La 25 Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, realizada en España, iba a ser la “COP de la ambición”, porque elevaría los estándares para controlar las emisiones contaminante e impondría costos económicos para paliar los efectos de la emergencia climática. Pero fue bloqueada por los países más desarrollados y que más contaminan
Texto: Arturo Contreras Camero
Foto: Unsplash / Wim van ‘t Einde
CIUDAD DE MÉXICO.- “Ésta era la llamada COP de la ambición, sin embargo fracasó rotundamente”, asegura Rogelio Barrios, coordinador nacional del capítulo juvenil de la Red de desarrollo de soluciones sostenibles, una red de jóvenes estudiantes comprometidos a remediar la Emergencia Climática e impulsada por la propia Organización de las Naciones Unidas.
“Muchas de las COP han sido un fracaso, porque 25 años después de que se consideró que el cambio climático era lo suficientemente grave como para atenderlo, todavía estamos de la fregada”, lamenta Barrios en una entrevista a su regreso de la conferencia.
Año con año, la COP (Conferencias de Estados Parte de la ONU sobre el Cambio Climático) reúne en un mismo foro a cientos de países para remediar la Emergencia Climática. Este 2019 se iba a hacer en Chile, sin embargo, las protestas en contra de la desigualdad en ese país causaron que la sede se moviera a Madrid.
Rogelio Barrios, estudiante de física médica, asegura que el fracaso de las COP ha sido tal que aunque los países cumplieran sus compromisos de reducción de emisiones contaminantes, no serían suficientes para que la temperatura del planeta no aumente más allá de 1.5 grados celsius. Para lograrlo, se necesitaría quintuplicar esos esfuerzos.
Esta edición adoptó el sobrenombre de «Conferencia de la ambición», porque los países hubieran tenido que adoptar límites de emisión de gases contaminantes mucho más severos voluntariamente. Además deberían haberse comprometido a pagar impuestos económicos muy elevados en caso de rebasarlos.
Se logró un acuerdo llamado «Chile-Madrid. Tiempo de Actuar», que entre sus disposiciones incluye un compromiso para que en 2020 los países presenten sus “ambiciosos” planes de reducción de emisiones, es decir, lo que debieron haber presentado este año.
No todos los países asistentes a la Conferencia se sumaron a este compromiso, entre ellos Estados Unidos, China e India. Los resultados fueron tan malos que incluso el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, aseguró que quedó «decepcionado».
Juntas, las emisiones de Estados Unidos, China, India y Rusia suman el 55 por ciento de las emisiones de gases efecto invernadero a nivel mundial.
El debate que frenó los resultados de este año no es nuevo. Desde la el año pasado el debate sobre la puesta en marcha del artículo 6 del Acuerdo de París no ha permitido tener muchos avances en estas reuniones.
Básicamente, el artículo 6, explica Rogelio Barrios, va a determinar cómo se debe financiar la transición energética y económica que debe existir en el mundo para detener la emergencia climática.
“La idea era mover el dinero de donde está haciendo mal y ponerlo donde se necesita para que se pudiera proteger el bienestar de las personas”, asegura el coordinador de la red de soluciones sostenibles.
Estas medidas, así como todo el acuerdo de París, son una especie de compromisos autoimpuestos. Las obligaciones que impone no son vinculantes, por lo que no hay manera de obligar a los países que las cumplan.
Otra de las medidas que aplazaron para el siguiente año es la implementación de un mercado de carbono que impusiera grandes sanciones a los países que emitan más emisiones.
“A partir de la introducción de estos pagos económicos por las emisiones, los países no tuvieran de otra más que reducir sus emisiones”.
Actualmente existe un mercado de bonos de carbono, en él los países que más contaminan, o que rebasan el límite de emisiones autoimpuesto, compran bonos para contaminar más. Estos bonos son emitidos por países que contaminan menos de sus límites, o que tienen grandes depósitos de carbono, como bosques, que «limpian el aire» y la contaminación en él. Básicamente un mercado de aire.
Una de las principales críticas a este mercado es que bursatiliza la emergencia climática y genera ganancias sólo para los que ya tienen mucho dinero, y son responsables de la emergencia misma.
El perfeccionamiento de este mercado de aire debía de incluir un apartado de peculiar interés para mujeres, niños y para los más pobres, quienes fueron precisamente parte de la discusión pero quedaron fuera de los acuerdos. En los acuerdos se debería de incluir el uso de los fondos del mercado de carbono para la justicia climática.
El esquema actual hace que el cambio climático en el mundo exacerbe las diferencias y desigualdades, incluidas las de género.
“Es muy importante que se llama pérdidas y daños. Los países más responsables de que esté ocurriendo esta emergencia climática son los países más ricos, y por otro lado, los países que van a ser más afectados son los países más pobres, especialmente unos países que se llaman pequeñas islas en desarrollo. Que son como las islas al norte de Oceanía y del Caribe, las del sureste asiático”, explica Rogelio Barrios.
Estos países serán doblemente afectados, ya que no sólo corren el riesgo de desaparecer, sino que en el ínter van a sufrir grandes flujos migratorios por ser países que dependen fuertemente de una industria agrícola que se está viendo alterada por la emergencia climática.
Estas medidas de remediación también deberían incluir dinero para atender a las juventudes y las infancias afectadas por el cambio climático, pues son, según explica Barrios, “las que están viviendo y las que van a vivir los efectos más duros de la Emergencia climática. Las injusticias que sufren van a cruzar cuestiones como acceso al alimento, al agua, a aire limpio que respirar y una tierra que cultivar”.
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