La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, destacó que en el primer año de su administración hizo llegar el transporte a más capitalinos, de acuerdo al Informe de Gobierno que entregó al Congreso el pasado 17 de septiembre, sin embargo, la mayoría de estas obras aún están en desarrollo y los resultados parecen lejanos
Texto: Arturo Contreras Camero
Foto: Archivo / Fernanda Ruiz
La Secretaría de Movilidad inició esta administración con las mejores señas que podía dar: una inversión histórica de transporte público y en infraestructura para movilidad no motorizada. La idea, asegura aún el gobierno de la ciudad en su primer informe, es llevar movilidad a los que menos tienen. Sin embargo, hasta ahora, aseguran organizaciones de movilidad y transporte en la ciudad, todavía parecen promesas que no terminan de fraguar.
“Pareciera que no tenían claro qué iban a hacer con todo el presupuesto. Después con las formas, que no parecían tomar forma. Apenas ahora estamos como si estuviéramos arrancando, a estas alturas del año todo está en proceso”, asegura al respecto Areli Carreón, parte de la organización Bicitekas, una agrupación de la ciudad que desde hace 20 años aboga por una política de movilidad menos “cochista” (que privilegia el uso del automóvil).
Una de las mayores apuestas de este gobierno ha sido fortalecer el uso de transporte ecológico que conecte las periferias de la ciudad. Para lograrlo, planea construir cuatro líneas de teleférico por la ciudad, en zonas de difícil acceso, retiradas del centro y que sirvan como alimentadores de pasaje a líneas del Metro.
La primera de estas líneas irá de Indios Verdes, al norte de la ciudad, a Cuautepec (el último tramo más al norte de la ciudad). A penas hace un par de semanas iniciaron sus trabajos de construcción y se espera que esté lista a finales de 2020. También ya está listo el proyecto de la segunda línea, que irá del Metro Constitución de 1917 a Santa Catarina.
Otra de las promesas para conectar a los sectores más relegados de ciudad es la construcción de un trolebús elevado, que irá por el Eje 8 sur, desde Santa Martha a Constitución de 1917, sin embargo, apenas se realizan los estudios de factibilidad del proyecto.
A estas acciones se suma el rescate del primer sistema de transporte ecológico masivo de la ciudad, el Trolebús. De acuerdo con lo que dice el informe de gobierno del primer año de la administración de Claudia Sheinbaum, el rescate de este sistema es una de sus prioridades. Es un transporte que no renovaba unidades desde hace 20 años, y que espera contar con 800 autobuses para el fin del sexenio.
Este año deberá cerrar, por lo menos, con 40 nuevas unidades eléctricas de última generación. Sin embargo, aún suena a promesa. “Se hablaba de los 800 trolebuses de esta administración” dice Areli Carreón. “Se compraron 63 que van a llegar en algún momento de estos meses. Lo único que hemos visto es que hay uno que es de muestra, al que la gente podía subirse para conocerlo, pero en operación, aún no está”.
Para Areli, que se haya destinado un presupuesto histórico para medios de transporte que no sean automóviles privados, ya es una buena señal, sin embargo, que todo esté en proceso, es un desaliento que espera, sea pasajero.
De momento, asegura que en este año ya se dio la primera decepción. De todos los proyectos de infraestructura ciclista que se supone iba a iniciar el gobierno, sólo uno había empezado su construcción, misma que fue detenida por los vecinos de la zona.
“El fiasco de Canal Nacional nos preocupa, nos da un mal precedente. Era de las pocas cosas que se habían efectuado, pero de pronto cierran una ciclovía, la única que se había empezado a construir”. Areli se refiere al proyecto integral para salvar el Canal Nacional, otra de las obras que parecieran insignes de la administración. La idea, es crear un parque lineal y sanear el dicho canal, desde sus orígenes en Cuemanco, hasta su entronque con Río Churubusco.
Originalmente el proyecto, que está dividido en tres fases de las que solo se ha presentado la primera, contemplaba la integración de una ciclovía, misma que se esfumó, según explica Carreón, por la desinformación de algunos vecinos que empezaron a convencer al resto de pedir que se cancelara.
“Nos dio una gran desazón que Claudia llegue y diga que la única obra única que está en proceso no va a llevar ciclovía porque los vecinos no quisieron”, asegura.
Una sensación parecida dejó entre los Bicitekas el anuncio de la construcción de tres distribuidores viales más por la ciudad, o al menos, de uno de ellos. El que pasará por Periférico Sur y conectará, precisamente, con la avenida de Canal Nacional.
“Ése es el problema. Las de los automóviles se anuncian como magnas obras, y eso a nosotros nos da una muy mala espina. No es congruente que se destinen 680 millones de pesos a una obra que va a destruir un humedal, que se anuncien con bombo y platillo, y mientras la inversión para la bici, que es histórica, quede en menos de un tercio de lo que van a costar algunos metros de puente”, opina Areli Carreón, quien también es Alcaldesa de la bicicleta en la ciudad, un título honorífico que busca promover el uso de vehículos no motorizados.
Para este año, explica la Alcaldesa de la bicicleta, se habían prometido unos 60 kilómetros de infraestructura ciclista y no se lleva ninguno. “¿Cómo lo explicas?, son obras que ya están anunciadas pero que no se han licitado. Al año le quedan pocos meses y no creo que se completen. El discurso es de obras suspendidas, que se cancelaron o licitaciones que se cayeron”.
“Lo que vemos con mucha tristeza es que este gobierno, al igual que los anteriores no está tomando una actitud valiente o ambiciosa para hacer cumplir la ley y hacer calles completas para cada tipo de usuario (con espacios adecuados para peatones, ciclistas, transporte público y automovilistas). Les cuesta trabajo porque sienten que van a perder votos. Pero hay que recordar que los derechos no se negocian”, concluye.
Así como pasa con los espacios para bicicletas, otra de las promesas de la nueva administración que va a ser difícil de cumplir es la regularización e integración del transporte concesionado (combis, camiones, buses y peseras) con el sistema de transporte público (Trolebús, Metrobús, RTP).
Hasta el momento, las mejores noticias al respecto es la creación de un mapa que integra varios de los servicios públicos y el rediseño de los logotipos de cada sistema (obra que hizo Lance Wyman, el responsable de la señalética con dibujos del Metro).
Otro de los avances en ese sentido, según dice el primer informe de gobierno, es otro mapa con todas las rutas de la Red de Transporte de Pasajeros (RTP), mismo que solo está disponible en algunos autobuses, supuestamente en la página de internet de la propia Red, aunque no siempre está disponible por “fallas en la página”, según aseguran sus propios trabajadores.
El pináculo de esta integración, es el sistema único de pago. En pocas palabras, que uno pueda pagar todos los sistemas de transporte masivo de la ciudad con la misma tarjeta que usa para el Metro y el Metrobús. Lograrlo no implica sólo la adopción de nueva tecnología en todas las unidades de transporte de la capital, sino además, un rediseño en la lógica administrativa del transporte concesionado.
Es precisamente ese rediseño el que a inicios de septiembre llevó a cientos de camioneros y transportistas a paralizar la ciudad con cuatro bloqueos masivos por toda la ciudad. La queja, asegura Francisco Carrasco, uno de los integrantes del Frente Amplio Transportista, es que les quita la administración de los ingresos para ponerla en manos del gobierno.
Para lograrlo, Andrés Lajous, secretario de Movilidad, ideó un plan en tres pasos. El primero sería hacer un censo y una revisión de todos los camiones y operadores de la ciudad, trabajos que iniciaron en febrero y continúan. El segundo, contempla la instalación de GPS, cámaras de vigilancia y contadores de pasaje en las unidade. El tercero, la creación y adopción del sistema unificado de pago.
Los contadores y los GPS servirán como una herramienta de información para el gobierno de la ciudad. Esto permitiría al gobierno saber por dónde pasan las rutas, cuánta gente las usa, cuáles son los puntos conflictivos y demás información que permitiría un mejor diseño de políticas públicas de transporte.
Sin embargo, es donde se tensan las palabras con los transportistas. “Los contadores no los habíamos aceptado, ni los hemos aceptado”, dice Francisco Carrasco, cortante, durante una entrevista. “No estamos de acuerdo en que la autoridad nos vaya a querer administrar”, agrega.
El aumento de la tarifa (que enfrenta una negativa impenetrable por parte del gobierno) también ha sido el motivo de desencuentros entre ambas partes, tanto, que durante todo el mes han realizado mesas de trabajo que no llegan a ningún lado.
Francisco asegura que el gobierno no tiene la capacidad de administrar sistemas de transporte masivo. “El gobierno no puede ¡Con mil camiones se están haciendo bolas!”, asegura con cierta alevosía al referirse a la administración de los RTP y del sistema de Trolebuses. Sin embargo, deja fuera el Metro y el Metrobús, que en diferente medida, son administrados por el gobierno. “Ahora imagínate que nos va a querer controlar a nosotros, ¡si somos más de 18 mil unidades!”. dice.
Para Francisco, lo que está en juego más allá de la calidad del servicio o la administración de las unidades, es la privatización del sistema de autobuses de la ciudad. Por parte del gobierno, la propuesta es clara: pasar de las concesiones hombre-camión (como funcionan actualmente) a las concesiones por corredores a empresas, un poco como sucede con las rutas de Metrobús.
Entre otras metas que aún mantienen tensión dentro de los planes de la Secretaría de Movilidad está emparejar las condiciones entre los servicios de taxi y los de aplicaciones como Uber, Beat o Didi. Sin embargo, a vista de muchos de los taxistas de la ciudad, las condiciones están lejos de serlo.
A menos de un año de trabajo, concluyen tanto Areli Carreón como Francisco Carrasco, lo que más destaca de la Secretaría de Movilidad son las buenas intenciones y las promesas. Las acciones aún están pendientes.
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