Sandra Morán, exdiputada feminista guatemalteca, explica la situación actual de Guatemala frente al primer gobierno progresista del país y el contexto de las amenazas de Donald Trump. La alternativa es clara: avanzar en la autodeterminación y un nuevo constituyente
Texto: Luciana Oliver Barragán
Fotos: Congreso de la República de Guatemala
CIUDAD DE MÉXICO. – La reconfiguración geopolítica actual, a partir de la llegada a la presidencia de Donald Trump y el escaso consenso entre los gobiernos latinoamericanos actuales, nos obliga a dirigir nuestra reflexión hacia las experiencias críticas, de lucha y resistencia que aún sobreviven en la región.
Sandra Morán es un claro ejemplo de ello. En un conversatorio organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo el 29 de enero de 2025, relató cómo el movimiento “Mujeres con Poder Constituyente” en Guatemala debe ser atentamente escuchado para articular sus propuestas con las esperanzas comunes.
Todas las constituciones guatemaltecas provienen de golpes de Estado. Como escribe el investigador Carlos Figueroa en su artículo Protesta popular y cooptación de masas en Guatemala, la serie de dictaduras que surgieron en el contexto de la Guerra Fría en 1954, después de un golpe contrarrevolucionario contra el presidente Jacobo Árbenz, “hicieron de la ideología de la seguridad nacional y del anticomunismo el rasgo ideológico que las vertebró. [Aún así] no resolvieron nunca lo que era su principal debilidad: su ausencia esencial de hegemonía en el seno de la sociedad guatemalteca. (…) Lo que verdaderamente las marcó fue la existencia de significativas porciones de la sociedad que se rebelaron”.
Décadas de conflicto social y político marcaron a Guatemala durante la segunda mitad del siglo XX. Entre 1960 y 1996, las estimaciones muestran un saldo de 150 a 160 mil muertos y de 40 a 50 mil desaparecidos.
Hoy, estas porciones rebeldes de la sociedad guatemalteca se expresan tanto en la victoria de Bernardo Arévalo, del partido Movimiento Semilla, que se logró gracias a la defensa y mediación popular encabezada por autoridades ancestrales mayas y xincas, como también en las propuestas del movimiento “Mujeres con Poder Constituyente” que nos presenta Sandra Morán.
Guatemalteca, feminista, percusionista, lesbiana, exdiputada y educadora popular, Morán se presenta como parte de un movimiento que ha buscado participar tanto en la coyuntura política como en la capacitación comunitaria en temas de derechos y en las propuestas en torno a un nuevo Estado Plurinacional en Guatemala.
Moran asegura que, «en medio de tanta pobreza, en medio de tanta violencia, en medio de todo, empezar a hablar de opciones, de sueños (…) te da otra energía. Y eso es lo que nosotros ponemos. Ya basta de estar hablando de nuestros problemas. Pongámonos a vernos a nosotros mismos, a soñar y pongámoslo en una propuesta».
«Nos llamamos ‘con poder constituyente’ porque nos tenemos que reconocer con poder, porque las mujeres venimos de procesos en los que no tenemos poder, o nos quitan el poder, o nos hacen pensar que no lo tenemos. Pero además, ‘constituyente’ porque tenemos la capacidad de constituir algo nuevo. Imagínense los sueños de constituir un Estado distinto, un país distinto, o sea, grandes magnitudes. Pues en eso estamos”.
La proyección de una nueva constitución plurinacional involucra y expresa las necesidades y problemáticas de los cuatro grandes pueblos que conforman Guatemala: los pueblos mayas, xincas, garífunas/afrodescendientes y mestizos. Hace un año, los pueblos indígenas guatemaltecos resistieron 106 días en las calles, y por primera vez en la historia, Morán narra que “los pueblos indígenas llegaron a la ciudad con un respeto impresionante (…) la dignidad con la que llegaron era algo impresionante”.
La exdiputada Sandra Morán explica que las propuestas del Movimiento Mujeres con Poder Constituyente tienen que ver con “un Estado que reconozca la comunidad como punto de partida. Esa es nuestra propuesta: la comunidad de comunidades”.
La alianza para la construcción de un ‘buen vivir’ se ha establecido con otras tres organizaciones: el Consejo de Pueblos de Occidente (CPO), un consejo de pueblos mayas y mestizos; la Coordinación y Convergencia Nacional Maya Waqib’ Kej, y el Comité de Desarrollo Campesino (CODECA), un movimiento asambleario.
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En conjunto, esta alianza elaboró un documento que condensa las experiencias de la base de organización comunitaria guatemalteca. El borrador fue denominado “Constitución Política de la República Plurinacional de Guatemala”.
Después de la firma de los acuerdos de paz en diciembre de 1996, terminó formalmente el conflicto interno en Guatemala. En el caso de las mujeres, se logró su inclusión en el sistema de participación para la planificación de la inversión pública. Sin embargo, el problema en la práctica, menciona Morán, es que la inversión nunca ha llegado a lo local: “siempre se ha quedado en los intereses específicos de los diputados, de los alcaldes. Entonces, un reto para nosotros, incluyendo al gobierno, es que esa sea la herramienta para la inversión local realmente”.
Esto ha llevado a que el Movimiento de Mujeres busque disputar los espacios junto con los indígenas y los sindicatos. La propuesta de una constituyente para disputar los espacios de la política tradicional nace en 2019, luego de que la reflexión “estamos en contra del Estado, pero no sabemos cómo funciona” las llevara a convertirse en una escuela feminista de formación política y comunitaria.
En un país que registra cada año entre 700 y 800 feminicidios, las mujeres se han organizado por medio de redes. Gracias a su organización y a la voluntad política del nuevo gobierno, han logrado avances como incluir el feminicidio en la constitución guatemalteca. “Hay que reconocer en el gobierno actual la mayor inversión para estos centros de atención a mujeres sobrevivientes de violencia, que ofrecen apoyo psicológico, apoyo legal, todo para llevar los casos”, menciona Morán.
Antes de la discusión legal, la alianza entre el movimiento de mujeres y los pueblos indígenas enfatiza una discusión comunitaria y social. Esta se ha logrado a través de la creación de dos escuelas de formación política: una escuela constitucional y una escuela comunitaria, que ha permitido a las personas compartir el conocimiento dentro de sus propias comunidades.
“El siguiente paso es afinarlo, empezar a discutirlo”, menciona Morán, para que la gente lo conozca antes de pensar en votarlo. La experiencia fallida de Chile ante la propuesta constitucional que se desaprobó al momento de la votación les ha hecho reflexionar sobre la importancia de difundir el conocimiento en la sociedad primero, para llegar con fuerza suficiente al ámbito institucional en un segundo momento.
Después de un estudio minucioso de todas las propuestas constitucionales de América Latina, lo que sigue para el Movimiento de Mujeres con Poder Constituyente es ampliarse: “empezar a discutir nuestra propuesta política con otros sectores”, dice Morán, y explica que “el nuevo gobierno progresista en Guatemala ha avanzado más en la cuestión de los pueblos indígenas”, pero aún falta que avance con los pueblos y para los pueblos en temas como la paridad o la diversidad sexual.
El contexto de Trump hace más difícil las cosas para las luchas de los pueblos latinoamericanos, pero, en particular, en Guatemala, menciona la exdiputada, “los derechistas se pusieron más envalentonados”.
Lo único rescatable, dice Morán riendo un poco, es que gracias a Trump estamos recuperando el antiimperialismo. Y en esa recuperación de los conceptos históricos, “el poder del pueblo puede construir la otra alternativa”, concluye Morán.
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