Crónica de una marcha fallida de la derecha desinflada, enojada y peligrosa

22 noviembre, 2025

La derecha volvió a las calles con una convocatoria fallida: sin jóvenes, sin organización y con discursos cada vez más radicalizados

Texto y fotos: Jade Guerrero, Jazmín Sandoval, Patricio Pérez y Camilo Ocampo

CIUDAD DE MÉXICO. – La derecha lo volvió a intentar. Quiso replicar la marcha del 15 de noviembre y falló. Lo hizo del mismo modo: a través de una campaña mediática que comenzó pocas horas después de su primera movilización, un llamado a tomar las calles el 20 de noviembre, durante el aniversario de la Revolución Mexicana y en pleno desfile cívico-militar. También quisieron marchar en la UNAM, donde la generación les dio la espalda y nadie se presentó. Un mensaje universitario contundente.

La convocatoria en Ciudad Universitaria fue a las 9:00 de la mañana, un horario en el que los pasillos están repletos de estudiantes. El punto de reunión era el mural de la Biblioteca Central para marchar rumbo a la Rectoría; sin embargo, nadie asistió.

Entre los pocos metros que separan a ambos edificios solo había personas recién graduadas tomándose fotos y periodistas esperando un movimiento verdaderamente encabezado por jóvenes, pero nada indicaba que algo se estuviera gestando.

Una estudiante de nombre Ángela, que en ese momento se encontraba vendiendo prendas de ropa en un tianguis universitario, habló sobre la marcha en entrevista para Pie de Página. Asegura que “la Generación Z comenzó a ser vista de una manera específica por la sociedad, quedando inmiscuida en debates políticos, sociales y morales que no nos representan”, añade:

“Al final del día, lamentablemente, una vez más las cuestiones políticas manchan la imagen de nuestra generación. Los ves en la marcha de la Generación Z (a quienes convocan), pero no representando a la Generación Z, sino representando a un partido político”.

Ángela y otros estudiantes creen que en la universidad sí se puede gestar un movimiento social importante, debido a su naturaleza combativa, pero saben cuáles son los fines e intereses de quienes se escudan detrás de la Generación Z.

Una marcha desinflada

Mientras tanto, en el Centro de la Ciudad de México también se realizó una marcha que fue creciendo de forma poco orgánica.

Media hora antes de que comenzara, a las 10:30, aún no había nadie, solo medios de comunicación y periodistas que hablaban sobre lo que esperaban de esa movilización. Algunos opinaban que habría más violencia por el desfile; otros decían que no iba a llegar nadie, como en la UNAM.

En 30 minutos ya había aproximadamente 70 personas que avanzaban rumbo al Zócalo. Grupos religiosos, personas adultas en solitario y, en menor medida, jóvenes que, a diferencia de la marcha pasada, no parecían preparados para un enfrentamiento.

¿Un vocero de la generación z?

Uno de los jóvenes, llamado Ian Jesús, llevaba un traje de motociclista color verde que protegía su cuerpo, un paliacate con la bandera de One Piece sobre el rostro y un sticker del Seminario Diocesano de Toluca pegado en su armadura.

«Ese grupo al que pertenece», menciona en entrevista, «es una escuela de la fe, en donde los jóvenes católicos se preparan para ser sacerdotes».

También asegura que “se viste así por seguridad, le preocupa que la policía quiera hacer algo” a él o a las personas que lo acompañan, un grupo de mujeres mayores con banderas de México y la Virgen de Guadalupe, que lo alientan a gritar.

Sobre la toma de Palacio Nacional, afirma que “estuvo bien, solo que se debe pensar en otra manera de hacerlo sin que haya más personas lesionadas”.

Asegura no tener una postura política, pero cree que no se puede dejar de lado la religión y quien pueda mezclar ambas, será a quien le dé su voto.

Cuando las personas empezaron a caminar, una voz se apropió del megáfono: un señor con la playera de la selección mexicana del 2014. Él daba indicaciones y fungía como vocero. Su nombre: Pablo Eduardo Ortiz Padilla.

Un personaje del que poco se sabe. En julio de 2023 se registró como aspirante presidencial desde la ciudadanía por el Frente Amplio por México, y en sus redes posa con personajes como Claudio X. González Guajardo; el perredista Jesús Ortega; y los panistas Santiago Taboada, Margarita Zavala, Santiago Creel y Xóchitl Gálvez.

Primer cerco policiaco

Algunos metros más adelante, en el entronque de Versalles y Reforma, frente al hotel Fiesta Americana, un grupo de granaderos bloqueó el paso. Su consigna era no dejar que se acercaran al desfile militar.

Frente al cerco policiaco, Pablo Ortiz dijo: “No busquemos la confrontación, hay que dialogar para que nos dejen pasar y ejercer nuestro derecho. Solo esperemos a que termine el desfile y avanzamos”.

También aseguró que había pequeños grupos de personas con los rostros cubiertos distribuidos por todo Paseo de la Reforma.

«Fallamos»

En ese lugar también estaba un adulto con un sombrero de paja y la bandera mexicana en la mano que, con tono de resignación, gritaba:

“La marcha falló, no logramos nuestros objetivos, los jóvenes no salieron, nos hizo falta organización…”.

Durante una hora y media, las personas gritaron consignas antisemitas, xenófobas, misóginas y ofensivas contra la presidenta, hasta que la policía las dejó avanzar.

En las diferentes entrevistas realizadas por este medio, las respuestas son muy similares: existe un descontento, incluso entre las personas más radicales, contra la política mexicana en general.

Aunque algunas personas se declaran partidistas abiertamente, hay quienes no lo hacen, como una señora que se viralizó en redes por pedir la intervención estadounidense con un cartel en inglés. Ella asegura que tampoco está de acuerdo con el PAN ni con la oposición de derecha actual. Durante esos años dice le fue mal económicamente y también había inseguridad, aunque lo toleraba. Ahora su descontento se radicalizó y opta por salir a las calles con la Marea Rosa, con los movimientos del Poder Judicial y con expresiones contra el gobierno de la 4T.

Durante toda la movilización, una pregunta recorría a casi todas las personas como si fuera un chisme: “¿Vas a ir a la marcha de los militares retirados el 30 de noviembre?”.

También había personas en los costados llamando a movilizarse ese día.

El fascismo como telón de fondo

En esas consignas violentas se encuentra, de fondo, un discurso fascista que se anida en los espacios perdidos por la izquierda institucional.

Lo presuntamente apolítico —que es más bien una confusión con apartidista— va ganando terreno, y las ideas de intolerancia construyen una ideología que no se autopercibe “ni de derecha ni de izquierda”, pero que termina replicando violencia contra las minorías y los sectores populares.

Lo que se percibió en la marcha fueron personas con preocupaciones reales que fueron instrumentalizadas por grupos que buscan sus propios beneficios y que ignoran las causas estructurales.

Una marcha que se llenó de la nada

Cuando la policía abrió el cerco para dejarlos avanzar, de pronto ya no eran algunas decenas de manifestantes: ya eran al menos un par de cientos.

En diferentes puntos del trayecto, algunos grupos de personas se fueron sumando. La mayoría iba vestida de manera similar: pantalón de mezclilla, playera o sudadera negra con la imagen de One Piece, una gorra y el rostro cubierto por un cubrebocas o un paliacate con la bandera pirata.

Ninguno gritaba consignas, solo avanzaban sin decir nada.

Un anarquista despistado y seis jóvenes dispuestos a la violencia

Junto a ellos también apareció un grupo de seis jóvenes que se identifican como “primera línea”, no como bloque negro. Solo uno quiso hablar; no dio su nombre. Al igual que los demás, viste equipo táctico artesanal: coderas para andar en bici, un casco de construcción con una cruz roja hecha a mano, una mascarilla, goggles y ropa ancha.

Asegura que está ahí para ayudar a los manifestantes que entren en confrontación directa con la policía. Dice que tiene que vestirse así porque vio algunas publicaciones.

Sobre la marcha pasada, asegura que participó y que ni él ni sus amigos tienen miedo de enfrentarse. Su intención es clara:

“Tomar el Palacio y, ya estando ahí, pues a ver qué pasa”.

Aunque marcha junto a la derecha, él se identifica con el anarquismo. Cuestionado sobre este choque de ideas, asegura: “No me di cuenta de que tenían pensamientos así la mayoría, pero al final son personas y las tenemos que proteger”.

El último cerco que no lograron pasar

A unas calles del Zócalo, en la calle Palma, la policía volvió a cortarles el paso.

Los ánimos se calentaron, el grupo de jóvenes vestidos para accionar se preparó, traían bastones retráctiles y las personas que se sumaron a la marcha también se preparaban de forma más disimulada, solo se acercaban y encendían los ánimos, pero todo quedó en un enfrentamiento verbal.

Ya no lograron pasar, pero ahí están, los jóvenes utilizados por la derecha, dispuestos a enfrentarse con la policía, aunque pocos en esta ocasión, el riesgo sigue latente, ya se organizan en grupos de Discord, solo hace falta que encuentren o les den una verdadera causa para salir.

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