20 enero, 2024
Quintana Roo es la región con la segunda masa forestal más importante del continente, por lo que es un punto clave para el tráfico ilegal de especies. Sin embargo, los refugios para la conservación son insuficientes, y han recaído en la sociedad civil consciente
Texto y fotos: Ricardo Hernández
QUINTANA ROO. – Quintana Roo ha registrado marcas históricas en aseguramientos en materia de vida silvestre, mayormente derivado del tráfico ilegal, pero sigue sin contar con refugios de fauna gubernamentales que puedan atender la situación; y los espacios administrados por organizaciones civiles y particulares operan con escaso presupuesto o no tienen la capacidad o instalaciones deseadas, según datos oficiales y los especialistas consultados.
En 27 inspecciones realizadas entre 2021 y 2022 (último año reportado) la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) reportó haber asegurado 17 mil 101 especímenes en Quintana Roo, que son casi el doble de los asegurados en toda la década previa.
Por inspección, según la autoridad, se entiende el acto de verificar el cumplimiento de la normatividad ambiental vigente en la materia de interés y en condiciones determinadas a partir de una orden de inspección; mientras que por especímenes: los ejemplares vivos de flora y fauna silvestre asegurados precautoriamente en las visitas de inspección.
Profepa se negó a dar entrevista al respecto, y también a dar información sobre la causa de los aseguramientos. A decir de Gonzalo Merediz Alonso, director ejecutivo de Amigos de Sian Ka’an, organización conservacionista con décadas de trabajo en la entidad, los especímenes asegurados tienen dos orígenes: el cautiverio ilegal en casas y el tráfico ilegal.
Al ser la región con la segunda masa forestal más importante del continente, solo después de la Amazonía, Quintana Roo es un punto clave para el tráfico ilegal de especies, afirma Merediz.
“El tráfico de animales junto al tema del crimen organizado es, posiblemente, uno de los negocios más lucrativos, no solo de Quintana Roo, sino del mundo”, opina Merediz.
De acuerdo con datos de 2018 de la propia Semarnat, el tráfico ilícito de especies biológicas genera entre 10 mil y 20 mil millones de dólares de ganancias al año.
Pese a ello, la Profepa ha disminuido las acciones de vigilancia en materia de vida silvestre, entendidas estas como toda actividad programada, efectuada por personal autorizado por el organismo, dirigida a detectar, disuadir y combatir ilícitos ambientales mediante patrullajes sistemáticos dentro de las áreas geográficas de interés. En 2022 se realizaron cinco de estos actos, lejos de los 65 que se hicieron en 2010 o de los 17 de 2016, que fue también el cuarto año, respectivamente, de la presidencia de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
La disminución de estas actividades solo se puede explicar por la política de recorte al presupuesto en materia ambiental que ha afectado a Profepa, que en 2012 contaba con mil millones de pesos, pero que en 2022 bajó hasta los 517 millones de pesos, medido en términos reales, es decir, considerando la inflación.
Merediz afirma que, considerando este factor, los aseguramientos son un reto.
“¿Cómo manejas miles de especies aseguradas?, ¿Cómo los guardas?, ¿Dónde?, ¿Quién les da de comer, quién los atiende?”, cuestionó. Muchas veces, prosigue, los animales se dejan en las casas o sitios donde fueron asegurados, ante la incapacidad de recolocarlos.
El especialista aclara que para poder tener especies silvestres fuera de su hábitat natural y en cautiverio se necesita contar con una UMA (Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre) o un PIMV, que son predios o instalaciones que manejan vida silvestre en forma confinada, fuera de su hábitat natural, con propósitos de reproducción controlada de especies o poblaciones para su aprovechamiento con fines comerciales, sin que tengan como fin la recuperación de especies o poblaciones para su posterior reintegración a la vida libre.
Hace cuatro décadas Alberto Charles, junto con su esposa Hilary Wisner, fundó una asociación dedicada al rescate, rehabilitación y a la reintegración de fauna silvestre en Cancún, Quintana Roo, que llamó Fauna Digna.
Todo empezó, cuenta en entrevista Alberto, cuando el delegado de la Semarnat en el estado pasó frente a ellos, cargando una caja llena de veintitantos pericos asegurados, destinados al mercado negro, todos pelones, desplumados para evitar que volaran.
“Me los dejó porque vio que cuidábamos también nosotros periquitos para luego liberarlos”, recuerda Alberto.
Y ahí están Alberto y Hilary dando papilla cada media hora a una veintena de pericos que, cuando les crecieron las alas, fueron liberados en una zona selvática.
“Luego se le apareció a Hilary un mono araña y luego se le apareció un tejón y luego un tlacuache, luego un mapache, luego no sé qué tanto y, entonces, pues ya como esta señora recibía todo, pues decidimos hacerlo de manera permanente”, recuerda Charles.
Vino un cambio de casa, a la zona fundacional de Cancún, donde pudieron unir tres predios.
En una parte está su casa, sin pared trasera, de modo que la temperatura se regula de manera natural, con los vientos suaves que corren sin cesar; y un techo en diagonal por donde escurren las aguas de lluvia que terminan por regar los helechos, el ficus, la guaya y hasta llenar el estanque donde crece mangle rojo y que le sirve como método de control de mosquitos: una ventana a un microhábitat por el que Alberto ofrece un recorrido este enero y donde mantiene en resguardo y mientras se recuperan chachalacas, pelícanos, un halcón, varias especies de pericos, una guacamaya, etcétera.
“A estas alturas conozco muchísima gente, amigos especialistas en cocodrilos, boas, reptiles, aves; una cantidad de personas que me han ayudado a cuidarlos y a hacer planes de liberación”, dice Aberto.
“Esto ha sido a base de prueba y error”. Por ejemplo, han aprendido que las chachalacas se liberan solo en grupos. “Una vez liberamos una sola y santa madriza que le dieron a la pobre. Aprendimos que no se liberan individuos, sino por grupos, porque son muy territoriales”.
No obstante el trabajo que realizan, y pese a estar inscritos en el registro de personas con capacidad de recibir ejemplares de fauna silvestre de los centros para la Conservación e Investigación de la Vida Silvestre (CIVS), que otorga la Semarnat, Profepa lo considera como ilegal.
Y es que Fauna Digna se sobrepasa en sus competencias, pues recibe también fauna de Bomberos, la secretarías de Ecología, de la Fiscalía estatal, de la Asociación de Hoteles de Cancún, Puerto Morelos e Isla Mujeres, de los ciudadanos que los contactan como 10 veces al día en sus redes sociales; de donde sea que lo pidan.
“Me consideran ilegal. Pero lo peor es que, cuando no tienen ya donde llevarlos me los traen; o cuando no tienen jaulas me piden. Un día me iban a clausurar. Entonces, le marqué al delegado. Le dije, ‘sabes qué, te vas a volver mundialmente famoso, porque tengo aquí a dos de tus trabajadores, además con un acta violatoria de ley, por tener letras diferentes, entre el acta de la visita, la dirección y el nombre del interesado. Estoy por llevarte todos los animales que me has traído y te he resguardado a tu oficina para liberarlos. Ahí que se haga el desmadre con los pelícanos y todas las aves que les cuido”, recuerda entre risas Alberto. No volvieron a molestarlo.
Por este lugar han pasado cerca de 10 mil ejemplares que han liberado, con ayuda y trabajo voluntario –la mayoría de veces– de biólogos especialistas en tan distintas especies. Y que han cuidado a costa de los bolsillos de la pareja. Alberto, además, es fundador de la Universidad del Caribe, forma parte o ha formado de Ciudadanos por la Transparencia; Coparmex, Consejo Coordinador del Caribe, etcétera.
Lleva décadas impulsando un proyecto de un Centro de Cuidado Animal, que cuente con recursos públicos, pero sin éxito alguno.
“Es increíble que Quintana Roo no tenga un centro público así, siendo uno de los estados con mayor biodiversidad del país. Y aquí estamos nosotros apagándoles los incendios”, reprocha.
Esta organización sí cuenta con una PIMV. Se fundó en 2015, cuenta en entrevista Ricardo Morales, gerente en el área de fauna.
“Inicialmente se tenía la idea de que el santuario iba a trabajar con monos araña y monos saraguatos. Al inicio teníamos tres monos capuchinos. Pero, ante la necesidad de la zona, de los tantos aseguramientos, se sumó que había un pequeño zoológico en un hotel.
Muchos de esos ejemplares, derivado de un conflicto de sus dueños, como se cerró, se tuvo la necesidad de trasladarlos para acá. A algunos. Entonces, se amplió el proyecto”, explica Ricardo.
Se trata de un polígono de 17 hectáreas destinado a albergar diversas especies de fauna silvestre o fauna en proceso de domesticación, sin importar su origen, es decir, sin hacer distinción en especies nativas o introducidas. Cuenta con programas de rehabilitación, reubicación y reintroducción de especies, de educación ambiental y de investigación y prácticas profesionales. Hasta ahora se han rescatado más de 200 ejemplares de 55 diferentes especies.
Han recibido especies de cuatro orígenes diferentes: de circos que cerraron tras reformas a la Ley de Bienestar Animal, de aseguramientos de Profepa, de las direcciones municipales de Ecología de Quintana Roo y de privados que llevan monos y hasta nutrias porque ya no los quieren o pueden mantener en cautiverio. Cerca del 40% provienen de aseguramientos de Profepa.
Así es como han llegado Bruno y Muk y otros 34 moños araña y saraguatos. A Bruno lo decomisaron en una cajuela de un carro en Calakmul, Campeche. A Muk lo encontraron aún abrazado de su madre muerta, presuntamente víctima de caza ilegal. Ambos venían con fracturas. También está Amperio, un monito que se electrocutó en un cable del que se colgaba, porque cada vez es más voraz el desarrollo urbano sin pasos de fauna. Amperio fue sometido a intervención quirúrgica y le amputaron dos extremidades. Es un caso particular porque él sí provenía de la vida silvestre, lo cual le benefició en el santuario porque se impone como alfa y se adaptó rápidamente.
También está el caso de Rufino, una nutria que era mascota y hasta cuenta de Instagram tenía. “Los dueños ya no lo pudieron cuidar, pero murió de un infarto, por tener hígado graso. Es que es muy complicado mantener una nutria en cautiverio”, dice Ricardo.
No obstante, este santuario ha logrado algo insólito en el país: que una pareja de nutrias que llegó hace casi años, Clemente y Maggie, se reprodujeran en condiciones de cautiverio.
“Llegaron pequeñas. Y el año pasado nos dieron la sorpresa. De entrada, hay muy pocos sitios que aceptan nutrias, porque es muy complicado su cuidado profesional. Si no me equivoco, solo está el santuario de Veracruz, pero estoy casi seguro que nunca se han reproducido”, dijo Ricardo.
El santuario está abierto al público. Lo visitan, en promedio, 300 turistas al día, en temporada alta. En total, fueron 38 mil visitantes hasta noviembre de 2022. Así consiguen los ingresos para operar, aclara Ricardo.
Akumal Monkey Sanctuary fue fundado por el empresario Carlos Mimenza, quien en 2020, luego de una intensa campaña contra el exgobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín, fue vinculado a proceso por presuntamente haber cometido el delito de extorsión.
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