declara Maga.
Denuncian que su compromiso no ha generado el mismo compromiso por parte de la dirección. Observan una apuesta a su desgaste más que una escucha atenta y un trabajo que proponga o contra proponga. Además de largos silencios durante la contingencia por parte del director de la facultad. A veces sienten que no las toman enserio y que les dan el avión porque que les dicen sí pero no les dicen cómo ni cuándo.
“Hay un evidente carácter adultocentrista. Y ahí hay otro ejercicio de violencia y de revictimización. Eduardo Vega no trabaja en formular ni una propuesta de operación a nuestras exigencias ni una contrapropuesta, esperando que nosotras formulemos este trabajo, deslindando algo que es de su cargo. No es justo que las mujeres estudiantes hagan el trabajo que les corresponde a los funcionarios de la UNAM” denuncia Maga.
En las tres mesas de diálogo lograron conseguir actualizar la información de las denuncias en el micrositio de la facultad, la Conformación de una Comisión de Género Autónoma Tripartita e incluir una materia de género en el curso propedéutico.
¿Qué han aprendido del paro? Se les pregunta a las paristas. Entre todas comparten sus reflexiones sobre ser mujeres y tomar una facultad:
“Te relacionas con mujeres de una forma diferente, vives con ellas, estas organizando con ellas. Con chicas que nunca habías visto en tu vida y forman parte de ti de ahora en adelante.
Hemos visto las diferencias en los movimientos donde hay hombres. En organizaciones mixtas se acostumbra que las mujeres se encargan de la limpieza y la cocina y los varones de las discusiones y de exponer las ideas principales. Acá es espontáneo que cada quien se haga cargo de ciertas tareas sin que eso implique una desvalorización de tu participación (política).
Ha sido muy cansado estar en la toma pero compartimos todas esta sensación de que más adelante alguna compañera no pase por lo que hemos pasado. Eso es lo que da motivación y fuerza.
Independientemente de lo que se logre, sabemos que va a haber un parteaguas no solamente para nosotras, también en las otras chicas que no están en la toma.. Se ha notado en los grupos de Facebook como ya no se quedan calladas. Ese cambio se va generando en todas, no solamente en las que estamos adentro.
Nos hemos dado cuenta que no somos realmente libres, estamos en espacios donde aunque no ejerzan la violencia directamente sobre ti, son espacios donde hay relaciones de poder.
En las clases las participaciones mayoritariamente las hacen los varones. A veces las compañeras, aunque son más brillantes, no participan por el ambiente tan hostil que hay. Una de las cosas que más me ha gustado es el crecimiento en cada una, si todas las mujeres tuviéramos la oportunidad de convivir en espacios sin violencia… ¡la potencialidad que podríamos llegar a tener!
Logramos trascender el ambiente masculinizado de la Facultad de Economía donde hay un esfuerzo permanente de silenciar lo que tenemos que decir y denunciar. Nos conjuntamos muchas que tenemos la necesidad y el interés genuino de poner un granito de arena en el combate a la violencia contra las mujeres y esta lucha nos ha llevado al destino de que somos amigas y nos queremos mucho.
Me ha sorprendido lo que podemos crear las mujeres cuando nos organizamos, cuando nos creemos, cuando nos apoyamos. El miedo desaparece. El día que esto se termine posiblemente no tendremos unas instalaciones tomadas pero estamos ahí, el apoyo que tienes en tus compañeras, que te van a sostener y que de verdad, esta frase de “no estás sola” la hemos aterrizado de mil y un formas.
Ojalá no seamos la última toma en levantamos en la Universidad, en el sentido de que las mujeres de más facultades puedan tener sus propios procesos de diálogo y soluciones para lo que necesitan.
Y ya no es el “si se dejan las instalaciones esto se acaba”, es decir, ya empezó y esto no va a parar. Llega un punto en el que dices “solo somos nosotras” y al dia siguiente hay muchas mujeres organizadas afuera diciendo “yo estoy con ustedes”. Y quizá es una red forzada a base de un maltrato, nos une la violencia hacia nosotras, pero si algo tan feo nos puede unir, ¿qué cosas pueden proliferar ya unidas?”*
*Texto elaborado a partir de las reflexiones de las paristas Maíz, Kollontai, Maga, Betty, Silvia y Panfi.
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