Las imágenes de la Franja de Gaza en Palestina son similares a las de Los Ángeles tras el incendio: una ciudad devastada. La diferencia es que, mientras en Los Ángeles la causa es un incendio, en Gaza es consecuencia de un genocidio y 85 mil toneladas de explosivos
Por Rogelio López Gómez
Los recientes incendios en California, que afectan a la ciudad de Los Ángeles, se relacionan directamente con la política energética que asumió el presidente Trump y con el genocidio en Palestina.
Muchas películas de corte apocalíptico tienen lugar en Nueva York. En diversas ocasiones, extraterrestres destruyen la ciudad, monstruos como Godzilla ponen sus huevos en el Madison Square Garden y tormentas de nieve la congelan, como en “El día después del mañana”. Tal vez la imagen más icónica sea la Estatua de la Libertad semi destruida al final de la película “El Planeta de los simios”.
Aunque Hollywood, California, la meca del cine estadounidense, seguramente fraguó y rodó muchas de estas historias, la ironía del destino hoy se manifiesta: la destrucción apocalíptica no ocurre en la ciudad de los rascacielos, sino en la costa oeste de los Estados Unidos, en el sur de California. Todos conocemos, gracias a la educación cinematográfica hollywoodense, que una gran tormenta originada por un terremoto en la falla de San Andrés destruiría la ciudad. La imagen de las icónicas letras de Hollywood cayendo una por una surge en nuestra mente. Sin embargo, parece que este desastre no será causado por un movimiento telúrico, sino por las llamas de un incendio.
En los últimos días, los noticieros y las redes sociales han mostrado imágenes de los devastadores incendios que afectan al sur de California y que han alcanzado lugares icónicos como Beverly Hills, las playas de Malibú, Santa Mónica y partes periféricas de Los Ángeles.
Los vientos de Santa Ana, que soplan a velocidades de hasta 160 km/h, combinados con una prolongada sequía de más de 100 días, han favorecido lo que algunos denominan una tormenta perfecta para la propagación del fuego. Las imágenes muestran vecindarios arrasados por las llamas, casas incendiadas, largas filas de autos buscando escapar de las zonas, así como videos que muestran la propagación de los incendios en tiempo real. Amplias áreas se cubren de humo hasta que las imágenes desaparecen.
Las cifras hablan de 180 mil personas evacuadas y más de 15 mil hectáreas afectadas, una cifra que crece con el paso de los días. No puedo evitar compararlo con las imágenes de la Franja de Gaza en Palestina: una ciudad devastada y su población sometida a un genocidio, con amplias zonas de los suburbios de Los Ángeles que hoy lucen igual. La diferencia es que, mientras en Los Ángeles el desastre es causado por un incendio, en Gaza el desastre ha sido provocado por más de 85 mil toneladas de explosivos, una cantidad equivalente a una bomba atómica cinco veces más devastadora que la lanzada por Estados Unidos en Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial, lanzados sobre la ciudad entre octubre de 2023 y diciembre de 2024, una cifra que sigue aumentando.
Otra ironía del destino es ver cómo algunos personajes que, hasta hace poco, celebraban el castigo colectivo impuesto por el estado sionista de Israel al pueblo palestino, hoy lloran al relatar en entrevistas la destrucción de sus propiedades por los incendios. Un ejemplo es James Woods, actor y productor de la película Oppenheimer, quien, tras el inicio de la ofensiva israelí contra Hamas, compartió en su cuenta de X el hashtag “Kill them all” en clara referencia al genocidio que se estaba llevando a cabo en Gaza. Sin embargo, al ser entrevistado por CNN sobre los incendios en California, rompió en llanto mientras relataba la dramática situación que vivía.
A diferencia de los sobrevivientes palestinos, Woods podrá reconstruir su mansión con todas sus amenidades (piscina, salón de juegos, garaje para 10 autos, etc.) una vez que la contingencia haya pasado. Otras personalidades, como Paris Hilton, la rica heredera de la cadena hotelera Hilton, también comparten en redes sociales sus tristes relatos sobre la pérdida de la mansión donde su hijo dio sus primeros pasos, demostrando cómo la gente se conmueve por estas historias, aunque, al mismo tiempo, se esté llevando a cabo un genocidio en Gaza desde hace más de un año. Actores y celebridades que son famosos por sus ostentosos estilos de vida hoy lloran al ver arder sus hogares.
La magnitud de estos incendios es sin precedentes, lo cual es mucho decir, considerando que en los últimos años ha sido común escuchar que California se quema al final de cada año. Como mencioné al principio, la sequía de más de 100 días se ha extendido al mes de enero, mes que en esta zona de Estados Unidos se caracteriza por las lluvias.
Algunos acusan a las autoridades de negligencia, mientras que otros defienden que los departamentos de bomberos han sufrido recortes presupuestales. Además, no se han tomado medidas para adaptarse al cambio climático ni para aumentar la resiliencia. La crítica al desarrollo urbano también señala la creación de residenciales de lujo en zonas boscosas y de difícil acceso, como cañones y cañadas.
Una de las críticas más interesantes proviene del periodista John Vaillant, autor del libro Fire Weather, en el que analiza el fenómeno de los grandes incendios en Canadá y Estados Unidos. Vaillant advierte que estos incendios no son hechos aislados, sino que reflejan la fragilidad del planeta debido al calentamiento global. En una entrevista para Democracy Now, menciona que otro factor que contribuye a los incendios son los materiales con los que se construyen las casas, que están hechos principalmente de petróleo. Desde su perspectiva, la responsabilidad de esta catástrofe está en el consumo de combustibles fósiles y en una economía que depende de ellos.
Aunque el Partido Demócrata ha promovido la agenda «verde» y la sustitución de combustibles fósiles por energías «limpias», esto no ha representado un cambio radical en el consumo de hidrocarburos. Al llegar Trump al poder, su agenda, que favorece a la industria petrolera, ha dejado poco espacio para las posturas críticas sobre el calentamiento global.
Desde su campaña, Trump ha defendido los intereses de la industria petrolera, y su nombramiento de Cris Wright como Secretario de Energía, un defensor del fracking, lo ejemplifica. Trump, negacionista del cambio climático, promovió uno de sus lemas de campaña con la frase “We’re going to drill, baby”, refiriéndose a aumentar la exploración y explotación de hidrocarburos en cualquier área de Estados Unidos, incluyendo zonas naturales como Alaska. A nivel internacional, Trump ha lanzado amenazas a países con recursos petroleros, como Venezuela, y a zonas ricas en hidrocarburos, como el Golfo de México, lo que nos lleva a analizar su intención de «comprar» Groenlandia, que tiene recursos minerales clave.
Hace tres meses, Trump, en plena campaña y en una conferencia de prensa, dijo que la sequía y los incendios forestales en California eran problemas políticos más que técnicos. Se refirió a las aguas del delta del río Sacramento, que se protegen para preservar el hábitat de especies, argumentando que, en lugar de desperdiciar esa agua en el Pacífico, podría canalizarse para mitigar los incendios. Criticó al gobernador Gavin Newsom, comparando el manejo forestal de los bosques en Austria con el de California, sugiriendo que los bosques austriacos están más secos pero no se incendian.
Trump considera que el problema de los incendios se debe al mal uso de los recursos, desde una perspectiva económica que remite al expansionismo colonialista. Según su visión, mantener espacios naturales es un desperdicio, lo que refleja ideas arraigadas desde los primeros colonos de Estados Unidos.
Finalmente, el tema de la adaptabilidad ante desastres se menciona a menudo en estas situaciones. La infraestructura hidráulica, diseñada para emergencias locales como incendios domésticos, resulta ineficaz para enfrentar incendios de gran magnitud. A pesar de la recurrencia de estos fenómenos, aún no se ha invertido lo suficiente en infraestructura adecuada. Es sorprendente que el país que gasta alrededor de 850 mil millones de dólares anuales en defensa no tenga la capacidad para enfrentar incendios de este tipo.
La incapacidad de Estados Unidos para hacer frente a sus crisis se refleja en muchos aspectos, desde desastres naturales como los incendios hasta la crisis del fentanilo y las muertes por armas de fuego.
Mientras tanto, en Los Ángeles, los equipos de fútbol americano se preparan para los playoffs. Los Rams, al no poder jugar en su estadio debido a la proximidad de los incendios, tendrán que hacerlo en Phoenix, Arizona. Algunos jugadores rezan para encontrar sus casas aún en pie cuando regresen. Ojalá que esto no se convierta en una distracción, pues, como todos saben, el espectáculo debe continuar.
*Doctor en Urbanismo.
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