14 marzo, 2020
En marzo del 2018 una mujer militar murió en instalaciones militares. La Sedena señaló que fue un suicidio, pero la familia de la subtenienta Susana Sayas afirma que fue un feminicidio que debe ser investigado
Texto: Paulina Ríos Olivera / Página3
OAXACA.- A las 04:30 horas del 8 de marzo de 2019, la subteniente intendente Susana Sayas García murió en la base militar del 37 Batallón de Infantería, ubicado en Villahermosa, Tabasco. Sedena dice que es suicidio.
El primer peritaje establece que la prueba de radizonato de sodio que le aplicaron es negativa. Uno más hecho en la necropsia, cinco días después, arroja el mismo resultado: negativo.
Ha pasado un año y pese a los peritajes y testimonios, la Fiscalía militar insiste que se trata de un suicidio. Para Carmen Pech Calzada, tía de Susana, se trata de un feminicidio.
Susana Sayas García nació en el municipio de Salina Cruz, en la región del Istmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca.
Su tía Carmen recuerda que Susana tuvo una vida azarosa. Que enfrentó hasta abusos sexuales en la infancia y que pese a ello logró salir adelante. Cuando tuvo la edad suficiente se enroló en el Ejército Mexicano.
Tras concluir su carrera militar, a Susana Sayas la envían a la base de Astata, en Villahermosa, Tabasco. Apenas tenía cuatro meses que había egresado. Era amante de los deportes y de su carrera.
El 8 de marzo, a las 4.30 de la mañana sucedió un incidente en la base militar del 37 Batallón de Infantería. En Villahermosa, Tabasco. “Nos avisaron alrededor de las 5 de la mañana, que mi sobrina la subcomandante Susana Sayas García se dio un balazo en la sien. Todavía estaba viva. La Sedena nos avisa, porque todavía estaba viva”, recuerda.
Pese a contar con ambulancia aérea, la Sedena traslada vía terrestre a Susana a un hospital de Mérida, lugar al que familiares de la víctima también llegan. “Estaban dando tiempo para ella muriera”, eso me queda claro, afirma la tía de Susana.
Uno de los primeros comentarios que recibe la familia de Susana es del médico militar que la recibe y les dice que se trata de un homicidio, no de un suicidio.
“Suponemos que lo dijo por la forma de la herida y la trayectoria de la bala, pero también porque dijo: A ella (Susana), su capitán la asesinó. Eso dice el médico, el de Mérida, el que la recibe”, asevera Carmen al recordar lo que supo otra de sus sobrinas -Martha- que también es militar y quien fue la primera en llegar a Mérida y escuchar al médico.
Susana Sayas vivía en la base militar de 37 Batallón de Infantería y compartía habitación con una dentista, ubicada casi a la entrada del edificio. De la puerta de entrada hacia el interior, después de las habitaciones, está ubicado el comedor. Hasta el fondo, la habitación del capitán de Susana, donde ocurrió el crimen.
“Dicen que ella tomó el camino desde la entrada. Caminó todo hasta el fondo, dando varias vueltas para llegar a la habitación del capitán y ahí tomó el arma de su capitán para suicidarse ahí. Ahora, lo más lógico era que si quería suicidarse, entrara a su cuarto y tomara su arma, porque ella también tenía su arma de cargo ahí. Había dos armas de cargo ahí, la de la subteniente Verónica y la de ella. ¿Entonces cómo es posible que ella diera tantas vueltas cuando en todo caso pudo irse a su habitación y “suicidarse” ahí?”, se pregunta carmen.
“Ella (Susana) manejaba y repartía los recursos en la zona de ahí, esa era su comisión. A las cinco de la mañana iba a salir de Villahermosa a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, a donde iba a dejar recursos (alimentos e insumos) para la tropa. (…) Ella había dicho días antes que parecía que el Capitán estaba haciendo malos manejos de los recursos, y ella era una persona íntegra y que no le gustaban ese tipo de cosas”.
Carmen, la tía de Susana, asegura que el capitán dijo que el día de los hechos él salió de viaje, “pero no es cierto, no pudo comprobar que efectivamente estuvo fuera. “Y qué casualidad que a las cuatro y media la mataron, con la pistola de su capitán. También comenta que Susana les dijo días antes de su muerte que el Capitán le hacía la vida imposible.
“Llegó un primer MP Militar que no sabía hacer las cosas. Levantó el arma, la cambió de lugar, y eso me generan muchas dudas”. Esa información la obtuvo extraoficialmente y fuera del campo militar, dice Carmen.
Carmen refiere que antes de ser trasladada a Mérida, a Susana le toman muestras para análisis de residuos metálicos. La prueba de radizonato de sodio sale negativa. Es decir, ella nunca habría accionado un arma antes de caer herida.
Aunado a los supuestos errores del Ministerio Público militar, se suma una posible negligencia en la atención médica para Susana. En lugar de ser trasladada en ambulancia aérea, la llevan vía terrestre y dilatan su atención.
“Mi sobrina llega a la ciudad de Mérida hasta el día 9 y la operan hasta la mañana del lunes 11 de marzo y fallece el 13; no permiten la entrada a nadie, pero a la familia no pudieron evitarla, no querían que le hicieran preguntas”.
Cuando el caso estaba fresco, abunda Carmen, le solicitó a la titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), Olga Sánchez Cordero, que hubiera justicia, pero no fue respaldada.
“Siento una gran frustración porque no conseguimos justicia. Todas las pruebas apuntan al capitán, narra con la voz entrecortada por la rabia y las lágrimas que busca contener. Cuando Susana fallece, solicito al gobierno del estado de Yucatán que haga la autopsia a Susana y no los médicos militares. El gobierno la hace y en su dictamen establece que no había residuos metálicos en el cuerpo de Susana. Dos pruebas con las mismas circunstancias no pueden estar equivocadas. Qué injusticia”, señala mientras muestra una copia de los dictámenes.
La “muerte” de Susana está en la carpeta de investigación G1/2564/2019, de la Fiscalía de Yucatán, aunque la Fiscalía Militar de Investigación del Delito y Control de Procesos, con sede en Villahermosa, Tabasco, inició la carpeta de investigación FGJM/VILLAHERMOSA/17/2019, por el delito de lesiones, y nunca reclasificó a feminicidio.
Hasta la fecha, las autoridades militares mantienen el argumento de que la muerte de Susana fue suicidio, pese a que los dos dictámenes periciales forenses señalaron que no encontraron rastros de pólvora en sus brazos.
Y pese a que todo parece indicar que el caso podría cerrarse como suicidio, Carmen Pech aún mantiene la esperanza de que haya justicia para su sobrina. No cejará en su empeño de que se reconozca que no fue suicidio sino un feminicidio y que el culpable reciba el castigo correspondiente.
Este trabajo fue publicado originalmente en PÁGINA 3 que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.
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