La zona para contener el coronavirus se expande en el norte de Italia y los ciudadanos buscan volver a sus hogares en el sur del país. El temor después del Covid19 es que el sistema sanitario colapse en Italia… ¿Quién está realmente preparado para la epidemia?
Texto: Cynthia Rodríguez
Fotos: Francesca Mangiatordi, Marzio Toniolo y Siciliablog
MILÁN, ITALIA.- El pánico se desató nuevamente con las imágenes de la gente corriendo en la estaciones Garibaldi y la Estación Central de Milán para alcanzar el último tren la noche el 7 de marzo, cuando las autoridades apenas habían anunciado que la Zona Roja se alargaba para toda la región de Lombardía y otras 14 provincias de Piemonte, Emilia Romaña y Las Marcas.
Cientos de ciudadanos originarios del sur de Italia, que llevan años viviendo en el norte por cuestiones de estudio o trabajo, quisieron escapar por el miedo de no verse atrapados en la nueva Zona Roja donde esa noche se decidió que 16 millones de habitantes tendrían que limitar inmediatemente sus movimientos, es decir, no salir de aquí.
Sin importar que sólo por estar en la zona donde más contagios ha habido en toda Europa son potenciales portadores (en las últimas 24 horas sólo en Lombardía hubieron mil 280 casos más), tomaron por asalto los trenes, aunque ya en las estaciones del sur como Nápoles, Salerno, Roma, Bari y muchas otras, los esperaban grupos de paramédicos para hacerles las pruebas correspondientes.
Incluso, algunos gobernadores de las regiones del sur del país pidieron a sus conciudadanos regresarse y no viajar más al sur, hasta que la emergencia pasara.
“Por lo que más quieran, sean conscientes, ya no vengan o los pondremos en cuarentena”, atajó de inmediato Michele Emiliano, el gobernador de la sureña región de Apulia.
De nada sirvió, en sólo 24 horas miles de ciudadanos habían regresado a su terruño.
Una verdadera ironía, cuando por años ha sido lo contrario. Millones de sureños que por falta de universidades o trabajos en sus lugares de origen han llegado al norte, especialmente a las grandes ciudades como Milán.
Pero eso ha sido sólo una parte de la migración, la otra, y de la que rara vez se habla, es la migración sanitaria, pues lo mismo que ocurre en el ámbito laboral o educativo, sucede en el de salud pública: mejores hospitales, más y mejores médicos, consultorios ordenados, salas operatorias, comandadas por personal profesional en todo momento.
Es la diferencia entre norte y sur que, de acuerdo con el último Reporte Censis llamado “Migrar para curarse”, de julio del 2019, cada paciente que viaja desde el sur al norte de Italia en busca de mejor atención médica puede invertir al año hasta 7 mil euros.
Sólo de los pacientes con cáncer, por ejemplo, existe una migración de más de 90 mil italianos, que son obligados a cambiar de región para poder curarse. Sin embargo, los enfermos con tumores no son los únicos que viajan. En todas las especialidades de los hospitales del norte se atienden también a pacientes del sur, lo que llega a triplicar la cifra.
De acuerdo con la Fundación Gimbe, que promociona la actividad de formación e investigación sanitaria en Italia, en los últimos 10 años se recortaron 37 mil millones de euros de la sanidad pública, 25 mil millones fueron en el periodo de 2010 al 2015 como consecuencia de las maniobras financieras y otros 12 mil millones de 2015 al 2019, como exigencia de las finanzas públicas.
“Un recorte que se traduce inevitablemente en una caída del nivel de asistencia, pues con ello se estima que se han perdido más de 700 mil lugares en los hospitales, donde se han cerrado 359 repartos, además de los pequeños hospitales que, o los han convertido en otras cosas o los han abandonado”.
“No es un caso que los datos de la OCDE actualizados a julio del 2019 demuestren que la atención médica en Italia está abajo de la media, sea por el gasto sanitario total, que por el público, estando por encima sólo de países como España, Portugal o Grecia”, señala Nino Cartabellota, presidente de la Fundación Gimbe.
Otro tema, dice Cartabellota, es el personal sanitario, que hoy, con la emergencia del coronavirus, ha dejado al descubierto una verdadera crisis que ha empezado en el norte, donde la calidad de los servicios es infinitamente mayor que en el sur.
En Italia la media es de 3.2 lugares en los hospitales por cada mil habitantes; Francia tiene 6 y Alemania 8.
La imagen de Elena Pagliarini, una enfermera del Hospital de Cremona, que exhausta se quedó dormida con todo y bata, mascarilla y guantes, encima de su computadora pasando unos reportes, es la última imagen de los esfuerzos sobrehumanos que están haciendo médicos y enfermeras en el norte del país.
Muchos de ellos, desde que estalló esta crisis sanitaria, no han regresado a casa. Por la multiplicación de los casos de contagio y porque hoy más que nunca se han dado cuenta que el personal no es suficiente.
De ahí que el gobierno esté impulsando que los estudiantes de medicina y enfermería que están ya por terminar, a que logren graduarse lo más rápido posible para integrar a 20 mil a las fuerzas de la salud pública.
La realidad es que faltan también lugares. Al interior de los servicios de Urgencias del Hospital de Bérgamo se ha improvisado en estos días un nuevo reparto con 20 camas para los nuevos contagiados de coronavirus.
La situación, sin embargo, es tan dramática por el número de enfermos que llega, que los doctores se ven en la necesidad de elegir.
El médico Christian Salaroli, del hospital Papa Giovanni XXIII de la ciudad de Bérgamo, uno de los más solicitados de esta semana, afirma que los lugares en los hospitales se están repartiendo como en las situaciones de guerra.
“Se decide por edad y por condiciones de salud. Y no lo digo yo, así son los manuales sobre los que hemos estudiado”, dice.
Así como el doctor Salaroli o la enfermera Pagliarini, cientos de especialistas han hecho una sola recomendación en estos días que aún no disminuyen los contagios: “Quédense en casa”, pues la realidad es que en los hospitales la disponibilidad ya no es tan segura.
“Ayúdenos estando en casa, nosotros ya no estamos en grado de atender a más personas y todavía se prevé un pico aún mayor de casos”, señala en los noticieros Claudio Savi, médico del reparto de terapia intensiva del Hospital Sacco de Milán, quien sigue suplicando en la TV que la gente resista y respete las reglas con el único y poderoso objetivo de reducir los contagios.
Para el articulista Luigi Mastrodonato hay una lección que los italianos deberán valorar después de que esta crisis pase y es exactamente el papel que ha tenido la sanidad pública en este periodo.
“Nos hemos dado cuenta que aún con todos los recortes que el sistema sanitario ha tenido, con todas sus fallas, ha buscado en todo momento contener el virus y ofrecer un lugar a todos los enfermos. Es una oportunidad para defender el servicio público por sobre todas las cosas”.
Mientras, han pasado 20 días y los contagios continúan… Artistas y empresarios se han movilizado para hacer importantes donaciones a los hospitales del norte donde no ha habido descanso.
La última buena noticia de estos días es que China ha enviado ya mil ventiladores pulmonares, 2 millones de cubrebocas y otra cantidad similar de guantes de látex para el Hospital Sacco. Un respiro de ayuda, sin duda.
Periodista mexicana radicada en Italia, donde ha sido corresponsal para varios medios. Autora del libro Contacto en Italia. El pacto entre Los Zetas y la '
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