16 noviembre, 2024
En 2019 los pobladores de El Bosque, en Tabasco, vieron cómo el nivel del mar subía y empezaba a devorar sus casas. Con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil el gobierno Federal escuchó sus peticiones y cinco años después reubicó a esta comunidad, la primera en ser desplazada por la Crisis Climática en México
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: Gustavo Graf
FRONTERA, TABASCO.- Después de dos años de esperar una reubicación prometida, 51 familias de El Bosque, una comunidad desplazada por los efectos de la Crisis Climática, recibieron las llaves de sus nuevas casas.
En 2019 los pobladores de El Bosque empezaron a ver cómo del mar le ganaba terreno a la playa, hasta llegar a sus casas y derribarlas con sus olas. Desesperadas, las personas que ahí vivían buscaron ayuda con Organizaciones de la Sociedad Civil, hasta que en 2022 , ante una pregunta hecha por Pie de Página en las conferencias matutias, el entonces presidente López Obrador prometió atender a esta comunidad de pescadores y su solicitud de reubicación.
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“El Bosque es la primera comunidad que es reconocida oficialmente en México como afectada por los impacto de la Crisis Climática”, explica Juan Manuel Orozco, de Conexiones Climáticas, una de las organizaciones que ayudaron a que esta reubicación se llevara a cabo.
Y explica:
“Están siendo reubicados por Conavi (la Comisión Nacional de Vivienda), a través de un fondo para personas afectadas por los impactos de fenómenos meteorológicos, pero no hay una política pública federal, ni estatal ni municipal, para atender a comunidades impactadas por la Crisis Climática. Entonces, estamos en un muy buen momento para que los gobiernos de todos los niveles aprenda de este caso, porque por las condiciones estructurales de los programa de gobierno, es un caso extraordinario”.
El primer paso para iniciar el proceso de reubicación fue dotar de información suficiente a esta comunidad para que pudieran entender y enfrentar lo que estaba pasando en su territorio: un desplazamiento por Cambio Climático.
En ese proceso Lilia Gama, doctora de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, jugó un papel primordial para que la gente entendiera el fenómeno de erosión costera, que amplificado por la fuerza de los meteoros embravecios por el Cambió Climático aceleró su pasó.
A partir de ahí, el apoyo de organizaciones como Conexiones Climáticas, Nuestro Futuro y Greenpeace, fue clave para dar seguimiento con instituciones guebernamentales como la Secretaría de Desarrollo Urbano Territorial y Urbano (Sedatu) o la misma Conavi.
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Guadalupe Cobos, una de las habitantes de El Bosque, mira las casas recién construidas, como si viera algo que alguna vez solo fue una idea en su cabeza. “Sí me lo imaginaba”, dice sobre la entrega. Y reflexiona:
“A la vez quería precisar el proceso cuando el mar ya nos llegaba y a la vez lo quería detener cuando el mar ya se calmaba. Era un sentimiento mezclado, ay no sé: nos va a costar asimilar la readaptación”.
Las familias que habitaban en El Bosque empezaron a poblarlo a mediados de la década de 1980, después de dejar sus tierras en Los Tuxtlas, Veracruz, en búsqueda de un mejor futuro. Ahí, constituyeron un pueblo de pescadores justo donde el río Grijalva desemboca en el Golfo de México.
De vivir entre el río y la playa, los pescadores de El Bosque tendrán que adaptarse a vivir en un territorio altamente urbanizado, como es la pequeña ciudad de Frontera, la más cercana a lo que era su poblado, un proceso que algunos han empezado a asimilar desde hace meses.
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Doña Pola, una de las adultas mayores de El Bosque empezó a pagar renta en una colonia de Frontera desde hace casi medio año. A veces sus hijas le ayudaban a pagarla, otras, usaba la pensión de adultas mayores que entrega el gobierno para subsanar el gasto.
“Mucha gente vive de la pesca, y contamos con que, supuestamente, nos van a dejar regresar allá como zona de trabajo, porque no hay de otra, de algo tenemos que trabajar. Esperamos que nos van a dejar un pedacito como bodegas de pesca, para los que van a trabajar, en eso estamos quedando para que así sea” comenta Lorena Ponce Muñoz, otra de las habitantes de la coloina que sucumbió ante el mar.
Doña Pola, una de las adultas mayores de El Bosque, como muchos otras personas, empezó a pagar renta en una colonia de Frontera desde hace casi medio año, después de que el mar se llevó el piso, y la paredes de dónde vivía. A veces sus hijas le ayudaban a pagarla, otras, usaba la pensión de adultas mayores que entrega el gobierno para subsanar el gasto.
A pesar de que la mayoría de los hombres de El Bosque siguen dedicándose a la pesca, algunos han empezado a adoptar nuevos empleos. Algunos como personal de limpieza en plataformas petroleras, otros en cocinas de restaurantes y algunas mujeres en casas, ayudando con la limpieza.
En el proceso de reubicación 60 familias intentaron ser beneficiarias en la reubicación, sin embargo, solo 51 recibieron las llaves de sus casas, por lo que tanto vecinas y vecinos como las organizaciones que acompañaron este proceso están procurando que se pueda subsanar esta deuda.
Los habitantes de El Bosque han escuchado que las autoridades podrían llegar a demoler las pocas casas que el mar no ha derribado. Temen que quienes no han sido reubicados queden indefensos.
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