Un peritaje antropológico explica a detalle cómo diferentes autoridades de la Ciudad de México ignoraron la calidad de pueblo originario y permitieron la construcción de varias torres del complejo Mítikah. El peritaje es la clave para que el pueblo de Xoco pueda pelear las medidas de reparación que aún debe Fibra UNO, la empresa detrás del megadesarrollo
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero
CIUDAD DE MÉXICO.- Debajo de los 67 pisos de acero y vidrio de la torre Mítikah, la más grande de la ciudad, el pueblo de Xoco aún resiste. Los vecinos que se organizaron para impedir la construcción de la megatorre aún tienen la esperanza de que la empresa detrás del proyecto resarza los daños que les han provocado, para ello, un grupo de antropólogos elaboraron un peritaje que será la clave para retomar su demanda de justicia.
Según explicaron los antropólogos que hicieron el peritaje, el proceso de urbanización de la ciudad ha fragmentado la presencia de los pueblos originarios mediante la ocupación de su territorio. Este fenómeno se ha desarrollado en todos los pueblos y barrios originarios y que se muestra de forma clara en Xoco, donde culminó con la construcción de Mítikah.
“En los últimos años han habido intentos por sistematizar e identificar quiénes son los pueblos (indígenas y originarios) para hacer padrones. El último ejemplo fue el sistema de registro de 2022 que excluyó a la mayoría de los pueblos originarios, sobre todo a los que están en territorios urbanos”, explicó durante la presentación del peritaje la doctora Martha Angélica Olivares Diaz, investigadora del Posgrado en Estudios de la Ciudad de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, parte del equipo que realizó el peritaje.
En diciembre de 2021 el juez octavo de distrito en la Ciudad de México desechó un amparo promovido por la asamblea del pueblo de Xoco en el que pedían se suspendieran las obras de construcción sobre la calle Real de Mayorazgo. Dicha calle entró en disputa, primero por la tala de más de 60 árboles y después por las obras que modificaron el paso de la calle.
Antes de presentar el amparo, el pueblo de Xoco solicitó al Instituto Nacional Electoral realizar una consulta sobre la aceptación del proyecto de Mítikah. La mayoría de los vecinos votó por no permitir su realización. Sin embargo, según cuenta Arturo Aparicio, uno de los abogados de los pobladores de Xoco, el poder inmobiliario logró que el gobierno volviera a hacer una consulta.
“Los desarrolladores se las ingeniaron y sugirieron al Gobierno de la Ciudad de México crear un mecanismo de consulta pública para grandes construcciones a través de un decreto aprobado en diciembre de 2019”.
Para esa nueva consulta, cuenta el abogado, la desarrolladora Fibra UNO ya había cooptado a varios habitantes de la colonia, por lo que por una mínima diferencia se aceptaron las obras en la calle Real de Mayorazgo.
Según el razonamiento del juez, el amparo se desechó porque había parte del pueblo que sí quería las obras y porque el mayordomo, uno de los cargos tradicionales de Xoco, ya había aceptado la intervención en la calle. A pesar de la negativa sobre el amparo, la decisión no es final.
“Todavía no está todo perdido, hay que escalar la demanda a un tribunal colegiado, de 3 magistrados que estudien y corrijan la sentencia, porque el juez no ha estudiado este peritaje”, comenta al respecto el abogado.
La penetración de las ciudades en los pueblos y barrios originarios de la ciudad ha favorecido un proceso de aculturación forzada que mina la reproducción de la vida comunitaria, exacerba los conflictos comunitarios y rompe el tejido social creado por años de relaciones al interior de estos espacios.
De alguna manera, después de que la ciudad engulle uno de estos pueblos, las relaciones que se habían forjado a su interior y entre sus integrantes empiezan a romperse, las estructuras normativas, como las mayordomías y los cargos tradicionales se erosionan hasta perder representatividad.
“Las leyes de la ciudad tienen apartados relativos a la definición de qué es ser pueblo originario. Al estudiarlas nos dimos cuenta de dos cosas; que las definiciones académicas no nos daban para poder explicar los procesos particulares que sabemos que suceden en Xoco y que este caso nos lleva a repensar cómo entendemos, y no sólo desde la academia, qué significa ser un pueblo originario”, comentó durante la presentación del peritaje el antropólogo Fernando Vargas.
Según explica el académico, las definiciones actuales de pueblos originarios provienen de la antropología y han desarrollado una fuerte intención clasificatoria, como si al cumplir con una serie de conceptos un pueblo ya fuera originario, pero estas definiciones muy a menudo inciden de forma negativa en los pueblos y en sis frentes de lucha por autonomía y más bien sirven a los intereses del gobierno y de las empresas.
Según el peritaje en el territorio de Xoco se ha encontrado una antigua casa prehispánica con un entierro en el que se encontraron pedazos de cerámica y otros vestigios arqueológicos; también existen códices que resguardan la memoria de pagos de tributo por parte de Xoco al imperio de Tenochtitlán y documentos virreinales que dan cuenta de la creación de las haciendas de Mayorazgo en estas tierras.
A pesar de que es difícil trazar una vinculación directa entre estas pruebas de asentamientos y poblaciones originarias ancestrales con los pobladores actuales de Xoco, el peritaje argumenta que hay un sistema de relaciones sociales, económicas normativas y de organización que son propias de los pueblos originarios; después de todo un pueblo originario no únicamente puede estar en los parajes fuera del entorno urbano, sino que persisten a pesar de ser engullidos por los cascos urbanos con sus tradiciones y elementos identitarios.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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