19 febrero, 2024
El Consejo Nacional Agropecuario pretende que sean otros los que reduzcan sus impactos, de tal forma que abran espacio para que los gigantes agropecuarios puedan seguir creciendo. También parece dejar de lado que no ha registrado que la destrucción del tejido social a la que ha llevado la acumulación de riqueza durante lo que va de este siglo es, precisamente, lo que ha conducido a la crisis de seguridad y capacidades que padecemos en el presente
Por Eugenio Fernández Vázquez / X: @eugeniofv
El Consejo Nacional Agropecuario (CNA) agrupa a los más grandes productores del campo mexicano, desde empresas nacionales, como el gigante del pollo y el huevo Bachoco, hasta transnacionales gigantescas, como Bayer o Syngenta. Ese grupo ha construido una Propuesta de visión de futuro para el campo mexicano, que presentaron hace unos días y que es muy ilustrativa sobre cómo ven el sector agropecuario nacional, cómo imaginan el futuro y cuál consideran que es su responsabilidad y lo que pueden aportar. Viendo sus propuestas y viendo cómo está el mundo queda la sensación de que sin una intervención fuerte y muy radical desde el Estado seguirán destruyendo el planeta y concentrando la riqueza.
El problema de fondo está en que el CNA sigue apostando por el crecimiento, sin ver que, como rezaba la consigna de hace algunos años, “el campo no aguanta más” y el planeta tampoco. El documento afirma una y otra vez, por ejemplo, que el grupo busca impulsar “la expansión y diversificación de la industria rural y costera”. Queda abierta la pregunta de en qué territorios, con qué suelos y con qué agua se sostendrá esa expansión, si no es quitándole espacio a bosques y selvas que ya no podemos perder, cuando más de la mitad de los suelos del país ya presentan algún grado de agotamiento y de erosión y si el país entero atraviesa sequías cada vez más constantes y más severas.
Una de las soluciones más mencionadas a lo largo del documento es la adopción de nueva tecnología. En el caso del agua, por ejemplo, la Propuesta de visión del CNA destaca que ha sido gracias a mejores prácticas y a la adopción de técnicas como el riego por goteo que se ha logrado la notable disminución de la cantidad de agua que se necesita para cada dólar que produce el campo. El problema es que, tomando en cuenta que el sector agropecuario usa tres cuartas partes del agua del país y que ha sido una de las ramas económicas que más ha crecido en los últimos años, esos avances no son, ni de lejos, suficientes.
Otro aspecto que no sorprende del documento, pero que vale la pena destacar, es cómo reproduce la misma lógica de otros grandes empresarios según la cuál no importa repartir la riqueza como tal, sino el ingreso. La preocupación de este consejo, que se dice nacional, está en la generación de empleos, pero no en el impulso a otra economía rural que facilite la incorporación de la base de la pirámide a la economía en condiciones de igualdad y propiciando una mayor apropiación del mercado por parte de los pequeños productores.
A la luz de promesas y omisiones como ésas trasluce del documento que el CNA pretende que sean otros los que reduzcan sus impactos de tal forma que abran espacio para que los gigantes agropecuarios puedan seguir creciendo. También parece dejar de lado que el CNA no ha registrado que la destrucción del tejido social a la que ha llevado la acumulación de riqueza durante lo que va de este siglo es precisamente lo que ha conducido a la crisis de seguridad y capacidades que padecemos en el presente.
Así las cosas, la tarea del gobierno que viene está clara: deberá maniobrar en aguas muy turbulentas para imponer las medidas ambientales, económicas y sociales necesarias para que mejoren las condiciones en el campo. Confiar en la voluntad de los gigantes sería engañarse a una misma, porque ellos lo han dejado muy claro: no piensan hacer gran cosa.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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