Su gusto por las corridas no les permite ver lo evidente. Aunque llamen a la tauromaquia «arte», no hay forma de que acepten que su pasión es maltratar a un animal frente al público y violentarlo hasta su muerte
Por Duilio Rodríguez / @duiliorodriguez
Si a los taurinos les concedes que la tauromaquia es arte y cultura, ellos son incapaces de concederte el terrible maltrato que sufre el animal en la trampa del ruedo. Entonces, te dicen que eres un ignorante porque el toro de lidia vive mejor que ningún otro animal. Es más, los toros existen gracias a ellos.
Si les dices que al toro lo cuidan simplemente para llevarlo a sufrir, antes de ser asesinado por el matador y les cuestionas si eso no es sadismo, te dicen que es peor lo que sucede en los rastros y rematan con: ¡ahí no haces nada!
Sin darse cuenta conceden que lo que hacen está mal, pero lo validan porque hay cosas peores.
Tienen razón, hay muchas otras formas de maltrato animal, lo que no aceptan es que las corridas de toros son una forma evidente, glorificada y difundida del abuso.
Claro que en algunos mataderos se pueden presenciar escenas horribles, pero no veo a nadie compartiéndolas orgullosamente, ni un público ovacionando al matador.
En los medios que difunden corridas de toros, solo se ven imágenes del sujeto vestido con su traje tradicional, capoteando, haciendo pases, clavando banderillas o parado frente al toro, desafiándolo. Nunca se ve la otra cara de la tauromaquia.
Aunque existen fotografías y videos donde se ve al animal destruido en el ruedo, después de ser toreado y ejecutado. Esas no son las imágenes que a los medios les gusta mostrar. Tal vez, porque esas no son parte del «arte» que tanto pregonan defender.
Si mostraran las fotografías de los toros destrozados, cada vez menos personas se sumarían a este triste espectáculo.
He platicado con aficionados a los toros y me aseguran que la tauromaquia no se trata tanto de los toreros, sino del toro. Aseguran que es al animal a quien se le rinde tributo, lo cierto es que las imágenes publicadas demuestran lo contrario.
Si uno pone atención y se enfoca en el toro, cada tercio de la corrida se convierte en una vejación obvia y notoria al animal.
Las escenas más violentas de la tauromaquia se omiten, porque claramente pueden perturbar a las personas que las ven. Al hacer una búsqueda de lo que los medios publican, se muestra al torero glorificado, en muy raras ocasiones se muestran imágenes de cómo queda el toro o del torero cuando hizo una mala faena.
Los únicos medios que muestran el sufrimiento del toro son los que mantienen una posición contraria, justamente para que se vea lo que generalmente se omite.
Los taurinos, en un afán por demostrar que el rechazo a la tauromaquia viene por personas que están alejadas del campo y que viven principalmente en las ciudades, te dicen que eso de procurar a los animales es una nueva tendencia citadina, que se trata de corrientes de pensamiento donde no se comprende la naturaleza del toro.
También pueden decirte que ves demasiadas películas de Disney, en donde los animales sienten, piensan y hasta hablan, pero que en esas películas nunca los verás lamiendo su cola o haciendo caca (esto lo escuché en un programa de radio).
En efecto, en las películas a veces se ocultan cosas posiblemente desagradables para idealizar a los personajes. Algo que por cierto sucede en la narrativa de la tauromaquia para construir la falsa valentía del torero.
¿Cómo te atreves a cuestionar su valentía, si el matador está frente a una bestia físicamente muy superior? Así es, pero el humano puede usar armas como las espadas, las banderillas o puyas, y tiene la formidable ventaja de elegir, de pensar complejamente.
En algún punto defenderán las libertades (solo algunas) e intentarán hacerte sentir como un conservador que quieres prohibir su gusto, el de maltratar por 20 minutos al toro y matarlo.
Pero yo no quiero que les prohíban nada, más bien quisiera que hagan algo que el toro no puede hacer, ¡Razonar!
Y si en la plática no se desbordan las emociones, se darán la media vuelta y convencidos de su superioridad intelectual, te llamarán ignorante.
Pues prefiero mi ignorancia, que compartir a la tauromaquia como arte.
Editor y fotógrafo documental, retrato, multimedia y vídeo. Dos veces ganador del Premio Nacional de Fotografía Rostros de la Discriminación.
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