El escritor Benjamín Anaya presenta su libro El Cosmos Terrenal en el cual conjuga la fotografía con la poesía para provocar una explosión rítmica, como el Big Bang, y proponer un espacio habitable a pesar del caos y el desamor
Por Daliri Oropeza Alvarez /X: @Dal_air
El Cosmos Terrenal es el libro más reciente de Benjamín Anaya González, escritor, poeta, editor, promotor cultural con base de periodista y tendencia musical en su escritura. Hojeamos el libro con imágenes difusas mientras tomamos un café en la colonia Roma de la Ciudad de México. Descubro que nos une la pasión por la fotografía.
No puede negar su pasión por la música y la fotografía. Son dos artilugios que desarrolla a la hora de escribir. No por nada ha sido el autor de canciones de varias bandas de rock aquí, y en Estados Unidos, país donde vivió como migrante. Lugar que atestiguó el desarrollo y los pasos de este libro publicado en 2021.
Aunque el silencio, la naturaleza, son claves para
El cosmos que Benjamín creó, es una estampa de palabras que atravesaron el tiempo como estrellas, no tan fugaces, pues demoraron 12 años en dejar su estela en estas hojas. El corazón de esta obra fue la vivencia del autor entre diciembre de 2008 y marzo de 2009. Aunque hasta ahora esas palabras tomen figura entre las 120 páginas que hilan, a modo de cantos, el desamor.
La fotografía es el punto de partida de una memoria nubosa, borrosa e imperceptible. Porque a veces así queremos que sean los recuerdos. Porque Benjamín lo logra expresar, al combinar la fotografía con poesía para crear un universo en su propia realidad como migrante en Estados Unidos. Primero en Arizona, luego en Chicago. Busca la armonía de ese caos de lo terrenal en la escritura.
Con un peculiar sombrero y un saco negro, me cuenta de sus aventuras universitarias y de las bohemias cantinas donde se reune de vez en vez con sus amistades. Parece un personaje singular de la colonia, pues varias personas lo saludan mientras hacemos la entrevista. Se muestra emocionado por las presentaciones del libro en su agenda. Por lo pronto, se encuentra en Tunja, Colombia para la primera presentación de El Cosmos Terrenal en la FILTU. Este libro nació en movimiento.
– ¿Por qué el epígrafe de Lawrence Ferlinghetti?
––Es muy importante para mí porque yo tengo la catorceava edición de A coney island of the mind. Cuando lo conocí, estuvimos juntos en Bellas Artes y yo hice una composición, una música, para su poesía. Y lo presentamos en Bellas Artes, luego en el IAGO de Oaxaca y en el cabaret Bombay. Cuando vio que tengo la 14, dijo “wow, fue la menos conocida porque fue la que retiraron cuando yo estaba en la cárcel”. Y la compré en un yard sale (venta en el jardín) en Arizona. No sé cuánto te costó, pero estos libros están carísimos ahora. en fin.
Lo puse porque literal dice que yo nunca he tratado de juguetear con la belleza, a lo largo de mi vida. Y porque la belleza, es el corazón del amor. Recae y se balancea esa belleza del lenguaje y, la belleza en sí, sobre los espíritus del amor. Es el mensaje del canto 10 de A coney island of the mind.
Y es porque yo siento que de mi experiencia bilingüe en los Estados Unidos ,resulta mi propio on the road (en el camino). Yo también anduve on the road. La portada del libro [El Cosmos Terrenal] es cuando voy llegando a Arizona, manejando desde Chicago. Dos días y medio a lo largo de toda la ruta 66, hasta Winslow, Arizona, que me desvió para ir a Phoenix, a lo largo de todo este el bosque petrificado y todas las montañas Apaches y Papay. Voy llegando en un atardecer y ahí vi a mi sobrinita. Hija de migrantes. Y fuimos a tomar fotos de tan bonito que estaba.
No tiene ni un truco la foto. Esto es el atardecer de un frío que es raro en Arizona. Esas son nubes de frío. Son fracto cúmulos. Está por caer la noche, pero después de un atardecer glorioso en la puerta de entrada desde la Ruta 66 Arizona, a Phoenix. Por eso tiene tantos anuncios la calle.
Todo esto es mi propio on the road y creo que tiene ese espíritu beat en general el libro. El primer canto, se refiere mucho a lo que yo quise para mis sobrinos, cómo les hubiera contado yo la vida, el Big Bang de las estrellas. Jugueteando. Por ejemplo, el primero que es la decadencia ante la luz.
Les brindo una poca de esperanza respecto a lo que va a venir en el libro. Abordo de formas distintas a través de la versificación libre y en algunos casos sí es medida. Aunque trata de liberarse de la métrica. Trato de explicarles el caos, la entropía, el desorden, desatado socialmente a través de la violencia. Un Adviento porque algo viene ¿qué viene?.
Una poca de luz en medio de la resistencia.Eeso es el significado de la foto que abre el canto, la tomé en Oventic, en un año nuevo zapatista de 2014. Que tengan un poco de luz y de alegría a pesar de venir desde la resistencia. Les explico por qué las fuerzas oscuras, la tenebra, que es el crimen organizado, los militares, las guerras, eso es la tenebra. Por eso el primer poema es “La decadencia ante la luz”.
–Es un modo de crear un universo desde la oscuridad…
–Sí, por eso el segundo poema es “Anunciación». Otro pequeño atisbo del Big Bang. Porque creo en esa teoría definitivamente. Soy un aferradísimo a varias teorías de Stephen Hawking y desde luego de Carl Sagan, el máximo filósofo cósmico que ha habido. y soy un súper seguidor de sus ideas y de su bonhomía interestelar.
Pero ya los siguientes poemas, como “El breve tratado sobre el amor del cosmos”, es un juego porque utilizo Mercury Sable, es una marca de auto. Ya hablo de kriptonita, mezclo elementos del cómic para hacerles una historia, también una relatoría, de cómo fue el amor.
Y me gusta mucho porque termina en (Benjamín recita en voz alta):
“¡Alabado sea el palpitante desprender bellísimo de sus fuselajes!
Que sus caricias curen
como en las cuevas quedaron dibujadas por milenios
y sean el sideral de fluido del alivio
qué esperan encontrar todos los tristes
especie subalterna a la alegría
sobreviviente en el lado oscuro del amor
sea para ellos la luz de la galaxias
Porque los también, los que están en la tristeza del desamor requieren un poco de salud cósmica.
–Pues parece que logras crear una mística desde el universo hasta la tierra…
Es la parte que yo quería llegar, donde una vez que ya está creado, cómo veo los bosques petrificados, como veo los mensajes dejados por los pobladores de la Tierra hace 50.000 años, de eso se trata “El gran músculo de Amérikkka”. Es una crítica acérrima a los gimnasios. Son este estos argumentos de las fortalezas, que han hecho posible el encumbramiento tanto mediático y cinematográfico de los de los ejércitos furiosos. Es una crítica brutal contra el intervencionismo yanqui en el mundo. Y contra los ejércitos furiosos.
“El extranjero” es mi testamento sobre por qué yo nunca me voy a sentir extranjero en ningún lado. Primero porque no puedo sentirme extranjero en una tierra cohabita por pueblos que llegaron de ultramar. Porque todos los pueblos vienen de ultramar. De andarse navegando. y Hasta los primeros pobladores de lo que llamamos América.
En todas las teorías venimos navegando por las islas Aleutianas. Es mi poema de mis identidades. Quizás hasta Cantábrico y Neolítico. Cantábrico porque Anaya es vasco, es el mar Cantábrico significa hermano. Mi nombre, Benjamín, es árabe, es el hijo de Ahmed. Luego González, mi segundo apellido, el de mi madre. Son los hijos de Gonzalo, también tiene que ver con los que gozaban el alba, esos son los González. Eso es andaluz.
Yo me siento feliz estando en donde sea. O en las Rocallosas o en el mar o en el Chicago más helado del universo, que sí es helado. Y es un testamento contra el racismo, contra la xenofobia y por supuesto contra la guerra. Yo soy viajero, aventurero, etcétera, jamás debo sentirme ni turista, ni land lord (señor de la tierra), ni todo terreno, ni el dominador de nada. Soy un pasajero del tiempo y de eso habla. Estos dos poemas son el testamento político que trato de evidenciar.
–A mí me daba la impresión que mientras más leía El Cosmos Terrenal, pensaba en una especie de caminata en ese cosmos, sentía que era un desafío al concepto de migrante o de migración…
–Exactamente. Por eso no me puedo sentir así porque esto está cohabitado en descendencia aparentemente genómica. Por eso, cuando termina el primer canto, después de “El extranjero”, cierra con un poema que fue premiado en Chicago. ¿Qué hago para explicarle a mis sobrinos que la gente pobre también va a la playa? Y la alegría de la gente es en estas playas cercanas del norte, este lejos de mares y caracolas. ¿por qué? Porque los grandes lagos, son mares.
¿Pero no son salados, verdad? Pero están las playas y ahí va la gente y esa gente se arremolina los domingos. Y hay playas para ricos y playas para pobres. Donde van los negros, donde van los árabes, donde van los paisas. Eso me dio a mi la pauta para tratar de hacer un video poema, que es este video poema de “La alegría de la gente”.
En el video muestro ese espacio donde las familias árabes, las familias paisas, las familias asiáticas en general, migrantes en Chicago, van los domingos a jugar con cuentas de piedra y son felices. Comiéndose sus sándwiches a orilla del lago Míchigan.
Y lo curioso, es que están junto al segundo observatorio y planetario más poderoso de todo Estados Unidos que es el Planetario Adler de Chicago. El Museum campus era mi lugar favorito. Cada que voy a Chicago voy a rendirle homenaje a ese lugar, no solo por Adler, que fue un pensador que inspiró a Hawking y a Sagan.
Donde está el planetario, Northern Island, es el santuario de mariposas monarca más importante de Chicago y de aquí van hasta Michoacán. Son migrantes. En el campus del planetario tienen un solo tipo de árboles frutales: tejocotes. Yo iba en el otoño en bicicleta a recogerlos, porque se caen y los tiran. Me traía 13 kilos. Y luego en el invierno, cuando todos tienen frío, la libra de tejocote, estaba 18 dólares, congelada. Se los regalaba a todos mis amigas paisas que saben hacer ponche, en lugar de comprarlo congelado y con un sabor demeritado. Todo esto para mí es un paraíso, pensaba. Además, en el Film museum, hay una cabeza colosal olmeca.
Entonces decidí hacer el video con esos elementos. Al ver la alegría de la gente en estas playas. Es uno de mis lugares favoritos de todos los tiempos de toda la vid.
El segundo canto inicia con una foto tomada el día que me regresé a México, después de cinco años de vivir en Chicago, y comenzó a nevar. Me estoy subiendo en ese momento al tren a las 5 de la mañana y está empezando a nevar. Es la última foto que tomo con mi cámara antes de subirme. Salí por Reynosa, Tamaulipas, fueron dos días de manejo.
Te digo, todo es on the road. El tercer canto, es el regreso. La música toda con la sexta cuerda en Re, y el nombre de los poemas es con re. “Reliquias”. “Remedio”
–Cuando tu lo hilas, haces referentes de diferentes culturas…
–Claro. Porque justamente cuando salgo, yo redescubro mi ser místico. Siempre lo tuve ahí latente, porque como buen ateo prefiero ser místico. Creo en el anarcomisticismo. Que es una forma de comprender el Big Bang y la energía del mundo. La energía de la vida. Sin necesidad de atarla a un rito religioso, a un dogma.
Para lo cual necesitas elevar también tu espíritu hacia ese cosmos. Yo le pongo el oxímoron de Cosmos terrenal, porque en el aquí abajo es donde hay que encontrar lo cósmico. No hay que irse tan lejos, o sea, yo no quiero ser Ellon Musk. Yo no quiero construir un imperio. O un emporio en el que todo mundo tenga que pagar por tener derecho a agua, o tener derecho a recursos naturales o incluso a vivir. Aquí debemos encontrar esos filamentos, ese polvo cósmico de los cariños.
Pero al mismo tiempo, es el ser doliente que regresa. Esa parte le escribí en México porque yo no me hallaba. Sufrí un –aunque suene bien jalado de los pelos– cultural shock (choque cultural) al regresar. Vivir entre dos culturas.
–Es muy evidente que hay un choque…
–Sí. Es un pequeño Big Bang. Es una eclosión e implosión simultáneas debido a que estamos confrontando un espacio y otro. Una manera de ser y otra cultura. Claro que lo hay, pero resulta que yo me llevo también un cultural shock cuando regreso y veo que esto está cada vez más desatado, cada vez más descontrolado, más caótico. Aquello que el primer mundo pretende controlar, tener en orden, tener limpio, tener todo controlado bajo la premisa de que los impuestos están trabajando.
Me doy cuenta al llegar de la parte noir (negra), la parte oscura, la parte terrorífica, de la construcción de ese emporio imperial que es los Estados Unidos. La exclusión por segregación racial. En los barrios de Chicago siempre un dejo de: ‘aquí es para weros’, ‘ allá es pa’ morenos’, ‘aquí para paisas’, ‘ahí está pa hindúes’, ‘por allá los asiáticos’ y ‘ahí es para árabes’. Al mismo tiempo los jóvenes ya no creen en eso.
–¿Por qué mezclar fotografía con poesía? Son lenguajes distintos… ¿Qué aprendizajes hay al usar ambos lenguajes?
–La fotografía es la poesía del sordo y del mudo. Tiene apenas 190 años. Casi 200 años de registrar lo real. Crea un universo de significados. La persona que tiene el ojo fotográfico, tiene puesta el alma y conecta con el alma de lo que observa. Solo así sale bien la foto.
Estoy convencido de que si tu alma liberada de cualquier prejuicio ve un objeto por fotografiarse, ese objeto le va a hacer una concomitancia. Incluso lo tengo en un poema.
Cuando oscilas como si fueras diapasón. Oscilas. El amor es una oscilación como la de los diapasones y la de los magnetos. Al relacionar la poesía con la fotografía hay un cruce mistérico, entre la palabra que trata de enaltecer, fonética, rítmica, sonoramente sus significados hacia la idea de crear imágenes. También callando muchas veces. El fotógrafo calla para que ocurra la magia de su foto. Hay una transversalidad entre la concomitancia sonora y el silencio necesario de la foto. Son dos hermosos complementos. He realizado ya cuatro exhibiciones de foto-poesía. Cada una de las fotos del libro tiene un verso.
La belleza de lo que te acontece cuando solo callas, hasta dejas de respirar para que tu foto salga, para que ocurra su magia y la poesía que se deriva de su silencio.
Quizá después la estás pensando o la estás sintiendo o hay una revelación lingüística. Yo creo que esa es la revelación. Cómo ocurre el fenómeno artístico, en su sentido más triste e inexplicable e inevitable. Apretar el botón justo cuando yo estaba sintiendo, imagínate, después de cinco años de intentar amores, de intentar quedarme, de intentar de todo… Y en el momento que está me subo al tren, pasa el único coche de esa hora y empieza a nevar…Logré una foto que enfoca los copos de nieve, ¿por qué? Porque a mi. No se nota bien, pero mi cámara registró estos copos en primer plano, ya están un segundo plano. Esta la voy a exponer en Chicago.
–¿Cuál es el cosmos que creas para lo terrenal?
–Después del regreso y después del Renacimiento, recuerdo el Lincoln Park, que es mi observación de la belleza de la naturaleza en las ciudades. Hay una naturaleza en la ciudad. Nos quejamos regularmente mucho de la ciudad pensando que la ciudad es un entorno gris, urbano, hosco, hostil, maltratador, porque muchas veces tenemos solo en la sensación de ir sobre un automóvil. O sobre el transporte público.
Cuando tenemos la oportunidad de caminar las ciudades, cualquier ciudad comienzas a encontrar los pequeños espacios verdes, los distintos ecosistemas que se han adaptado ambientalmente a la urbe. Unos más que otros y en algunos países del mundo hay tal respeto que hasta tienen censados a los gansos, no para que no te los andes tragando –como en Europa.
También los hay en Chicago, pero es esa observancia, impregnada de una nitidez distinta de ciudad, que a mí me parece fundamental para la vida. Creo que en las ciudades no es que las tengas que volver más humanas, es que tendríamos que darle más chance a los animales que nos enseñan su belleza y por lo tanto a sus plantas. Porque gracias a sus plantas y a sus animales nosotros que no vemos esta ciudad caótica y gris, llega a cualquier persona a otro país y lo primero ponen sus fotos de cómo está la buganvilia invadiendo la calle. Encuentran que aquí hay mucho más verde que en cualquier otra ciudad.
Muchas veces las ciudades de otros lados del mundo, del primer mundo, siempre tienen muy respetados sus ríos, cosa que en la nuestro no. Entonces la el Renacimiento es una observación minuciosa de las avecillas, ratonsuelas.
Hay un poema que que hice en el Memorial del cáncer, que es a donde llevan a los enfermos terminales de cáncer. Hay petirrojos, pájaros carpinteros, les dan un concierto de sus cánticos y de sus trinos. Yo iba ahí a sentirme y a sentarme entre ellos a contarles historias en inglés de lo que soy, a leerles algún poema, yo me iba mucho allá en mi bicicleta, los días que no tenía que trabajar o que estaba que ya había cobrado lo de una feria de libro.
Ahí encontré esa esa paz que te dan los pájaros, las tortugas que viven en la ciudad, o sea, eso es lo más importante más interesante por eso también mi apropiación de tanto el Renacimiento como la sanación que es la cuarta parte.
Es la sanación de un amor que no se dio. A pesar de tener qué ofrecer. Todo este cántico múltiple, citando a Carpentier, esta pequeña consagración de la primavera, a pesar de ofrecer, no se dio, no se me dio un amor, que yo sufrí mucho. Porque se regresó a vivir con el exmarido. Olvídate troné y entonces la última y quinta parte que es la transmutación del alma. Es una es una foto de un bosque donde yo hacía el amor y está en pleno invierno. Está nevado. Ahí yo hago una transmutación de mi alma humana, primeramente por los cuerpos inhumanos.
Son aquellos a los que no estás acostumbrado a tratar. Tú quieres tratar un cuerpo con amor, pero cuando estás invadido de desamor, ¿cuándo te vas a volver a acercar? Cuando te vas…¿quién va a ir por el doliente de amor, a rescatar?
Eso no pasa, eso pasa en las películas, pero en la vida real los heterosexuales en los últimos 25 años ya casi no tenemos chance de restaurarnos. Es muy duro, es muy dolorosa la soledad del heterosexual. Es cabrona. Olvídate de los métodos antiguos, ya no existe eso, Mauricio Garcés, quedó en 1970, se acabó. Tu rol ahora es observar y entonces yo asumí ese rol. Por eso los cuerpos inhumanos, pasa por una pequeña transmutación de mi alma en volverme un poco Cristo y hablo de eso. Hablo de de mi madre y de cómo tanto la Virgen María como la María Magdalena compensaban con amores.
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