Una masacre y una rebelión volvieron a poner en primera plana la violencia criminal que azota a varias regiones del país. Lamentablemente los hechos no son nuevos, sino que son resultado de décadas de abandono, impunidad y políticas fallidas en todos los niveles
Texto: Alejandro Ruiz
Foto: Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO. – De enero a septiembre de 2023, la organización Causa en Común registró 355 masacres en todo el país.
El epicentro de estas fue en Guanajuato, donde apenas este mes se registraron otras tres en Celaya, Salamanca y Salvatierra.
A estos hechos, se suma la rebelión de un grupo de pobladores de Texcaltitlán, Estado de México, que decidieron expulsar a integrantes de la Familia Michoacana que los extorsionaban.
Los hechos generan indignación, y además, se han convertido en el pretexto perfecto de algunos grupos políticos para demostrar las fallas del Estado de cara a la elección más grande de la historia en 2024.
Sin embargo, la desmemoria o la falta de análisis provocan que una lectura fina sobre la violencia pase desapeercibida ante las consignas, lo estridente y las promesas.
¿Quién es responsables de la violencia? ¿A quién le exigimos cuentas?
Sin duda, al Estado, pero para afinar hay que poner matices.
Los escenarios de ambos sucesos ocurrieron en dos estados que desde hace décadas han sido gobernados por lo que algunos analistas llaman «la oligarquía».
Hablamos del Partido Acción Nacional, que en Guanajuato gobiernan la entiad desde 1991, y del Estado de México, la cuna del grupo Atlacomulco, del PRI.
En Guanajuato, la espiral de violencia es algo que desde hace décadas ha ido creciendo, aunque los informes del gobierno del estado, ahora a cargo de Diego Sinhué Rivera, digan que «las cosas van bajando».
«En 2020, Guanajuato rebasó los 5 mil homicidios dolosos al año. Ahora, estamos en una cifra de más de 3 mil, pero el gobierno estatal e esto como que se va tranquilizando», dice el periodista Arnoldo Cuéllar, director de Pop Lab.
Arnoldo hace un repaso de la historia de la violencia en el estado del Bajío, y afirma que, de fondo (además de la diversificación de las actividades criminales en el estado) también está el abandono y desinterés del gobierno estatal.
«Las bandas criminales que hoy vemos no son de ahora. Por ejemplo, en 2017 vimos que la violencia comenzó a subir hasta alcanzar su puntomás alto en 2020, donde la persecución de El Marro, y la guerra contra el huachicol, dispararon las confrontaciones. Pero también, aunque es muy difícil probarlo de manera directa, vimos complicidades directas de las autoridades policiales y la Fiscalía».
Pese a este recrudecimiento de la violencia, motivado, en parte, por la importancia geoestratégica de Guanajuato como un estado bizagra que comunica industrial y económicaente al centro del país con la costa del pacífico y el norte, las autoridades no han hecho mucho trabajo de coordinación para atender la criminalidad.
Arnoldo reflexiona:
«Tienen que ponerse a trabajar, pero todos los gobernadores han eludido el tema de seguridad. diego Sinhué, por ejemplo, fue muy reacio a asistir a las reuniones de seguridad convocadas por el presidente, y que en otros estados del país ha dado resultados».
El motivo de esto, dice el periodista, es porque «esas mesas no le dan rendimiento político. Por ejemplo, en otras cosas el gobernador va y hace viajes al extranjero, pero en seguridad parece no interesarle».
«Con Felipe Calderón, con Enrique Peña Nieto, nadie le echaba la culpa al gobierno federal por la inseguridad, pero ahora es parte de una guerra política. Si el gobernador dice que el gobierno federal no los apoya, pues que se plante en palacio nacional. Ahorita parece que solo quiere quejarse y ya, pero no trabaja para hacerle frente a la inseguridad. Por ejemplo, desde 2020 AMLO le pidió a Diego Shinué que cambiara al fiscal, pero aquí se han resistidido porque es uno de sus principales apoyos políticos».
La figura de Carlos Zamarripa Aguirre, fiscal desde hace 14 años, es una de las claves para entender el pacto de impunidad que prevalece en Guanajuato, donde el apoyo de empresarios y políticos parecen ser el único mérito que Zamarripa tiene ara seguir en el cargo.
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Francisco Cruz es un periodista que desde hace décadas ha reporteado el Estado de México, y conoce bien lasdinámicas de los grupos criminales en la zona.
Sobre la rebelión de un grupo de pobladores de Texcaltitlán contra la Familia Michoacana, Cruz es claro, y afirma que es una reacción ante la transición del PRI a Morena que inició el pasado 16 de septiembre con la llegada de Delfina Gómez a la gubernatura.
«Hay que recordar que hasta el pasado 16 de septiembre, todas las organizaciones criminales del Estado de México fueron controladas por el grupo Atlacomulco».
Para Francisco Cruz, la relación entre la élite priísta y los grupos crminales se remonta hasta Alfredo del MAzo González, quien suupuestamente permitió la entrada del Cártel de Juárez a Atlacomulco. Pero también, añade, el papel de ARturo Montiel y sus nexos con el Cártel del Golfo y de Enrique Peña Nieto, quien negoció con Genaro García Luna un ariete en la secretaría se SEguridad Pública, Maribel Cervantes Guerrero, quien era analista personal del García Luna en el Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional.
«Ella puso toda la estructura de todo el Estado de México para los grupos criminlaes. Un dato que muestra esta permisividad es que en el Estado de México, que tiiene 18 millones de habitantes, sólo hay 3 mil policías estatales».
Francisco Cruz concluye
«El Gobierno del Estado de México tenía una inercia que se rompe con la llegada de Delfina Gómez, y la rebelión en Texcaltitlán es reflejo de una ruptura, pues la gente, cansada y con esperanza, hizo eso porque hoy pueden hacerles caso. Entienden que hay nuevas autoridades, y que hay un descontrol entre los grupos del crimen organizado».
Sobre la respuesta del gobierno de Delina Gómez, Francisco Cruz dice que «hay que esperar a enero para ver si la respuesta es eficiente. Delfina esta malinformada si su estrategia es sellar la frontera. Parece que su gobierno no ha descubierto que tenemos células criminales propias. Andan como con palos de ciego, pero hay que ser claros: el crimen organizado adentro del Estado de México tiene una estructura propia, y hay que ghacer mucha labor de inteligencia para desmontarla».
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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