La potencia de escuchar: el humanismo radical en la fotografía de Mayra Martell

4 octubre, 2025

Mayra Martell desarrolla desde hace 22 años una metodología fotográfica fundada en el acompañamiento y la escucha como herramientas de resistencia y sanación, documentando las violencias contemporáneas desde una perspectiva profundamente humanista que trasciende la mera denuncia para convertirse en acto de amor y restitución de la dignidad

Por Jacob Bañuelos Capistrán / Ig @jibcjac

En el panorama actual de la fotografía documental, donde proliferan aproximaciones extractivas que explotan el dolor ajeno para generar capital simbólico, Mayra Martell representa una alternativa ética fundamental. Su trabajo de dos décadas documentando violencias estructurales en América Latina configura una metodología que privilegia el acompañamiento sobre la documentación, la escucha sobre la exposición, y el amor sobre la denuncia. Su práctica fotográfica constituye un modelo de humanismo radical que redefine las posibilidades éticas y políticas del medio.

Nacida en Ciudad Juárez en 1979, Martell fue fotógrafa «por accidente»: estudiaba psicología cuando comenzó a colaborar en la sección cultural de un diario para pagarse los estudios. Esta formación inicial en psicología permea profundamente su trabajo posterior, configurando una sensibilidad particular hacia los procesos subjetivos del trauma y la pérdida. Su entrada fortuita a la fotografía le permitió desarrollar una aproximación libre de las convenciones disciplinarias que frecuentemente limitan la práctica documental.

Su propuesta metodológica se articula en torno a tres principios fundamentales que trascienden lo fotográfico para constituir una ética del encuentro: la ausencia de prejuicios como condición de posibilidad del conocimiento, la escucha como herramienta de poder transformador, y el acompañamiento como forma superior de la práctica documental.

El primer principio, la eliminación de prejuicios, opera como fundamento de su metodología. «El no tener ningún prejuicio antes de trabajar», explica Martell, «es el mayor desafío. Si te fijas, el ser humano siempre va por la vida así, hacemos juicios de todo antes de llegar y realmente conocer». Esta epistemología de la apertura le permite acceder a territorios y subjetividades que permanecen cerrados para aproximaciones coloniales o extractivas.

Imagen 1. Diana Rocío Ramírez Hernández, 18 años. Desapareció el 1 de abril de 2011, de la serie «Ensayo de la identidad», Ciudad Juárez, 2005-2021. Por Mayra Martell.

El segundo principio, la escucha como herramienta de poder, constituye el núcleo de su práctica. «La potencia de escuchar creo que es lo más importante», afirma, «creo que es una capacidad de poder increíble en el ser humano. Escuchar y ser escuchado; al final estamos hablando de comunicación, pero también de amor, de estar ahí para el otro». Su comprensión de la escucha trasciende la dimensión comunicativa para convertirse en acto político de reconocimiento y restitución.

Su proyecto más emblemático, «Ensayo de la identidad» (2005-2021), documenta durante quince años las desapariciones de mujeres en Ciudad Juárez. La serie surge de una pregunta aparentemente simple pero epistemológicamente compleja: «¿Cómo retratar a alguien que no está?». Su respuesta metodológica consiste en fotografiar los espacios íntimos de las desaparecidas, visitando las habitaciones de 23 niñas y jóvenes, retratándolas intactas tal como las dejaron el día que salieron hacia la escuela y no regresaron.

La potencia de estas imágenes no radica en su capacidad de documentar la ausencia, sino en su facultad de restituir presencia. Los objetos personales —cartas de metas escritas por Erika, los zapatos de Cinthia— operan como índices de vidas truncadas, pero también como testimonios de la persistencia del amor maternal que los preserva. «Son zapatos, pero no son cualquier par de zapatos, son los zapatos de ella que ya no está», precisa Martell, revelando su comprensión del objeto como territorio afectivo.

En una sociedad donde «sin identidad no hay delito», el trabajo de Martell opera una restitución simbólica que trasciende lo jurídico. Sus fotografías no solo documentan la violencia feminicida; configuran un archivo afectivo que permite a las familias elaborar el duelo y sostener la memoria. «Sus madres los tocan y cuidan porque es lo único que les queda», explica, revelando la dimensión terapéutica de su práctica.

Imagen 2. De la serie «Wildhunting», Culiacán, Sinaloa, 2017-2021. Por Mayra Martell.

Su proyecto «Wildhunting» (2017-2021) documenta el fenómeno de las «buchonas» —mujeres vinculadas sentimentalmente con narcotraficantes— en Sinaloa. Este trabajo fue reconocido con el primer Premio Internacional Ankaria Photo en 2021, consolidando su reconocimiento internacional. La serie examina «la belleza como elemento de poder» y el fenómeno que denomina «la salida del narco del clóset».

La investigación inicia en Instagram, donde las buchonas suman miles de seguidores posando junto a automóviles lujosos, bolsas y zapatos de diseñador, además de armas y joyas. Sin embargo, Martell trasciende la especulación digital para realizar trabajo de campo en Culiacán, frecuentando bares, antros y restaurantes caros para tener contacto directo y fotografiarlas de manera más cercana.

En un entorno académico que frecuentemente privilegia el análisis distante sobre el compromiso directo, la metodología de Martell representa una alternativa epistemológica fundamental. Su práctica demuestra que es posible generar conocimiento crítico sin renunciar al amor, documentar la violencia sin reproducirla, y analizar las estructuras de poder sin abandonar la solidaridad con las víctimas.

Su consejo a las nuevas generaciones de fotógrafos sintetiza su filosofía práctica: «Que no se comparen con nadie más… que disfruten ese poder de decisión para también conocerse y explorarse. Saber quién eres tú en este momento histórico». Esta pedagogía del autoconocimiento privilegia la experiencia personal como fuente de conocimiento legítimo, desafiando las jerarquías académicas tradicionales.

La importancia del trabajo de Martell trasciende lo fotográfico para constituir un modelo de práctica intelectual comprometida. En una era donde la documentación de la violencia se ha convertido en industria cultural, su metodología ofrece herramientas para una práctica ética que privilegie la dignidad humana sobre el capital simbólico.

Su proyecto más reciente, «AFROCUBA» (2024), marca una evolución significativa en su práctica, transitando de documentar la violencia hacia el registro del empoderamiento. Iniciado en noviembre de 2024 en La Habana, el proyecto crea una plataforma digital para iniciativas sociales y culturales que trabajan con el empoderamiento de mujeres afrodescendientes en Cuba. Documenta «un grupo de mujeres valientes cuyas acciones están rescatando la historia de sus ancestros donde la identidad se convierte en la conexión de sus raíces».

Imagen 3. Janette Sánchez, Proyecto Acuazul, de la serie «AFROCUBA», La Habana, 2024. Por Mayra Martell.

El proyecto incluye perfiles de mujeres como Janette Sánchez, líder del «Proyecto Acuazul», que trabaja desde hace cinco años «la estética como resistencia» a través del trenzado africano del cabello, entendiendo «el cabello como una extensión de su identidad». También documenta la «Librería Ireti» (Esperanza en yoruba) de Katiuska Govin Zambrana, una doctora en medicina que creó una librería independiente especializada en literatura afrocentrada de Cuba, África y su diáspora.

«AFROCUBA» evidencia la evolución de la metodología humanista de Martell hacia territorios de resistencia cultural y empoderamiento. Manteniendo sus principios fundamentales —la escucha, el acompañamiento, la ausencia de prejuicios— la serie documenta formas de agencia que trascienden la condición de víctima para configurar sujetos políticos activos en la construcción de sus propias narrativas identitarias.

En una sociedad donde las imágenes de la violencia circulan masivamente sin generar transformación, el trabajo de Martell sugiere que la potencia crítica de la fotografía no radica en la espectacularización del dolor, sino en la capacidad de crear condiciones para la escucha, el acompañamiento y la sanación. Su práctica constituye un modelo de humanismo radical que redefine las posibilidades éticas y políticas del medio fotográfico.

En última instancia, el trabajo de Mayra Martell nos recuerda que «la potencia de escuchar es lo más importante», configurando una metodología que privilegia el amor sobre la extracción, la solidaridad sobre la fama, y la transformación social sobre el reconocimiento institucional. Su evolución hacia «AFROCUBA» demuestra cómo esta metodología puede aplicarse tanto al documentar la violencia como al registrar la resistencia, confirmando que su obra representa una contribución fundamental para comprender la fotografía no solo como práctica estética, sino como herramienta de justicia y reparación en contextos de violencia estructural.

Nota:

Una entrevista realizada el 19 de octubre de 2021 con Mayra Martell sobre su obra fotográfica se puede leer en el libro Desafíos creativos, teóricos y didácticos de la fotografía, disponible para descarga en: http://dccd.cua.uam.mx/repositorio/libros.php?libro=DesafiosCreativos

La obra completa de Mayra Martell puede consultarse en su sitio oficial: https://mayramartell.com/

Doctor en Ciencias de la Información (Apto Cum Laude 1991-1995), en el Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad II, Facultad de Ciencias de la Información, Universidad Complutense de Madrid. con la Tesis Doctoral: Fotomontaje Síntesis Visual: historia, teoría y práctica. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) desde 2005, actualmente es SNI-1. Actualmente es Director de la Maestría en Comunicación (MCO) y profesor e Investigador de Tiempo Completo Departamento de Industrias Creativas del Tecnológico de Monterrey-Campus Ciudad de México, donde imparte las materias de Fotografía e Imagen Digital y Fotoperiodismo. Pertenece a la Escuela Nacional de Humanidades y Educación del Tecnológico de Monterrey.