El investigador Oswaldo Zavala advierte que al juzgar como terroristas a los grupos de narcotraficantes, Donald Trump pretende que la política antidrogas de México siga plegada a la militarización
Texto: Vania Pigeonutt
Fotos: Annie Spratt / Unsplash y Ampola Periodismo
Detrás de la advertencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de colocar a los carteles de la droga de México en la lista de organizaciones terroristas, está en juego la estrategia de pacificación de México del presidente, Andrés Manuel López Obrador, que incluye la desmilitarización paultaina del país, advierte el investigador Oswaldo Zavala.
Nacido en Ciudad Juárez, Chihuahua, Zavala es autor del libro Los carteles no existen. Ahí señala que la narrativa hegemónica imperante en los medios permite a países con intereses transnacionales, sobre todo Estados Unidos, tener poder decisivo sobre otras naciones, en estos casos Colombia y México.
“Lo que implica (la advertencia de Trump) es obligar al gobierno de López Obrador a retomar la supuesta guerra contra el narcotráfico. Está en juego la política de pacificación. Y por otro lado el reclamo que ha hecho su gobierno sobre energéticos. Habría que dar dos pasos hacia atrás para decir algo importante: la guerra contra el narco y la militarización nos hace pensar que esto que llamamos guerra contra el narco, en realidad, no es sobre el narcotráfico”, puntualiza en entrevista con Pie de Página.
Para profesor de literatura y cultura latinoamericana de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), el narcotráfico es el pretexto para movilizar una plataforma militarista de intervención por parte del gobierno estadounidense y de capitales transnacionales.
“Cuando había un gobierno amigable como el de (Enrique) Peña Nieto o el de (Felipe) Calderón, se dedicaron a utilizar, a intrumentalizar al Ejército para despoblar zonas enteras del país, en vías de acceder a riquezas del subsuelo. Es el caso de Tamaulipas, de Chihuahua, donde hay gas natural; la minería en Guerrero; las aguas en Baja California; las cuestiones de las minas de litio que están en Sonora”, explica.
Su sentencia es clara: hay una enorme riqueza que está en disputa. Esto ha generado que la sociedad acepte como verdad un discurso que en realidad oculta intereses políticos, .
En una entrevista, Donald Trump justificó la posible medida con el “elevado número de estadounidenses” muertos por las actividades de los traficantes de drogas.
Referirse a un grupo como terrorista, precisa Zavala, es parte de las facultades que tiene el departamento de Estado para articular zonas de intervencionismo militar y económico. Le permite al gobierno estadounidense acciones que de otro modo no son posibles, como atacar por medio de la vía militar o económica los intereses de grupos armados.
El investigador recuerda que esta política es un legado de la era del 11 de septiembre, que implicó una reconfiguración del mundo. El reacomodo abrió la puerta a asesinatos dirigidos, como las campañas de Obama en Pakistán, en contra de terroristas, sin ningún acato al derecho internacional.
«También -explica Zavala- para autorizarse ellos mismos a congelar fondos, cuentas bancarias, de organizaciones no sólo terroristas sino vinculadas con el terrorismo. Es como un enorme cheque en blanco que ellos mismos escriben para desacatar el derecho internacional y el estado de derecho doméstico”.
Bajo este esquema, Estados Unidos no se exige ese principio de legalidad y de respeto internacionales, y legitima que de otro modo resultaría ilegal, dentro y fuera de sus fronteras.
De concretarse la amenaza, Trump se vería obligado a suspender el derecho bancario porque por ahí se lava dinero del narco. Pero también a regular las armas, lo que Zavala califica como absurdo.
El académico destaca que se trata de un doble estándar internacional, abierto, explícito, que les permite tener vínculos con un país terrorista, protector de terroristas o que comete crímenes de Estado, como Arabia Saudita.
Al mismo tiempo, se permiten designar estas categorías a países con los que no tienen esos intereses de por medio, como Irák o Pakistán.
“Lo que en realidad está en juego es: cómo obligar al gobierno de López Obrador a que desatienda esta agenda de soberanía sobre los recursos naturales. Y que al mismo tiempo retome el camino de la militarización. Un camino que permite a los intereses transnacionales, vía el Ejército y las Fuerzas Armadas, tener control sobre el territorio donde supuestamente los traficantes están disputándose la plaza, y las vías del narcotráfico”.
Oswaldo Zavala
Para Zavala, la respuesta de López Obrador fue adecuada y prudente. No se confrontó. Recalcó a los medios que su política es de no intervención y de cooperación. Lo anterior, precisa, pese a su estrategia de comunicación que califica como improvisada en sus conferencias matutinas.
Si Donald Trump tuviera un interés real en combatir el consumo de drogas, advierte, los países latinoamericanos deberían exigirle la militarización de Estados Unidos. Es en ese territorio donde más se consume droga y se lava dinero.
«La razón por la cual ha surgido con mayor fuerza esta discusión sobre los carteles como organizaciones terrioristas, es porque el gobierno mexicano no ha permitido la reactivación de la militarización contra el narco”, reitera.
En resumen, dice el especialista, el terrorismo y el narcotráfico son dos caras de la misma agenda de seguridad nacional de Estados Unidos. Como vía de intervencionismo e imperialismo.
“En Latinoamérica, la idea del narco-terrorismo no había podido ser realmente establecida. Sabemos que los carteles no tienen un compendio ideológico, no están actuando para derrotar a un gobierno, están solamente por una cuestión económica.
«Con el asesinato de la familia LeBaron, el gobierno de Estados Unidos está utilizando la idea de que ciudadanos estadounidenses corren peligro. Están agrandando un hecho que ni siquiera sabemos si fue cometido por traficantes”, advierte.
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